Capítulo Cuarenta y Tres.

Dirigiéndome a quererte mucho más que a mis deseos - Chayanne.

Estaba entre la vida y la muerte, la mitad de su rostro se lo había devorado el fuego de la explosión, su brazo izquierdo estaba destrozado. Todo por donde miraba era sangre y quemaduras graves.

Lo más seguro es que no pudiera aguantar por mucho tiempo. Me acerqué a él con cautela, no quería ni tocarlo por miedo a herirlo. No tenía los recursos aquí para ayudarlo, para calmar su dolor. No quería perderlo así, a pesar de todo lo que nos ha hecho, no quería esto para él.

- Respira lento, concéntrate en aguantar ¿Bien? No te rindas que debemos encontrar a Alicia y te necesitamos para eso - Nicolas cerró los ojos y vi una lagrima caer de ellos. No podía imaginarme el dolor que estaba sintiendo en este momento.

- No - susurró muy bajo, casi no separó los labios - N-necesito que va-yas ­- su garganta temblaba por el esfuerzo que implementaba para pronunciar cada palabra - Necesito que... la salves. De-jame aquí.

- No puedo dejarte aquí, es muy peligroso y el frío te mataría. Aguanta por favor, me quedaré aquí contigo hasta que baje el humo y se disperse la neblina. Hay que encontrar a los otros que quedaron vivos y seguir con la misión - mi voz se quebró con la última oración.

Esta situación me afectaba, la cantidad de hombres que había venido al rescate y que posiblemente estén muertos. Dejando a sus familias completamente solas.

A veces actuamos conforme a nuestro beneficio, creemos que eso es lo mejor para tener éxito e ignoramos totalmente nuestro alrededor, tomamos las decisiones sin consultar a los demás, sin importarnos cuanto puede afectarle a ellos esa acción. Creo que ese es el más grande acto de egoísmo.

Pensé en la perdida de cada uno de ellos, recordando sus rostros mientras me quitaba el abrigo y cubría el brazo herido de Nicolas.

No podía hacer más que intentar mantenerlo caliente.

Busqué el bolso que había llevado y le ayudé a colocarlo como almohada para que no se ahogara con su propia saliva, la respiración le costaba porque su nariz sangraba y la única vía era por la boca.

- No hagas esto, ve por ella - expresó como pudo. Negué sin decir una palabra y cuidando sus pulsaciones - Estamos per-perdiendo el tiempo, joder.

- No puedo ir solo, seguramente estará blindado con otros hombres y me matarían al instante - empezó a tantearse el bolsillo del pantalón con su mano derecha, saco su celular y me lo tendió temblando.

El frío nos estaba afectando mucho, era insoportable a punto crítico y tenía miedo de perderlo por ese hecho.

- Marca, marca a Abel, pídele más gente - tomé el teléfono, esa era buena idea pero llegarían en una hora. No sé si él aguantaría hasta entonces, si todos aguantaríamos.

Hice lo que me pidió, llamé y le expliqué todo lo que nos había pasado, le pedí los utensilios que necesitaba para calmar el ardor de las quemadas, para que así lo lleven al hospital más cercano. A él y a todo el que consigamos con vida.

- En una hora seguiré con la misión, con la ayuda de Dios la conseguiremos con vida. Pero no quiero darle la mala noticia de tu muerte, así que sigue aguantando. Haz algo por ella por una vez en tu miserable vida - me dio una sonrisa de lado.

- Te agradezco todo lo que haces por mi familia, sé lo mierda que he sido, que deberías odiarme al punto de desear mi muerte. - tomó aire y espero unos segundos recuperando energías para continuar, lo iba a detener, porque lo mejor era que no hablara, pero sabía que no haría caso - Que fácilmente pudiste huir en uno de esos autos al momento de la explosión. Pero te q-quedaste, pero estas aquí pidiéndome que siga aguantando. Y eso, eso vale mucho para mí - expresó con total sinceridad.

Sabía que esta vez no estaba usando sus tácticas para el control, esta vez me hablaba con honestidad. Y tiene razón, yo debí abandonarlo pero siquiera pasó por mi mente esa opción ese instante.

- No te odio, pero estoy decepcionado de tus actos. No eres una buena persona, lo sabes, sabias el daño que nos estabas haciendo e igual no nos liberaste de eso. Pero no es momento de recordar, ya las cosas pasaron, ya no se puede hacer nada al respecto - respiré profundo ignorando los malos pensamientos que empezaron a atacarme.

- Perdóname por todo eso, por haberte robado tanto, por arruinarte la vida de esta manera cuando no lo merecías, ninguno de los dos... Sabes que no voy a salvarme, estoy muy herido y no respiro correctamente - cerré los ojos, yo lo sabía pero no quería aceptarlo, no hasta intentarlo todo - Necesito que me escuches atentamente, salva a Alicia, protégela, no la abandones por favor.

- Conmigo no le pasará nada, yo no lo permitiré. Ella es... muy importante para mí, una amiga - sonrió con tristeza, como si mis palabras no lo satisficieran. Pero era todo de mí, todo lo que podía asegurarle.

- Siempre quise que ella pudiera conocer el amor a través de ti. No lo hice de la manera correcta, estaba desesperado, pero esas fueron mis intenciones - suspiró agotado, cerró los ojos en señal de que ya las fuerzas no le daban. Lentamente la vida se le estaba escapando de las manos y yo no podía hacer nada para evitarlo - sin embargo, me alegra que haya ganado tu amistad. Me hace sentir tranquilo que contigo estará bien. Confío en ti, Alex.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, me dolía verlo morir, nunca había presenciado algo así de cerca, así de real. Y a pesar de todo, me afectaba. Sabía lo que él representaba para Alicia y que iba a sufrir su muerte, porque era todo lo que le quedaba.

Pensé en lo mucho que ha sufrido en el transcurso de su vida. Que la felicidad para ella resultaba casi inexistente ¿En algún momento se sintió feliz realmente? ¿Lo había experimentado? No estaba seguro.

- Aguante todo lo que pueda - coloqué mi cabeza en su pecho, sus latidos eran débiles, cada vez más. Sabía que se estaba dando por vencido. Apreté su mano derecha - Yo lo perdono señor Nicolas y estoy seguro que su hija también lo hará.

El frío me había tapado la nariz y solo podía respirar escasamente por la boca, nunca había estado en un momento tan crítico como este. Con la familia Robert mi vida se ha mantenido en una montaña rusa donde no hay tranquilidad en ningún segundo.

- Qui-quiero que hables con ella, que le digas que nunca la dejé de amar a pesar de mis errores. Y que la muerte de su madre no-no fue su culpa sino mía - yo escuché atentamente aunque estaba perturbado y confundido - Si tienes la oportunidad de ver a mi hermano en persona, dile que me perdone por la muerte de nuestros padres.

Era la primera vez que lo escuchaba decirle hermano al Dragón.

Me quedé en completo silencio, viendo en dirección a la neblina, pensando en la infinidad de cosas que habrá hecho Nicolas y por las cuales debe arrepentirse.

No tenía idea que llevara consigo la culpa de la muerte de sus propios padres, de su esposa.

Era un monstruo, un ser despreciable que tuvo una de las peores muertes y yo tuve que presenciarla. Sentí tristeza por las personas a su alrededor, y lastima por él, por no poder disculparse directamente con los que le importaba.

Justo ahí, minutos después soltó el último aliento para quedar profundamente dormido en la muerte. Tomé sus pulsaciones, su corazón se detuvo. Lo observé por una cantidad de tiempo indefinido, las interrogantes se acumularon una a una en mi mente, todas sin respuesta.

Que Nicolas muriera significaba tantas cosas, buenas y malas, no podía imaginarme hasta qué punto. Pero sabía que eso no solo nos afectaría a nosotros, sino al pueblo entero.

Él era una personalidad, líder de la más grande banda de narcotráfico y dueño del único banco en Villacoral.

Pero mi mente se enfoca en lo que realmente me preocupaba, Alicia, siendo su única hija pasaba a ser heredera de todo, lo quisiera o no, le tocaba responsabilizarse y no estaba preparada a enfrentarlo sola, yo no podía dejarla sola, de ninguna manera.

La hora pasó sin notarlo y la ayuda llegó tarde para él. La luz del sol por la mañana disipó la neblina y el humo, permitiéndonos ver todo el desastre que la explosión había provocado. Las personas que había perdido la vida esparcidos por todo el patio.

Abel me hablaba pero sus palabras no eran procesadas correctamente, me sentía embotado, perdido, perturbado y bastante frustrado. Como pude me levanté del suelo, no me importó la sangre que llevaba esparcida por varias partes de mi cuerpo, no me importó el dolor al respirar, deseando encontrar a mi compañero.

Mi corazón estaba comprimido a un punto asfixiante, busqué a Mason con la mirada, solo veía cuerpos inertes e irreconocibles por el fuego. Cualquiera podía ser él.

Hasta que lo ví sentado en una camilla recibiendo primeros auxilios a una distancia considerable del desastre.

Caminé como pude hasta donde estaba, quise abrazarlo, agradecerle al cielo por su vida y por los otros cinco que sobrevivieron. Era un milagro.

- Mason - no detuve el llanto, ya esto me sobrepasaba en gran manera. Él me dio su mejor sonrisa a pesar de las quemaduras en su abdomen, brazo y pierna derecha. Era un guerrero.

- No seas un llorón, hay que ir a buscar a tu pajarito - me limpié el rostro soltando una risa irónica, cómo era que tenía esa actitud en un momento como este. Yo no podía verle el lado bueno, no ahora.

Abel tocó mi hombro por detrás haciendo que diera un salto. Seguía a la defensiva y no era para menos.

- Necesitamos que des las ordenes, de ahora en adelante eres el jefe en esta misión - sentí la responsabilidad caer como piedras pesadas, pero no podía acobardarme, lo haría por Alicia. Todo por ella.

Observé a Mason, él ya no podía seguir con nosotros. A todos ellos los envié al hospital más cercano, mientras nosotros nos poníamos en marcha. Me detuve un momento cerca de la cabaña, de la misma no quedaba prácticamente nada, la estructura inocente que vimos al llegar se había vuelto solo escombros. Pase la vista por todo el lugar, no sabía dónde podía estar escondida, no tenía mente para pensar con claridad.

- Debemos rodear el bosque unos cuarenta metros de distancia. Hay que buscar hasta debajo de las piedras - informé a los veinte hombres que había traído Abel.

Ellos empezaron la búsqueda mientras yo intentaba poner mis ideas en orden. Me sentía bastante aturdido por todo lo que había ocurrido la última hora. Caminé en círculos por todo el lugar, no había más que árboles y vegetación.

Después de más de una hora me regresé al mismo punto, algo estaba ignorando. Observé alrededor de lo que quedaba de la cabaña. Sentía que algo estaba pasando por alto y no podía ver qué era.

Estaba bloqueado, las imágenes de la explosión y los cuerpos quemados era todo lo que pasaba una y otra vez por mi cabeza, como una película de terror.

Hasta que las marcas en un árbol llamaron mi atención, eran equis, como esas señales que se hacen para no perderte en el camino.

Las seguí.

Más y más equis aparecían, el gran bosque me cubrió en su oscuridad y tuve que ayudarme con una linterna. Escuché unos pasos acercarse y rápidamente apagué la linterna para cubrirme con un tronco. La sombra venía con otras dos más, no podía ver sus rostros, un movimiento en falso y podía morir.

Mi corazón se detuvo unos segundos y no respiré cuando una de las linternas pasó por mi dirección, me escondí lo más rápido que pude.

Esperé unos minutos, lo más seguro es que no me hayan visto pero no podía evitar la adrenalina del momento, el ser descubierto. Me sentía cada vez más cerca de ella y no podía dejarme vencer.

¿Serán aliados de Mac? ¿Y si era ese malnacido? Tenía tantos deseos de enfrentarlo, de asesinarlo con mis propias manos. Esperé por el bien de la misión.

Cuando el silencio volvió a reinar en el ambiente, ya no se escuchaban pasos, me llené de valentía para volver a echar un vistazo. Y al momento de prender la linterna, me encuentro de frente con un arma apuntando mi cabeza. El alma se me fue a los pies, me sentí derrotado.

- Muy bonito Alex ¿No sabe que debe estar siempre acompañado? - Enfoqué la mirada en la voz detrás del hombre que me apuntaba. Abel. Solté todo el aire que estaba conteniendo.

- Creí que eran de la banda de Mac - suspiré frustrado - creo que por aquí es el camino, estoy casi seguro de eso.

- Imagínate si hubiese sido uno de ellos, estuvieses muerto ya. No sabes esconderte - se burló - Nosotros vimos cuando entraste al bosque y te estamos siguiendo desde hace unos minutos.

- Sigamos entonces, manténganse alerta - continuamos el camino guiándonos por las equis. El tiempo pasaba y parecía interminable. No se presenciaba luz por ningún lado.

- ¿No ha pensado que puede ser una trampa para distraernos? - esa interrogante me hizo dudar. Pero no me rendí, necesitaba saber a dónde conducía ese camino.

Como si se lo hubiese pedido al cielo, una luz empezó a visualizarse a una distancia considerable. Era esperanza para todos, un rayito de probabilidad.

Corrí a ella como si mi vida entera dependiera de alcanzarla, sentía que el tiempo era casi nulo. La imaginé del otro lado, siendo ella con su rostro de ángel pero obviamente no la encontraría así de fácil.

Al tocar el ultimo árbol al final del camino, un hermoso estanque se presentó frente a nuestros ojos, cristalino e irreal. Con un ecosistema completamente contrario a lo que mostraba el bosque y sus alrededores.

Entonces recordé la mención de este estanque en la conversación que tuvimos. ''Un sótano cerca del estanque''.

- Estamos cerca, joder. Este es el estanque. Busquen sus alrededores. Abran bien los ojos, un sótano debe estar por aquí - se retomó la búsqueda en ese lugar, solo éramos nosotros cuatro y los animales que habitaban ahí.

Cuando nos vimos fuera de peligro, me acerqué al estanque para tomar un poco de agua, me sentía contaminado todavía por todo el humo que había adsorbido anteriormente. Los demás también lo hicieron y seguimos la misión.

Hasta que uno de ellos vio una puerta vieja escondida entre los árboles. A lo lejos la observamos por unos minutos, poco a poco nos fuimos acercando, con cuidado y viendo los alrededores. No sabíamos lo qué podíamos encontrar, qué se ocultaba en esa puerta.

Preparé mi arma para cualquier cosa. La rodeamos a una distancia considerable. Y entonces decidí dar el paso, no era momento de perder tiempo. Cuando estaba por abrirla empezó a moverse, la estaban abriendo del otro lado.

Retrocedí tres pasos rápidamente y me preparé para encarar a la persona detrás de ella.

El tiempo se detuvo justo en ese instante cuando nos vimos cara a cara, después de tanta espera lo tenía frente a mí. Después de tanto daño, tantas muertes.

Se quedó estático en la puerta pero no estaba sorprendido, su sonrisa psicópata y retorcida se formó ampliamente.

Este era el verdadero Mac, un monstruo.

Yo solo deseaba borrarle esa cara de un tiro en la frente, pero me contuve, por Alicia.

- Llegaste tarde querido Alex, treinta minutos tarde - soltó una pequeña risa diabólica, entonces no me pude contener.

Lo tomé por la camisa llena de sangre seca, su rostro, estaba seguro que esa sangre era de Alicia. Lo acerqué a mí, la rabia corría por mis venas quemando todo a su paso. Él no se inmutó, se veía satisfecho y feliz, ese sentimiento reflejado en su rostro solo me transmitía escalofríos, miedo.

No podía ser, Alicia no podía estar muerta.

- Cállate maldito infeliz, te voy a matar - inclinó la cabeza unos centímetros a la derecha.

- Ya cumplí mi cometido, no me importa morir - su voz era terrorífica, este tipo estaba loco.

- Sosténganlo antes que cometa una locura. Vamos a buscar Alicia - dos de mis hombres lo tomaron por la espalda mientras Abel y yo nos dirigíamos a lo que conducía la puerta misteriosa.

Bajamos unos escalones en completa oscuridad para llegar a un sótano, pero lo que me dejo petrificado fue lo que vi en él. No puedo describir lo que sentí, la imagen era horrible, todo el ambiente hedía a sangre, su sangre.

Alicia se encontraba sentada en un charco de sangre en el suelo del lugar con la misma ropa que la vi aquella última vez, su cabello tapaba todo su rostro y sus brazos reposaban a cada lado de su cuerpo inerte con varias cortadas verticales.

Mi cabeza dio mil vueltas cayendo al suelo de rodillas, no había logrado llegar a tiempo y verla así me rompía el alma, mi estómago no soportó más y vomité.

Abel tocó mi hombro en consolación.

Esto me sobrepasaba en gran manera. Cerré los ojos con fuerza pidiéndole al cielo que todo fuese un mal sueño, despertar y verla por ahí caminando con su libro favorito. Con sus sencillos vestidos de flores, con su cabello mal cortado que intentaba ignorar.

Me dolía como nunca creí que me dolería. Saber que nunca más escucharé su voz, su risa, que nunca la veré volar como quería. El tiempo se detuvo y no quiso seguir andando, yo no quería enfrentar el mundo sin ella. No quería aceptarlo. ¿Hasta cuándo más perdidas?

Levanté la vista una vez más y ya no estaba, las paredes habían desaparecido, y seguíamos a un lado del bosque cerca del estanque. No había puerta, no había sótano.

Era una alucinación.

¿Pero cómo? Todo había sido demasiado real, me quedé en el suelo por unos segundos sin poder comprender nada. ¿Me había vuelto loco? ¿Estaba soñando? Observé a Abel, seguía viendo hacia el mismo punto con los ojos rojos.

- ¿Qué ves? - le pregunté colocándome de pie. Esto no podía ser cierto.

- Alicia, señor. Pobre niña, no merecía morir de esa manera - Él me miró desconcertado para devolver su vista a ese punto, yo le seguí la mirada pero no podía ver nada. Solo era tierra y árboles. Necesitaba una explicación o sentía que iba a perder la razón en cualquier momento.

Eché mi vista hacia atrás, Mac no estaba y los dos hombres se encontraban agarrados de manos viendo hacia nosotros pero sin mirar realmente.

Era como si estuviesen en otra dimensión y yo había despertado. Habíamos caído en una distracción pero ¿Cómo? Observé nuestro alrededor, no había nadie.

¿Dónde estaba Alicia realmente?

Sentí la esperanza volver a mi cuerpo porque todo era una mentira, porque todavía seguía con vida, estaba seguro de eso.

_________________________

Este capítulo esta bien loco ¿No creen? Tuve días imaginando cada detalle, creo que hasta lo soñé. En el siguiente veremos lo que ocurrió realmente con Alicia.

¿Creen qué Alex la encontrará a tiempo? ¿Cómo entraron en esa alucinación? ¿Alguien pudo notarlo? ¿Cómo Alex pudo salir de ella?

A veces las cosas que se ven inofensivas esconden la peor oscuridad.

Denme amor y no me odien, no saben lo feliz que me hacen sus comentarios.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top