Prefacio
En el antiguo Egipto luego de la guerra contra Mitani aliado con los hititas, se había desatado una nueva guerra, pero esta vez contra Kush, país que había devastado completamente Egipto. Pero, por fortuna, los egipcios les ganaron a aquellos grandes hombres negros que poseían fuertes lanzas y fuerza inhumana.
Desgraciadamente él faraón Viktor Nikiforov Seti Primero había muerto en aquella guerra pues para empezar el mismo la había comenzado al enterarse de la traición de uno de sus soldados con descendencia kushita.
La princesa Cleo la única hija del faraón a sus diecinueve años de edad estaba casada con el general Minami Amenofis quien se gano el derecho de ser su esposo al proteger al faraón en la batalla contra los hititas.
Egipto necesitaba un nuevo faraón por lo que la única esperanza para que el linaje Nikiforov Seti continuara era que el hijo que estaba esperando la princesa naciera y creciera para convertirse en el nuevo faraón.
Mientras esto ocurría Minami al ser esposo de la princesa tenia todo el derecho de ser el faraón provisional algo que no le gustaba para nada, aunque su padre estuviera orgulloso de que él obtuviera ese puesto momentáneamente. Por ello Minami todos los días les rezaba a los dioses para que su hijo naciera fuerte y sano, pues sabía que ser faraón lo convertiría totalmente en una persona diferente.
Pero, aunque ya todo estaba planeado para el futuro de Egipto la ambición y el deseo de convertirse en la Gran Esposa Real de una concubina, cambio la historia para siempre.
Isinope, ese era el nombre de la malvada serpiente que provoco que la hermana del faraón Viktor enfermara algo que nunca salió a la luz y solo los dioses sabían.
Ella odiaba demasiado a la princesa Cleo tan parecida a su madre y más aún que ella obtendría el título momentáneo de Gran Esposa Real y próximamente seria la madre del faraón.
Así que, usando sus conocimientos en venenos encargo uno que hiciera que la princesa abortara y nunca jamás pudiera volver a tener hijos.
El malvado plan se llevó a cabo una noche en la que la princesa tenia antojo de vino, Isinope vacío aquel veneno en la jarra de vino, antes que la inocente princesa entrará a la cocina.
Al principio Cleo no sintió nada, pero al transcurrir la noche sentía demasiado dolor en su vientre y a la mañana siguiente un charco de sangre apareció manchando todas sus ropas. Había perdido a su bebé, quien solo llevaba unas semanas en su vientre.
Asustada y llorando amargamente, luego de que el doctor real la atendiera, corrió a ver a su esposo para decirle la mala noticia.
Minami la abrazó y la consoló diciendo que no se preocupara, que un hombre viril podía tener muchos más hijos y se propuso embarazarla de nuevo.
Cleo por más que quería volver a embarazarse no pudo, su vientre había quedado envenenado y jamás podría volver a tener hijos.
Minami estaba molesto con la situación de su esposa, por lo que un día, decidió ponerle fin a su matrimonio diciéndole.
—¡Los dioses te han maldecido por perder al heredero al trono aquella vez y ahora jamás tendré un descendiente!, todo Egipto se reirá de mi por tu culpa, por tu culpa estoy condenado a ser el faraón para todos los días de mi vida. Cleo creo que es mejor que ya no seas la Gran Esposa Real y te vuelvas una insignificante concubina.
—Por favor su divinidad se lo suplico yo...
—¡Basta! —La calló Minami —Isinope se convertirá en la nueva esposa real, al menos espero que ella sí pueda darme hijos.
Al escuchar aquellas palabras Cleo corrió llorando hacia el templo mientras Isinope la observaba de lejos y sonreía satisfecha de eliminar de su camino a la cima tanto a la madre como a la hija.
Cleo ya no tenia ganas de vivir en ese momento, quería quitarse la vida, pues su deber como princesa ya jamás podría ser cumplido, ignoraba por completo que Isinope había sido la culpable de su desgracia y pensaba que ciertamente los dioses la habían maldecido por comportarse de manera tan caprichosa en su adolescencia, pero a la vez, también se arrepentía de haberse casado con Minami, pues si no lo hubiera hecho ella seria la reina de todo Egipto tal y como la gran Cleopatra de los tiempos futuros.
Por estas razones al entrar al templo se arrodillo ante las estatuas de Isis y Anubis, para gritar.
—Isis ¿¡Que hice yo para merecer ser infértil!?, ¡Anubis, ya no tengo ninguna razón para vivir!, llévame al inframundo junto con el hijo que nunca nació, haz que desaparezca de este mundo, no pude mantener viva la dinastía de mi padre.
Y en ese instante el tiempo se detuvo, su voz dejo de escucharse hasta los sacerdotes que pasaban por ahí se detuvieron y solo la voz saliendo de las estatuas de Anubis y Osiris se escuchaba.
—Oh princesa, pobre de ti, no culpes a los dioses por lo que te paso, todo es culpa de aquella víbora que se encuentra ahora en el lecho del faraón y que estaré encantado de torturar y negarle la vida eterna una vez que muera —Exclamó Anubis.
Cleo asustada por presenciar aquello levantó su rostro bañado en lágrimas y escucho todo lo que los dioses decían.
—Anubis tiene razón, no nos culpes de lo sucedido, y tampoco mereces obtener la vida eterna aún, pues la muerte le llega a todos a su tiempo. Pero no te preocupes princesa tu obtendrás un regalo de nuestra parte —comentó Osiris.
—¿Volveré a ser fértil de nuevo? —Preguntó Cleo, con la esperanza de que así fuera.
Pero Anubis lo negó diciendo.
—Nosotros no podemos hacer eso e Isis es envidiosa como para concederle la fertilidad a una mujer tan hermosa como tú de nuevo.
—Pero ustedes son dioses tienen poderes y si...
—Lo cierto es que, aunque Toth interfiera y le de sus poderes al hechicero de la gran casa, nada se resolvería pues esta noche, mientras hablamos Isinope quedará embarazada del faraón sin nada que se pueda hacer. —exclamo Osiris.
—Lo que pasará es que, del futuro vendrá alguien humilde y puro que cambiará todo Egipto, yo me encargaré de elegirlo, cambiará tu corazón, y tu destino. Para cuando eso ocurra el tiempo volverá a la época en la que aún vivía tu padre, antes de las guerras, antes siquiera de que sintieras amor por Minami, entonces Isinope morirá y estaré encantado de torturarla de nuevo. Toda la historia como se esta escribiendo cambiará, al igual que tu destino desdichado, confía en los dioses princesa, tú, tu padre y todo Egipto tendran una segunda oportunidad.
Al terminar de decir estas palabras, Anubis dejó de ser solo una estatua, se convirtió en un muchacho de tez morena con orejas de chacal, se acercó a Cleo para besar su frente y le juró encontrar al indicado que cambiaría su destino.
N. de la A. Esta parte de la historia tenia pensada revelarla hasta el final como un extra pero preferí ponerla al principio para los nuevos lectores y también para que entiendan un poco de la historia y sobre el deber de Yuuri. Cronológicamente así es como comenzó todo, espero que me disculpen por ponerlo así , pero por lo menos sé que esto no afecta nada a lo que va de al historia hasta el momento.
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