Capítulo Dieciocho.
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"Ojos azul océano, al mirarme siento que
podría hundirme, ahogarme y morir" - Swift T.
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Alicia.
Lo observé detenidamente a través del cristal de los lentes, ese hombre era una perfección. Me atreví a hacer una pequeña comparación entre él y Alex, los dos eran polos completamente opuestos. Oscuridad y luz, hielo y fuego. Alex resultaba ser el chico perfecto para soñar una vida a su lado, el príncipe azul que toda mujer desea conocer. Mientras que Mac a primer vista podías considerarlo como un mujeriego para pasar una noche sin compromiso alguno, mala influencia. Pero si tomabas una lupa y detallabas sus personalidades notabas que no eran tan distintos, los dos tenían un corazón muy grande con deseos de amar incondicionalmente o es lo que yo creí.
Yo deseaba averiguar ese sentimiento esta vez con Mac, explorar cada sensación. Mi respiración estaba fallando y su cercanía me hacía sentir el calor que emanaba de su cuerpo bien formado lleno de tatuajes.
— Antes de quitármelos te advierto que si sientes con mucha intensidad el odio y las ganas de matarme cierra los ojos y aléjate. Así se te pasará — susurré temblando, por una extraña razón no sentía miedo.
Podía ver en sus ojos que no deseaba lastimarme y eso me agradó. Tanto como saber que me conocía de antes, aunque es un poco raro que me vigilara, debía averiguar esas cosas. Asintió serio y sentí mi corazón martillar contra mi pecho.
El tiempo pasó lento y perezoso.
Tomé aire para luego cerrar los ojos y lentamente ir quitándome los lentes. Bajé los brazos y el tomó los lentes para luego entrelazar nuestras manos.
— Quiero verte completa, Alicia — susurró frente a mí y sentí su respiración chocar con mis labios. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Los abrí y me quedé paralizada a centímetros de distancia, podía ver sus hermosos ojos negros cubrirse por el odio.
Nadie era exento de la maldición, mi corazón se detuvo entristecido, vencido nuevamente. El silencio nos envolvió en una burbuja y espere el momento en que se separara para no herirme. Espere cualquier cosa menos lo que ocurrió.
Una lágrima rodó por mi mejilla y él reaccionó, acercó su mano para detenerla y limpiarla. Lo observé perpleja, en su mirada se reflejaba una lucha interna y entreabrió los labios como si quisiera decir algo pero no lo hizo, los volvió a cerrar serio e inamovible.
Su mano bajó por mi rostro y llegó a mi cuello tocándolo como si fuese fina porcelana. Entonces en un movimiento ágil tomó mi cintura con su otra mano y me atrajo a él para robar un beso de mis labios.
No fue cualquier beso, yo sentí que estaba nadando en sus labios carnosos sabor a algún tipo de licor. Yo nunca había besado en mi vida, y el roce de labios con Alex no se comparaba en lo absoluto con esto.
A los primeros segundos me quedé paralizada procesando lo que estaba ocurriendo para luego corresponderle con todo. Podía sentir como mordía y succionaba mis labios sin timidez, experto en todo. Apretaba su brazo en mi cintura acercándome más a él como si eso fuese posible.
Yo tenía mis manos en su pecho apretando en puños su camisa exigiendo más cercanía de la que ya no se podía. Enrosque mis manos a su cuello en el momento que me pegó contra la ventana. El beso cada vez era más profundo y voraz, estaba abrumada experimentando todo esto a la vez. Era un sentimiento exquisito, una sensación magnífica casi mágica.
Se detuvo unos segundos sin separarse del todo, abrí los ojos que inconscientemente había cerrado por la intensidad del momento y me encontré de lleno con su mirada, una extraña combinación de luz con oscuridad, odio y deseo danzaban en sus pupilas. No podía comprender como podía aguantar el odio ¿lo hacía a un lado?
— Esperaba ese beso desde hace tanto tiempo bonita, que ni el odio más grande ni ninguna maldición lo iba a impedir — rozó levemente mis labios. Los sentí hinchados y me sonroje de tan solo pensar en segundos antes.
— ¿Por qué lo esperabas? —me atreví a preguntar. Le robé un pequeño beso porque lo único en lo que pensaba era en seguir besándonos, hasta que amaneciera. Quería seguir sintiendo esa sensación tan deliciosa y nueva.
— Me gusta lo imposible, lo inalcanzable y tu para mí eras eso. Todavía lo eres pero nadie sabe lo que siento, lo que quisiera hacerte — cerró los ojos y supe que el odio estaba fastidiando el momento. No se separó pero tampoco los abrió. Acaricié su rostro e ignoré el dolor que eso me causaba.
Lo besé nuevamente sin responder a nada, necesitaba sentirlo. Lo acabo de conocer y todo esto que estoy sintiendo es una locura. Me sentía la propia loca de carretera. Pero no me importaba, probé sus labios exquisitos y poco a poco empezó a profundizarse el beso cada vez más.
Bajó sus dos manos hasta mi cintura y se detuvo ahí apretando con fuerza hacia él. Separó sus labios y sentí un vacío.
— Cuando te empuje hacia mí, enrosca tus piernas en mi cintura ¿esta bien? — asentí y continuó el beso. Mi cuerpo temblaba y sentía el calor consumir mi ser. Entonces bajó sus manos hasta llegar a mis piernas y hacer lo que había dicho, no espere para hacer mi parte y abrazarlo para no caer.
Sonreí en sus labios como una tonta, él continuó devorandolos salvaje y me pegó a la pared, en ese instante sentí un bulto en su entrepierna chocar con la mía y soltó un gruñido. Sabía que era ese bulto, lo había leído en las novelas y visto en series pero nunca creí que me ocurriría. Eso significaba que él quería eso... y yo no me sentía muy preparada para dar ese paso, mucho menos en esa cama tan horrible.
Iba a separarme cuando alguien toca insistente la puerta de la habitación. En ese momento me baja y empieza a arreglarse la camisa, el cabello, a limpiarse los labios de mi labial rojo. Yo me sentía ofuscada y empecé a hacer lo mismo para luego sentarme en la cama, podía sentir mis mejillas arder tanto como mis labios.
— Abre imbecil, tenemos que largarnos —habla el hombre al otro lado y él me observa intrigado para luego señalarme los lentes. Después que me los coloqué, abrió.
— ¿Qué dices? ¿Qué pasó? — el tipo entró a la habitación para pasar su mirada analizando cada detalle, buscando algo raro. Yo trague fuerte un tanto nerviosa por su escrutinio.
— El jefe llamó y debemos irnos de una para el hueco — afirmó viéndolo molesto. ¿El hueco? Me sentí frustrada, realmente no sabía que ocurriría conmigo y a dónde me llevarían. Sentía que estaba perdida y no volvería a ver mi padre, ni a Alex. Pero en mi interior, algo me hizo entender que eso era lo mejor, ellos debían empezar una nueva vida sin mí, sin el daño que les causaba mi existencia.
— ¿No dijo por qué o qué? — negó para luego caminar hacia la entrada. Estaba en expectativa de cada palabra deseando saber más de nuestro paradero.
— Muévete niña — ante su orden me levanté asustada. Busqué mi bolso temblando de miedo mientras Mac buscaba su arma para luego salir de la habitación. Ese hombre sí me daba terror, podía apreciar la oscuridad en sus ojos, la frialdad.
Bajamos juntos hasta el auto después de entregar la llave de la habitación. Subimos a él tan rápido como salimos del motel. Me abracé a mi misma con el terror corriendo mis venas, no sabía a dónde iríamos y eso me estaba desesperando.
Mac se acercó un poco rozando nuestros brazos para luego tomar mi mano a escondidas del conductor. La tomó con fuerza transmitiendome su fuerza, su aguante pero nada podía calmar mi ansiedad. Me llevarían con el jefe ese y sabrá Dios qué hará conmigo.
— No tengas miedo bonita, no dejaré que te lastimen así tenga que matarlos a todos — susurró en mi oído para que nadie más escuchara. No evité mirarlo, sus ojos hermosos me veían con tristeza como si supiera todo lo que iba a suceder y tenía miedo, por él y por mí. Apreté su mano aguantando no llorar.
Miró de reojo hacia el hombre conduciendo y luego dejó un casto beso en mis labios tan rápido como un suspiro. Seguimos en silencio todo el camino, nunca más soltó mi mano y se lo agradecí.
Seguía sin comprender esto que estábamos viviendo. Cómo podía ser posible compenetrarnos de esa manera en tan poco tiempo. Estar a su lado me hacía olvidar mi pasado y deseaba besar sus labios cada dos segundos.
No voy a mentir diciendo que ya no siento nada por Alex, lo sigo queriendo, pero sé que si desaparezco él estará feliz. Mi padre lo dejará ir y así podrá estar con su enamorada, cumplir sus sueños y eso es lo que quiero para él más que tenerlo encerrado solo para mí viéndolo desvanecerse cada día.
Por otro lado, mi padre podrá seguir su vida sin la tortura de que su hija no consiguió el amor. De salvarme de esta maldición. Estoy decepcionada por todas las cosas que nos ha hecho pero no dejo de amarlo y querer su felicidad, su paz.
Pasó más de una hora y podía ver como nos alejabamos de la ciudad, los grandes árboles era lo único que adornaba los alrededores del camino. Ya pronto amaneceria y el cansancio me estaba absorbiendo, no quería dormir, estaba aterrada pero mi cuerpo lo estaba pidiendo a gritos.
— Falta poco — anunció Mac como si hubiese leído mis pensamientos. No respondí, no tenía ganas de hablar ni de nada. Deseaba que esto acabara lo más pronto posible.
A los minutos cruzamos por un camino de tierra a mitad de la nada y el auto se detuvo por unos hombres armados atravesados en el camino. El conductor le dijo "traemos el paquete del Dragón" y ellos asintieron para dejarnos pasar. ¿Qué significaba el paquete del Dragón? Yo seguramente era el paquete pero ¿quién era el dragón? Odiaba no entender nada.
El auto se adentro en una oscuridad terrorífica y solo las luces del mismo nos daba acceso a ver lo que se presentaba frente a nosotros. Después de un rato cruzamos hacia la derecha y pude observar una gran cabaña, nos detuvimos y bajamos rápidamente.
Mac me tomó por el brazo para ayudarme a caminar. Detallé la cabaña de un solo piso pintada de blanco con un lindo jardín lleno de flores. Cuatro hombres armados nos esperaban cerca de la puerta y sabía que esta gente era muy peligrosa ¿qué eran? ¿Vendedores de personas o narcotraficantes? Algo muy malo deben ser, estoy más que segura. Y Mac está metido de lleno en este mundo, sentí como mi corazón se estrujaba dentro.
Hubiese deseado conocerlo en otras circunstancias, en otra vida quizás. Los dos estábamos sumergidos en un gran problema imposible de salir y poder vivir para estar juntos ¿cómo había podido dominar el odio? En sus besos podía sentir la pasión y el deseo que sentía, no había rencor en ellos.
Los guardias me miraron para luego hablar con el hombre que nos acompañaba, el cual seguía desconociendo su nombre. Mac no me había soltado en ningún momento y eso me daba un poco de calma. Entramos y sabía que a partir de aquí las cosas iban a estar peor.
Observé el lugar, era más grande de lo que aparentaba por fuera, blindado hasta el tope y lleno de guardias por todos lados. Los lujos del sitio no pasaban por desapercibido, los cuadros en las paredes, la sala frente a nosotros llena de flores con los muebles color mostaza. No había ventanas pero el aire acondicionado nos mantenía fríos sin sofocarnos.
Habían dos pasillos a cada lado lleno de habitaciones, mientras que en el medio de ellos estaba una fuente de mármol con una mujer desnuda montada en un tiburón, el cual botaba agua por la boca.
— Mac, vamos con el jefe de una vez para que nos diga qué haremos con ella — asintió para luego seguirlo por uno de los pasillos. Empecé a sudar frío, mi cuerpo temblaba de miedo porque conocería al enemigo principal de mi padre, él cual posiblemente hará que me lastimen.
Observé a Mac pidiéndole explicaciones, que me diera una señal de que todo estaría bien, algo que no podía asegurarme pero lo necesitaba. Nos detuvimos frente a una gran puerta de madera doble y bordes dorados, detalles de hierro dorado.
Antes de siquiera tocarla una mujer abrió las puertas de par en par mostrándonos todo el interior. Mi vista hizo un rápido escaneo a la mujer, cabello castaño rojizo que resaltaba sus ojos verdes, piel bronceada y hermosos rasgos. Le calculaba unos treinta o menos, nos observaba con diversión y malicia como si lo supiera absolutamente todo, y quizás así era. La única pérdida aquí era yo.
Se movió a un lado para dejarnos pasar sin dejar de ver a punto en específico con completo deseo, Mac. En esos segundos ya se había vuelto mi enemiga, aunque ciertamente no estaba muy pendiente de celos y esas cosas si iba a conocer al monstruo que me secuestró.
Dejé de verla para prestarle atención a la habitación que se mostraba frente a mis ojos, era amplia y hermosa donde las paredes estaban cubiertas por obras de artes pintadas con sumo cuidado y esmero, no había ventanas pero no eran necesarias por el aire acondicionado. El piso y el techo eran madera oscura como la puerta.
Entramos y al girar hacia la derecha había un escritorio de mármol con figuras esculpidas, pero eso no fue lo que llamó mi atención sino la persona tras ella.
Me quedé paralizada sin mover ni un solo músculo provocando que Mac también detuviera sus pasos para luego mirarme frunciendo el ceño. Él no sabía la colación que había en mi interior, creí que me daría un infarto, me faltaba el aire y sentí que desmayaria. No sé cómo me mantuve en pie, intentaba procesar lo que veían mis ojos y no podía dar crédito de eso. Las lágrimas se acumularon en mis párpados y mordí fuertemente mis labios para no desmoronarme ¿esto era una clase de chiste?
El hombre frente a mí era mi padre.
Mac me empujó hacia adelante para que me moviese un poco más, yo no reaccionaba. No tenía sentido ¿Nicolas había sido tan enfermo como para secuestrarme y hacer creer que había sido su enemigo? A este punto nada de él me sorprendía pero no conectaba en lo absoluto.
Él me miraba con curiosidad detallando cada una de mis expresiones, aguantando las ganas de burlarse. Rodeó el escritorio para poco a poco acercarse a mí, no sentía mi voz ni mis sentidos, mi corazón se había detenido y deseé morir.
— ¿Padre? — fue lo único que pude pronunciar mientras detallaba su nuevo corte de cabello bastante inusual y su vestimenta casual ¿él era dueño de este lugar? Significaba que estaba metido en algo malo, algo desconocido para mí.
Una burla de la mujer a metros de distancia me desconcertó. Cerré los ojos para soltar algunas lágrimas que quemaban mi ser. Ya nada en mi vida tenía sentido, todo era una maldita farsa y yo había sido el payaso de la obra.
Él hombre frente a mí negó divertido.
— Soy tu tío, princesa — habló ampliando su gran sonrisa de burla. En sus ojos podía ver la maldad, era un ser frío ¿mi tío? Mi padre era hijo único, era imposible. Mi cabeza estaba a punto de explotar.
— No, no entiendo — su manera de caminar de un lado a otro saboreando el momento, como me observa de vez en cuando me hacía saber que no era mi padre pero el parecido era completo, tenerlos a los dos en una habitación pudiese ser difícil identificar quién es quién.
— Tu querido padre tiene un hermano gemelo, fin — se acercó hasta quedar a centímetros de mí rostro empapado, Mac apretó mi brazo para transmitirme confianza, para que no olvidara que él estaba a mi lado. Cuidándome.
— Es imposible, él me había dicho que era hijo único y.. — tomó mi quijada con una mano firme y fuerte.
— Te mintió chiquita — sonrió para luego soltarme — ahora que estas aquí, te vas a divertir con tío Dexter — observó a Mac para luego ordenar — llévala al sótano, estas encargado. Si le sucede algo sin mi consentimiento sabes lo que puede pasar.
— Si señor — habló Mac serio y obediente para luego empezar a empujarme hacia la puerta pero yo no deseaba irme, necesitaba saber más. Conocer la verdad de mi familia, de todo lo que me ha ocultado Nicolas.
— ¡No por favor! Yo-yo quiero que me explique todo — grité desesperada e intenté forzar con Mac para que me soltara pero él no lo permitía — ¡Sueltame por favor! ¿Qué me van a hacer?
La castaña camino hacia donde estaba y sin pensarlo me dio una bofetada fuerte para luego marcar sus uñas largas en mi mejilla. Los lentes cayeron al suelo y cerré los ojos antes de poder defenderme, si me dejaba ver las cosas se pondrían peor de lo que ya están.
— Cállate niña insoportable — su voz me hacía saber que estaba a centímetros de distancia, temblaba de impotencia con ganas de romper su cara. Intenté calmarme, pensar en otras cosas para no caer en su provocación, no abrir los ojos por nada del mundo.
— Señor, ella necesita los lentes para no desatar su maldición en las demás personas — escuché hablar a Mac mientras sostenía mis manos por la espalda como una delincuente. Después de un rato sentí como colocaban los lentes nuevamente en mi rostro. Abrí rápidamente los ojos para ver la mueca burlesca de la loca que me había lastimado.
— Si vuelves a gritar perrita, juro que te cortaré la lengua y nadie me detendrá porque soy la única reina aquí ¿me entiendes? — su voz irritable y amenazante la hacia ver más despreciable. Me quedé en silencio porque sabía que era cierto.
Entonces me dejé llevar por Mac hacia el final del pasillo y bajar unas escaleras oscuras. Nadie más estaba con nosotros, solo éramos él y yo. Sin embargo el silencio abrumador estaba consumiendonos, se encontraba a mi lado pero lo sentía a kilómetros de distancia.
Me sentí sola, mi mejilla ardía como nunca pero la rabia no me dejaba llorar. Toda la información que había descubierto me estaba destrozando. Mi padre tenía un hermano que nunca conocí, sus padres habían muertos y no teníamos más familia que nosotros dos, así crecí y me sentía en un engaño.
Caminamos por un pasillo oscuro con celdas a cada lado como una cárcel, el frío del lugar se colaba por mis huesos. Nos detuvimos frente a una de ellas, completamente vacía con un inodoro sucio en una esquina y nada más.
— ¿Me harán daño verdad? — susurré apenas audible con todo el miedo cargado en esa interrogante. Él abrió la puerta en completo silencio ignorando mi sufrimiento, mi dolor y como me desvanecía en sus manos. Entró conmigo a la celda y se detuvo frente a mí observándome con detenimiento.
Yo moría por sus palabras, por saber qué ocurriría conmigo y si él realmente iba a cumplir con su promesa de no dejar que nadie me lastimara ¿es qué a caso me había mentido? La oscuridad y los lentes no me dejaban ver su mirada con claridad. Su silencio me estaba desgarrando y la rabia hervía en mis venas.
— ¡Dime algo, Mac por favor! — me desmorone frente a sus ojos y las lágrimas no esperaron en rodar, en irse con mi autocontrol. Empecé a empujarlo y zarandearlo para que hablara pero no sucedió. Me tomó por las muñecas para detenerme y cuando lo hice me soltó como si mi piel le quemara y se largó, se fue como si fuese una completa extraña, una desconocida.
Terminé arrodillada en el suelo abrazando lo que quedaba de mí con el corazón hecho cenizas, mi mente hecha un lío y con más deseos de morir en ese mismo instante que en toda mi vida. Desaparecer.
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Resulta que el enemigo es sangre de su sangre. Mac se vuelve frío y distante ¿alguien sabe por qué?
Alicia probó lo que es un buen beso ¿están de acuerdo que haya sido con ese chico nuevo y peligroso?
Nos vemos pronto criaturas, recuerden votar y dejarme su opinión.
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