Juntos

Antes de salir de la cueva investigaron un poco, pero de nuevo, no había ni un solo rastro de la bruja así que prosiguieron a picar para subir e irse a sus casas... Bueno, dos de ellos seguían debatiendo a que casa ir.

- Mi casa es mejor, la tuya debe oler a tronco todo el tiempo – dijo Fargan.

- ¿Qué dices? Tu casa no tiene privacidad, ¡Es prácticamente de cristal! – dijo Willy.

- ¿Y para qué quieres privacidad? ¿Qué tienes planeado hacer conmigo? – dijo Fargan en tono pícaro, pero después se puso serio al recordar que estaba enojado con él. – Ejem... En mi casa nos quedaremos y punto.

- Yo no puedo dormir si no es en mi casa y mi cama – dijo Willy.

- Ah, por fin la salida – dijo Vegetta ignorando a sus amigos.

- Veg ¿Los detenemos? – preguntó Rubius volteando a verlos.

- No, que se arreglen solos, ayúdame a buscar a Alexby, vi que esa cosa se lo llevó afuera.

- Vale, vale.

En cuanto salieron escucharon la voz de Alexby no muy lejos de ellos.

- ¡Ayuda! ¡No quiero morir de esta forma!

Alexby se encontraba colgando de una rama que sobresalía de la montaña de al lado, después de que aquel monstro alado lo secuestrase lo soltó mientras aun volaba y ahí fue a parar en la espera de su rescate.

- ¡Alexby! ¡Yo te salvo! – gritó Fargan corriendo a su rescate.

- ¡Hey! ¡No te puedes separar de mí! – dijo Willy deteniéndolo tomándolo de la mano.

- ¡Tenemos que bajarlo!

- ¡Ni siquiera tienes un plan!

- ¡Sí! Saltar a mis brazos.

- Terminarán ambos con huesos rotos.

- ¡Escaló hasta allí y ya veré que hago!

- ¡Estamos unidos! ¡Tendré que subir contigo!

- ¡¿Y cuál es el problema?

- Salvado – dijo Vegetta interrumpiendo la pela, Alexby se encontraba en el suelo junto a Rubius. - ¿Porqué de repente os comenzasteis a pelear? Vosotros sois el dúo peligroso de Karmaland, siempre que estáis juntos solo son risas y explosiones.

- ¿Explosiones? ¿Pero que dices Vegetta? Yo no he puesto ni una sola mina o dinamita – dijo Willy.

- ¿De que hablas? Yo no voy poniendo minas a la gente ni a nuestro hermoso pueblo de Karmaland – dijo Fargan.

- Dejen eso, Vegetta tiene razón ¿Qué os pasa? – preguntó Alexby.

- Sí, vosotros sois uno de los que mejor relación tienen – dijo Rubius, él era uno de los que mejor los conocía, tanto fuera como dentro de la hermandad, Willy y Fargan siempre se han llevado de maravilla.

- Es culpa de Fargan/Willy – dijeron Willy y Fargan respectivamente.

- ¡¿Mi culpa?! ¡Tú fuiste quien empezó todo esto! – dijo Willy.

- ¡Eso es porque me cansé de tus constantes abandonos!

- ¡Nunca te he abandonado! ¡¿Es por lo de las arañas?!

- ¡Recuerda! ¡Esa no fue la primera vez que lo has hecho!

- Necesitáis terapia de pareja – comentó Alexby.

- Pero el psicólogo del pueblo ahora es un bebé – dijo Rubius.

- ... ¿Bebé?... ¡Ay la leche! ¡Ya es tarde! ¡Los niños! – gritó Vegetta histérico y corrió llevándose a Rubius de corbata.

- ¡¿Pero porqué me llevas también a mí?! – dijo Rubius.

- ¡Silencio! ¡Tú me ayudas! – dijo Vegetta.

- Vosotros también necesitáis terapia de pareja – dijo Alexby mientras veía a sus dos amigos desaparecer en las lejanías. – Bueno, yo me voy a mi casita.

- ¡Alexby! – lo detuvo Fargan. - ¡Ayúdame Alexby!

- A todo esto ¿Qué os pasó? ¿Y la bruja? – preguntó Alexby

- No lo vas a creer... Tenemos la peor suerte del mundo – dijo Willy.

Mientras Fargan y Willy le contaban lo sucedido a Alexby, en el pueblo con Vegetta y Rubius se encontraban frente al templo esperando a que las doncellas les entregasen a Luzu y Auron.

- Aquí están – dijo Akira cargando a Auron, junto a ella estaba Nieves cargando a Luzu.

- ¡Muchas gracias Akira! – dijo Vegetta recibiendo a Auron y las pañaleras.

- No hay problema, sabes que haría cualquier cosa por ti – dijo Akira sonriendo.

- Eres muy amable – dijo Vegetta regresándole la sonrisa.

Rubius sostenía a Luzu en sus brazos observando la escena, sin querer arqueaba la ceja mientras formaba una mueca, acción que fue vista por Nieves.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó Nieves a lo cual Rubius se asustó.

- Sí, sí, estoy bien – contestó Rubius riendo nerviosamente.

- Entonces nos vemos, gracias de nuevo Akira, Nieves – dijo Vegetta despidiéndose.

- Nos vemos – dijo Nieves sonriendo tiernamente.

- Hasta luego Vegetta– dijo Akira dándole un beso en la mejilla. – Adiós Rubius – se despidió con la mano.

- ... Adiós Akira – dijo Rubius.

- Adiós Rubius – se despidió Nieves sonriendo.

- Adiós Nieves – se despidió Rubius con la mano.

Entonces Akira y Nieves entraron al templo, Rubius volteó a ver a Vegetta y casi se atraganta con su propia saliva, Vegetta estaba sonrojado.

¡¿Pero que coño?! ¡¿Por qué estaba sonrojado por el beso de esa mujer?! ¡¿Acaso le gustaba?! ¿Acaso era un idiota? Por supuesto, Akira era una mujer muy bella y amable, tenía los ojos morados, el color preferido de Vegetta, además se llevaban bastante bien... Espera... ¿A caso eso le molestaba? Vegetta podía salir con quien quisiera, estaba en su total derecho, vamos que ese hombre estaba mamadísimo, guapo y tenía una de las mejores casas de todo Karmaland... Pero aun así... Le dolía pensar que sus ojos podían estar puestos sobre otra persona que no fuera él.

- ...Ben... ¡Rubén!

- ¡¿Eh?! ¡¿Qué?! – el grito de Vegetta lo sacó de sus pensamientos, ahí lo tenía frente a él...Tan cerca... ¡Estaba demasiado cerca!

- Vamos a mi casa antes de que caiga la noche – dijo Vegetta.

- Ah s-sí, sí, vamos – dijo Rubius y caminaron a la par en completo silencio.

Antes Rubius se había quedado callado y por más que lo llamaba no contestaba ¿Acaso se quedó embobado por ver de nuevo a Nieves? La chica era linda y tierna... A cualquiera cautivaba con su ternura, sabía que antes Rubius había caído por sus encantos y hubo un tiempo en que no se separaba de ella y la defendía a muerte, nadie podía hacerle nada a Nieves o sufrirían la ira del integrante con gorro de oso. Incluso él temía en hacerle una pequeña broma a Nieves y como consecuencia Rubius lo odiase. Creía que ya no la quería... Pero al parecer no era así. Le dolía pensar que su osito pronto podría tomar el valor de confesarse a Nieves, se casasen y lo dejase para siempre...

Vegetta y Rubius suspiraron cansados ¿Por qué les dolía el pecho si solo eran amigos? No es como sí hubiera algún sentimiento de por medio... O al menos eso pensaban.

En el camino se había formado un silencio incómodo, nadie decía nada, inclusive Auron y Luzu estaban callados, sentían ese ambiente y solo se les quedaban mirando a las personas que los cargaban y después se miraban entre ellos en completo silencio. Cuando llegaron hasta la puerta de la entrada a la fortaleza Vegetta invitó a pasar a Rubius, desde que llegaron Luzu y Auron a su casa las torretas de su entrada siempre estaban desactivadas así que no hubo ni un inconveniente al pasar por el pasillo de la torre.

Entraron a la sala donde estaba un gran corral para bebé divido en dos, en cada lado colocaron a Luzu y Auron. Después Vegetta y Rubius se miraron entre sí en un largo silencio, segundos después reaccionan se cada quien voltea a distintos lugares.

- Hoy f-fue un día a-agotador ¿No crees? – dijo Rubius nervioso, << ¿¡Por qué estoy nervioso?! >> pensó.

- S-sí, muy agotador – respondió Vegetta nervioso << ¿Acaso estoy nervioso? No, no, eso es imposible, ¿Por qué debería? >> pensó.

De nuevo un silencio incómodo se había formado. ¿Era acaso esto culpa de las doncellas?

Tanto Vegetta como Rubius estaban confundidos, se apreciaban y se querían, casi siempre discutían, pero aun así no dejaban de quererse, se habían vuelto en muy buenos amigos, aunque fuesen completamente distintos, uno muy perfeccionista y el otro infantil, a uno le gustaba que todos respetaran las reglas y no hiciesen ilegalidades mientras tanto el otro era de los primeros que cometía esas ilegalidades. Eran opuestos, pero aun así... Pero aun así se apreciaban y solo deseaban la felicidad del otro, entonces... ¿Por qué les molestaba la idea de que el contrario pudiese comenzar una relación romántica? No lo comprendían y querían encontrar la respuesta rápido, pero ¿Cómo?

Algo, necesitaban algo, hasta que Rubius vio a Luzu y Auron quienes comenzaban a cabecear por el sueño ¡Ahí estaban sus algo!

- ¡Vegetta! – gritó Rubius asustando, al contrario.

- ¿Sí?

- Puedo... ¿Puedo quedarme en tu casa por un tiempo?

- ... ¿Eh?

- E-e-es para ayudarte... Ya sabes, c-con los niños ¡Así no estarás cansado todo el tiempo! ¡Nos repartiremos los deberes!

Vegetta sorprendido por la propuesto lo pensó y después sonrió.

- Claro, puedes quedarte cuanto quieras.

Ambos pensaban en una sola cosa, era la oportunidad perfecta para saber que era lo que realmente sentían por el uno por el otro, tal vez podrían encontrar la respuesta que tanto buscaban.

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Perdonen por el capítulo corto unu

¡Espero que les haya gustado y agradezco todo voto y comentario! 

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