Capítulo Veintidós.
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Tu amor es un secreto que estoy esperando,
soñando, muriendo por mantener. - Swift T.
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Alicia.
29 de Marzo 2010.
La brisa de la ciudad choca fuerte contra mi rostro y luchó con ella para llegar a mi destino, el lugar es nuevo y agradable, camino por las aceras visualizando las tiendas y cruzando las avenidas. Solo faltan dos para llegar a mi nuevo hogar, el cual compartía con Mac.
Me sentía libre, feliz pero no recordaba el momento exacto en que habíamos escapado. Tenía una gran laguna mental y todo se sentía fantasioso, pero al mismo tiempo tan real.
Llegué al edificio donde nos estábamos quedando y subí las escaleras sin toparme a nadie en el camino, abrí la puerta para encontrarme con la estancia completamente vacía sin muebles ni nada, sentí un mal presentimiento en mi interior. Algo malo estaba ocurriendo y no entendía nada. No recordaba tampoco cuales muebles eran los que estaban antes pero si habían muebles, me asustaba lo olvidadiza que estaba siendo ahora.
— ¿Mac? — entré lentamente al lugar y caminé poco a poco hacia nuestra habitación, el ambiente se sentía pesado, mi respiración era escasa y no podía pensar con claridad. Nadie respondía, nada se escuchaba pero sentía que algo había ocurrido.
Abrí la puerta para detenerme de golpe.
Solté un grito ahogado pero no podía ir a él.
Mis pies se inmovilizaron tanto como mi corazón, la vista se me nubló de lágrimas que rápidamente se fueron acumulando.
Quería correr, gritar y llorar pero no podía entenderlo. Su cuerpo estaba tirado en el suelo con muchas heridas en el abdomen y un tiro en la frente, sobre un charco de sangre. La bilis subió a mi garganta y sentí que desmayaría.
— Mac — susurré aún sin creer lo que veían mis ojos. Pasé la mirada por los alrededores de esa habitación, no había más que una cama y algunas cajas, bolsas negras y nada más que eso.
En ese momento reaccioné y fui a su encuentro con el rostro empapado en lágrimas, no he dejado de temblar y mi corazón se lo estaba tragando un hoyo negro. Me desmorone a su lado sin dejar de llorar descontrolada, sentía que mi mundo se había acabado.
Toqué su cuello buscando alguna señal de vida pero no había nada, me sentí sola y desorientada cuando escuché unos pasos acercarse a la habitación. Mis sentidos se agudizaron pero no me moví, a este punto si venían a matarme no me importaba.
Moví mi rostro a la persona que se había detenido en la puerta y la luz de afuera me impedía verle el rostro, su cuerpo entero estaba cubierto en oscuridad como una sombra y me era imposible reconocerlo.
— Alicia ¿qué hiciste? — lo escuché decir y me sentí confundida, asustada. Intenté descifrar esa voz, reconocerla y no podía, nunca la había escuchado. Empezó a acercarse y la desesperación me tenía paralizada.
Entonces desperté.
Me quedé viendo el techo de cronqueto, pensando en lo que había soñado. Se sentía tan real, tan vivido pero a la vez tan confuso. Me frote los ojos para quitar las lágrimas que había soltado, mi respiración se encontraba acelerada y necesitaba controlarme.
Tenía tanto miedo de perderlo, de perderme.
Ya hace aproximadamente un mes que me secuestraron, hace más de veinte días que Mac prometió sacarme de aquí y no ha sucedido. Me ha dicho que muy pronto sabré el plan pero no lo ha hecho, la incertidumbre y ansiedad me estaban consumiendo en esta cárcel.
Después de la última golpiza, creí que así serían todos los días. Que quizás Mac no iba a poder salvarme en esos momentos, me cubría en un manto de desesperación y pánico cada vez que un guardia entraba a la celda para dejarme comida.
Sin embargo, después de eso nadie volvió a tocarme. Sólo Mac, para revisar mis heridas y darme fuerzas, me alimentaba porque yo no quería ni ver la comida que traían. Era como si le hubiesen prohibido hablarme o tocarme, solo le era permitido a Mac.
No les mentiré, me parecía tanto bueno como sospechoso. Mi mente muchas veces jugaba conmigo y me hacía desconfiar de él, de sus verdaderas intenciones. Cada vez que nos veíamos buscaba desesperadamente en su mirada un rastro de falsedad pero no encontraba nada más que ilusión, su cariño resultaba cálido en ese espacio tan invernal.
Los días transcurrieron calmados y me recuperé completamente. Cada uno de ellos lo llenaba de preguntas ansiando el día para irnos de ese lugar. Tenía miedo por su vida y la mía pero al parecer él tenía todo controlado.
Estiro mis brazos y piernas al momento que me levanto del suelo. Limpió la suciedad de la ropa que Mac rescató de mis pertenencias y echo fuera todas las preocupaciones que me ha dejado la pesadilla.
Lo vi acercarse y mi corazón se detuvo unos segundos para retomar el ritmo de forma acelerada. Las sensaciones que siento junto a él son abrumadoras y descontroladas. Mi adicción; sus labios.
Vestía todo de negro como siempre, oscuro y misterioso con esa chaqueta de cuero que le quedaba tan bien. Me regaló una sonrisa al toparse con mi escrutinio y me ruborice desviando la mirada. Abrió la reja que nos separaba para entrar.
Con él no utilizaba los lentes oscuros. De alguna forma, aún desconocida para mí, no le afectaba del todo la maldición, de vez en cuando cerraba las ojos o los desviaba para apaciguar los malos sentimientos pero era cuestión de segundos. Eso me alegraba en sobremanera, sentía que quizás si había una oportunidad de amar en mi vida.
Tomó mi rostro entre sus manos para acercarme a él y unir nuestros labios, tenía dos días seguidos sin verlo y ya me estaba preocupando su ausencia. Cuando me encontraba sola empezaba a imaginar cantidad de cosas retorcidas y peligrosas, me asustaba la idea de que nos descubrieran y lo asesinaran.
Me perdí en el sabor de su boca, mi mente se disipó con todas las preocupaciones y problemas para hacerse nada. Resultaba mágico, lleno de tanta energía y electricidad, de otro mundo.
— Tengo el día para salir de toda esta mierda e irnos lejos, amor — dice al momento que corta el beso, sus ojos brillaban llenos de ilusión y esperanza, yo no hice más que creer y reconfortarme con la idea de irme de este lugar.
— ¿Cuál día? — susurré en tono desesperado y ansioso.
— El 5 de abril, es el día perfecto porque el jefe y la mayoría de los guardias se irán con él hacia la celebración de su cumpleaños, tres horas de distancia. Suficiente para huir sin ser vistos — me quedé observándolo procesando la información. Ese día también sería el cumpleaños de mi padre, todavía no me acostumbraba a la idea de que son gemelos.
No lo he visto más desde aquel día que llegué aquí pero si sé, gracias a Mac, que su loca esposa no puede volver a acercarse a mí ni ningún otro a menos que él lo ordene.
— Tengo miedo, Mac — mencioné viendo su ceño fruncido por mi poca emoción al contarme el día de nuestro escape. No, no podía estar emocionada ni feliz, nada. No podía ignorar el hecho de que estábamos rodeados de guardias y que aunque se vaya la mayoría igual quedan mínimo veinte cuidando el lugar.
Él pretendía huir de igual forma y eso me aterraba, que algo saliera mal, perderlo.
Me abrazó con fuerza para besar mi cabello, mi corazón no dejaba de deleitarse con su cercanía mientras mi mente se creaba una infinidad de escenarios peligrosos de ese día. El sueño volvió a mí, provocando un escalofrío de pies a cabeza.
— Lo entiendo, pero te prometo que estaremos bien. Saldremos juntos y nos iremos muy lejos de todos. Tendrás todo lo que mereces y yo seré feliz por tenerte — sus palabras son tan reconfortantes e hice lo posible por imaginarme en un lugar así junto a él.
Asentí regalándole una pequeña sonrisa que terminó siendo una mueca. Él se alejó para buscar mi comida y obligarme a comer, nos sentamos, bocado a bocado, yo no podía dejar de mirarlo mientras me contaba el plan en su totalidad para calmar mis nervios.
Detallar su rostro perfecto era mi pasatiempo, me encantaba tenerlo así de cerca y poder ver sus pequeños lunares esparcidos distantes por su rostro y cuello. Su piel pálida como si viviera aislado de la luz del sol, sus labios rosados y carnosos sabor a cielo. Sus ojos negros tan profundos y misteriosos, podías perderte en ellos, ver tu alma reflejada en esas dos pupilas, acompañados de unas espesas pestañas más largas que cualquier otra.
Todo de él era perfecto, y aunque no existía la perfección en su totalidad, Dios lo había esculpido correctamente en su imperfección. ¿Qué si tenía defectos? No los había visto, todavía.
— Deja de mirarme así — habló al momento que me daba una porción. Me removí incómoda, sentí mis mejillas sonrojarse — Hoy te vendrán a buscar para ir con Dexter, él quiere verte.
— ¿Verme para qué? — mencioné nerviosa, eso no me gustaba en lo absoluto. Pensar en verlo de nuevo me aterraba.
— No lo sé pero no te preocupes, estaré ahí — susurró intentando aminorar lo que estoy sintiendo pero no fue así, ni un poco. ¿Y si nos habían descubierto? ¿Nuestros planes? Las preguntas se acumularon una a una en fila para aumentar la desesperación.
No podía calmarme y mi apetito se fue lejos. Negué al momento que acercaba un bocado a mi boca.
— Ya no tengo hambre, lo siento — me observó unos segundos con preocupación. No podía evitarlo y tampoco entendía cómo él estaba tan tranquilo ¿es qué no se lo imaginaba? ¿No sospechaba la posibilidad de ser descubiertos?
El silencio se hizo presente en la celda y los pensamientos me estaban torturando. Él se levantó del suelo e hice lo mismo, podía sentir su mirada en mí pero la esquivaba. Me sentía aturdida, quería salir corriendo, quería que el día de huida fuese hoy antes de ver a Dexter.
Escuché el sonido de un celular e imaginé que era el de Mac, lo observé de reojo revisarlo para luego mirarme con tristeza.
— Tengo que irme, Alicia — intentó acercarse pero no lo hizo. Yo no me moví y el muro que voluntariamente había creado me dolía, sin embargo necesitaba un poco de espacio.
Ver a Dexter de nuevo me llenaba de incertidumbre, de ansiedad. Su porte en sí me alteraba, idéntico a mi padre. Entonces le añadía el desconocimiento de su llamado, tenía pánico.
Lo vi dudar, intentar decir algo más pero no lo hizo, la verdad es que no sabía si quería escucharlo. Después de unos minutos que se antojaron eternos, se fue y me atreví a voltear, ver de frente como se perdía en los escalones para quedar completamente sola.
Me sumerjo al fondo de mis pensamientos con la intención de ahogarme en ansiedad y desesperación.
Las horas pasan y me coloco los lentes esperando el momento que vengan por mí, me quedo sentada en medio de la celda viendo hacia el vacío. Este mes encerrada aquí, me ha hecho analizar en las cosas que he dejado atrás, no puedo evitar pensar en Alex, en mi padre y el deseo de saber si están bien, si el sacrificio de alejarme de ellos valió la pena. Si ya dejaron de buscarme y aceptaron vivir sin mí.
En una semana Mac y yo escaparemos de aquí, de todo y no sabré más sobre ellos, sobre este pueblo donde nací y que es parte de mí. Saberlo tan cerca me hacía dudar, tenía miedo de que no fuese lo correcto.
Escuchó pasos entrando al lugar y me cuesta reconocerlos hasta que están frente a mí, es Mac y otro que he visto traerme comida. Abren la puerta y se acercan para levantarme sin delicadeza alguna.
Observo a Mac por unos segundos pero no me mira, no hacen más que caminar uno a cada lado. Me agarran de los brazos como si fuese a intentar escapar y me resulta hasta irónico, estúpido. Como si yo pudiese salir sola de este lugar forrado en guardias armados.
En el camino ninguno dice nada y los nervios no me han dejado en paz, rápidamente nos vamos acercando a su oficina. En ese transcurso pensé que quizás podía sacar un poco de información, dudas e interrogantes que han estado en mi mente desde que lo vi.
Quería la verdad que me habían arrebatado.
Nos detuvimos frente a la gran puerta de madera para que Mac tocara y en cuestión de segundos un guardia abrió dejándonos pasar. Al entrar busqué rápidamente a la persona que me había mandado a llamar, lo encontré de espaldas vistiendo un traje negro viendo un cuadro donde había una pareja con dos jóvenes gemelos a cada lado.
Dexter no se movía de lugar, estaba inmerso en la pintura que había ignorado completamente cuando entré la vez anterior. Esta vez me quedé paralizada admirando el cuadro familiarizandome con esas personas. Eran mis abuelos, los había visto antes en fotografías pero nunca había visto alguna con Dexter.
— Déjenme solo con Alicia — habló con su voz gruesa y agotada. Mi cuerpo se estremeció y retrocedí unos pasos buscando el contacto con Mac pero él ya estaba caminando hacia la salida.
Me dejaría sola, otra vez.
Lo miré asustada buscando su ayuda pero su rostro no mostraba nada, era como si estuviese frente a otra persona. Mi mente colisionó y por un momento pensé en que me estaba traicionando e iba a morir a manos de mi tío. Cerró la puerta y quedé completamente sola con el Dragón.
Empecé a temblar atacada por los nervios.
Aunque éramos familia, él podía deshacerse de mí sin problemas. Nunca hemos estado juntos, ni compartido nada como para sentir amor o cariño. Éramos completamente extraños.
— No voy a hacerte daño, Alicia — su voz me hizo voltear a verlo y repasé nuevamente lo tanto que se asemejaba a mi padre, ardía un poco recordarlo y sentirlo cerca aunque no era él realmente — si eso quisiera, ya lo hubiese hecho.
Empezó a caminar a su escritorio para tomar asiento y hacerme señas para que hiciera lo mismo frente a él. Me moví porque tenía miedo de desobedecer y que me lastimara, este hombre no tenía corazón y que no me haya asesinado ya, es porque debe tener un plan en mente.
— Lamento lo de mi esposa, ella tiene problemas de ira y aprovechó mi viaje fuera del país — mencionó y yo no podía dejar de buscarle diferencias, me sentía maniática — sin embargo, no lo volverá a hacer. Te llamé porque me sentí en la necesidad de contarte porqué te tengo cautiva si no es para lastimarte de distintas formas.
Me quedé en silencio observándolo, quería que me contara todo una vez por todas. Lo que me hizo su esposa fue una crueldad, esa mujer estaba loca y no podría perdonarselo aunque me lo pidiera de rodillas.
— Ellos son tus abuelos ¿los habías visto antes? — asentí ante su pregunta y él suspiró llenándose de fuerzas para comenzar a hablar — murieron un día como hoy, hace treinta años. Tu padre y yo teníamos tu edad, mi familia tenía mucho dinero y éramos dueños del banco que ahora es de Nicolas. Tus abuelos no paraban de trabajar, nunca estaban en casa y nosotros crecimos prácticamente solos, tu padre y yo éramos inseparables, nuestra hermandad era muy sólida impenetrable — su voz se contrajo para luego detenerse y tomar aire.
Sus ojos se enrojecieron y se veía tan débil, triste y acabado, contar todo esto le estaba costando, recordarlo le dolía. Yo seguí sin decir absolutamente nada, conocer por fin el pasado de mi familia me hacía sentir vulnerable e intenté calmar el dolor que se formaba en mi interior.
— En un momento mi padre discutió con Nicolas porque estaba mezclándose con las drogas, le había dicho que si no la dejaba lo iba a desheredar de toda su fortuna, ya que no pensaba dejársela a un drogadicto — sus palabras calaron en mi ser con fuerza, no podía imaginar a mi padre en esas circunstancias — la discusión fue tan fuerte que lo corrieron de la casa. Mi madre no intervino, aunque no había dejado de llorar esa noche.
» En esos días no supe dónde se estaba quedando ni con quién. Tú abuelo empezó a llevarme al banco para que empezara a familiarizarme con el entorno, ya había elegido la carrera en Administración de Empresas para encaminarme a lo que él quería — me observó unos segundos, su rostro ya no mostraba tristeza sino enojo y resentimiento — sin embargo, no era lo que yo quería. La verdad no me importaba su dinero ni el banco, yo deseaba estudiar medicina. Él único que deseaba y soñaba con ser como mi padre era Nicolas, siempre lo quiso.
Resople todo el aire que estaba conteniendo. Tenía un mal presentimiento del final de esa historia. Su mirada me mostraba un oscuro secreto y tenía miedo de lo que pudiese sentir al descubrirlo.
— ¿Qué pasó con Nicolas? — tomé el valor de preguntar después de verlo quedarse pensando por unos cuantos minutos.
— Tu padre pasó un año fuera de casa, un año donde la droga le había quemado todas las neuronas y sólo tenía resentimiento y odio en su corazón. Si me preguntas, no sé cómo tu madre se enamoró de él. En fin, volvió peor que antes, yo estaba en un viaje de negocios que mi padre estando enfermo no podía asistir, no lo vi, no pude evitarlo — cerró sus manos en puños sobre el escritorio — Nicolas fue a exigir su parte, los obligó a firmar unos papeles como único heredero y los asesinó. Todo un 29 de Marzo.
Me quedé paralizada asimilando todo lo que me había dicho. Mi padre había asesinado a mis abuelos por una maldita herencia, por un maldito dinero de mierda. Sentí mi corazón siendo tragado por un agujero negro, consumido y triturado a su pasó dejando solo el vacío amargo.
Todo lo que me había contado, su historia feliz era una farsa. Mis abuelos no murieron en un accidente.
En ese momento entendí porque nunca fuimos a visitarlos en el cementerio, nunca lo vi llorar cuando veíamos sus fotografías y me contaba alguna historia que quizás inventó. No evité llorar frente a Dexter, no me importó que viera mi debilidad, esto era más grande que cualquier otra cosa.
— Después de eso, volví y me enteré de todo. Claro, las cosas habían quedado como si ellos a pura voluntad firmaron ese acuerdo y luego se fueron de paseo para morir en un accidente. Imagino que eso fue lo que te hizo creer, a todos menos a mí. Nicolas me dejó completamente en la calle, dejé la universidad por falta de dinero y tuve que irme de la ciudad porque me había amenazado de muerte — se recostó en el mueble para peinarse el cabello con sus manos de forma exasperante — juré vengarme y tu eres parte de ese plan.
— ¿Parte del plan? — pregunté nerviosa limpiando mi rostro de la humedad. Sentía tanta rabia e impotencia, solo deseaba ver a mi padre y golpearlo para luego desaparecer de su vida. Ahora estaba más decidida en huir con Mac, no verlo más.
Asintió con una sonrisa malévola llena de peligros y sabía que mi vida pendía de un hilo dominado por él.
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Un secreto fue revelado y Alicia esta envuelta en un plan macabro. ¿Estará de acuerdo en participar en contra de su padre? ¿Podrá escaparse?
¿Algun@ de ustedes entiende qué ocurre en la mente de Mac? En el odio y el amor todos tenemos secretos, unos más oscuros que otros pero siempre terminan descubiertos.
Los amo diez universos. No olviden dejar su opinión.
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