Capítulo 14


En el presente Phichit despertó de golpe en el hospital e inmediatamente los doctores corrieron para atenderlo, checaron que todo estuviera en orden y al final uno de ellos suspiró diciendo

—Ahora solo falta que despierte del coma un arqueólogo más.

La madre de Yuuri al enterarse de que el amigo de su hijo por fin había despertado pensó, que ya solo era cuestión de tiempo para que Yuuri abriera los ojos por fin, y en lugar de ponerse triste al saber que él se tardaría un poco más besó su frente y exclamó en un susurro.

—Tomate tu tiempo Yuuri.

En el antiguo Egipto lo que menos quería Yuuri era que el tiempo avanzara, los enemigos aún no habían comenzado a atacar, así que mientras, se llevó a cabo la celebración de su unión con el faraón. Convirtiéndose así, oficialmente en el Gran Esposo Real.

Las sirvientas perfumarón y pintarón el cuerpo de Yuuri, lo maquillaron y lo vistieron con una fina falda de seda con detalles de oro que resaltaba su embarazo de tres lunas.

Y cuándo al fin estuvo listo y se presento ante Viktor, las concubinas guiadas por la princesa danzaron alrededor de él mientras le abrían el camino para que llegara al trono real.

Una vez ahí él faraón tomó la tiara de oro, adornada con una serpiente que su consejero le dio y se la puso a Yuuri en la cabeza.

—Ahora tu y yo gobernaremos juntos Egipto, no importa las adversidades, si tengo a mi Gran Esposo Real se que las puedo superar. —exclamó él peli plateado al mismo tiempo que besaba la frente de Yuuri.

Más tarde los señores del Alto Egipto llegaron al palacio para felicitar a Yuuri por haberse convertido en el esposo real; y también para hablar sobre las cuestiones de la guerra con el faraón.

La música, el vino y la danza de las mujeres del faraón era un deleite para los presentes, pero también todos sabían que quizá aquel sería el último día en que disfrutarían aquella paz.

Entre la multitud, Cleo pudo observar a Minami, quien hablaba con los soldados del palacio y corriendo hacia él como si de una chiquilla enamorada se tratara, lo llamó por su nombre y este la miró con aparente nostalgia y tristeza.

—Supongo que esta será la última vez que vea su hermosura su excelencia.

—A caso ¿Iras a pelear a la guerra Minami? —Preguntó Cleo un poco triste.

—Así es princesa, iré al campo de batalla para pelear contra los enemigos y evitar que lleguen a usted. —dijo Minami mientras bebía de su copa de vino.

Y fue entonces cuándo la princesa se dio cuenta de que no quería perder a aquel hombre que siempre la había admirado, sin importar el tipo de trato que le daba. Alzó su brazo con timidez y Minami tomó su mano para acercarla a su propia mejilla.

—Princesa, no te preocupes por mí, como hijo de Faki, uno de los altos mandatarios del Alto Egipto, se sobre el arte de las armas, la guerra y aunque nunca he matado a alguien sabré distinguir a mi enemigo.

—Minami tonto, lo que yo quiero decir es que...

Minami interrumpió a la princesa con un beso, pero esta vez, se trataba de uno sincero y no de uno por simple placer, Cleo también lo notó y lo profundizó aún más, hasta que ambos se quedaron sin aire.

Minami puso un dedo en sus labios y haciendo una reverencia declaró

—Cleo, yo siempre te he admirado, no solo por ser la princesa, si no que...siempre he tenido sentimientos por ti. Prometo que volveré, convertido en el general del ejército, le demostraré al faraón mi lealtad y pelearé, hasta ganarme el derecho de estar a tu lado por siempre.

La princesa no pudo evitar derramar lágrimas, abrazó el cuello de Minami y susurró.

—Espero que lo cumplas Minami.

El día de partir hacía la guerra llegó antes de lo esperado. En medio de una inundación provocada por una noche lluviosa, las musas y dioses egipcios eran derrumbados e insultados por los guerreros hititas y hurritas*

Él faraón tomó su vestimenta de guerra, entró a la casa Jeneret donde ahora viviría Yuuri y conteniendo sus lágrimas puso una corona de flores en su cabeza y luego de besarlo le dijo.

—Lamento tener que dejarte en estas condiciones, pero hay una batalla que librar allá afuera, pase lo que pase tienes que prometerme que serás fuerte.

Yuuri asintió con un nudo en la garganta y abrazó a Viktor mientras ponía una mano en su vientre.

Después de aquello Viktor se dirigió a las siete concubinas que quedaban en su harén, las abrazó a todas y beso sus frentes, para luego decir.

—Chicas, su compañía fue de gran ayuda para mi durante mi reinado, disfruté cada momento junto a ustedes, pero ahora, quiero que sean la compañía del Gran Esposo Real, si esta guerra se gana las siete serán libres y podrán tener la vida que quieran.

Las concubinas asintieron e hicieron una reverencia como muestra de respeto.

Yurio, había terminado de hablar con Otabek antes que este saliera de la casa Jeneret, él faraón se acercó a él y poniéndose a su altura le dijo lo siguiente.

—Yuri, no te preocupes por Otabek, él es un gran soldado, volverá, me sacrificaré por él de ser necesario, pero mientras esperas el regreso de tu amado, quiero que cuides de la princesa ¿Puedo confiar en que lo harás?

Yurio asintió y también realizó una reverencia.

—Cuidare muy bien de Cleo.

La Gran Casa se quedó solitaria sin el faraón, la mayoría de los soldados habían ido a pelear y solo unos cuantos más se quedaron para proteger la casa Jeneret, a los sirvientes, a los sumos sacerdotes, a Chris y a Georgi.

Aquella era la primera vez en muchas dinastías que el faraón iba a pelear, en lugar de quedarse en la Gran Casa simplemente planeando todo y observando los resultados de la guerra, justo como sus ancestros lo habían hecho.

En la casa Jeneret se vivía una gran angustia por sus amantes tanto que nadie quería hablar.

Yurio arreglaba la peluca de Cleo mientras en su mente pensaba

«Se que regresarás mi águila dorada, pero aún así me angustia saber que estas allá fuera peleando y que la muerte te podría llegar en cualquier momento»

Algo parecido pensaba también Cleo respecto a Minami, pero Yuuri era el más afectado por toda aquella situación.

«Como serpientes alrededor del dios Jonsu* centelleante danzaremos. Porque aquel disco que envuelve la misteriosa plata. Es lo que une nuestras cálidas noches de melancolía. Bocetos de una noche en vela sin nada que contar, que las distancias en compás alrededor del astro»

Yuuri recitó aquellas palabras que leyó en un papiro, el cuál relataba los pensamientos de una esposa real precisamente en tiempos de guerra, y como ella, él también pasaba sus noches en vela. Pensó, que Viktor y él habían pasado tanto tiempo pensando en sus propios asuntos que ninguno de los dos había pasado tiempo bajo la luz de la luna, admirando el rió Nilo o haciendo cosas como las que Yurio y Otabek hacían.

En su pecho sentía una horrible presión, no soportaba la idea de tener que esperar en la casa Jeneret mientras su amado se jugaba la vida en batalla, encerrado en su amplia y lujosa habitación se dedicaba a mirar por la ventana que daba al jardín, mientras acariciaba su vientre y les pedía a los dioses que le devolvieran a Viktor con vida.

Los sumos sacerdotes dirigidos por Georgi y Chris organizaban ceremonias junto a las concubinas y Yuuri para purificarse, rezarle a la diosa Anuket y pedirle que el Nilo estuviera a favor de los egipcios, también pedían que el heredero naciera sin contratiempos y que la guerra estuviera a favor de los guerreros egipcios.

El rio Nilo se comenzaba a manchar de la sangre de los soldados que luchaban en la orilla de este.

Otabek no dudaba en matar a sus enemigos y Viktor hacia lo que podía, pues él había sido criado para ser faraón, el arte del uso de las armas también había formado parte de su educación, pero el tener que aplicarlas en una verdadera batalla era algo muy diferente.

Minami por otro lado se comportaba como un experto en la batalla.

Los soldados de Mitani lograron desequilibrar el carro del faraón y este calló, resbalándose con una roca.

Un soldado hitita estuvo a punto de matarlo, pero afortunadamente Minami se interpuso y salvó al faraón, clavándole su lanza al enemigo.

La batalla era demasiado dura muchos soldados egipcios habían muerto y otros más estaban heridos.

Pero aún así Viktor no perdía las esperanzas de poder ganar la guerra. En las noches, en las que se trasladaban a otro lugar para pelear o descansaban luego de todo un día matando a los enemigos, miraba hacia el cielo y contemplaba la luna, pensando que desde la casa Jeneret, Yuuri también la podía observar y eso los conectaba.

N. de la T. 

*Hurritas: Así es como se le llamaba a la gente de Mitani, al igual que su idioma.

*Jonsu: Dios lunar y de la salud.

*Anuket: Diosa del agua y del rió Nilo. 

N. de la A. Holis mis queridas Ladys, al fin pude actualizar, luego de pasar por días y momentos difíciles, la canción me inspiro para poner las partes de la luna y puse un pequeño fragmento, así que les recomiendo que la escuchen. La respuestas a sus preguntas las publique en mi página y en el libro de "Cosas random y recomendaciones" y si aún no leen el prefacio les recomiendo que lo lean para que entiendan un poco más del papel de Yuuri en la historia y su misión. Si más espero que les haya gustado. Y me anticipo a decirles que el primer arco que compone la historia esta por terminar.  

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