Capítulo 1

En el Cairo un dorado imperio se edificó en medio del desierto más grande de la tierra. Desde hace milenios, el antiguo reino de los faraones sorprende a los viajeros por su grandilocuencia y sus numerosos enigmas.

Y precisamente es aquí en donde comienza esta historia "La ciudad de los Faraones"

Todos sabemos que los grandes atractivos de Egipto son las pirámides de Guiza y la gran esfinge, pero lo que todos desconocían era que también había una tumba subterránea llena de joyas y grandes sarcófagos con momias dentro.

Los traductores e historiadores, por medio de la interpretación de los jeroglíficos habían descubierto una tumba de cierto faraón que todos descocían hasta entonces.

Y los indicados para hacer aquel descubrimiento eran los arqueólogos Yuuri Katsuki y Phichit Chulanont.

—No es increíble Yuuri, esta será una gran excavación, no puedo esperar para llegar a Egipto y empezar con el trabajo.

—Yo tampoco Phichit, me muero de ganas por saber más de ese faraón del que hablan los jeroglíficos y que nadie conocía.

Y así con gran emoción el par de amigos llegó a Egipto, donde un grupo de arqueólogos ya había empezado el trabajo de la excavación.

Después de dos largas semanas de una intensa jornada bajo los rayos del sol, los arqueólogos al fin pudieron encontrar una entrada hacía aquella tumba subterránea, Phichit y Yuuri bajaron por la estrecha escalera de piedra y encontraron demasiados pasadizos, todo estaba obscuro, Yuuri encendió una antorcha y ambos caminaron recorriendo el lugar a la vez que Yuuri leía los jeroglíficos.

—¿Qué es lo que dicen Yuuri? —le preguntó Phichit mientras quitaba el polvo y residuos de piedra de las paredes para que así Yuuri los interpretara mejor.

—Um, dicen que si entras a la tumba del gran faraón Viktor Nikiforov Seti Primero quedaras maldecido por el dios Anubis por profanar el sagrado más allá.

—Eso suena tenebroso ¿Qué más dice?

—También habla sobre la historia del faraón, dice que tuvo más de diez mujeres, pero solo una hija con su primera esposa, el nombre no se puede leer muy bien porque esta parte está destruida.

—Vaya que mala suerte, más adelante el camino está bloqueado —Exclamó Phichit suspirando.

—Parece que hasta aquí llegamos entonces —dijo Yuuri mientras se daba la vuelta para llamar a los demás arqueólogos.

—Espera Yuuri, este lugar es como un laberinto si el faraón tuvo más de diez esposas es posible que haya más pasadizos y tumbas además de la del faraón, también podríamos encontrar la tumba de su hija, porque no vas a explorar por ahí mientras yo intento quitar estos escombros para poder pasar.

—Buena idea Phichit —Exclamó Yuuri mientras prendía otra antorcha y se la dejaba a su amigo.

Yuuri caminó por todos los lugares que estaban libres, pensó que aquel día tal vez no encontrarían nada interesante, además de aquellos jeroglíficos, pero estaba muy equivocado pues había una gran roca que cubría lo que al parecer era una entrada.

Dejó la antorcha en el suelo y empujó con todas sus fuerzas hasta que por fin la roca se movió un poco, dejándole así un espacio para pasar.

Y cuándo alumbro el lugar con la antorcha Yuuri quedo maravillado ante la cantidad de piezas de oro y joyas preciosas que había en el lugar.

—Si Phichit pudiera ver esto —Exclamó Yuuri con asombro.

Joyas en forma de la diosa Isis, ojos de Horus, estatuas de la diosa Neftis, él dios Atón pintado en las paredes y al centro de todo aquello un gran sarcófago.

—Esto es increíble, si mi teoría es cierta diría que esta es la tumba del faraón Viktor, voy a ir con Phichit para enseñarle esto y...

Pero Yuuri no salió de aquel lugar, pues sus ojos se posaron en un collar de jade con una joya en forma de Anubis el dios guardián de las tumbas.

—Vaya esta joya es única, no la he visto en otras tumbas, de qué tipo de material estará hecha la joya de Anubis —exclamó Yuuri al mismo tiempo que tocaba la joya.

Pero eso fue un gran error ya que al tocar la joya esta se iluminó y le empezó a dar mucho sueño de repente.

—¿He dónde estoy? —se preguntó Yuuri mientras veía que estaba en un lugar obscuro donde no había nadie.

—¿A caso estoy muerto?, la joya que toque debió haber tenido un químico que provoco mi muerte.

—¡No estás muerto! —Se escucho una voz fuerte y que hacía eco.

—¿Entonces dónde estoy? y quién eres —Preguntó Yuuri con miedo.

—Tu eres un gran conocedor de la mitología egipcia, deberías saberlo, yo soy el guardián de las tumbas a quien llaman el embalsamador.

Finalmente, aquel quien hablaba se mostró ante Yuuri y este con asombro vio que se trataba del dios Anubis, por su característico rostro de chacal.

—¿Q-que quieres de mí? Yo no pensaba robar nada, solo estaba haciendo una investigación sobre el faraón Viktor, no soy un profanador de tumbas.

—Ya veo que no lo eres, pero, tocaste mi joya maldita y eso provocó que tu alma se saliera de tu cuerpo.

— Entonces ¿Tú puedes hacer que mi alma regrese a mi cuerpo? —Preguntó Yuuri temeroso.

—No puedo hacer eso, tú tienes que buscar la manera de hacerlo y para eso te enviaré al pasado.

—He, su divinidad, no puedo ser enviado al pasado, eso alteraría la historia.

—La historia del faraón Viktor no es muy conocida, solo es un faraón entre miles si cambias algo nadie lo notará.

—¡No, espera!... —gritó Yuuri.

Pero ya era demasiado tarde pues su alma había sido enviada al pasado.

Cuando abrió los ojos de nuevo, estaba frente al rio Nilo con una hoja de papiro en la mano, y se encontraba vestido con un taparrabos de seda, pulseras de oro, tenía el torso desnudo y portaba un collar también de aquel dorado material.

Cuando desenrolló aquella hoja de papiro se dio cuenta que eran jeroglíficos escritos con letras doradas como si fueran de oro y así supo que no era cualquier escrito, si no uno que Anubis le había enviado.

—Me alegra haber aprendido a interpretarlos, porque creo que esta será la única forma de lectura y escritura que usare hasta que encuentre la forma de regresar a mi cuerpo.

Yuuri leyó aquel escrito que decía:

"Yuuri, debes de hacer algo importante en el antiguo Egipto para que tu alma vuelva a su cuerpo. Así le comprobarás al dios Osiris que eres digno de confianza y que no planeas destruir las reliquias dejadas por la civilización, si no aprender de ellas"

¿Importante? ¿Qué podía hacer de importante alguien que no conocía del todo como era la vida en esa época? Se preguntó Yuuri.

Por sus vestimentas, nadie tomó a Yuuri como esclavo en los mercados, sino más bien le ofrecían algunos de ellos, morenos, viejos, altos, adolescentes y más.

Yuuri no soportaba ver cómo era tratada la gente de baja categoría, pero sabía que así funcionaba Egipto.

También en los mercados le ofrecían mujeres y muchas otras le ofrecían sus servicios.

Intento no hacer caso a nada que ocurriera a su al rededor, pero, no pudo ignorar a un chico rubio que corría de unos hombres.

—Hey mocoso, a donde crees que vas, tú serás una muy buena mercancía —dijo uno de los hombres mientras tomaba del brazo al chico.

Yuuri no quiso quedarse de brazos cruzados viendo como aquellos hombres le pegaban al chico así que gritó.

—¡Lo compro!

Uno de los hombres se acercó a él sonriendo y le comenzó a decir.

—Su eminencia, este chico es traído de la mismísima ciudad de Tanis, por su belleza el faraón podría comprarlo ¿Pagaría cualquier precio por él?

Yuuri asintió y preguntó

—¿Cuánto quieren por él?

—Mil piezas de oro —respondió el hombre.

—Yuuri, tomó el morral que tenía atado en su vestimenta y pagó las mil piezas de oro.

Entonces los hombres que tenían al chico, le ataron con una cuerda las manos y se lo entregaron a Yuuri.

—Por cierto, espero que puedas domar a esa fiera, parece un gato salvaje —rio uno de los comerciantes.

—El chico de cabellera rubia miró a Yuuri con odio y gruño.

De verdad como habían dicho los comerciantes de esclavos era una belleza, ojos color jade, piel como porcelana, hasta se podía confundir con una chica.

—¿Tienes nombre? —le preguntó Yuuri al chico.

—No lo recuerdo, mis padres me abandonaron cuándo era muy chico desde entonces viví con mi abuelo, pero él murió y tuve que vagar por las calles, entonces esos hombres me tomaron y dijeron que me venderían al faraón cuándo cumpliera los quince años.

—Vaya que joven eres, entonces supongo que te daré un nombre ¿te parece Yurio?

—Lo aceptaré con gusto Amo.

Y así comienza la aventura en el antiguo Egipto.

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