Capítulo Doce

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"Mantuve la esperanza conociendo tu interior, sintiendo tan ajeno tu calor" - Jesse.
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Me encontraba limpiando la pequeña herida ubicada en lo que quedaba de mi dedo. Ya había pasado una semana desde aquel momento e intento con todas mis fuerzas no pensar en eso.

Alex y yo hemos estado distanciados. Él realmente no desea verme de ninguna manera, me evita y sale de su habitación solo para comer o hacer ejercicio. Lo del libro lo hemos dejado de lado, sé los motivos de su distancia pero es inevitable que no me duela su rechazo.

Hay momentos en que la desesperación me ha hecho pensar que prefiero que me odie a que me evite de esa manera. Es como si estuviésemos en casas separadas y me siento completamente sola. Salgo del baño con una bata preparada para dormir, caminé a cerrar la puerta de la habitación —ya pusieron una nueva— y me acosté, hoy no había hecho nada productivo.

Los días pasaban lentos para torturarme, me sentía agotada, frustrada y deseaba descansar de todo esto, si era posible dormir para siempre. Por mi mente cruzó nuevamente lo de escapar y ya no sonaba tan descabellado, tengo un dinero ahorrado y una parte de la herencia de mi madre. Podría usar unos lentes de sol negros en todo el viaje y así la maldición no haría nada en mi contra. Seguí maquinando en todo lo que debía hacer para ese momento y elegir el día correcto donde los guardias no fuesen un estorbo.

De esa manera me quedé dormida.

Un fuerte sonido me hizo despertar de golpe, mi habitación se encontraba totalmente llena de humo negro y me sentía sofocada, empecé a toser y caminé hacia la puerta para buscar aire pero al abrir veo todo en llamas, las habitaciones y las paredes ardían y se despedazaban frente a mis ojos.

Cada vez respiraba con más dificultad y estaba entrando en pánico, grité por Alex pero su habitación se encontraba abierta e hirviendo en fuego imposible de entrar. Me quedé observando hacia su lugar, deseaba saber si se encontraba ahí y no podía ver nada. Lo primero que pensé fue correr por las escaleras para buscar agua, llegué a ellas y ya no tenían baranda, los escalones estaban llenos de algo negro y pegajoso pero sin perder tiempo bajé por ellas, no podía correr o resbalaria.

Vamos Alex ¿dónde estás?

No entendía cómo había pasado todo esto, donde veía había fuego devorándose todo a su paso. Los cuadros caían en pedazos, los muebles y las cortinas de mamá, ya nada se podía salvar. Al llegar a la sala abrí la puerta corrediza que daba al patio trasero, lo primero que vi fue las plantas en llamas, las sillas, las mesas.

Corrí hacia la piscina y observé la horrible imagen frente a mí.

Alex flotando en el agua.

Muerto.

El agua ya no era solo agua, su sangre la había teñido de un rojo oscuro. Me arrodille y las lágrimas empezaron a mojar mis mejillas. No sabía qué hacer, me sentía perdida y muerta de miedo ¿Cómo había pasado esto? ¿Quién lo había asesinado?

Mi corazón dolía como si lo estuviesen aplastando fuerte contra mí pecho. Ardía, sangraba, cerré los ojos para no verlo más. Tenía que sacarlo de ahí pero no podía conmigo misma en ese momento. No pude salvarlo, no podrá ser feliz y me sentí tan culpable.

— Alicia, pajarito — escuché su voz y abrí los ojos de par en par a su dirección. Él estaba inmóvil pero podía ver como movía su boca para hablar. Estaba vivo, tenía que..

Lo primero que hice fue lanzarme a la piscina de sangre y empecé a nadar a su encuentro. Nade y nade, no llegaba no lograba alcanzarlo.

Y se hundió.

Me quedé paralizada, aterrada. Algo lo había hundido. Algo más había dentro de la piscina pero no podía ver nada. Me di la vuelta para nadar de regreso, nade desesperada pero unas manos me tomaron de las piernas para hundirme.

Luché, lance patadas al agua y de ninguna manera me soltaban, estaba tragando agua en cantidad, tenía los ojos abiertos pero no podía ver absolutamente nada, todo era completamente rojo. Mis latidos estaban corriendo un millón por segundo y en cualquier momento perdería la consciencia. No quería morir así, no quería pero nadie iba a poder salvarme.

Escuchaba mi nombre a lo lejos, no podía reconocer la voz y a los segundos sentí como unas manos me tomaban por la cintura para jalarme hacia arriba. Un salvador. Sin embargo quien deseaba hundirme tenía sus uñas clavadas en mis muslos, ardía. La lucha tardó unos segundos hasta que salí a flote, pude respirar aire fresco.

Desperté.

— Es una pesadilla, Alicia.. Detente — escuchó su voz y esta vez si lo reconocí. Alex me había salvado la vida — soy yo, estas a salvo pajarito.

Abrí los ojos descolocada y me encontré en los brazos firmes de Alex. Mi cuerpo chocaba con su abdomen y el agua era completamente transparente, oscura por el reflejo de la noche pero podía ver nuestros cuerpos flotando.

Tosi una cantidad de veces para botar todo el agua que había tragado. Había sido un maldito sueño y por poco muero ahogada. Alex me salvo, él era mi salvador, no había muerto, lo tenía frente a mí y solo deseaba abrazarlo, besarlo.

Me quedé observando sus hermosos ojos verdes sin decir nada, su rostro impecable y cabello ondulado goteando en su frente, todo de él era la completa perfección. Por unos segundos estaba disfrutando de sus brazos alrededor de mi cintura descubierta, ya que toda la bata flotaba en mi pecho y me sentía expuesta a centímetros de él. Mi piel quemaba, mis ganas de abrazarlo se intensificaban.

Sin embargo, me detuvo ver como el odio se inyectaba en su mirada y cambiaba su rostro por completo, de preocupación a odio, rabia. Sabía que ya no había vuelta atrás, tarde o temprano sucedería pero no quitaba el dolor que me hacía sentir verlo así cuando yo empezaba a quererlo.

El silencio se propagó en el ambiente y yo no deseaba romper con la cercanía. Nuestra respiración estaba acelerada y chocaba contra nuestros labios cerca uno del otro. El imán que estaba sintiendo justo ahora me abrumaba, moría por cortar la distancia, moría por probar esos labios rosados y mojados.

Podría jurar que saben a gloria, no podía quitar mis ojos de su rostro. Él no quitaba su mirada de mí, analizando cada parte de mi cara. Después de los minutos más largos y eternos de mi vida, empezó a nadar hacia la orilla sin soltarme. Observé sus brazos desnudos, su pecho y me percaté de unos grandes rasguños, heridas sangrantes y me sentí asustada ¿había sido yo? ¿Lo lastimé sonámbula?

Me quedé en silencio mirando cada detalle, tenía miedo de romperlo, del momento explosivo de su odio, confiaba que no me lastimaría físicamente pero si verbalmente y ya estaba lo suficientemente destruida como para aguantar sus palabras hirientes.

Llegamos a la orilla más rápido de lo que deseaba. Me dejó en las pequeñas escaleras para luego soltarme como si mi piel le quemara, de esa manera se salió de la piscina. No habló, no dijo absolutamente nada y mis lágrimas no tardaron en derramarse, su rechazó dolía. Que no dijera nada me mataba y sabía que era el odio, pero no podía hacerme de piedra.

¿Por qué lloras? Agradece que no te mató, estás queriéndolo, significa que él debe estar odiandote con más fuerza.

Me costó decidir en ir a mi habitación. Observé mis piernas lastimadas, todavía mi garganta y pulmones ardían por todo el agua que trague. Tenía tiempo que las pesadillas no me atacaban con tanta fuerza, esta vez casi muero. Y Alex fácilmente pudo haberme dejado morir, pudo ayudar a ahogarme pero no, él me salvó a pesar de que posiblemente peleé en contra de eso. Estoy segura que esas heridas se las hice yo.

Por un minuto pensé en ir a agradecerle, disculparme por sus heridas, quizás ayudarlo a curarse. Pero el miedo a su rechazo me lo impedía, él no desea que me acercara y tengo que respetarlo. Me cuesta a horrores saber qué hacer cuando las cosas son tan difíciles para nosotros. Debo andar en puntillas, pensando bien cada movimiento.

Me levanté lentamente y me dolía todo el cuerpo, la bata pesaba en humedad y tuve que quitármela para exprimir el agua, quedando en ropa interior. Antes miré hacia todas partes para saber si estaba sola, y así era. Seguramente son las tres de la madrugada, qué sé yo. Todos deberían estar durmiendo y los guardias frente a la casa, ellos respetan la privacidad.

Después de colocarmela no tan mojada entré a la casa cerrando la puerta tras de mí. Los momentos de la pesadilla vienen a mí como fotografías, todo era tan perturbante y agradezco a Dios que solo haya sido un sueño. Observé la sala y cada lugar que había visto en llamas se encontraba intacto, subí las escaleras de madera tomando la baranda hermosamente que mi madre había escogido cuando se casó con Nicolas.

Sentí un vacío en mi pecho tan solo pensar en ver todo eso destruido por el fuego. Porque cada espacio tiene un pequeño pedazo de mi madre, cada cosa que escogió ella en su momento sigue estando en el mismo sitio. Mi padre no quiso nunca mover nada por su respeto y me pidió que siguiera manteniendo el jardín que ella había sembrado.

Yo acepté contenta porque me hacía sentir más cerca de ella, hacer algo que ella amaba me hace feliz.

Al llegar a la puerta de mi habitación veo hacia la de Alex y me remuevo nerviosa, no debe estar dormido todavía. Quisiera tanto agradecerle, si no fuera por él estaría muerta. No puedo hacer como si no pasó nada, no puedo ignorar ese hecho. Camino hacia su puerta y me detengo, mi respiración empieza a acelerarse mientras mis sentidos se agudizan.

Todo esta oscuro, la única luz proviene del reflejo de la luna en la ventana al final del pasillo. Escucho cada pequeño ruido en el silencio de la noche, mi corazón bombea sangre con más rapidez.

Cada cosa que tenga que ver con Alex me pone los nervios de punta, me encanta, me enloquece pero también me aterra su lado malvado. Recordar lo cerca que lo tenía hace minutos en la piscina hace que mis mejillas se enciendan. Camino de un lado a otro comiéndome las uñas, esto es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida.

Venir a agradecerle a Alex -chico idiota que me odia y me rechaza-, nada más y nada menos.

Tomé valentía después de unos segundos, llené mis pulmones como si fuese a pelear y toque la puerta.

Una, dos... Tres veces. A la tercera vez ya me había rendido, lo más probable es que este dormido y yo soy una tonta. Al dar la vuelta para huir, abre la puerta.

— ¿Qué quieres? — su voz ronca y exquisita susurra con un tono bastante molesto. Yo quise derretirme, me paralice de espaldas a él.

Date la vuelta princesa de la idiotez y dale la cara al bombón. No es tan fácil, no presión.

Su tono de voz me hizo arrepentirme cien veces antes de voltear y enfrentarlo. Mirarlo de nuevo fue como un hermoso recordatorio de la maravillosa creación de Dios que vive en mi casa, me odia pero no pude ignorar el hecho de que esté para comérselo con pan tostado. Concentración.

—¿Te vas a quedar ahí babeando o hablarás? — no, bueno si un poco. Me molesta que me hablé así pero yo me lo busqué, toca agradecer y luego largarse.

Trague fuerte para enfocarme en sus ojos somnolientos y preciosos, él se encontraba de brazos recostado en el marco de la puerta. Su cabello estaba peinado hacia atrás y ya se había cambiado el short mojado. Su mirada decía "te odio, quiero asesinarte de mil maneras"  lo normal, lo de siempre. Ignoré ese detalle para unir palabras en mi mente y empezar a hablar antes de que me cierre la puerta en la cara.

— Deseaba agradecerte por... —me detuvo levantando la mano de forma irrespetuosa. Lo miré molesta, ya me estaban dando ganas de darle sus golpes.

— No hagas eso, no quiero tus gracias. Conformate con saber que lo hice por obligación, para salvarme a mí de tu papi — sus palabras empezaron a romper pedazos de mi dignidad. Me hice oidos sordos y lo empuje para entrar a su habitación — ¿Qué mierda haces?

— Te vas a callar y me vas a escuchar o no me salgo de aquí — ya los nervios se los había llevado quien los trajo y me sentía valiente. Me senté en su cama sin evitar observar las paredes y cada detalle de esa habitación, la televisión estaba encendida.

— Estas mojando las sábanas — dijo irritado para intentar acercarse a mí. Levanté la mano tal y como él había hecho anteriormente conmigo.

— No me toques, no hagas eso. Sabes las consecuencias... — sé que esta mal chantajearlo pero realmente quería que se calmara y me escuchara por unos minutos. No me importa que a él no le interese lo que diga pero yo estaré bien conmigo misma por agradecerle.

Me miró desconcertado, no se esperaba que yo dijera algo así. Me sentí cruel, no lo niego pero no me juzguen. Lo observé respirar y apretar sus puños con fuerza, estaba conteniendo la ira y espero de verdad que no me caiga arriba.

— Habla rápido — respondió tajante mientras caminaba hasta un mueble frente a mí, considerablemente lejos.

El ambiente estaba lleno de su aroma, su perfume, su jabón. Todo esos olores que me encantan de él. Toda la habitación es muy impersonal, él dormía aquí pero no había nada que lo caracterizaba, nada que te hiciese saber que aquí duerme.

— Deseaba agradecerte por haberme salvado la vida aunque tuvieses la opción de dejarme morir, podías ignorar mi existencia como lo has estado haciendo hasta ahora o podías haber ayudado a ahogarme. Tenías distintas formas de dejarme morir sin salir culpable frente a mi padre y no lo hiciste. No me digas ningún motivo, yo simplemente quiero agradecer. — sonreí mientras peinaba los mechones rebeldes de mi cabello loco — quisiera, si tu me lo permites, ayudarte a limpiar las heridas que te cause.

Hice silencio para esperar alguna respuesta de su parte pero no hubo nada, realmente estaba siendo un gran imbécil. Me desespere al punto de querer levantarme e irme de ahí, ya le había agradecido, ya no tenía porque seguir ahí. Lo observé unos segundos más deseando que me dijera cualquier cosa, su pose relajado con los brazos en sus rodillas y las manos entrelazadas sosteniendo su barbilla lo hacia ver irresistible pero su mirada oscura con esas ojeras marcadas te daban un empujón para alejarte.

Pasé las manos por mis rodillas calmando mi respiración, ya el frío de la humedad estaba actuando en mi sistema y mi cuerpo temblaba con violencia. Me levanté para largarme y lo miré por última vez.

— No sé qué pretendes con tu silencio pero te recuerdo que debemos seguir con el plan si quieres salir libre de aquí. Estamos perdiendo tiempo con esta distancia que has creado entre nosotros, no hemos seguido lo del libro y... — yo aquí como una tonta intentando hacerlo reaccionar. Me detuve cuando él se levantó del mueble y dio unos pequeños pasos cortando la distancia mientras su mirada me mandaba una ráfaga de hielo.

— Hoy — respondió tajante y me sentí aturdida por la cercanía. No me estaba tocando pero podía sentir su calor, mi piel empezó a reaccionar a su encuentro como si yo fuese hecha para él. Estaba confundida por sus palabras.

—¿H-hoy? — asintió con su rostro serio e inescrutable.

—Seguimos lo del libro — cerró los ojos unos segundos y disfrute de ese momento — justo ahora siento que te odio más que antes y... me abruma. No puedo lastimarte pero es lo que quiero.

Mi corazón se detuvo, esto era mi culpa. Que me odiase más es porque yo lo estoy queriendo, así es como funciona esta mierda de maldición. Esperaba con todo mi ser calmar este sentimiento porque si llegase a amarlo eso me mataría, posiblemente no podrá soportar verme sin atacarme del gran odio que sentirá entonces. Me da terror imaginarlo.

— Es mi culpa, lo siento — arrugó la nariz sin comprender, no quería aclararle nada. Sería innecesario decirle mis sentimientos — con el tiempo va creciendo el odio y pues no te lo había dicho.

— ¿Crees qué podremos sobrevivir a fin de año? — me observó con rabia apretando sus manos en puños. Yo no he dejado de temblar como pollito mojado.

— No lo sé, espero que si — suspiré su aroma para darme la vuelta y seguir mi camino.
— No estaría mal que me ayudaras con las heridas, ya que fue tu culpa — me detuve cerca de la puerta y como si me hubiesen dado dulces mi corazón empezó a bombear como loco.

— Tengo curitas y pomada en mi baño, déjame cambiarme y vuelvo — abrí para ir corriendo a mi habitación. Alex jugaba con mis emociones y me estaba sintiendo muy bipolar a su alrededor, puedo sentir todo en un solo momento. Justo ahora estaba estúpidamente feliz.

Empecé a quitarme la bata mojada y correr a buscar otra cosa para usar cuando Alex entra a la habitación sin siquiera tocar la puerta. Brinque asustada y me quedé estática mirándolo molesta, mi rostro lo sentí arder.

— Creí que te cambiarías en el baño o... — vi sus mejillas sonrojarse de la vergüenza para luego mirar hacia otro lugar de la habitación.

— Debería acostumbrarme a tus imprudencias ¿no? — empezó a caminar hacia al baño sin mirarme para luego cerrar la puerta. No evité reírme después de saber que ya no escucharía. Me coloqué una pijama de flores para luego observarme en el espejo y entrar al baño.

Alex se encontraba sentado a una esquina del jacuzzi jugando con sus dedos y los nervios revolotearon en mi estómago como mariposas asesinas. Empecé a buscar las curitas y la pomada, así como el alcohol para desinfectar mientras sentía su mirada en mis movimientos, eso era peor para mí.

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El siguiente capitulo vendrá con una linda sorpresa y un poco más de drama. Saben como soy.

No olviden votar y comentar. Los quiero un universo.

No me maten, tarde en actualizar porque vivo en Venezuela y tenía días sin Internet a punto de morirme. Ya tenía el capítulo de días, y tengo casi listo el otro capítulo.

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