PUNTO DE ATAQUE
Me cuesta recuperar el aliento, producto de no detenerme en cuanto comencé a correr. En el gran salón ya se encuentran Marta y Brian. El ambiente permanece tenso, expectante. Creo que ellos tampoco saben lo que ha sucedido. pero eso no parecería lógico, ya que, aparentemente el tema es sobre los espías y su representante debería estar al tanto, comienzo a dudar cuando veo el leve destello de preocupación en los ojos de Brian. Eso me inquieta.
Doy un pequeño respingo cuando escucho la voz de Cataldo a mis espaldas, me giro con rapidez. Z, Xavier y Caín lo acompañan.
—Señor, ¿qué sucede? —pregunta Marta, con preocupación.
Nuestro líder mueve su mano derecha, nos indica que ingresemos a la sala de reuniones. Una vez acomodados, él decide hablar.
—Alteria ha movido su primera pieza —expresa. Suelto un suspiro —. El espía del clan susurro confirmó hace unas horas que el príncipe heredero enviará un diplomático.
—Eso es maravilloso —murmura Brian. Sus ojos ya están más calmados.
El ambiente se vuelve sereno, en paz. Mi emoción sube con el paso de los segundos. El solo hecho de imaginar que es posible avanzar hacia la rebelión, me provoca felicidad.
— ¿Cuándo llegará acá? —interroga Xavier.
—Máximo dos días. El príncipe alteriano busca con demasiada desesperación una manera de buscar la tregua —responde nuestro líder. Sus ojos verdosos permanecen brillantes, llenos de ilusión.
—Increíble, señor —habla Brian —, por un segundo pensé que los espías habían tenido algún inconveniente.
—Descuida. Todos se encuentran bien y volverán una vez que comencemos el primer ataque. Necesito que coordinemos el punto exacto donde iniciaremos.
—Puede ser un lugar que tenga un significado especial para los alterianos —propone Xavier.
—El palacio del recuerdo. Todos los años hacen una ceremonia conmemorativa a los que cayeron cuando tomaron el poder —plantea Marta.
—Es un buen punto, pero está demasiado custodiado. Y no podríamos siquiera acercarnos —repone Cataldo.
A mí me agrada la idea de atacar el palacio. Los alterianos se volverían inseguros al notar que los caídos logramos ingresar a una fortaleza tan preciada para ellos. Aunque, pienso con exactitud que el riesgo es demasiado alto.
—Tal vez, los centros de alimentación —dice Z.
Nuestro líder niega de inmediato.
—No, no dañaremos las infraestructuras que nos sirven a nosotros —dice nuestro líder —. Es esencial fijar con exactitud nuestro objetivo. En esta rebelión, haremos las cosas bien y paso a paso.
Hay cientos de objetivos. Y los recursos son limitados. Además los alterianos valoran mucho las construcciones que llevan más de un siglo de pié. Y una de las más antiguas es la biblioteca.
—Ataquemos un extinguidor. Cuando la electricidad se corte —comenta Brian.
—Es una buena idea.
Siento que Z puede agregar un pero. Sus ojos oscuros demuestran una leve advertencia.
—Pero, son armas con un material casi irrompible. Podríamos usar más bombas y eso nos limitaría en los próximos ataques —añade.
Y eso nos elimina de inmediato la idea de dirigir nuestro ataque a un blindado. Eso nos limitaría elegir.
— ¿Por qué no atacamos una zona residencial? —mi pregunta va dirigida a todos los que están aquí.
Brian suelta una leve risa. Marta y Caín me observan, pensantes.
Por unos segundos, creo que mi plan no se lo esperaban.
—Serían demasiadas bajas, Dandara —responde Cataldo.
—Bajas suyas, alterianos. ¿Cuántos de nosotros han muerto por su culpa? —dice Xavier.
—Eso lo sé amigo, pero debemos pensar con calma.
—Señor —llamo su atención —. Las bajas que causemos podrían servirnos. Alteria sería un caos y lo aprovecharíamos.
— ¿Para qué?
—Para robar recursos —responde Marta.
—Y para mover nuestros soldados con total calma —añade Caín.
Cataldo suspira. Sus ojos verdosos están perdidos en sus pensamientos. Supongo que estar en su lugar, atrae grandes responsabilidades. Una decisión, ya sea correcta o errónea, puede traer consecuencias.
—Es una rebelión —añade Xavier mientras Cataldo sigue pensando —. Tú mismo me dijiste que tendríamos que hacer sacrificios. Ya ha llegado el momento, amigo.
—Ya lo sé —susurra. Levanta la vista y nos mira a cada uno —. ¿Quién está a favor?
Brian es el único que no se encuentra a favor. Los demás apoyamos la idea.
—Bien. El clan guerra, en conjunto con los espías, definirá la zona del objetivo. Aunque sabemos que es más sencillo en la zona sur, dónde las casas se mezclan con los edificios —ordena nuestro líder —. Esta decisión tendrá una antes y un después, tanto para Alteria como para nosotros.
El ambiente es silencioso. Todos nos encontramos pendientes a Cataldo.
—El diplomático será interceptado antes de llegar al puesto de vigilancia. Allí los soldados lo vendarán, para que el reino no sepa la ubicación exacta de nuestro hogar. Lo traerán ante mí, Estela y Dandara. Y le diremos que los caídos están dispuestos a una conversación —explica nuestro líder —. Una vez que retome el camino de regreso, un grupo de soldados lo seguirá y se quedará a la espera de que el espía les confirme que ha ingresado al castillo. Será ahí cuando atacaremos el edifico que está por definirse. Y la rebelión comenzará.
El momento con el que tanto hemos soñado. La sangre de nuestros ancestros será vengada. El paso hacia el fin de nuestra maldición se acerca.
—Inevitables —dice Marta, con fuerza.
Hasta el fin de los tiempos.
Cuando nos levantamos de la sala, Brian se acerca. Sus ojos oscuros siempre me miran con odio. Jamás cambiará eso.
—Te ves muy feliz al ver como cientos de personas pueden morir, ¿verdad? —su voz es grave, cargada de rabia.
—Son ellos o nosotros, Brian. Y debemos elegir por nosotros —respondo. Sin titubear —. Yo estoy dispuesta a convertirme en un monstruo. Espero que tú también lo hagas, por el bien de los caídos.
Hace una mueca de disgusto. De manera intencional choca su hombro con el mío. Abandona la sala, molesto. ¿Cómo actúa así? Hace unos días propuso torturar a Fernanda y ahora no quiere sacrificar a más alterianos. Me parece un poco absurdo.
—No todos pensamos igual —añade Marta, al ver la reacción del representante del clan susurro —. Y probablemente por eso Cataldo no escogió a Brian para ser líder. Una de las razones de por qué te odia tanto.
—Cataldo necesita a una persona que vea por el bien de todos —Z se le une.
— ¿Y yo soy la candidata perfecta?
Según yo, estoy bastante lejos de serlo. El otro día me dejó bastante claro que debía dejar de pensar en el bienestar de Orit. Y buscar una solución para los demás.
—Lo eres. —Responde Marta —. Ya te darás cuenta.
Ambas salen de la sala. Xavier sigue hablando con Cataldo. Me quedo en la misma posición. De hecho no pasa demasiado tiempo para que terminen de hablar.
—Te veo luego, blanca —se despide el representante del clan dolor. Muevo mi cabeza en señal de aceptación.
Cataldo se acerca.
— ¿Cree que fue buena idea proponer un edificio residencial de objetivo? —le pregunto.
—En los momentos en los que nos encontramos, todo punto de vista es válido, Dandara. La rebelión traerá consigo momentos en los cuales deberemos actuar con la mente fría. Y debemos estar preparados.
Asiento. Todo sea por darle un mejor futuro a la nación. Y obviamente a la lombriz. De inmediato acaricio el anillo.
—Te ves bien, ¿Dónde andabas?
Mira el vestido y el peinado.
—Bueno, Velasco me invitó a salir y acepte —respondo con un toque de nerviosismo —, decidí darle otra oportunidad.
Cataldo parece analizar mi rostro.
—Parece que ha funcionado.
— ¿Por qué lo dice?
—Nunca había visto ese brillo en tus ojos, Dandara. Es algo nuevo y te queda.
Niego un poco. Porque sinceramente me aterra.
—Me parece bien que despejes tu mente un poco. Solo procura no hacerlo demasiado.
—Lo haré, señor.
Él sonríe y abandona la sala. Unos segundos después hago lo mismo.
Cuando salgo al exterior. Las estrellas brillan más que nunca. Incluso guían mi camino hacia la torre. Una vez que piso las escaleras, doy pequeños pasos para evitar que los demás despierten. Cuando llego a la habitación de James, detengo a mis pies. Me quedo mirando la puerta y recuerdo la cita con Velasco. Mis labios se curvan en una sonrisa. ¡Cielos! Que miedo siento por esto. Recapacito y sigo caminando.
Ingreso a la habitación y encuentro a Orit durmiendo. Acomodo sus mantas para que su cuerpo quede cubierto y no pase frío después que la temperatura disminuye.
—Buenas noches, lombriz —le susurro. Obviamente ella no se percata de mi presencia.
Decido subir al techo unos instantes.
De inmediato veo las luces de Alteria a la distancia. Hoy más que nunca, percibo la esperanza, lucharemos. Después de mucho sobreviviendo, por fin hay luz. Conseguiremos el objetivo.
Las estrellas serán testigo de cada paso que demos y nos sostendrán en momentos de angustia. No hay nada más inevitable que la venganza. Y hoy puedo pensar que Alteria pagará. Lo juro.
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