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La excusa de la señora Atiye para eliminar al pueblo, es que las personas están empezando a sospechar y hasta algunos enterarse de nuestro extraño comportamiento, aunque para mí solo son paranoias suyas. Sin embargo lo que más me frustra es que los espíritus hayan elegido justamente a Gabe. Todo es tan desesperante, no puedo creer que ocurra tan rápido, ni siquiera me da tiempo a asimilarlo, pero de algo estoy muy segura, nadie va a lastimar a mi amigo.

Aunque eso signifique traición.

Entro a mi habitación, me calzo con mis botas oscuras, me pongo mi pantalón y chaqueta de cuero negros, guardo mis cuchillos en los lugares indicados, entonces salgo de mi habitación con una mirada muy fría.

Debo estar preparada para lo que sea.

En el camino soy detenida por el imbécil de Julius, apoya su mano en la pared, bloqueándome el paso.

—Al fin es el gran día —Sonríe de lado.

—Muévete, estoy ocupada.

—¿No vienes a comer?

—No es hora —expreso poco interés.

Alguno tengo que tener, para no generar sospechas. Iré rápido al pueblo y haré que Gabe logre huir.

—Tu amigo vino —declara de repente, entonces me sobresalto —¿Qué? ¿No lo sabías? —se burla —Esta vez decidimos empezar temprano.

Todo en mi contra.

Empujo a Julius para salir corriendo a gran velocidad en dirección al comedor, con mi molesta respiración agitada. Descubro que el imbécil no mentía, el ingenuo de Gabe está sentado en una de las sillas, sonríe al verme. Esto será un problema, pero bien, si tiene que haber una masacre, pues de acuerdo, ellos me provocaron.

—¿No saludas a nuestros invitados? —pregunta la señora Atiye.

Hay muchas personas del pueblo, cálculo que son las carnadas, para que los demás vengan, entonces así podrán destruirlo todo y tener a los otros distraídos. Aseguran el perímetro, para luego asesinar a los que queden después.

Asiento y me acerco, me siento al lado de Gabe, el ritual debe estar por comenzar, será mejor no tardar mucho, o se pondrá peor.

Estaré lista para lo que sea.

Giro mi vista a mi amigo y lo observo con preocupación.

—¿Qué pasa? —me pregunta en su ingenuidad —Feliz cumpleaños.

—Acompáñame, quiero mostrarte algo —Finjo que estoy metida en mi papel y le agarro la mano, para levantarnos y guiarlo hacia un pasillo no muy lejano, porque la puerta de salida ha sido sellada por precaución.

Una vez que estamos a solas, me aseguro de que nadie nos escuche, espiando por los pasillos, así que Gabe me mira extrañado.

—Te comportas raro —opina y observa el lugar —¿Por qué nunca me invitaste a tu mansión? Es increíble —expresa emocionado.

Me doy la vuelta despacio a mirarlo, entonces suspiro.

—Óyeme bien, hay algo importante que debo decirte —declaro.

—¿Qué? ¿Perteneces a un culto satánico? —bromea y se ríe.

Bufo.

—No, pero está cerca de serlo.

—¿Eh? —Me mira raro —Solo jugaba, no te enojes.

—No, no es eso, debo contarte algo, si no salimos de aquí pronto, morirás.

—Ya para con la broma.

—No estoy bromeando, las personas de esta comunidad, han nacido todos en un 29 de febrero y para ser inmortales, cada cuatro años asesinan personas y se las comen.

—Vamos, deja de jugar —Se ríe —¿Cómo que todos nacieron en esa fecha? ¿Qué no tienen familia? ¿Por qué se juntarían todos?

—Las matamos —afirmo.

Traga saliva.

—Deja este chiste negro.

—No lo es —Me remango la chaqueta y le muestro la marca que tengo en mi brazo —. Crece cada vez que asesinamos a alguien, la has visto antes, no era así en otras ocasiones, ¿no?

—Será tatuaje —expresa desconfiado.

Bufo.

—Vale, no me crees, no importa, igual quieren matarte, has sido elegido por los espíritus para ser mi presa.

Se ríe.

—Vamos, ya déjalo.

Suspiro y agarro sus manos.

—Si no sobrevivimos al menos quiero decirte que estoy enamorada de ti —Lo observo preocupada —. Esos son mis sentimientos.

Su sonrisa se borra.

—Esa es una extraña declaración de amor —opina y alza una ceja —¿No pudo ser menos rara?

Me río.

—Siento que tengas que perder esa ingenuidad ahora —Suelto sus dedos.

—No, no, no te rechacé —Agita sus manos —. La verdad es que...

Un grito se escucha desde la sala en la que estábamos, entonces me preparo para lo peor, saco mis cuchillos por las dudas.

—¿Qué haces? —Me mira extrañado Gabe.

—Ahora lo vas a ver —declaro.

La puerta se rompe, un hombre aparece corriendo, otro se le tira encima entonces lo acuchilla, caen al suelo, así que lo sigue apuñalando. La cara de mi amigo es de espanto, mientras la mía es de pura frialdad. No tardo en reaccionar cuando la señora Atiye se da cuenta de que no he agredido a Gabe, por eso cuando manda a uno de sus siervos a atacarlo, golpeo al tipo dejándole un corte y pateándolo, este cae al suelo. Aprovecho para agarrar la mano del moreno, entonces lo hago correr. Ataco al que custodia la puerta, consigo la llave y por suerte podemos lograr salir. Seguimos huyendo mientras nos siguen, luego nos detenemos para tomar un poco de aire por el cansancio.

—¿Q... ¿Qué fue todo eso? —expresa Gabe atemorizado —Casi me hago pi —declara y me río —¡No es gracioso!

—¿Ahora me crees? —exclamo sonriente.

—¡Vaya que sí! —Bufa.

—Así que la frase "ver para crees" es cierta.

—Parece que sí.

—Vamos, hay que largarnos —digo seria y me sigue.

Caminamos despacio por los pasillos, un poco más sigilosos que antes y cuando al fin estamos por llegar a la salida, mis pupilas se dilatan al ver toda la sangre en el suelo, el recorrido llega hasta esa cabellera rubia que reconozco enseguida.

—No... —Mis labios tiemblan —Nara.

Al visualizar a mi amiga muerta, mis pensamientos cambian por completo. No necesito huir, necesito vengarme. Caigo de rodillas, entonces lanzo un grito desgarrador. Esto no quedará así, no lo permitiré. 

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