ESPERANZA
DANDARA
Espera y verás por ti misma el resultado de la misión.
Ya sabes por qué no puedes recibir más información de la que ya tienes. El clan guerra solucionará los asuntos.
Dandara, ten paciencia. Falta poco para que lo sepas.
¿Por qué estás tan obsesionada con saber el futuro de Fernanda?
Creo que dejé de preguntar por ella cuando Cataldo me interrogó por los motivos de insistencia. Antes ni siquiera me hubiese interesado por el futuro de ella, porque seguramente terminará muerta. Pero ahora, tengo un motivo y es el anillo que llevo conmigo desde que volvimos. Fernanda al parecer tenía información sobre la joya que encontró Orit en una de sus tantas excavaciones.
— ¿Se lo dijiste?
Pestañeo y dejo el libro de lado. Han pasado siete días desde que volví de Alteria. Y he estado visitando a Jackson. Aún sigue con su hombro vendado. Pero según él, ya el dolor le ha disminuido bastante.
—No todavía —respondo.
Hay tantas cosas en mi mente, pero no planeo haberle a Orit sobre la invitación de él. Porque si se lo digo pronto, ella no dejará de hostigar hasta que finalmente viajemos hacia el exterior.
—Entiendo. Con todo esto de la rebelión, la tensión se respira allá arriba.
Todas las veces que he venido a su oficina, siempre está actualizando sus libros con datos y coordenadas de construcciones del mundo anterior. Además, como estamos bajo tierra, estar aquí, se me hace agradable y por lo general subo cuando ya el sol se va. Y no hemos tenido problemas, mi presencia parece hacerlo sentir a gusto.
—Este es otro sitio al que podríamos ir —comenta una vez que termina de revisar unos textos.
Tomo el libro. Es la orilla del mar, algo con lo que varios aquí soñamos por conocer, porque en la realidad, no se puede. Debemos atravesar muchas zonas controladas por Alteria. Así que, la interrogante nace por sí sola.
— ¿Cómo llegaste allá? —cuestiono. Todo lo que el dibuja es algo que ya ha visto.
—Moviéndome por las noches y escondiéndome en los miles de árboles que rodean la zona —responde sin titubear. Sonríe.
Verlo aquí me hace pensar que se encuentra muy relajado y expresivo. Todo lo contrario a cuando iniciamos la misión. O quizá solo estoy conociéndolo mejor.
—Por eso te invité, la noche es parte de mí.
Como yo con las pesadillas.
—Será un viaje seguro —dice. Sus ojos verdosos brillan.
Creo que Jackson si tuviera a alguien que le escuchara decir palabras de las cosas que le gustan, esa otra persona estaría oyendo desde el amanecer hasta el anochecer cada una de las oraciones que abandonaran sus labios. Bajo mi cabeza y acaricio el anillo. La persona que estaría encantada de escucharlo, sería Orit, estoy segura.
En cuanto muevo la joya, recuerdo lo que mencionó Jackson cuando íbamos hacia Alteria. ¿Ves esos tres puntos? Quizá sea los años de su creación. Puede que estén calculados en años o siglos.
—Oye, te acuerdas de lo que me dijiste sobre estos tres puntos —llamo su atención, me quito el anillo y se lo muestro.
—Sí, ¿por qué?
—Crees que puedes no sé descubrir más información de él.
Se lo entrego. Sus cejas se mueven de confusión.
—Bueno, no creo que pueda brindarte más información.
Quiero decirle que Fernanda tenía más conocimiento. Pero la confianza, siento que aún no es una más con él. Me quedo en silencio.
Debes encontrar al espía del clan susurro.
Recuerdo lo otro que conversé con nuestro líder. Y eso incluye a Jackson.
—Espera —murmura. Luego con su mano sana, mueve unos libros que se encuentran sobre un mueble. Maldice en voz baja.
— ¿Qué sucede? —cuestiono dudosa. Me acerco.
—Tenía escrito sobre las joyas de la familia real en algunos de estos libros. Creo que debe estar por aquí.
Era una posibilidad obvia que el anillo pertenece a los alterianos, pero no sospechaba que pueda ser de la familia real. Por unos segundos pienso que quitármelo, no lo hago. Es un obsequio de Orit.
—Deberemos esperar, porque el desastre es horrible. Aunque, te aseguro que lo encontraré y te enseñaré lo que alcancé a descubrir cuando estuve en el castillo, hace años —comenta.
—Si quieres te ayudo a buscar —me ofrezco. Además quiero cerrar luego el ciclo del anillo. Así estaré más tranquila.
Jackson asiente y me ordena buscar en los estantes. Una vez que los miro, suelto un suspiro, son demasiados textos. Después sonrío, este chico sí que ama conservar información. Y si encontramos información sobre el anillo, estaré muy agradecida con él.
— ¿Tienes preparado un libro si vamos al exterior? —pregunto, mientras ojeo cada libro del estante.
—Por supuesto. Allá están los que aún permanecen en blanco —apunta hacia su lado izquierdo. Ahí hay una mesa pequeña con alrededor de diez libros.
Sonrío. Sí que está preparado. Pero, me comienzo a interrogar internamente si podremos realizar el viaje pronto, porque la rebelión está pequeños pasos de comenzar. Es una posibilidad de que el caos estalle y todos estaremos ocupados.
Cuando siento que su puerta se abre, me detengo. Me topo con los ojos oscuros de Brian. Recuerdo porqué sigo viniendo al clan susurro. Encontrar al infiltrado. Como si fuera tan sencillo. Su representante me analiza, como siempre.
—Dandara, te necesitan en el salón, están preparando un anuncio importante y obviamente debes estar ahí —dice. No esconde cierta molestia en su voz.
—Bien —anuncio secamente.
Camino y tomo la gorra que me acompaña a todos lados.
—Te veo luego, Jackson.
Subo con rapidez. Los árboles mueven, danzan al ritmo de la brisa. Conozco este territorio como la palma de mi mano ahora. Por las tardes cuando salgo de la oficina de Jackson, me dedico a merodear los alrededores en busca de alguna persona que actúe de forma sospechosa. En los siete días, no he visto nada que me haga dudar.
—Hey, blanca.
Brian.
No sé qué más quiere decirme. Me detengo.
—He pasado todos estos días ignorando el hecho de que te pases en estos bosques, ¿Por qué vienes si ya no tienes nada que hacer aquí?
—Vengo a ver a Jackson, eso es obvio, Brian.
—Pues eso no me lo creo.
Mis pies vuelven a moverse. Escucho cómo él me sigue. Toma mi brazo izquierdo cuando me alcanza. Me zafo rápido.
—Cerca de Cataldo tienes privilegios, pero aquí estás en territorio del clan susurro. Y debes responder a lo que te he preguntado, con sinceridad —ordena, levantando la voz.
—Y qué me harás si no te lo digo, ¿golpearme? Si estoy aquí es por Jackson.
Esta misión es solo mía. Y él nunca debe saberlo.
—Amenázame si quieres. Pero seguiré viniendo, quieras o no —menciono sin miedo. Él tensa su mandíbula.
Vuelvo a caminar al segundo después. No escucho que siga hablando y en realidad no me interesa mantener otra conversación.
Gruño al acomodarme la gorra porque paso a tocar la herida de mi cabeza. Ya ha cerrado, pero la zona sigue sensible. Después de bajar mi mano, observo el anillo, será mejor que lo guarde. No necesito desconcentrarme, así que lo dejo en el bolsillo de mi pantalón holgado. Sea lo que sea que sucederá en ese salón, tomará gran relevancia conforme pasen las horas. Por siglos se ha esperado por un momento así, cargado de esperanza. Nuestro fin a la maldición cada vez más cerca, no puedo aguantar más, corro.
Dejo los árboles atrás en cuestión de minutos. Es como si los rayos solares no me afectaran el rostro o mis brazos desnudos. Es tanta la emoción que ni siquiera siento cansancio en mi cuerpo.
No me extraña ver gran multitud afuera. Hay varias personas, de todos los clanes y supongo que la persona que estado ignorando todos estos días, también debe estar. Y lo veo de inmediato. Velasco luce relajado, tiene una mano en el bolsillo de su pantalón oscuro, su cabello negro se ve recién peinado y su barba sigue bien cuidada. Desvío la mirada antes de que se percate que lo estoy observando.
Esquivo a los demás e ingreso. Los representantes de los otros clanes están presentes, excepto por Brian. Estela como siempre, al lado derecho de Cataldo. El ambiente puedo sentirlo tranquilo, escucho los murmullos de los demás y no son agitados.
—Dandara, ¿qué tal tu charla de hoy con Jackson? —cuestiona nuestro líder en cuanto me ve.
—breve, para ser honesta.
Nunca es suficiente para esta nueva misión.
— ¿Novedades? —interroga Estela.
—No, es un gran punto es desventaja —respondo. Dejo escapar aire por mis labios, frustrada.
Esto llevará mucho tiempo. Más del que me gustaría, porque tendré que seguir viendo la mirada repulsiva de Brian.
—Ve a buscar a nuestra invitada, es momento de iniciar —ordena Cataldo. La mujer rubia asiente y se aleja.
Creo que debo comentarle la situación con el representante del clan susurro.
—Señor, Brian me enfrentó cuando venía caminado hacia acá. Comienza a sospechar de mi presencia en el clan.
— ¿Le dijiste algo?
—No. Solo le comenté que visitaba a Jackson porque me agrada.
Lo cual es una completa mentira. Asumo que la presencia él me agrada, pero debo pensar primero en la misión. No es momento para hacerme amiga de un miembro del clan en el que se sospecha que hay un infiltrado de Alteria. Una parte de mí, por más pequeña que sea, tiene la leve sensación de que Jackson no es. O solo intento convencerme a mí misma que sí puedo confiar en él. No negaré que su compañía es aceptable.
—Bien —añade Cataldo —, lo sabrá cuando ya no sospeches de él.
— ¿Es por eso que me enviaste a buscar?
—Por una parte sí. La otra se trata de eso.
Ladea la cabeza hacia el escenario. A una silla en su lado izquierdo. La miro y después a él.
—No —me apresuro a decir —, no estoy lista.
Lo supe cuando escuché a Alex y Evan en el refugio bajo tierra. Y es algo en lo que no me gusta pensar. No quiero asumir, no en este momento.
—Dandara, debes subir al escenario. Hoy no solo anunciaré el gran paso para retomar el lugar que nos corresponde por herencia, sino que también es momento de que asuman mis herederas.
—No ahora.
Solo una mínima pizca de mi corazón quiere subir para poder demostrarle a Brian que se equivocaba con sus palabras en su casa. Pero yo no estoy aquí para demostrarle a él cosas. Mientras me conozca a mí misma, lo demás no importa.
—Por favor —insiste.
Respiro.
—Deja pensarlo, hasta el inicio.
Él asiente.
Salgo del salón hacia el exterior. Me alejo con velocidad de la multitud.
—Vecina.
No ahora.
— ¿Todo bien? —cuestiona. Creo oír preocupación.
Siete días. Siete días han pasado y James aún no regresa del clan reservado.
—Eso no te importa. Solo ve a salón. El anuncio está por ocurrir.
—Wow, ¿Cuándo va a ser el día en el que no seas tan hostil?
Me giro para mirar sus ojos marrones. Solo un segundo basta para sentir esa debilidad en mi pecho. La misma sensación en la noche del río.
— ¿Qué tal si te invito al bar del clan susurro, dónde te hable por primera vez? —pregunta —, tómalo como una nueva forma de iniciar.
Niego internamente.
— ¿Por qué iría? En estos momentos no tengo planeado salir con hombres que se aparecen de un día para otro sin nunca haberlos visto antes.
— ¡Por favor! Ya sabes todo. No tienes razones para seguir dudando y lo sabes.
Me guiña un ojo. Me quedo mirando su rostro y no entiendo por qué lo hago.
—Anda, vamos. Si encuentras que me comporto como idiota en el bar......
— ¿Desaparecerás?
Velasco piensa. Parece analizar muy bien la palabra que dirá.
—Absolutamente.
Asiento lentamente. No sé que estoy haciendo al ver una sonrisa de victoria en su rostro. Después se aleja aparentemente feliz con su logro.
Y el pensamiento de asumir el liderazgo de los caídos aparece. Soy humana, las dudas son parte de las pesadillas y mis inseguridades.
¿Asumir y tomar decisiones que favorezcan a todos? No lo sé. Sé que Cataldo me rescató de las calles, me terminó de criar y no recuerdo un momento triste después de eso. Estoy en un dilema, ¿cómo resolveré esto antes de la ceremonia? Los segundos transcurren hacia adelante y se me acaba el tiempo. Hubiese preferido que Cataldo me ofreciera tomar el lugar a su lado en otro momento, haber conversado con más tiempo una decisión que es tan difícil para mí y con la cuál viviré hasta que ceda mi liderazgo o fallezca.
No sé qué responderle, porque sea lo que diga será apresurado y no me quiero equivocar. Así que, sin ninguna opción definida, regreso al salón. Con más nervios que antes, mis ojos repasan el lugar. Ahora se logra dimensionar la cantidad de personas presentes. No hay espacio suficiente para dejar entrar a todos los que esperan afuera. Esquivo las miradas que ya deben sospechar el porqué de la silla.
Siento una pequeña tranquilidad al ver los ojos amables de Mayida. Me acerco. Si hay una persona que me entenderá, es ella.
— ¿Cataldo ya habló contigo? —cuestiona enseguida.
—Sí —respondo sin saber que más que agregar.
—Está bien. Supongo que debes estar en una situación complicada.
—Mayida, no sé qué hacer.
Ella me da un corto abrazo. En modo de apoyo.
—Sea cual sea tu decisión, la apoyaré. Lo prometo.
Ojalá las palabras de Mayida bastaran para borrar mis dudas.
—El destino de todos podría estar en mis manos en algún momento de esta vida. La respuesta que le dé a Cataldo será transcendental.
—El vio ese instintito de sobrevivir en ti, Dandara. No lo olvides, eres un milagro —añade dulcemente. Acaricia mi cabello.
Gen maldito.
Le dije a Fernanda que buscaría el por qué me llamó así. Y lo descubriré, de eso estoy segura.
—Si llegas a aceptar la propuesta de Cataldo, una vez en el mando. Te pediré que nunca olvides quién eres. De esa forma podrás liderar e inspirar a todos aquí. Cree en ti, recordando que eres humana y que en cualquier momento puedes dudar de ti —su consejo me conmueve —. Solo, nunca dudes ni borres tu origen, porque eso te hace, Dandara. Una chica sobreviviente.
Me da otro abrazo y después se marcha, seguramente a preparar los últimos asuntos. Por un segundo me siento perdida, sin rumbo. Cierro los ojos y busco la fortaleza en mis recuerdos positivos. Y lo único que se me viene a la mente; es Orit.
La niña que recibí en mi habitación, la que con el paso de los años se convirtió en mi hermana y por la cual sería capaz de hacer cualquier cosa. Incluso aceptar ser líder, con tal de liberarla de la maldición que nos condena. Ella no merece seguir viviendo esta realidad. Lucharé por Orit, lo prometo. Mi decisión está tomada. En cuanto veo a Cataldo dirigirse al escenario, acelero el paso y me uno a él y a Estela. La reunión comienza con murmullos.
—Así como la lluvia cae sobre la tierra. Así como las estrellas iluminan el cielo. Seguiremos siendo inevitables, hasta el final de los tiempos —inicia nuestro líder. Su voz domina a los demás —. Hoy los reuní aquí, para darles grandes noticias. Como ya habrán notado, Dandara y Estela están conmigo. No sabemos qué sucederá mañana o en un mes. La rebelión se acerca y si algún acontecimiento llega a suceder. Las tendrán a ellas. Dandara será la segunda en la línea de sucesión y Estela la tercera. No oiré quejas ni disgustos. Son mis elecciones y deberán respetarlas, así como lo han hecho conmigo —el silencio parece ahogarme —. Vi algo en ellas que no me hizo dudar. Y ustedes tampoco deberán de hacerlo, estarán a salvo.
Suelto un suspiro cuando escucho aplausos, se intensifican a cada instante. Y se detiene abruptamente cuando Cataldo levanta la mano, el silencio es manipulado a su voluntad.
—Esa no es la única noticia —dice, noto como se prepara para seguir hablando —. Hace siete días, gracias a una exitosa misión llevada a cabo por miembros del clan guerra y susurro, se regresó con una prisionera de Alteria. Una pieza clave para nuestra nueva misión. Nos acercamos, hace una noche, uno de nuestros espías volvió con una información relevante desde el Castillo Constantino. Él heredero al trono enviará a un diplomático para negociar la entrega de Fernanda. Lo cual no será posible —respira para continuar —. Parece ser que el príncipe quiere llegar a una especie de tregua o acuerdo. Pues que lo sepa antes o después de nuestro primer golpe. No negociaremos, ni ahora ni jamás. Seguiremos siendo inevitables y él lo sabe. Todos en ese maldito castillo conocen nuestra historia y llegó el momento de que vivan lo que nuestros ancestros vivieron. Hasta el fin de los tiempos.
Hasta el fin de los tiempos.
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