Capítulo Treinta y Cinco.

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Nadie me besó a tu manera - Greicy

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Alex.

Me había quedado sin aliento al momento de verla, así con los ojos cerrados se veía como un ángel, la luz de la luna se contrastaba con su piel para hacerla brillar. Tan delicada y hermosa ¿cómo es que sentí tanto odio hacia ella? ¿Cómo pude ser capaz de romper sus ilusiones sin importarme nada?

Maldigo el día en que esa bruja la condenó de esa manera, cubriendo sus cualidades con un oscuro velo de odio, el cual no nos deja admirar su esencia, vitalidad y fuerza. Le prohibió al mundo tal hermosura como consecuencia de los errores que cometió su padre.

Nos encontrábamos a una distancia prudente y ella todavía no había visto lo que Nicolás elaboró para nosotros. Una mesa con mantel negro se encontraba en medio del espacio con unas velas de centro, las luces de pequeños bombillos nos cubrían como una red brillante y un camino de rosas azules le mostraba a donde debía dirigirse.

Todo perfectamente elaborado para enamorar a una mujer, nada más lejos de realidad que nos rodeaba. Mentiras y secretos era lo que nos mantenía juntos y de pie en esta locura.

— Ya estamos solos, pajarito — mencioné con un nudo en la garganta, me sentía ansioso. Mis manos sudaban y mi pecho ardía mientras la maldición me llenaba de deseo bruto por Alicia.

Lentamente fue parpadeando adaptándose a la luz, el frío la tenía temblando sin control y deseé cortar la distancia solo para brindarle el calor que necesitaba, para aprovechar tenerla cerca. A este punto me había vuelto egoísta, no la quería, no sentía ningún tipo de amor, pero no deseaba compartirla con nadie más.

Su mirada me recorrió entero haciéndome sentir vulnerable, escalofríos me cubrieron el cuerpo para morir en mi pecho. La deseaba como un loco, tenerla cerca por tantos días y no poder besarla era una horrible tortura.

Yo simplemente necesitaba saciar ese deseo.

Ella tardó unos minutos en acercarse, no dejaba de observar el lugar asombrada, sus ojos brillaban de emoción y sabía que no tenía nada que ver conmigo. Ella quería a Mac, se iría con él y esto terminaría. Yo moría por ver a Milian, no había dejado de amarla y ahora a la bebé que lleva en su vientre, eran mi razón de existir.

La esperé mientras vislumbraba cada parte de su ser, analizando lo incomprensible que era la maldición que tan fácil como me hizo odiarla, así de fácil lo convirtió todo en deseo. No podía apartar mi vista de ese vestido azul que le quedaba muy bien y me dejaba apreciar esas hermosas piernas de porcelana.

— Esto es impresionante — susurró posando sus ojos azul cielo sobre mí con una sonrisa impresionante. Eso sí que lo era, verla así de alegre costaba un mundo, y ese simple hecho removió algo en mi interior.

Empezó a acercarse a paso de tortuga y mis nervios empezaron a aumentar con cada movimiento.

— ¿Verdad qué si? — Pregunté cambiando mi peso de una pierna a otra, no deseaba que notara la revolución en mi sistema — Nunca había hecho esto y... creí que sería perfecto una cita aquí.

Se detuvo a unos centímetros de mi cuerpo y el imán empezó a halar con fuerza para acortar la distancia. Hoy sentía el deseo con mucho más fuerza que antes ¿Será qué hoy me odia mucho más?

Tomé su mano para no tambalear y por el simple deseo de tocarla, la electricidad del tacto recorrió mis venas hasta alojarse en mi corazón para hacerlo latir rápido, como un electroshock. La ayudé a sentarse en su lugar frente a la mesa donde comeríamos y busque el mío.

Me estaba esforzando en hacerlo lo mejor posible para evitar sospechas, solo para eso.

— ¿Nunca has hecho qué? ¿Tener una cita? — su interrogante me hizo aterrizar, Alicia me estudiaba con rostro serio. Yo le sonreí y tomé su mano una vez más, mis labios quemaban por sentir los suyos de nuevo.

— Si he tenido citas, pero nunca en una azotea — no estaba mintiendo en lo absoluto, ella correspondió mi sonrisa aunque no se veía nada cómoda. Soltó una risa carente de emoción.

— Yo nunca he hecho ninguna de los dos cosas, así que todo es nuevo para mí — le dio un pequeño escaneo al lugar nuevamente — quedó muy lindo todo, las luces, las rosas azules y bueno... sé que la comida estará exquisita.

Nicolás me había pedido darle el mérito de todo a él, que le dijera que está arrepentido de haberla hecho pasar por todo lo malo que ocurrió con su hermano, la muerte de Mac. La verdad es que yo no quería decir nada de eso, sabía que hablar de su padre la irritaría lo suficiente como para irse.

Eso me tenía mal, no sabía qué hacer, si no le tocaba el tema, si no hacía lo que Nicolás deseaba, Milian podía salir herida y yo moriría. Asentí con sus palabras para tomar una copa de agua aligerando el nudo en mi garganta.

— Nicolás me ayudó bastante — hice una pausa para ver su reacción, ella bajó la mirada hacia las velas que estaban en medio de los dos — me dijo que está muy arrepentido por lo que pasó con...

— No quiero hablar de él, por favor — me interrumpió a mitad de discurso y de alguna manera se lo agradecí porque yo tampoco quería hablar de eso. Rápidamente soltó mi mano, la conocía lo suficiente como para saber que se estaba encerrando en su caparazón protector.

— Lo siento, yo no quería incomodarte — suspiré frustrado para levantarme — serviré la comida.

Asintió con una media sonrisa obviamente forzada. Me dirigí al mesón alejado de nosotros donde se encontraba la comida, serví el pastel de carne con panes en cada plato. Me había quedado al punto y sabía que le encantaría. Alicia no tenía un alto paladar, no había probado muchos de los platos que existen, y me he encargado de mostrárselos en el tiempo que hemos estado juntos.

Regresé a la mesa haciendo malabares, una botella de whisky reposaba a un lado de la misma, dentro de una hielera de metal. Al colocarle el plato a Alicia empezó a comer sin miramientos, como si no hubiese ingerido en todo el día.

Me sentí satisfecho al saber que le gustaba, comimos en completo silencio. El cuerpo me pedía descansar, el día completo lo había pasado decorando y cocinando. Para después ir a comprar el traje que estaba usando con los guardias de Nicolás, no me dejaban en ningún momento, no podía parar ni un minuto porque me amenazaban con llamarlo.

Al terminar rompí el silencio preguntándole por su día, la conversación se fue desarrollando con tranquilidad y ya no la sentía tan tensa, su coraza se había roto por completo después de una hora.

Estaba consciente que pronto debía pedirle que fuera mi novia, estaba al tanto que todo esto acabaría con un beso y moría por eso. Era lo único que me importaba en este momento y era una locura.

¿Cómo es que eso se había convertido en la prioridad? Yo amaba a alguien más, yo debía enfocarme en lo que realmente importaba y no dejarme llevar por el deseo de la maldición, eso no era correcto de ninguna manera.

Pero solo pensar en sus labios y en la forma como se mezclan con los míos me hacían delirar, encajan a la perfección, nuestros besos venían cargados de tanto deseo que abrumaba, me perdía y no podía controlarme, no podía parar. Era difícil saber si ella se sentía de la misma manera al tocar mis labios, puedo asegurarlo cuando se entrega derritiéndose en mis manos, pero lo dudo cuando se aparta abruptamente cuando intento avanzar.

— Quiero mostrarte algo — mencioné cambiando el tema. Alicia se quedó en silencio abriendo los ojos un poco asustada, ella sabía lo que venía, debía imaginárselo.

Me levanté para extender el brazo en su dirección pidiéndole que viniera conmigo, tardó unos segundos en aceptar y me empecé a sentir nervioso como si realmente fuésemos a ser novios, como si realmente sintiera cosas sanas por ella.

— No me gustan las sorpresas — sentenció con una seriedad fingida. Nos detuvimos a unos pasos del borde del edificio, la brisa chocaba contra nuestros cuerpos con una fuerza tanta que nos empujaba hacia atrás.

— Cierra los ojos un momento — ordené y Alicia me observó dudosa, el miedo empezó a apoderarse de sus facciones y se puso tensa, tanto que por poco suelta mi mano.

— ¿Va-vas a lanzarme del edificio? — su voz temblaba por lo aterrada que se encontraba, yo no he hice más que burlarme, se veía adorable ¿Cómo puede pensar qué, a este punto, quiero matarla?

— No te haría algo así, no quiero asesinarte pajarito — le dije presionando su mano con seguridad, regalándole una sonrisa. Su rostro pasó de miedo a enojo en cuestión de segundos — confía en mí, cierra los ojos.

Poco a poco su gesto se fue relajando, le guiñe un ojo y ella asintió con una sonrisa de boca cerrada para luego hacer lo que le pedí sin ninguna resistencia. Me acerco a su cuerpo para tomarla del brazo y ayudarla a terminar los pasos hasta quedar justo en el borde.

— Ya puedes abrirlos — susurré en su odio para besar su cabello. Me sentía embriagado, hechizado por el calor que emanaba de su cuerpo, todo de mí gritaba por acabar con el protocolo y besarla de una vez.

El silencio se hizo parte de nosotros y aunque en el ángulo que nos encontrábamos no podía ver sus reacciones, podía imaginármelo. Y es que lo que se encontraba frente a nosotros era para dejar sin palabras a cualquiera. No lo había hecho yo, Nicolás deseaba que todo fuese perfecto en este preciso instante y se encargó.

— Es... es hermoso, Alex — algo dentro de mi pecho dio un vuelco de 360 grados. Me aparte un paso para poder observarla como quería pero sin soltarla, su mirada no dejaba de deleitar el gigantesco cartel enmarcado con bombas azules y doradas, donde estaba escrita la pregunta "¿Quieres ser mi novia, Alicia Robert?" en grande.

Se llevó una mano a la boca y sus ojos se empañaron en lágrimas. Ese hecho me hizo sentir miserable, al momento no entendía por qué lo estaba tomando así, tan real, ella sabía que todo era mentira y me frustraba verla así.

— Pajarito — susurré con un nudo en la garganta, me dolía el pecho. Tenía que seguir con el plan pero ya no quería, sentía que solo la estaba haciendo sufrir.

Me miró unos segundos después con los ojos rojos y su rostro enrojecido, lo único que reflejaban era tristeza, le estaba afectando y yo quería consolarla. Se limpió las lágrimas de un manotazo y asintió.

No había sonrisa, no había emoción, era una completa tortura como si le hubiese pedido que se lanzara al precipicio o que estuviésemos terminando una relación de años.

— Si quiero — expresó con voz neutra, intentó sonreír pero no lo lograba. Yo acorte la distancia deseando cambiar esa expresión, muriendo por hacerla sentir mejor. Besarla.

Alicia se dejó abrazar, acaricié su espalda mientras apoyaba su rostro en mi hombro, empezó a quebrarse en mis brazos y la tomé con fuerza contra mi cuerpo. Todo en mí la necesitaba, pedía consolarla pero también saciar mis ganas de probarla.

Su cuerpo temblaba y no paraba de llorar.

— Pronto todo acabará pajarito, aguanta — susurré en su oído lo más bajo posible para que nada más pudiese escuchar, aunque estuviésemos solos yo no bajaba la guardia. Con Nicolás no se podía estar distraído.

Ella fue calmándose y yo esperé paciente. Esto no era fácil para ninguno, pero Alicia era mucho más sensible para este tipo de cosas. Nunca lo había experimentado y que lo estuviese viviendo todo por una mentira era una total mierda.

Salió del escondite para encararme, no rompí el abrazo porque el deseo no me lo permitía. Admiré esos ojos preciosos para bajar a sus labios que se encontraban entreabiertos y carnosos. Su respiración chocaba contra los míos y yo estaba perdiendo la razón, la cordura.

Por fin saciaría mis ganas de besarla. Lo que tanto esperaba.

En un parpadeo pegué mi boca con la suya, con hambre devorándola como un cavernícola. El frío del lugar se volvió fuego, mi cuerpo entero quemaba y, cuando abrió su boca invitándome a más, me prendí como dinamita.

Alicia no conocía el poder que tenía en mí en estos momentos, ella podía hacer lo que le diera la gana conmigo, haría lo que fuera solo por probar esos besos de cielo.

Mis manos bajaban y subían por su espalda pegándola más a mi cuerpo como si eso fuese posible, deseando cortar la distancia inexistente entre los dos. En ese instante la deseaba solo para mí, no quería compartirla, no quería que sintiera algo por Mac, por nadie. En ese momento, me arrepentí de no haberlo matado cuando pude.

Alicia rompió el beso alejándome con sus manos en mi pecho, nunca las movió de ahí. Estaba preparada, siempre, para detener el encuentro. Sus ojos seguían vacíos, muertos ¿No le hacía sentir nada? ¿Cómo era eso posible? Pensar en la respuesta a eso, dolía.

— ¿No sientes nada cuándo nos besamos? — susurré sobre sus labios, no estaba preparado para dejarla ir. Después de esto, debíamos actuar como novios pero estaba consciente que Alicia evitaría los besos de cualquier manera hasta el día del escape.

— ¿Eso importa? — esa interrogante se clavo en mi pecho como una estaca. Me faltó la respiración — Suéltame.

Lo hice por inercia, porque mi mente seguía procesando su pregunta ¿realmente importaba? Pronto cada quien se iría por su lado y no sabríamos más uno del otro ¿para qué torturarse? Debía concentrarme pero me estaba costando un mundo.

Ella se encaminó hacia la mesa donde seguiríamos la cita con un postre, le había hecho un pie de limón como le gustaba, me fui directo a buscarlo pero esta vez serví solo un plato. Mi estómago se había congelado y no podía comer más.

Cuando coloqué el plato en su mesa, la puerta para entrar al edificio se abrió, de la cual salieron tres guardias. Me posicione a un lado de Alicia obstruyendo su mirada de ellos, eran unos inconscientes ¿Cómo entraban así sin avisar? Los miré molesto cerrando mis manos en puños.

— Suficiente, hay que volver al apartamento — ordenó uno, mientras los otros dos se acercaban a nosotros. Volteé a ver a Alicia y ya había cerrado los ojos para no ser un problema. Sentía los latidos en mis oídos, no confiaba en ellos.

Uno de los hombres se colocó atrás de Alicia para ponerle la tela oscura, se levantó y caminamos hacia las escaleras. Bajamos uno atrás de otro, rápidamente tomé la mano de ella para que transmitirle seguridad, que supiera que estaba a su lado, la cuidaría de cualquier cosa.

De esa manera terminó nuestra cita, así de abrupto y horrible. Así era Nicolás y no me sorprendía. Más bien pedía al cielo que estuviese contento con lo que había pasado, yo no pude decir todo lo que me había pedido pero no porque no lo intentara, porque lo hice, espero eso haya sido suficiente para él.

Ya en el apartamento completamente solo, la vi huir de mí como si fuese una enfermedad mortal y se encerró en su habitación.

— Buenas noches para ti también — susurré para arrastrarme a la mía. Mi cuerpo y mente estaban hasta el límite y necesitaba dormir un día completo para recuperarse y seguir con nuestro plan de escape.

***

09 de Junio 2010.

Lugar: Restaurante Luz de Estrella.

Hora: 09:19 pm

No puedo ver absolutamente nada, la oscuridad nos había absorbido por completo. Una falla había cortado la electricidad.

Sabía que esto era algo más, Mac venía por nosotros, pero en vez de estar contento, esperanzado, no podía. El miedo se volvió mi aliado y no quería ni moverme de la silla donde estaba comiendo junto a Alicia.

— Alicia — hablé con fuerza para que me respondiera, nada llegaba. Me frustraba no poder ver nada, mis sentidos auditivos se agudizaron. Se escuchaban pasos, gritos y los disparos empezaron a suceder como destellos a mi alrededor.

No saber de Alicia me tenía en desespero, esto no estaba saliendo como lo habíamos planeado. Me tiré al suelo con el corazón a mil por segundo, la respiración me costaba, no sabía qué hacer. Sentía que me volvería loco ¿Moriría? No podía morir.

Empecé a gatear de mesa en mesa mientras mis ojos se adaptaban a la oscuridad. Poco a poco empecé a ver las siluetas de las cosas, seguían los disparos, los gritos de hombres y mujeres. No podía dejar de pensar en Alicia, me aterraba la idea de encontrarla mal ¿Y si estaba herida? ¿Muerta? No iba a poder vivir con eso.

— Detente ahí — escuché una voz atrás de mí. Me habían encontrado, sentí como algo frío y metálico se presionaba contra mi cabeza. Cerré los ojos y el rostro de Alicia sufriendo vino a mi mente, no podía rendirme, no podía dejarla sola de nuevo.

Gracias a los entrenamientos que Nicolás, por medio de sus guardias, me enseñó, sé lo que debo o no hacer en estos casos. Levante las manos hacia la cabeza para que la persona creyera que me estoy dando por vencido. Él tipo me tomó por el codo para ayudarme a colocar de pie. A la distancia seguían los disparos incesantes, no había nada más, los gritos habían sido callados.

Alicia.

El hombre me empujó para que avanzara y en ese momento el arma se movió, esos segundos son oro puro para mí. Rápidamente lo tomé del brazo apuntando hacia otro lugar y le di un golpe fuerte en el estómago, el arma cayó lejos perdiéndose en las sombras. El desconocido se encontraba de rodillas frente a mí y cuando intenté tomarlo por el cabello para que hablara, me golpearon por la espalda.

La oscuridad me tomó entre sus brazos y caí al suelo completamente inconsciente. 

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Gracias a todas las que comentaron su opinión sobre la nueva portada, son un amor total. Por ustedes es que actualizo lo más pronto posible, me gusta hacerlas feliz. Por cierto, este fin de semana me sentí ful inspirada porque rompí con mi novio y bueno... aproveche los sentimientos para escribir.

Así que tengo otro capítulo para esta misma semana, quizás mañana.

¿Alicia dónde estará? ¿Creen realmente qué Mac sea el culpable de esa matanza? El buen Mac.

Para el siguiente capítulo. Recuerden que Alex está siendo movido por la maldición. No es bipolar ni sufre algún trastorno. Alicia... bueno yo también quiero golpearla pero no puedo porque he pasado por eso.

Capítulo dedicado a @ThayleMendoza Besos preciosa.

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