Capítulo Cuarenta y Nueve.

DESAPARICIONES Y ENCUENTRO.

''Porque después de haber conocido tus profundidades no puedo ser feliz en las orillas de nadie'' Andrea Rollán.

Alicia.

No sabía que la libertad se sentía de esta manera, cuando no tienes que rendir cuenta de nada, cuando vives por ti y solo para ti. El aire se sentía diferente, cada paso que daba lo disfrutaba, el cielo se veía inmenso e infinito pero esta vez alcanzable, quería descubrirlo todo y llegar a los confines del mundo, y estaba a un paso de lograrlo.

Mirar a las personas a los ojos, sin restricciones y no ver solo odio en su mirada. Creo que eso fue una de las mejores cosas que me han pasado hasta ahora. Ya no sentía ningún peso gigante en mis hombros, nada me tenía atada, y podía hacer lo que quisiera, lo que me hiciese feliz sin pensar en nadie más.

Estaba tocando el cielo con los dedos y se sentía como volar.

Pero había algo, que me perseguía por las noches, se colaba por las sabanas de cualquier habitación donde estuviese y entraba en mi mente. Los recuerdos.

¿Cómo podía borrarlos?

Esas heridas seguían ahí recientes, ardían como nuevas. La soledad me absorbía y se volvía mi enemiga, terminaba llorando en el suelo de la habitación en completa oscuridad.

Sentía la necesidad de huir de esos recuerdos, de arrancarme la piel para olvidar sus labios, sus manos, el olor a sangre, la maldición, ni Alex pudo salvarme.

Lo intentó, lo intentamos.

A dos semanas de haber escapado, me encontraba sentada a la orilla de un lago organizando mis ideas, los lugares que visitaría.

El tiempo se había vuelto mi compañero, mi único amigo. Solo tenía veinte años, todavía podía recuperarme, vivir, ser quien quiero ser.

Mis pies descalzos sumergidos en el agua casi trasparente, chapoteaban de vez en cuando, me hacía sentir en calma, el frío del lugar me mantenía abrigada pero en completa paz.

Era un ecosistema precioso muy lejos de Villacoral.

Tenía dos días de haber alquilado una habitación a pocos kilómetros, en un pueblo pequeño llamado Nazko, que pasaba desapercibido por los grandes pinos a su alrededor. Casas pequeñas, personas tranquilas con pocos recursos pero felices, o es lo que yo había percibido hasta entonces.

Se veían con buenas intenciones, pero algo me hacía dudar de todos, prefería tomar distancia, ser discreta hasta que saliera del país. Me había registrado como Johanna Scott y pagaba todo en efectivo.

No pensaba quedarme mucho tiempo, mi próximo rumbo es ir a Londres, ver la Torre y sus paisajes hermosos. Luego viajar hasta París, Francia donde muchas de las historias que he leído la denominan la ciudad del amor, muero por descubrir porqué y visitar todas sus maravillas, ver la Torre Eiffel en persona debe ser impresionante.

Me compraría una cámara instantánea para guardar cada instante vivido, para que quede registro de mi felicidad.

Desde entonces, no he podido dejar de sonreír, mi alma estaba tan llena de vida e ilusiones como nunca en toda mi vida. Nadie podía rastrear mis huellas, nadie podía detener el rumbo que había decidido.

La lista de lugares es inmensa, Darla me había dado ideas, también me había ayudado a escapar. Me encontraba en deuda con ella, muy agradecida por todo lo que hizo por mí.

Recordé inmediatamente ese día en que empecé a trazar mis planes para huir, fue justo después que Alex y yo hubiésemos...

Cerré los ojos un instante, aunque me había prohibido recordar.

--

Me encontraba sentada en la cama hecha pedazos, cubierta por una bata de baño, me sentía vacía, rota y las lágrimas no dejaban de caer, ahogándome. Me sentía como si hubiese cometido el peor error del mundo, creyendo que quizás eso me salvaría, me haría volver a ser feliz.

Pero mientras él me susurraba a cada instante que me amaba, daba todo de su ser para complacerme y hacerme sentir amada, yo no dejaba de pensar en el sótano de aquel lugar embrujado, en las uñas de la mujer rasgando mi piel, en Mac golpeándome hasta quedar inconsciente.

No lo amaba, no podía.

Alex no tenía la culpa de nada y yo lo seguía arrastrando, no podía darle amor pero seguía absorbiendo el suyo como droga. Lo estaba utilizando queriendo borrar heridas y en ese momento me di cuenta de que todo esto era un error, necesitaba desaparecer.

Sabía que decírselo no iba a funcionar, lo había intentado pero seguía aferrándose a la esperanza. Pensé en cómo había destruido su vida desde el momento en que lo vi, en como soñé que ocurriera lo que hace un instante había ocurrido. Yo era una maldición en su vida, en la de todos en esta casa.

— Señorita Alicia ¿Por qué llora? ¿Qué le hizo el señor Alex? — Una voz alterada llegó a mis oídos, no me había dado cuenta cuando Darla había entrado a la habitación. Tampoco había notado que me estaba lastimando las palmas de las manos con las uñas por lo fuerte que las estaba cerrando en puños, las solté.

—Darla, por favor, vete —me escuché diciendo aunque no estaba procesando nada. Deseaba que la tierra me tragara y me escupiera en otra parte.

—Dígame señorita, mire que yo tengo hijos y sé cuándo necesitan ayuda —lo único que pensé de sus palabras sinceras, era que no quería seguir arrastrando a más personas en el agujero negro que era mi vida.

Pero ese ángel llamado Darla no le importó cuantas veces la rechacé, se sentó a mi lado y me regaló el abrazo muy reconfortante, en ese momento me di cuenta cuanto estuve necesitando su abrazo desde que la vi por primera vez, para no rendirme, para fortalecerme.

Había cometido un error pero podía arreglarlo, podía ser libre.

—Yo... necesito escapar de aquí — fue lo único que dije en medio de lágrimas que poco me dejaban respirar.

Ella tomó mi rostro entre sus manos y limpió la humedad con tanta paciencia, su tacto se sentía sincero, tan seguro y maternal, su mirada solo reflejaba compasión, amor.

Lo que nunca había podido experimentar, todo el amor que una madre le puede dar a una hija, ese cariño infinito. Me lo regaló Darla en ese instante.

Esa mujer había sido un regalo del cielo definitivamente.

—No se preocupe, yo la ayudaré — no podía rechazar su ayuda, necesitaba salir de ahí y sabía que sola no iba a poder con tanta seguridad en los alrededores.

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Escuché un sonido a lo lejos que me hizo despertar del recuerdo, pero no era nada. La brisa sopló con fuerza haciendo que mis cabellos chocarán fuerte contra mi cara.

Darla había sido una valiosa compañera en esos días, una aliada, una amiga. Le comenté que Alex no era malo como se hacía ver con ellos. Le mencioné en resumidas palabras lo que había ocurrido en ese momento, y por qué no podía corresponder a ese amor.

Cada día fue estratégico, Alex empezó a darme más libertades, a confiar mientras yo le hacía creer que todo estaba bien.

Me dolía verlo tan ilusionado, darle esperanzas falsas, utilizarlo era una tortura. Pero había sido lo mejor, por esa razón no dejé ninguna carta de despedida, él debía decepcionarse para que pudiese olvidarme, yo tenía que romper su corazón para poder salir de él.

El día que escape no fue a verme, había llamado para decir que quería presentarme a su hija. Iba a ser la primera vez que vería a la pequeña princesa que curaría todas sus heridas con verdadero amor. Pero no podía quedarme, ese era el momento perfecto para desaparecer, Alex había ordenado que me dejaran salir con Darla, yo le pedí que quería comprarle un regalo a Mily, él confió en mí ciegamente y no envió a ningún guardia a vigilarnos.

Darla no quedaría como cómplice porque le dije exactamente lo que debía decir para salir ilesa, nadie iba a sospechar de ella si hacía todo como se lo había explicado.

Con todos mis ahorros escapé, la fotografía de mi madre y la lista de las ciudades que visitaría, además de un mapa que me había conseguido Darla y su bendición, para mí eso fue más que suficiente.

Ahora estaba aquí buscándole el sentido a mi vida, descubriendo lo bueno y lo malo de cada lugar, de cada comida, de cada cultura. Fortaleciendo mi conocimiento y abriéndome a más, necesitaba encontrarme.

Saber qué papel cumplo en este mundo sin ninguna maldición encima, mi valor, aceptarme tal y como soy. Salir del hoyo donde me encontraba. Quiero amarme lo suficiente para no dejar que nadie vuelva a herirme nunca más.

—Debería tener cuidado —esa voz me hizo sobresaltar, creí que estaba sola. Volteé rápidamente hacia la persona un poco aturdida —este lago tiene peces carnívoros, no querrá quedar sin pies.

El joven me sonreía mientras aguantaba no burlarse por mi cara de pánico, me levanté de un salto creyendo en sus palabras. Recogí todas mis cosas de forma apresurada y tomé los zapatos para empezar a caminar de vuelta a la casa donde estaba alquilada.

—Gracias, nadie me había comentado que el lago era peligroso. Que bueno que no quise nadar en él —no aguantó más las carcajadas y se burló descaradamente de mi inocencia. Yo no estaba de humor para esto.

—Lo siento, lo siento, no quería reírme pero te imaginé pidiendo ayuda después de ser mordida por uno de esos peces —no dije nada, solo levanté una ceja ¿En serio te causa risa eso? —lo siento.

En ese momento solo quería irme, ya había interactuado mucho con un extraño y no podía seguir arriesgándome. Solo asentí, el joven cargaba una caña para pescar y una cava donde me imagino metería a los pescados. Tenía aproximadamente mi edad pero no lo detalle más, no me interesaba congeniar con él.

—Suerte con la pesca — mencioné y seguí mi camino dándole la espalda.

Revisé mis cosas para verificar no haber olvidado nada, pero me di cuenta que había dejado el mapa. Una brisa fuerte desordenó mi cabello y me hizo tambalear. Suspiré fuerte porque debía regresar y ver al idiota una vez más, pero al dar la vuelta no estaba.

No había nadie, ni de lejos. Nada.

Me quedé estática observando los alrededores ¿No era real? ¿Acaso lo había soñado? No era posible, el miedo se apoderó de mi cuerpo.

Busqué rápidamente el mapa y salí huyendo del lugar. Tenía que irme de ese pueblo, eso que había ocurrido no estaba bien.

Pensé en Mac ¿y si me había encontrado?

Rápidamente me encerré en mi habitación y quise no pensar más en lo que había pasado, pero esa noche no pude dormir. Me sentí observada, paranoica, ya no podía permanecer ahí.

Intenté crear cualquier justificación de su desaparición repentina, si hubiese sido Mac podía haberme atacado, me encontraba sola, no tiene sentido que me dejara ir.

Por un momento tuve el deseo de volver con Alex, por cobardía, pero eso no era lo correcto, debía continuar.

Pasé la noche en vela, y al salir el sol empaqué todo para largarme. Al bajar, la dueña de la casa estaba en la sala y se sorprendió al verme con las maletas en la mano, claramente porque le había dicho que me quedaría unos días más.

—Johanna, querida ¿por qué te vas? —habló con amabilidad sin intenciones de entrometerse pero preocupada creyendo que le pediría reembolso del dinero.

—Se adelantó mi vuelo, pero no se preocupe, quédese con el pago completo del alquiler — la abracé en despedida — gracias por su grata atención, tiene una bonita casa. Adiós.

—Buen viaje cariño, vuelve cuando quieras —Salí de ahí lo más rápido que pude, no quería volver a encontrarme con ese joven tan extraño, ni con nadie. Era la última vez que pisaba ese lugar en mi vida.

***

Un mes después...

Lugares visitados: Londres, Paris, Roma, Italia.

Las calles de Italia son hermosas, con luces en todas partes, flores adornando cada espacio. El aroma a pasta me persigue, lasaña, he ido a los mejores restaurantes recomendados por el vigilante del hotel donde me estoy hospedando.

Soy un total desastre con el idioma, así que me compre un diccionario simple para las frases que más usan. Aprendí a preguntar si conocen el inglés y ya luego me defiendo con el idioma universal. Cuando realice esa lista no pensé en la barrera del idioma, sin embargo estoy luchando contra ese detalle, aunque me ha costado entablar amistades.

Caminar por las noches es un verdadero deleite, intento no pensar en nada más que no sea en lo bien que disfruto cada instante. Me prohíbo ser negativa, recordar el pasado, avivar heridas, aunque sé que continúan ahí, que si llegase a rozarlas un poco no tardarían en sangrar, pero me obligo a bloquearlas.

Las marcas en mis brazos me limitaron a usar solo mangas largas, evitando que las personas me miren y crean que intenté suicidarme. Evito en lo posible mirarme al espejo desnuda, aunque de igual forma puedo sentir la sensibilidad de la piel al roce con la tela, son detalles que no he podido controlar.

Me compre una cámara digital en París, necesitaba plasmar cada momento, los que valen la pena recordar. Ya tengo infinidad de fotografías.

Observo una pareja a lo lejos, me he topado a muchas, pero me detengo a mirar a esta en específico porque el hombre me recuerda frenéticamente a alguien. Se ven muy felices y enamorados, él no deja de besarle los labios como si fuese la cura a su enfermedad. Están en plena calle pero a las demás personas no les importa, y a mí no debería importarme si no fuese por su parecido casi idéntico a Alex.

Ese cabello ondulado y desordenado, esa espalda ancha y tonificada, esos brazos fuertes, esos ojos verdes esmeraldas que ahora no dejan de mirarme aunque sigue besando a su enamorada.

Quité la vista inmediatamente con todo el rostro sonrojado, que vergüenza que te pillen chismeando. Respiré profundo y continué mi camino al contrario de ellos. Sabía muy bien que no era Alex, pero me permití pensar en él un instante. Lo extrañaba lo suficiente como para no mirar a otro hombre, pero necesitaba curarme.

Lo más probable es que él ya me este superando, o quizás me odia lo suficiente como para no permitirle a nadie pronunciar mi nombre. No quería imaginarlo con otra mujer, pero me había inclinado a creerlo posible, en ese mundo podrido hay infinidad de mujeres hermosas.

Me detuve en un canal, la luna se veía más grande esta noche, más cerca de la tierra. Su reflejo en el agua resultaba hipnotizante, cerré los ojos un instante y su mirada se coló por mis parpados, el susurro de sus ''te amo'' llegaban a mis oídos como corrientes de aire.

Alex se merecía todo el amor del mundo y yo seguía incapaz de dárselo.

—Una mujer tan hermosa como tú no debería estar sola en una noche como esta —la voz de un joven interrumpió mis pensamientos. Y de alguna manera lo agradecí, parpadeé un par de veces para espantar algunas lágrimas que habían empezado a formarse.

—No necesito compañía — me percaté que él había empezado la conversación en inglés. Volteé a mirarlo — ¿Cómo sabe que no hablo italiano?

Era un moreno muy simpático, con una sonrisa brillante y ojos color ámbar, se encontraba tan cerca de mí que ya me estaba sintiendo en peligro. Di dos pasos hacia atrás.

No necesitaba esto, no me interesaba.

—Yo tampoco sé hablar italiano, no soy de aquí —me quedé en silencio observándolo — Al parecer, tu tampoco. Mi nombre es Orlando.

Me tendió su mano, pero no la tomé, no estaba lista para esto.

—Disculpa, me tengo que ir — él bajó la mano un poco decepcionado. Di media vuelta y empecé a caminar, pero al instante pensé; él podría ser un buen amigo, y yo estoy huyéndole a todo el mundo.

Una brisa fuerte me hizo temblar de frió, levantando un poco mi vestido. Decidida a volver, regresé mis pasos pero al darme la vuelta ya no había nadie. No estaba ningún moreno, ni cerca ni a lo lejos, era como si se lo hubiese tragado la tierra.

Recordé rápidamente lo que había ocurrido con aquel otro joven en el lago ¿Qué era esto? ¿Estaba delirando con hombres?

Tuve miedo nuevamente, no podía entenderlo. Desaparecían como si nunca hubiesen estado ahí junto a mí. Pero eran demasiado reales para que fuesen una simple ilusión.

Una vez más salí huyendo, no dormí esa noche ni las dos siguientes a esa, empaqué y viajé a otro lugar lejos de Italia. Tomé la decisión de no pensar más en eso, lo que sea que haya sido no arruinará mis planes.

Siguiente parada: Estados Unidos.

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Hola preciosuras, ¿qué tal sus días en la cuarentena? Los míos han estado un poco movidos, locos, desastrosos, inestables y felices. Lo resumiré en esas palabras jajaja.

No me he decidido todavía si hago un siguiente capítulo antes del epilogo, pero sinceramente les aviso que estamos a un paso del final de esta maravillosa historia. Me encanta todo el proceso que pasamos hasta llegar aquí, y les agradezco un montón por seguirme hasta lo ultimo. 

Preguntaaas: ¿Por qué creen que esos jóvenes desaparecen? ¿Son ilusión o realmente ocurre? ¿Quién podría hacerle eso a Alicia? 

¿Cuánto tiempo piensan que debe curar Alicia para volver a amar? ¿Cuánto tiempo les ha tardado a ustedes después de una decepción?

Por cierto, me encantaron todas las teorías del final. 

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