Epílogo
Nueve meses pasaron.
Meses en los que Viktor corría de un lado a otro atendiendo a Yuuri, cumpliendo sus antojos, viendo películas infantiles con él, leyendo cuentos, acompañándolo a sus citas con él médico y anotando ideas para el nombre del bebé.
Yuuri se rehusó a volver a su país natal o a Rusia mientras estaba embarazado, así que iba a tener a su bebé en México.
Su madre le llamaba todos los días para saber cómo estaba y él siempre respondía con una sonrisa que todo estaba de maravilla, y le decía que cuando naciera el bebé le presentaría al padre y futuro yerno.
Era una tarde nublada, Yuuri tejía un gorrito color amarillo, pues, quería que el sexo de su bebé fuera sorpresa, por lo que, nunca le preguntó a la doctora si era niño o niña cuando iba a sus ecografías y Viktor estaba de acuerdo.
Un dolor en el vientre y sentir algo húmedo correr por sus piernas, lo distrajo de su tejido. Había entrado en labor de parto.
Viktor llegó corriendo al escuchar los llamados de su querido cerdito, llamó un taxi, le pidió a Yuuri que aguantará y que hiciera ejercicios de respiración mientras esperaban.
Y así luego de cinco minutos el taxi llegó, Viktor se puso su sacó, subió las maletas a la cajuela del taxi y acaricio la cabeza de Victoria.
—Papi regresará pronto, ¿si nena? Hay comida en el refrigerador o si no puedes pedir algo, te deje mi tarjeta, esta vez no está Chris, pero...
—Descuida papi, tu cuida de mami y de mi hermanito, estaré bien. —interrumpió Victoria a su padre.
Él peli plateado asintió y se subió al taxi para partir hacia el hospital.
Así mientras Yuuri era ingresado a la sala de emergencias y Viktor esperaba pacientemente afuera deseando y rezando porque todo saliera bien, Victoria se encontraba sola en la habitación del hotel mirando por la ventana el cómo las gotas de lluvia caían.
Les tenía muchísimo miedo a los rayos y siempre se ponía a llorar del miedo, pero esta vez tenía que ser fuerte así que, se metió debajo de las cobijas de la cama y cerró los ojos con fuerza tratando de imaginar cosas bonitas y tarareando una canción.
Después, la luz se fue y a su celular se le acabó la batería, estaba aburrida y ya casi era de noche, por lo que terminó quedándose dormida.
En el hospital Yuuri finalmente había dado a luz a un bello bebé de cabellos castaños y ojos color azules.
Viktor, entró a la habitación del azabache, inmediatamente cuándo los doctores le indicaron que ya podía pasar a verlos, emocionado, Viktor beso las mejillas de Yuuri y luego observo a su bebé.
Sin duda era una copia de Akenatón, con excepción de su color de ojos.
Él pequeño dio un bostezo y Viktor sonrió, derramando algunas lágrimas.
En el pasado no había podrido presenciar aquel momento de ver a su bebé a unos cuantos minutos de haber nacido o de cuidar a Yuuri en su embarazo, por haber estado en la guerra. Pero, en el presente, todo era absolutamente diferente.
—Mi pequeño Yerik —susurró Yuuri, pues aquel nombre era el que finalmente había escogido.
Viktor besó la frente de sus dos amores y les dijo que volvería más tarde, pues tenía que ir con Victoria.
A la mañana siguiente cuándo Victoria despertó, Viktor estaba en la cocina preparando el desayuno.
—Buenos días mi pequeña, que bueno que despertaste, el desayuno está listo. —saludo Viktor.
Victoria se froto los ojos adormilada y se sentó a la mesa, para desayunar.
—¿Dónde está mami? ¿y mi hermanito? —preguntó Victoria.
—Iremos a verlos una vez que terminemos de desayunar Anya.
Victoria sonrió emocionada, gustosa se acabó el desayuno y corrió a cambiarse para ir al hospital.
Yuuri no presentaba ninguna complicación y el bebé estaba bastante saludable, así, que el doctor le recomendó a Yuuri comer bien y descansar por algunos días, y así, finalmente los cuatro regresaron juntos al hotel.
«Anubis y Ra, gracias por dejarme reencarnar en mí misma familia»
Pensó el alma de Akenatón en el cuerpo de Yerik.
Medio mes después todo estaba listo para partir a Japón.
Y una vez ahí, los familiares de Yuuri corrieron a recibirlo junto con los nuevos integrantes de la familia.
Todos hablaban de lo bonito que estaba él bebé e indudablemente le preguntaban a Viktor sobre cómo se había enamorado de Yuuri. A lo que el simplemente respondía.
—Yuuri es alguien bueno, amable e inocente, desde que lo vi supe que era la persona con la que quería estar toda la vida y siento como si él fuera la persona que siempre estuvo destinada para mí.
Él peli plateado le hizo la proposición de matrimonio a Yuuri, un día en el que los dos habían salido a hacer las compras, pero en realidad Viktor llevó a su amado cerdito a un lujoso restaurante y ahí le pidió ser su esposo.
La boda fue al estilo tradicional de Japón, Victoria lucía un hermoso vestido blanco con adornos azules, la madre de Yuuri cuidaba de Yerik y tanto Viktor como Yuuri lucían las ropas de boda tradicionales.
La luna de miel fue en Francia y a partir de entonces justo como Viktor lo había dicho, se convirtieron en una familia muy feliz.
Otabek se transfirió a una preparatoria de Rusia a pesar de las súplicas de Jean para que no se fuera, ahí se encontró a Yuri quien acababa de ingresar y ninguno de los dos se había olvidado del otro, desde aquel día en el que sus destinos se volvieron a conectar en aquel museo de Egipto.
—Hey Beka vayamos a comer Cupcakes a aquella pastelería que está por tu casa. —le pidió Yurio emocionado a Otabek quien luego de tres meses siendo amigo de Yuri recientemente había aceptado ser su novio.
—De acuerdo Yura, vayamos. —acepto Otabek.
—Entonces Yura ¿a ti te gustan mayores? —le preguntó Mila, su mejor amiga, en una de las tantas pijamadas que tenían.
—Oh cállate bruja, las cosas sólo se dieron así, además siento que a Otabek lo conozco de toda una vida.
—Oye Yuri cálmate apenas llevas una semana saliendo con él, —Rio Mila.
—Bueno puede que eso sea verdad, pero... quizá de una vida pasada.
—Quizá de una vida pasada — repitió Mila suspirando al recordar fragmentos su vida en el antiguo Egipto.
—Mi-Kun corre nos perderemos el pastel —decía Victoria mientras tomaba de la mano a su mejor amigo.
—Anita ya debe estar ahí —aseguro Minami.
Los dos niños, llegaron exhaustos al jardín de la casa de la familia Nikiforov Katsuki, en donde se celebraba el primer cumpleaños de Yerik.
—¿Dónde estaban traviesos? —les Preguntó Viktor con picardía.
—Anya quería ir a comprar un regalo para Yerik —respondió Minami.
Victoria asintió y le entregó un peluche a su hermanito.
—Que bueno que viniste Minami, así podrás conocer a tu cuñado y a tus futuros suegros. —dijo Anita riendo.
—Anita cállate, Minami y yo sólo somos amigos. —dijo Victoria con las mejillas rojas.
Minami se rio al ver la expresión de Victoria y asintió.
—Nosotros sólo somos muy buenos amigos.
—Bueno por algo se ha de empezar —comento Yuuri mientras llegaba con el pastel y le guiñaba un ojo a Viktoria.
—¡Feliz cumpleaños Yerik! —dijeron todos al unísono y él pequeño sonrió.
"Por qué ver por separadas esta vida y la siguiente si una proviene de la anterior"
—No importa.
—No importa, cuantas veces o cuántas vidas.
—Te encontraré.
—Nos encontraremos de nuevo.
Sin importar si era el pasado, el presente o el futuro Viktor y Yuuri siempre se encontraban y sabían que sus vidas estaban unidas por toda la eternidad.
Los dioses miraban aquella unión con dicha y cada vez que ambos se casaban en sus diferentes vidas Anubis estaba orgulloso por lo que había hecho.
"Lo que un Dios había unido, nunca nadie lo podría separar"
N. De la A.
Hi Ladys ¿que les ha parecido el final de la historia? Los extras los estaré publicando esta semana, por lo mientras tengo tres programados, si quieren ver alguna cosa en los extras son libres de comentarlo. En fin lamento si hay alguna falta de ortografía o si actualicé muy tarde, estoy desde el teléfono por que se fue la luz en mi casa. Espero que hayan disfrutado esta historia y deseo de todo corazón no haberlas decepcionado.
Sin más, estrellitas y comentarios son bienvenidos.
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