La Heredera de Ackley

—¿No te parece un poco torcido el traerme aquí para nada? Porque ese cuento de «quiero confiar en ti, pero no puedes decirle a los otros porque, aunque no tenemos nada en su contra, debido a que ni siquiera los conocemos y, sabiendo que son chéveres como tú dices —comentó, señalándose a sí mismo—, panitas y todo, al final terminaremos vengándonos», creo que no me convence, en lo absoluto.

—Queremos ayudarlos, pero no de la manera que piensas que lo haremos —confesó Maia.

—Perdóname, Maia, pero tu explicación no es muy clara. Creo que entendería mejor una clase de Matemática Aplicada que la versión retorcida de tu Clan. Al menos que quieras decirme que te importa muy poco la vida de los demás Primogénitos, incluyendo la mía.

—Espera un momento Amina. —Gonzalo se alejó un poco de la cama. En su brazo apareció un arco. Gonzalo alejó la mano de su arco y una flecha roja apareció ante los desorbitado ojos de Ibrahim—. Si tan poco nos importara sus vidas pude dejarlos morir. No confundas las cosas Ibrahim, no somos tan desalmados como sus antepasados, solo somos precavidos, y les estamos ahorrando el disgusto de repetir errores del pasado. —Ibrahim se puso de pie de un salto—. Fui yo quien los salvó de aquel atentado en el campo de entrenamiento. Conocía tu identidad y la de dos de ustedes, y sin embargo, no se las he confiado a Amina, no porque tema que ella los entregue a nuestro Prima, sino porque mientras menos conozcan quiénes son ustedes, estarán más seguros.

—¿Cómo lo hiciste? ¿También tienes el poder de hacer aparecer armas de fuego?

—¿Aparecer armas de fuego? —se extrañó Gonzalo—. ¡No! —siseó—. El arco es la única arma que pudo invocar y lo hago porque es una extensión de mi Donum, pero no puedo hacer que aparezcan otras armas, para ello tendría que poseer un poder mayor, y no soy un Primogénito para tenerlo.

—¿Conoces ese poder?

—¡Claro! Todos —se interrumpió—. De verdad que la situación de sus Clanes es inquietante. Mira —le explicó—, Materquinesis, quien posea ese poder tiene el control de toda lo que sea materia, inclusive dominio absoluto sobre los demás, claro, siempre y cuando llegue a desarrollarlo. Lo más fácil que puedes hacer con ese Donum es invocar armas, pero puedes hasta cambiar el estado o las propiedades de todo lo que tenga moléculas.

—Increíble —murmuró Ibrahim. Nunca se habría imaginado que podía existir un poder tan grande como el de su amigo, ni siquiera en los comics lo había visto—. ¿Puede llegar a curar a la personas?

—Quizás, no lo sé. En las crónicas no se habla de un poder semejante, pero sí manifiestan que puede existir, aunque será el agraciado quien determine, conforme pasa el tiempo, que puede o no hacer.

—Quiero saber más sobre los Dones que poseemos.

—¿Acaso nos está proponiendo que le demos información clasificada y confidencial, Amina? —Maia sonrió, afirmando varias veces con un gesto de su cabeza—. Háblanos sobre sus Munera.

—El Primogénito que tiene este poder Materquinesis.

Materquinesis, exacto.

—¿Es necesario que diga el nombre de su arma para que aparezca?

—Debería hacer lo mismo que yo hago. —El arco desapareció y volvió a aparecer—. Tan sencillo como eso. Claro que en una batalla él puede expandir su repertorio. Hasta podría hacerte unos lentes nuevos —se burló—. A ver, creo que hay una de ustedes que puede proyectarse. —Ibrahim afirmó—. Ella debería multiplicarse aún más, inclusive ser capaz de defenderse, pero creo que no tiene ni la más mínima idea de cómo hacerlo.

—Hay una persona que puede crear campos de protección.

—No es un campo de protección, es un campo energía magnética —le corrigió—. Y por consiguiente, debería dominar el magnetismo, ella solo se encierra en una burbuja rezando por mantener la concentración en su campo. Un revólver le vendría bien —bromeó, siendo reprochado por Maia e Ibrahim—. Bien, no me burlaré de ella... aunque es una lástima su Donum, un cambio de material en las armas de los enemigos y su poder sería casi nulo.

—En relación a la electricidad y el viento.

—Esos poderes puedes buscarlos por Internet —le comentó sentándose en la silla del escritorio de Maia, reclinando sus brazos sobre el espaldar para apoyarse—. Quien tenga dominio sobre la electricidad, puede controlarla, crearla, doblegarla, inclusive puede combinar su poder con el del magnetismo, lo que le haría crear campos más fuertes y podrían derrotar a cualquier ejército. O combinarlo con la Eoleoquinesis y crear una tormenta perfecta. Ahora, me imagino que el tuyo es el último.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque te defendías muy mal ese día. —Amina no pudo evitar reírse—. ¿Sabes que puedes sofocar a tus rivales? Más allá de crear o no corrientes de aires, puedes quitar o dar oxígeno a cualquiera. ¡Claro! Eso no te será de mucha utilidad con una proyección. Tornados, vórtices, yo que sé.

—¿Y ustedes qué pueden hacer? ¡Espera! —lo detuvo—. ¿Por qué si no eres el Primogénito tienes un Don?

—Él tiene un Don porque desciende de la línea de sangre de Ian. Después de los ataques, Ian se convirtió en el guardián, el Custos como le decimos en Ignis Fatuus, de Elyo. Los descendientes de Ackley siempre han estado bajo el cuidado de los descendientes de Ian. No sabemos el porqué el Solem le cedió Dones a los guardianes, lo único que sabemos es que estos comenzaron a manifestarse hace muy poco, desde que Ignacio, hermano menor de Gonzalo, comenzó a dominar el fuego. Él es pirómano desde niño. Extrañamente, en Gonzalo también se reveló un Donum, así que soy afortunada por tener dos Custodes.

—Ese es el motivo por el cual puedes hacer que aparezca el arco.

—Técnicamente ese no es mi poder. Yo domino el Magma. —Unió sus manos formando un cuenco—. Crearlo. —Dentro del cuenco, que inclinó un poco para que Ibrahim pudiera ver, había un líquido espeso, de un rojo anaranjado, del que se elevaba un humo negro, una verdadera roca fundida—. Pero me gusta más defenderme con el arco. Se pierde mucha energía usando los poderes... Y ahora, por cortesía de mi querida prima, puedo ver los Sellos de los demás Primogénitos. Por cierto, casi olvido agradecerte por intentar matarme —le dijo a Amina.

—¡Lo siento mucho, Gonzalo! —suplicó—. Verás Ibrahim, como sabes soy ciega, plena y absolutamente, pero mi Donum me permite percibir el Sello de mis adversarios, es la única forma en la que puedo determinar si alguien es amigo o no. Ayer, antes del juego, Gonzalo me pidió una demostración de mi poder, pero creo que se me pasó la mano cuando le dije que me revelara su Donum. Y terminé cediéndole uno de los beneficios de ser una de las Primogénitas: el Donum de ver los Sellos. Para ser sincera ese Don no me servía de nada. El hecho es que en la noche, Gonzalo fue atacado por una terrible fiebre...

—¡Qué por poco me mata! —le interrumpió—. Pero terminé sobreviviendo y ahora puedo ver sus Sellos, quieran o no mostrármelo.

—Y yo puedo sentirlos.

Okey. Ahora todo está mucho más claro para mí. ¿Y cual es tu Don, Amina?

—Tengo el poder del Phoenix. Puedo transformar mis ojos en fuego conociendo el poder de mi adversario, y creo que puedo incendiar todo a mi alrededor.

—En pocas palabras, Ibrahim, mi primita puede acabar con todos si le da la gana.

—¿En serio?

—Algo así, la verdad es que en estos dieciséis años todavía no lo he podido controlar por completo, pero no es un poder maligno.

—¡Cuando lo dices, suenas tan inocente! —contestó con sarcasmo Gonzalo—. Te juro que podría creerte.

—¡Dieciséis años! —gritó Ibrahim—. Eso es toda una vida.

—Por lo menos es toda mi vida.

—¿Y eres inmortal?

—¡Ja, ja, ja, ja! ¿Acaso es un chiste? ¡Claro que no! No soy inmortal, hoy por poco muero.

—Por cierto —le interrumpió Gonzalo—, ¿qué fue lo que pasó?

—Los Harusdra nos atacaron, o por lo menos una de ellos —respondió Ibrahim, dándose cuenta de que Gonzalo no le preguntaba a él.

—La Imperatrix atacó. Yo no me encontraba sola, había alguien conmigo y decidí protegerla.

—¡Amina! ¿Cómo pudiste?

—Lo siento, Gonzalo, no podía dejar que mi Donum acabara con ella. Tuve que protegerla, aunque eso supuso exponerme al fuego.

—Entonces, fue gracias a ti que la persona que me estaba atacando desapareció.

—Algo así. Creo que la Imperatrix está burlándose de nuestros Munera. Nos está imitando. Lo bueno de todo es que eso le resta poder. Lo malo, es que ustedes no son lo suficientemente fuertes como para hacerle frente.

—¿Cómo lo haces?

—Aún no lo sé. Lo siento.

—¿A quién protegiste? —le preguntó Gonzalo un poco serio.

—A Irina.

—¿Qué? —gritaron al unísono.

—¿Estás loca? —le gritó Gonzalo.

—¿Cómo pudiste? Ella no hace más que perseguirte. Es más, se está haciendo pasar por ti.

—Lo sé, lo sé, pero es un ser humano más. Y yo no soy como ella, en ninguno de los sentidos.

—Me imagino que ella también sabe tu secreto —intuyó Gonzalo. Maia asintió—. ¡Rayos!

—No se preocupen por ella —le aseguró Ibrahim—. Desde hoy Irina es mi problema. Ella quiere permanecer en la Hermandad y yo sé cómo mantener su boca cerrada.

—Te lo agradezco. Por cierto, ¿ustedes también tienen el Donum de Neutrinidad?

—Mi Donum apareció hace unos pocos días. Para el momento en que nos encontramos por primera vez. —Ibrahim le recordó a Maia.

—El Donum de Neutrinidad es nuevo para nosotros. Por lo menos, yo no lo tenía hasta el miércoles, cuando me atacaron —confesó Maia—. Lo que quiere decir que alguno de los Clanes otorgó su Donum a los demás. Probablemente, provenga del Primogénito o Primogénita en quien se manifestó primero.

Ardere —informó Ibrahim.

—Entonces, Ardere no es tan enemigo de Ignis Fatuus después de todo —sentenció Gonzalo, Ibrahim sonrió con tristeza.

—Amina, Gonzalo, creo que me han revelado una parte de la historia que desconocía por completo. Que todos los demás desconocen. No sé si yo mismo podría perdonar una masacre como esa. Creo que el resto de los Clanes solo recuerda la parte romántica de la vida de Ackley y Evengeline, pero no es más que una lección, un castigo para aquellos que rompen las Leyes, las cuales se han perdido por completo. Espero que ustedes y el guardián que falta nos ayuden a derrotar a la Imperatrix y así poder dejar atrás tanto dolor.

—Ignacio no es como tú crees que es —se aventuró a decir Gonzalo con mucha cautela—. Él solo vela por el bienestar de Amina y es fiel a nuestro Clan y al Prima.

—¿Eso qué significa?

—Significa que para Ignacio ustedes y los non desiderabilia son la misma cosa. Son enemigos.

—Veo porque quieren dejar todo como está —confesó en voz baja.

—Bien, Ibrahim —continuó Gonzalo levantándose de su puesto—. Ahora que sabes toda la verdad. —Con rostro serio, invocó el arco—. Tendré que matarte. —Le apuntó directamente en la frente.

—Pero... ¿Qué? —Ibrahim palideció, sus labios se transformaron en una temblorosa línea blanca. Se paró colocando sus manos hacia adelante, en un intento por convencer a Gonzalo de que no disparara.

—¡Estoy bromeando! —dijo haciendo que el arma desapareciera—. Relájate, bro.

Ibrahim sonrió. Le acababan de dar el susto de su vida. Amina reía, quizá no podía ver, pero estaba muy enterada de la mala jugada que su primo le acababa de hacer. 

Gonzalo se sentó en la cama a su lado, abrazándola y regalándole un beso en la frente. Ibrahim percibió que este la quería con tanta ternura que sintió envidia de su afinidad, a pesar de no compartir la misma sangre, el Clan les había hecho familia.

Las historias sobre la bondad de los Ignis Fatuus no eran del todo falsas. Ardere no era el único Clan que podía ufanarse de amar hasta los tuétanos, pues quizás Ackley había sacrificado mucho más de lo que Evengeline sacrificó. 

Pero él también sabía que más allá del amor que Gonzalo y Amina se mostraban y de la amabilidad con que los Aigner lo trataba, todos estaban sedientos de justicia, de recibir una compensación por sus antepasados asesinados, víctimas de una traición que ninguno de los Clanes alcanzaba a comprender.

¿Qué había ganado Agatha con la muerte de "todo" el Clan Ignis Fatuus, con la muerte de Evengeline y de Ackley? Quizás, nunca lo sabría.

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