INCONVENIENTES





No creo que la prometida de la princesa esté dormida en el vehículo. No esperaba que fuera una persona tan fácil de engañar. He dudado de mis fortalezas y la seguridad en mis talentos. Ahora me siento con más confianza. 

—Rápido, Evan —ordena Estela. Su voz es calmada.

Nos movemos por las calles. Nuestro chofer ha tenido problemas para avanzar con suficiente velocidad para burlar las búsquedas de los guardias. Y seguramente nos persiguen de cerca.

—Sal por la calle de los edificios. Si no están siguiendo, los perderemos ahí.

Evan asiente y obedece la orden de la mujer rubia. El vehículo se mueve bruscamente hacia la izquierda. Me sostengo del asiento, Jackson hace lo mismo. El cuerpo dormido de Fernanda se alcanza a mantener en el mismo sitio.

—Carajo —susurra.

Me cuesta entender por qué menciona esas palabras, lo hago cuando distingo que dos vehículos nos siguen a una distancia corta.

—Relájate, quizá están patrullando. Disminuye la velocidad.

El soldado de mirada segura, hace lo que Estela indica.

—Se acercan —añade Jackson —. Creo que deberíamos acelerar.

Me giro para tener mejor perspectiva. Por el vidrio trasero, distingo más autos que antes.

—Tiene razón —digo —. Hay que perderlos. Son demasiados.

Después que menciono esas palabras, dos vehículos aparecen. Uno por nuestro lado derecho y el otro por el lado izquierdo. Quieren encerrarnos. Y no están patrullando. Estamos en una persecución de rescate y detención.

Evan pisa el acelerador hasta su nivel máximo, la verdadera inseguridad de no saber si podremos salir, aparece. Los edificios se ven enormes, las calles más vacías. Tengo el presentimiento que nos adentramos a un laberinto y espero que encontremos la salida.

Un choque en nuestra parte trasera, hace que me altere.

—Es de advertencia. Quieren que nos detengamos —explica la mujer rubia. Su voz sigue calmada.

En cambio mis nervios amenazan con salir, cuando recibimos otro impacto. Evan reacciona antes del tercero y logra esquivarlo, eso provoca que el vehículo del castillo pierda el control e impacte con el otro que nos seguía a la izquierda. Nuestro chofer aprovecha la oportunidad y gira bruscamente. Los otros vehículos restantes, no nos pierden de vista.

Los edificios se hacen más enormes y están por todos lados. Nos encontramos en el centro del laberinto. Mi compañero mantiene esa faceta de no demostrar sus emociones. Su rostro me confunde.

—Estoy alterado, por si te lo preguntabas —comenta. En cierto modo agradezco sus palabras, porque me aliviana los nervios —Y sí, no lo demuestro.

—Ya veo —susurro.

—Intenta respirar —aconseja.

— ¿Respirar? Nos persiguen cinco o seis vehículos del castillo, Jackson —mi voz es nerviosa —. Respirar y estar tranquila no me servirá. Solo quiero salir de estas calles y volver a mi torre.

Él sonríe de lado.

—Silencio —dice Estela. Jackson no alcanza a hablar.

Evan mueve el vehículo hacia la derecha. Mi cuerpo se tambalea. Y otra vez recibimos un impacto, pero más fuerte.

—No quería abrir fuego. Pero si no los distraigo, nos derribarán —menciona la mujer rubia.

Abandona el asiento del copiloto y se mueve hacia nosotros. Se agacha para buscar una cosa debajo de nuestros puestos. Saca un arma, es idéntica a la falsa que traía Jackson. Luego, aprieta un botón y la parte del techo se abre. Lo siguiente que noto, es que, la mitad de su cuerpo está afuera, disparando. Las balas que expulsa el arma resuenan en los vehículos del castillo. Estela dirige su ataque hacia la parte delantera y las ruedas. Evan, gira bruscamente hacia la derecha.

— ¡Vamos, Evan! La prisionera debe llegar al refugio —indica ella. Baja para recargar y sube rápidamente.

Me sorprende ver la agilidad del soldado para conducir. Su concentración es espectacular, su vista en todo momento está fija, juro que no lo veo pestañear.

Aguanto la respiración cuando escucho un quejido. Me concentro en buscar de donde proviene. Veo a Jackson buscando algo con desesperación. Después miro a Fernanda. Está despertando. Supongo que mi compañero intenta encontrar la sustancia que usó antes para dormirla. Lo ayudo. En eso siento un tirón en la mano donde tengo el anillo de Orit.

— ¿De dónde lo sacaste? —interroga somnolienta. Me quito de su agarre.

Sigo ayudando a mi compañero. Fernanda intenta pararse, pero su cuerpo está débil.

—Por favor, déjenme ir, no diré nada sobre ustedes —ruega.

Mi compañero encuentra el frasco. Pone un poco del contenido en sus manos. Y no alcanza a colocarlo en la cara de Fernanda. Ella, se lanza sobre Jackson, todo se vuelve un caos. Él intenta reducir el ataque, pasa su brazo por el cuello de la mujer. Fernanda se libera con facilidad. Es una experta en combate cuerpo a cuerpo.

Busco el frasco que Jackson tenía en sus manos, el cual perdió cuando la mujer se le lanzó encima.

—Rápido, blanca —habla, con dificultad.

Fernanda lo deja de lado, comienza atacar al chofer. Estela desciende y la agarra de la cintura. Con una fuerza increíble la tira hacia atrás. Encuentro un trozo de vidrio que me rompe la piel. El frasco se ha roto. A pesar de ser un corte pequeño, mi dedo sangra sin parar.

Estela se hace cargo y logra dominar la constante lucha de Fernanda. Aplica la misma técnica que Jackson, su brazo es más fuerte y reduce a la prometida de Armida casi de inmediato.

Comienzo a hacer presión en el corte. Arde.

—Te ayudo —añade Jackson. Saca la cinta roja de su cuello y la envuelve en mi dedo.

Luego saco su mano y yo sigo presionando. Él se dedica a acomodar de nuevo el cuerpo de Fernanda. Evan controla el vehículo con demasiada rapidez. Parece que nada ha sucedido, salvo por mi dedo cortado y los rasguños en el rostro de Jackson. Estela sigue disparando.

—Debemos salir de Alteria, ahora mismo —grita la representante del clan guerra desde arriba. Desciende —, en cualquier momento enviarán a un blindado y no tendremos escapatoria.

Evan asiente. Mientras sostengo mi dedo, miro hacia los lados, parece que estamos terminando el laberinto de edificios. Todavía cuento sobre cinco vehículos siguiéndonos. Estela tiene razón, si no nos apresuramos, este plan se acabará mucha antes de lo pensado.

—Espero que esta vez sí duerma hasta llegar al refugio —comento. Miro el rostro sereno de Fernanda.

Jackson me imita. Sus ojos verdes se ven más relajados.

—Eso espero, porque es una mujer de temer.

Ladeo mi labio es una sonrisa por las palabras de mi compañero. la sangre en mi dedo disminuye con lentitud.

Los edificios comienzan a desaparecer, no así los vehículos que nos persiguen furiosos. Evan, no ha reducido la velocidad.

—Se acaban las municiones —añade la mujer rubia cuando desciende.

Un golpe potente en la parte lateral, provoca que me golpee la cabeza, en mi lado derecho. Siento un líquido caliente caer al segundo después. Es mi sangre. Quito la cinta de mi dedo y hago presión en la cabeza. Miro a Jackson, supongo que se golpeó en el hombro, porque se acaricia con molestia.

—Empezaron los golpes fuertes. Los hicimos enfadar —dice Evan.

—Esa era la razón por la cual no quería dispararles —susurra Estela, a regañadientes.

Me fijo como mi cabello blanco se tiñe de un rojo oscuro. Mi trenza está destrozada.

— ¿Estás bien? —interroga mi compañero, creo escuchar preocupación en su voz.

Solo asiento y me concentro en detener la sangre.

—Aguanta blanca, estamos saliendo de Alteria —menciona la mujer de cabello rubio.

Un giro brusco me descoloca por completo. Trato de parpadear para divisar o entender lo que ha sucedido. Cuando veo con claridad me percato que estuvimos a punto de impactar con un blindado del reino. Noto la preocupación en los ojos de Estela y Evan.

—Estamos a unos kilómetros, vamos Evan.

Estela habla mientras busca la radio del vehículo.

—Aquí extractor, habla Estela, ¿me escuchan? —Su voz es seria —, respondan.

—Aquí, refugio. Oigo fuerte y claro —es Alex.

Otro golpe en la parte trasera. Evan usa la misma técnica que antes, el vehículo del castillo impacta con un árbol, provoca una capa de polvo. Nos da una ventaja de segundos.

—Necesito que tengan abierta la entrada. Tenemos prisa.

—Copiado líder, estamos en ello.

—También quiero un grupo de evasión en dirección noroeste. Varios vehículos del reino nos persiguen, necesitamos una distracción.

—Vehículos saliendo. Estarán en los límites de la zona de caza.

—Perfecto —dice Estela a la radio. Después cuelga la conexión.

Nos mira con su característico rostro inexpresivo.

—En unos minutos estaremos en el refugio.

Eso espero, porque la persecución, se me está haciendo eterna. Además, mi cabeza duele demasiado. Y Jackson no oculta la molestia que siente en el hombro. En serio no creí que los guardias del reino nos descubrirían. El plan no era perfecto en mi mente, pero ser descubierta estaba en la parte menos posible. Y ha sucedido.

Me siento agotada, también mi visión es borrosa. De hecho, apenas me muevo cuando recibimos otro impacto en la zona trasera. Mi compañero de misión se posiciona a mi lado y me ayuda haciendo presión con su mano menos dañada.

— ¿Nos dieron duro, verdad? —cuestiona para alivianar la situación

—Al parecer —respondo. No me gusta el tono apagado en mi voz.

Evan gira con brusquedad hacia la derecha. Luego escucho que Estela habla por el radio, indicando que ya estamos cerca de la posición que pidió para los otros vehículos. Supongo que usarán una de las tantas estrategias que utilizan para evadir.

No quiero cerrar los ojos. Necesito estar despierta cuando lleguemos al refugio y hayamos terminado una de las etapas de la misión. Así estaré segura de que lo que he hecho, ha funcionado.

—Blanca, ¿sigues con nosotros?

Como puedo, asiento por la interrogación de Jackson.

— ¿Tu hombro está bien? —pregunto.

Él muestra una mueca de dolor.

—Estará mejor en un par de días, al igual que tú.

Escucho un enorme estruendo, quiero ver de qué se trata, pero no puedo. Mi cuerpo delgado ha sufrido las consecuencias de los constantes impactos por parte de Alteria. Oigo como Evan murmura palabras maldiciendo. Tengo el presentimiento que estamos en la cuerda floja.

—Bien hecho, Alex —susurra Estela.

Creo escuchar más silencio a nuestro alrededor, probablemente sea producto de mi imaginación. No quiero seguir débil. Con gran esfuerzo me enderezo y alejo a Jackson, pero no quita su mano de mi cabeza.

— ¿Qué sucedió? —pregunto hacia nadie en particular.

—El plan de evasión de nuestra representante funcionó. Los vehículos del reino no supieron a quién seguir y se dividieron en grupos. A nosotros, no nos persiguen —responde Evan ya más tranquilo

¿Eso quiere decir que ya estamos llegando al refugio? Ladeo mi cabeza para mirar hacia Fernanda, sonrío de lado. Cada vez estamos más cerca de la tan anhelada rebelión.

Recuerdo estar despierta cuando ingresamos al refugio. También siento, como unos brazos cargan mi cuerpo, son los de Evan. Igual noto como a Jackson le ayudan a descender. Me he percatado que nuestros cuerpos son muy débiles, comparados con los de Evan y Estela. Supongo que los años y años de entrenamiento, traen sus ventajas.

Evan me deja sobre una de las camas y Alex cura mis heridas, con profesionalismo.

—Me sorprende que sigas despierta, guerrera rebelde —menciona. Acomoda unas cabeceras para que mi cuello quede más cómodo.

Intento sonreír. El nombre que inventó Jackson, se expande rápido. Y ni siquiera me gusta. De hecho prefiero ser llamada blanca.

—No me digas así. Solo Dandara o blanca.

—Querrás decir roja —anuncia, levanta mi cabello con lo poco que le queda de trenza.

He botado demasiada sangre.

—Deberás quedarte unas horas en la cama. El golpe en tu cabeza provocó estragos en tu cuerpo. Por suerte, la hemorragia pasó. Solo debes estar en reposo. No quiero que vuelvas a sangrar.

Escucho atentamente las indicaciones de Alex. Y me molestan, quiero moverme y ver qué pasará con Fernanda, deseo regresar lo antes posible a mi torre.

—Está bien, me quedaré unas horas aquí. Pero te aviso que no serán demasiadas.

La mujer de cabello oscuro sonríe y asiente. Tarda unos minutos en dejarme sola. Seguramente quiere vigilarme para que cumpla sus indicaciones. Por lo que me quedo alrededor de treinta minutos. Después me levanto. Me bebo el agua que Alex dejó a mi lado. Mi cuerpo me dice que no debo moverme, no lo obedezco. Quiero mirar más de este sitio. Además las ansias de saber qué sucederá con Fernanda son más fuertes.

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