Capítulo Cuarenta y Siete
''Atrápame con esos ojos verdes mientras se van las luces. Dame algo que me cubra cuando no estés cerca'' - Taylor S.
Alicia.
Resultaba patético que él pretendiera hacerme creer que me ama, yo no puedo ser amada y nunca lo seré. Todas las personas a mi alrededor solo desean destruirme y estoy tan cansada de engañarme, de esperar que algún día alguien pueda amarme.
Ya esa Alicia murió junto con todos esos sueños e ilusiones estúpidos.
Es cierto que se sienten diferentes sus besos, en sus ojos no puedo ver odio, pero quizás es cuestión de tiempo, quizás la maldición este debilitada, en cualquier instante aparecerá y seré nuevamente arrastrada con ella..
No podía bajar la guardia, estaba esperándola.
Estaba paralizada observando el lugar donde había estado Alex minutos atrás, tenía razón cuando dijo que solo quería utilizarlo para olvidar, pero ¿Cuándo hemos dejado de utilizarnos para nuestro propio beneficio? ¿Ahora estaba en contra de eso?
Recordar su mirada de tristeza, todo lo que hablamos e hicimos, seguía procesando cada información y sentía que iba a enloquecer.
¿Milian había muerto? ¿Por qué?
Me abracé a mí misma para no derrumbarme, en ese instante quise no haber despertado nunca, tanta mala noticia me tenía en un agujero negro de frustraciones y ansiedad.
Alex no me ha contado ni la cuarta parte de todo lo que ha ocurrido en mi ausencia y me aterra. Intento moverme, poner en blanco mi mente.
Me decidí ignorar cualquier pensamiento, enfocando toda la atención en mí y lo que necesito ahora. Me detuve frente al espejo sin ropa, sabía que había una cámara en alguna parte de la habitación, y quise ser atrevida e incomodarlos.
Peiné mi cabello lentamente mientras observaba mi reflejo, las marcas en mis brazos me afectaban de una manera que no podía ignorar, ese sentimiento de rabia no dejaba de aparecer, estaba débil.
Ese maldito bastardo mató a mi familia, asesinó mi alma y ya no queda nada bajo mi piel. Aunque intente borrar sus besos de mi cuerpo con Alex, no puedo, odio todo esto.
Busco en el armario algo que usar, tomo cualquier cosa porque da lo mismo. Una bata para estar cómoda.
Si mi padre está muerto ¿Quién hizo esta casa? ¿Quién domina a todos esos guardias alrededor de ella?
Decidí volver a revisar cada espacio, quería huir lejos o terminaría lanzándome de la azotea pero necesitaba un plan.
Abro la puerta, el pasillo se encuentra a oscuras, solo la luz de la planta baja alumbra hasta la puerta de mi habitación. Una brisa fría se cuela por la ventana abierta y el escalofrío detiene mi cuerpo, siento la mirada sobre mí.
Intento no caer en paranoia buscando algún interruptor, pero me paralizo al ver hacia el fondo del pasillo.
Esos ojos negros los conocía muy bien.
Mac ha vuelto, sabía que era él. No estaba muerto.
Las alarmas no dejaban de estar en rojo en mi cabeza pero mi cuerpo entero estaba congelado. No podía moverme, empecé a temblar. Odiaba esta maldita debilidad.
Los segundos se volvieron minutos y esos ojos no dejaban de verme como un depredador, esperando cualquier movimiento.
Vamos Alicia reacciona, no puedes dejarte vencer. Grita, haz algo.
Escuché sus pasos acercarse lentamente, podía imaginar su sonrisa siniestra.
Mi cuerpo despertó y empecé a acercarme a la baranda. Debía correr por esas escaleras pero no podía perderlo de vista.
Caminé lentamente hacia ellas, quedando de espaldas. Me aterraba dar la vuelta y que pudiera alcanzarme.
La voz no me salía.
Sus botas negras tocaron la luz, estaba cerca y lo vería por completo.
Cuando iba a dar un paso más, yo retrocedí uno hacia atrás perdiendo completamente el equilibrio cayendo por las escaleras
Todo empezó a dar vueltas, mi cuerpo rodó como si no pesara nada. Cuando mi mundo se detuvo y mi cuerpo tocó liso me desmayé.
***
Escuché voces a mi alrededor mientras alguien sostenía mi cabeza.
— No está muerta — menciona una voz desconocida.
Me dolía todo el cuerpo como si me hubiese pasado una aplanadora encima, no tengo ninguna fractura porque el dolor que siento es un tanto soportable.
— Le está sangrando la cabeza, si el señor Serpiente llega a saber que se cayó estando nosotros de guardia nos va a matar — arrugue la cara ¿El señor Serpiente? ¿Quién era ese?
Abrí los ojos y la luz me cegó por un instante.
— Ya despertó, cállate — observé a la persona que sostenía mi cabeza. Era un joven que nunca había visto en mi vida, sus ojos eran negros también.
Recordé al instante porqué había caído de las escaleras y hablé rápidamente.
— Había un hombre allá arriba en el pasillo, tienen que detenerlo, él quiere asesinarme — estaba exasperada e intenté levantarme pero una punzada en la cabeza me tumbó nuevamente.
— Cálmese señorita, ya unos guardias fueron a revisar todo y no se encontró nada. Es imposible que...— no lo dejé terminar ¿Me está diciendo loca?
— Déjenme sola — el joven me vio asustado. Mientras el otro joven uniformado no dejaba de ver hacia todos lados, estaban preocupados.
— Tenemos que llevarla a su habitación, permítame cargarla — me negué intentando hacerlo yo, pero no pude, mi cuerpo dolía.
Acepté que lo hiciera, y mientras detallaba su rostro; piel canela, cejas pobladas, labios finos, nariz gruesa, ni una sola arruga pero varias cicatrices pequeñas y cabello cortado como un militar. Me di cuenta que él tampoco había sido afectado por la maldición.
No podía entenderlo.
Él me miró una vez más para luego dejarme en la cama. Sentí nuevamente los golpes de la caída.
Antes de que se fuera, lo tomé por el brazo. No podía dejarlo ir así.
— ¿Qué sientes cuando me miras? — pregunté sin más. La emoción que sentía era indescriptible ¿Será posible?
— No entiendo la pregunta señorita, creo que debo irme — intentó huir de mi mirada — tengo prohibido mirarla.
— Pero lo has hecho. Dime por favor, respóndeme — le sonreí suplicante. Esto era un milagro.
Él volvió a mirarme, no había ningún tipo de odio en sus ojos, la maldición ya debió haber aparecido.
No estaba, se había ido.
— Usted es una mujer muy hermosa, pero no puedo sentir nada, estoy casado — sus palabras le dieron un motivo a mi vida.
Me miró y no sintió nada.
No lo abracé porque era imprudente y podía meterlo en más problemas. Pero yo no podía dejar de sonreír, solté su brazo y salió huyendo.
— Soy libre — susurré como si fuese un pecado, como si fuese un sueño y al despertar volviera la maldición.
Quería llorar de alegría, gritar, no sabía qué hacer. Mi frente seguía sangrando y no pudo importarme menos.
Ya no tenía que estar encerrada en esta mansión, podía viajar por todo el mundo, podía construir mi felicidad.
Deseaba hacer tantas cosas, mi mente recordó la cantidad de actividades que he soñado con realizar y no he podido por la maldición.
Las enumeré todas con la intención de cumplirlas; aprender a bailar todo tipo de danza, viajar, aprender cantidad de culturas por todo el mundo, conocer personas buenas, tener mejores amigas, entre otras tantas. Es interminable.
La puerta se abrió mostrándome a una señora morena con unos chistosos lentes oscuros, ella traía una bandeja con alcohol, algodón y otras cosas para curar mi herida.
— Hola señorita, un gusto. Vengo a curar su herida, darle pastillas para el dolor y un relajante muscular — la observé con una sonrisa, no podía evitarlo.
— ¿Podría quitarse los lentes? — ella coloca la bandeja en el buro y se sienta a mi lado.
— No puedo, está prohibido — menciona y comienza a limpiar la herida.
— Ya no está prohibido, por favor quiteselos para que pueda curarme mejor — negó con la cabeza un poco nerviosa. Yo se los quité.
— No quiero quedar sin empleo señorita — sonreí cuando me miró a los ojos, se sentía tan bien ser visto y que no sintieran nada malo por mí.
— No te preocupes, no va a ser así — ella continuó limpiando mi herida mientras conversamos de su familia, de sus hijos, de cualquier cosa.
Su nombre es Darla y ha sido mi enfermera desde que quedé inconsciente. Me dijo tantas cosas de ella, de mí y de Alex, como él venía todos los días a verme y se quedaba horas acostado a mi lado.
— Él la ama señorita, la ama mucho — no dije nada al respecto. Que otra persona me lo dijera con tanta seguridad hacía ruido en mi cabeza.
— He pasado por muchas cosas Darla, y ahora no estoy lista para el amor. Tengo mucho odio en mi corazón, rencor — me miró con tristeza, es una señora muy noble, le tomé cariño al instante.
— Yo entiendo que el señor Serpiente esté en malos pasos pero... Él es una buena persona — me quedé pensando, ese nombre otra vez. Alex era el señor Serpiente ¿Malos pasos? Tomé aire, sabía muy bien lo que eso significaba.
Él había tomado el puesto de mi padre en la mafia. Él ahora era narcotraficante.
La rabia que sentí era inhumana, tuve que cerrar los ojos y morderme la lengua para no explotar frente a Darla.
— Ya puedes irte corazón, necesito descansar — ella asintió un poco preocupada. Yo le sonreí en despedida y se fue.
Sentía que me faltaba el aire, deseaba matarlo por aceptar formar parte de toda esta mierda ¿Estaba loco?
Esa noche no pude dormir, creí que enloquecería, creí que moriría de un infarto, no sé.
Estoy segura que mañana volverá y aunque no quiera verlo más, debo enfrentarlo. ¿Es qué no le importa su hija? Recordé mi vida miserable junto a mi padre, todo lo que he sufrido por la venganza hacia él.
No puedo permitir que esa niña viva lo que yo viví, así tenga que quitársela y huir con ella.
Pasé la noche en vela, mi mente iba respondiendo una a una las interrogantes, él fue quien hizo esta mansión en medio de la nada, todos esos guardias.
Sentí tanta rabia, yo no pedí esto.
Se hizo de día, podía escuchar los pasos de los guardias de un lado a otro, las voces. Me sentía más que agotada, no quise ni verme al espejo, tomé una pastilla de dolor y seguí hacia el baño.
Fue algo rápido, estaba tan molesta con Alex que hacía las cosas de forma automática, sin analizar en nada. Cuando me di cuenta ya estaba usando un vestido gris y unas zapatillas blancas.
Abrí la puerta y me detuve ahí, volteé hacia el pasillo recordando su oscuridad, el miedo, todo se veía en orden pero sabía que no estaba loca, era él.
Escuché la voz de Alex en la planta baja, estaba regañando a las personas que me ayudaron.
— ¡Les prohibí mirarla! ¿Qué tan difícil puede ser? — me acerqué a la baranda, Darla y los otros dos guardias estaban de rodillas frente a él. Nunca lo había visto de esa manera.
¿Cómo el poder puede cegarte hasta el punto de humillar a los demás? ¿Qué necesidad tenía de arrodillarlos?
Empecé a bajar las escaleras mientras las personas intentaban justificarse.
Él no las escuchó, se dio cuenta de mi presencia al instante que toque el primer escalón. El tiempo se detuvo, sentí los latidos en mi cabeza. Verlo tan imponente, tan seguro de sí, despertaba sentimientos en mí como fuego ardiente.
Sus ojos color esmeralda hicieron que todo el mundo en la sala desapareciera, su cuerpo me atraía de una manera que me daba miedo pensar. Esa camisa negra remangada le quedaba justo como debería, y ese pantalón... Necesitaba concentrar mi rabia.
— ¡Todos cierren los ojos ahora! — mandó de inmediato, como si fuese una peste y recordé de inmediato a mi padre. De esa manera me trataba siempre.
Podía notar que estaba molesto porque me atreví a bajar con tantas personas aquí. Me importaba tan poco.
— Yo les pedí que me miraran a los ojos. Si pretendes hacerles algo, debería ser a mí y no a ellos — seguí el paso y me detuve detrás de Darla.
Alex estaba en silencio presionando sus manos en puños conteniendo la rabia. Mientras yo ignoraba su presencia, o al menos eso intentaba porque claro que me estaba afectando.
— Ustedes no deben estar de rodillas sino yo. Levántense por favor — les dije a Darla y los guardias, ellos no se movieron, estaban asustados — El señor Serpiente no les hará nada, lo prometo.
Suspiré mientras ayudaba a Darla a levantarse.
— Gracias señorita — mencionó sin mirarme y los demás guardias hicieron lo mismo.
— Sigan con sus labores, gracias a ustedes por haberme ayudado ayer — mi piel ardía, estaba tan molesta que si me tocaban iba a explotar.
No me atreví a mirarlo y devolví mis pies para ir a mi habitación nuevamente. Los demás seguían con sus ojos cerrados, no dije nada más.
Cuando estaba cruzando la puerta, lo sentí caminar atrás de mí.
— ¿Cómo puedes ser tan inconsciente y exponerte así? — habló molesto cerrando la puerta con seguro.
Me halo un brazo porque le estaba dando la espalda quedando cara a cara.
Él quería ver el cielo arder definitivamente.
— ¿Alguien me ha hecho daño? ¿Estoy muerta y no me he dado cuenta? — suspiró irritado y se pasó la mano por el rostro. Yo no acepté que siguiera tocándome.
— No me respondas con una pregunta, yo me preocupo por ti. Esas personas pudieron haberte lastimado ¿Es qué acaso no piensas? — volteé los ojos al cielo cruzando los brazos en mi pecho, mostrando una pose de seguridad aunque no existía.
Él se acercó dos pasos robando mi espacio personal, estábamos en peligro una vez más.
— Simplemente no puedes notarlo porque estas cegado, porque las cosas no se hicieron como tú pediste ¿O me equivoco? — me estaba picando la lengua por decirle que ya era libre de maldición, pero no merecía saberlo, siquiera puede deducirlo.
— ¿Qué voy a notar? ¿Qué te caíste de las escaleras porque andas viendo alucinaciones? — eso me dolió, caló hondo — ¿O es qué querías suicidarte?
Mi mano fue a parar con fuerza contra su mejilla, no iba a permitir esto, de ninguna manera.
— Cree lo que te dé la maldita gana ¿No eres el jefe ahora? Tú tienes el poder — Alex se quedó estático tocando su rostro. Estaba asombrado y yo también, pero la rabia que tenía me superaba.
— No sabes lo que estás diciendo — susurró a penas dándome la espalda. Yo me estaba desmoronando una vez más.
— Entonces explícamelo — quería escuchar los motivos, aunque nada podía justificar que él sea parte de esto.
— Todas las explicaciones se reducen a ti, Alicia — se peina el cabello hacia atrás — yo debo protegerte, es una promesa.
Eso fue peor para mí. Era solo una obligación, me tragué el dolor prohibiéndome llorar.
— Ya no será necesario — buscó mi mirada al escucharme tan firme, sus ojos torturados me hicieron tambalear pero me sostuve del orgullo — Ayer noté que ya no tengo la maldición, dos personas me han visto a los ojos y no han sentido odio de ninguna forma.
Alex buscó en mí algún rastro de engaño. Estaba dudoso y lo entendía perfectamente, yo seguía sin creerlo.
— ¿Estás completamente segura? ¿Entonces por eso no siento odio? — asentí todavía molesta, él sonrió por la noticia — gracias al cielo, pajarito ¿No estás feliz?
Intentó acercarse, tocarme, pero no lo permití, no lo quería cerca de ninguna manera.
— Solo te lo estoy informando, tu también eres libre y quiero que te alejes de mí y de todo esto que no te corresponde — no podía mirarlo a los ojos porque iba a derrumbarme.
Se sentó en la cama suspirando fuertemente.
— Y sigues alejándome, es que tu no entiendes ¿verdad? Yo estoy haciendo todo esto porque... — tocaron la puerta. Nos quedamos en silencio.
— Señor, señor. Llegó el Dragón — mi piel se erizó en ese instante, claro que lo recordaba, el hermano gemelo de mi padre.
— Maldición — susurró Alex — ¡Ya voy!
Se levantó y me tomó por los brazos obligándome a mirarlo.
— ¿Qué hace él aquí? — pregunté aunque ya sabía la respuesta, en sus ojos había súplica, podía leer lo que quería de mí.
— Él me dio tres días para venir a verte — mencionó lentamente, su tacto me quemaba — al parecer no tuvo paciencia.
— ¿Por qué quiere verme? — susurré nerviosa. Él rozó su mano por mi mejilla, toda la rabia que teníamos se había quedado para después.
— No dejaré que te haga daño, sabes eso — no podía evitar confiar en él ciegamente.
— Prometelo — cada vez hablábamos más bajo como si guardáramos el más grande secreto. Ya no había distancia entre los dos, él la fue cortando lentamente.
No respondió, solo me robó un beso.
Fue lento, corto y delicado, de esos que solo se ven en películas. Sentí mi cuerpo entero reaccionar a su arrebato ¿Cómo podía abstenerme a él, sí mi cuerpo no colaboraba?
Alex sabía perfectamente cómo besarme, cómo tocarme para que yo cediera a todo lo que quisiera. Yo también sabía esos detalles para usarlo en su contra.
Con el beso cerró la promesa, y en ese instante me sentí completamente segura de todo, pero siempre hay segundas intenciones.
Tomó mi mano como si fuésemos más, como si nuestra vida en este castillo no fuese una constante pesadilla. Lo permití, mientras sonreía tímida, él creyó tenerme a su disposición pero le faltó leer entre lineas.
Bajamos las escaleras, mi corazón se contrajo al ver tanta semejanza entre el Dragón y mi padre. Fácilmente podría pasarse por él y yo lo hubiese creído vivo.
Me detuve un segundo, necesitaba procesar el golpe que sentí al ver su rostro, los ojos se me nublaron, no sé si alguno en esa sala me entendía, quería salir corriendo y encerrarme a llorar por mi padre. Huir.
Alex presionó mi mano en un intento fallido de darme apoyo, me tragué el dolor, necesitaba la información completa de lo que ha estado pasando en estas dos bandas.
— Hola querida sobrina, que bueno es verte viva después de tanto tiempo ¿Cómo te han tratado? — sonreí cínica. Él era uno de los culpables de la muerte de Nicolas y de todo lo que sufrí en esa cabaña. Mac era su mano derecha, lo planeó todo y utilizó sus armas.
— No puedo decir lo mismo — nos sentamos en los muebles de la sala, no había nadie más alrededor de nosotros tres. Él se rió a carcajadas.
— Quería verte por varias razones, iba a esperar hasta el jueves para darte los tres días pero algunas cosas no pueden esperar y tuve que venir antes — mencionó observando a Alex de momento, él no dejó de estar a mi lado, nunca soltó mi mano.
— ¿Y qué puede ser tan importante para soportar tu presencia? — él sonrió y se recostó en el mueble para estar más cómodo, arreglando las mangas de su camisa azul rey.
— Lo primero es hablar sobre las acciones que tenía tu padre en la empresa de nuestra familia ¿Sabes? Las que me robó cuando murieron nuestros padres. Las quiero de vuelta — pensé en eso, no quería nada que fuese de Nicolas si lo consiguió asesinando.
— Puedes quedarte con todas las acciones de la empresa, no quiero nada que tenga que ver con eso — dije sin dudar, estaba segura de mis palabras. Alex no se inmutó respetando lo que había decidido.
— Muy bien, haremos el contrato donde tú cedes todas las acciones — se veía muy alegre con la situación, me imagino que era lo que siempre había querido y mi padre se lo arrebató, egoísta.
— También te puedes quedar con la casa del pueblo. Alex hizo está para mí y no deseo volver a esa nunca más — el Dragón asintió. Pero Alex habló está vez.
— Yo tomé esa casa para convertirla en una casa hogar para los niños de la calle en Villacoral — me sorprendió saber eso, no imaginé esa casa de terror convertida algo bueno para la sociedad — Pensaba llevarte, pero no te obligaré si no quieres.
Alex me observó esperando alguna reacción, yo estaba en total shock. No sabía cómo tomarlo, mi infierno se había vuelto un cielo para esos niños. No podía negarme a algo así.
El Dragón respondió por mí.
— Me parece una grandiosa idea para esa casa — buscó un tabaco del bolsillo de su pantalón negro y lo prendió sin ninguna restricción, empezó a fumar — igual no la quería, me trae malos recuerdos.
Lo miré confundida ¿Malos recuerdos? Yo si tengo malos recuerdos, terribles, que siguen persiguiéndome convertidos en pesadillas por las noches.
— ¿Alguna otra cosa? — dije cortando ese tema. Botó el humo de su boca para formar una sonrisa, era tan igual a mi padre que me daba escalofríos. No sabía cómo seguía aquí frente a él sin desmoronarme.
— El otro punto es el narcotrafico, cariño — me paralicé, esto era lo que estaba esperando realmente — En estos dos meses han pasado muchas cosas interesantes y aunque Alex se negó a contártelo, igual lo haré.
— Quiero saberlo todo — no volteé a ver a Alex, él deseaba ocultarme algo que merezco saber, una vez más. Solté su mano y el Dragón comenzó a hablar.
___________________________
Hola preciosuras, en esta cuarentena lo mejor es quedarse en casa. No se expongan, lean un libro, aprendan a bailar, hagan ejercicio, cualquier cosa. No lo vean como un castigo, es un bienestar.
Yo estoy aprovechando para escribir, cada vez más se acerca el final y no me siento preparada para aceptarlo, pero es así.
Espero les guste el cap, recuerden comentar todas sus dudas, teorías o locuras, me encanta leerlos.
Un poco de amor con sus estrellitas, está vez actualice más rápido, me las merezco.jjj
Muchos besos y amor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top