Capítulo Cuarenta y Dos

¿Quién te crees que eres para ir dejando cicatrices y coleccionando corazones? - Glee

01 de Julio 2010.

Alex.

La ausencia de alguien se puede reflejar en nosotros de diferentes maneras, la mayoría de los casos es tristeza, pero algunas veces es rabia y resentimiento hacia uno mismo, o hacia esa persona. En mi caso eran las dos mezcladas. En el caso de Nicolas, era netamente lo segundo.

Desde que nos dieron de alta del hospital junto a mi hija Mily, él nos obligó a mudarnos para una casa a las afueras de Villacoral. Por la protección de mi familia acepté, no tenía de otra si el Dragón podía hacernos daño.

La casa quedaba a cuatro horas de distancia, pasando Hatwer.

Le conté a detalle todo lo que había ocurrido con Alicia y Mac, desde antes del escape, como se contactaron, como logró llegar a nosotros y como planeó el momento para atacar. Ese día no pude salvarme de las consecuencias de su ira, sufrí cada uno de los latigazos en mi espalda y brazos. Todavía siento la piel abierta en esa zona, los hematomas, pero nada me importaba, el dolor de la perdida de Milian lo superaba, la culpa me perseguía.

No dormía, no vivía.

Mi único objetivo en este momento era mantener a salvo a mi hija, cueste lo que cueste. Así tenga que matar a ese maldito bastardo y traer de vuelta a Alicia como un héroe, lo haría. Aunque ella también tuviese la culpa de estar en peligro, aunque por ella Milian esté muerta y yo no deseo ni verla.

No la odiaba, pero estaba molesto por su terquedad y por haberme utilizado para sus caprichos sabiendo que estaba manipulado por la maldición. Cada vez que lo recuerdo mi sangre hierve, deseo golpearme por haber sido tan ingenuo y estúpido. Yo sabía que él no era de confiar, sabía que estaba ocultando algo oscuro y más allá que solo trabajar para el Dragón.

Ahora todos los trabajadores de Nicolas estaban tras su búsqueda, ya habían descubierto su identidad completa y la de su familia, que solo contaba de una sola persona, la cual había desaparecido de la faz de la tierra, su madre.

Lo extraño de eso es que Nicolas, después de enterarse quien era su madre, pasó una semana entera sin salir de su habitación. En esa semana, no comió, ni vio luz, no aceptaba visitas, simplemente se encerró en una depresión extraña y sospechosa. Yo solo observaba, él también tenía secretos, no conocía la historia, pero estaba seguro que ya la conocía, que algo malo pasó entre ellos, y que es un cobro de venganza.

No me sorprendía, la vida de un narcotraficante es así, asesinar o ser asesinado. En este caso, no asesinó a la mujer y a su hijo, entonces a ellos se le dio la oportunidad de matar a su hija. Es triste para Alicia, pero seguramente cuando ya la hayamos encontrado sea demasiado tarde, quizás solo encontremos los restos de ella.

No le tenía muchas esperanzas, pero a pesar de estar molesto, no deseaba ese final para ella. Le pedía a Dios su misericordia para que la protegiera de ese malnacido.

Tomé un sorbo a mi bebida mientras veía a Mily dormir, podía pasar horas observándola haciendo cualquier cosa, pero en estos momento solo me trasmitía paz y serenidad, tan delicada y hermosa, con ese cuerpito pequeño y ese cabello negro como el de su madre.

Nicolas se estaba encargando de todo lo que refiere a su salud y alimento, mi pequeña estaba adquiriendo peso y era lo más hermoso que me había dado la vida. Nunca había sentido un amor así, tan inmenso que me llena y desborda, tan ingenuo y protector, su luz era mi salvación.

La amaba con locura desde antes de conocerla, desde el día que supe de su existencia, pero después de verla, mi corazón creció por cien veces su tamaño y todavía no le cabía tanto amor. A pesar de ser una bebé, podía observar lo parecido a su madre, eso me movía el alma, me hacía sentir miserable por haberle arrebatado la dicha de tener una mamá.

— Ahora te ha dado por embriagarte — habló Mason interrumpiendo mis pensamientos. A pesar de la manera en la que nos conocimos, ha sido un buen compañero en esta soledad. No lo considero mi amigo, porque no puedo confiar en alguien que mata a sangre fría sin ninguna contemplación, pero nos entendemos.

— No me estoy embriagando, solo es un vaso — me pasé la mano por la cara para luego echarme el cabello hacia atrás. Me encontraba sentado al borde de la cama sin quitar la vista de mi princesa. Él tomó lugar a mi lado sin invitación.

— Un vaso lleva a otro y así — lo ignoré llevándome el vaso a los labios pero no pude tomar ningún sorbo porque me lo quitó de la mano — Un consejo de amigo; nunca sanes tus penas con alcohol, no sanas, solo las empeora ¿Quieres eso?

— Hoy amanecí peor que todos los días, tengo miedo de qué esto nunca termine y no pueda criar a mi hija lejos de toda esta mafia — solté el aire que estaba conteniendo. El tiempo pasaba y no había rastro de ninguno de ellos.

El silencio se volvió parte de la conversación, porque él no era de dar falsas esperanzas para calmar mi desespero, y agradecía que no lo hiciera. No deseaba escuchar palabras vacías, no hacían más que empeorar la situación.

— Hace poco escuché que...— su confesión fue interrumpida por el celular que Nicolas me había comprado con mi número después de haberle dicho que le había dado ese número a Alicia para cualquier problema.

Cada vez que sonaba, todos nos alertábamos, pero esta vez no sentí nada. Estaba desesperanzado y seguramente era cualquiera de mis amigos preguntando por la bebé. Dándome el sentido pésame por la pérdida de Milian y queriendo consolarme, misión imposible.

Mason se levantó para buscarlo en la mesita de noche cerca de la cuna, me lo tendió y observé la pantalla intentando identificar el número. Tardé en contestar, pensando en quién podría ser, tomé un respiro largo y presioné el botón verde.

— ¿Aló? — la línea estaba en completo silencio, lo único que escuchaba muy levemente era una respiración un poco acelerada. En ese instante me alerté. Alicia — ¿Quién Habla? — pregunté esperando algo, deseando que la persona al otro lado fuese Alicia.

Le hice señas a Mason para que alertara a los demás y coloqué la llamada en altavoz. Suplicándole al cielo para que fuese ella. Mi corazón se aceleró a tal punto que el respirar costaba.

Soy yo, Ali-cia — escucharla viva fue indescriptible, no podía asimilar la paz que me transmitía su voz. La tranquilidad y el deseo de verla, de buscarla me invadieron al mismo tiempo. Todo como un huracán — estoy en peligro, Alex. Te necesito.

Ya sabía que estaba en peligro, pero oírlo de su boca era un balde de agua fría. Me necesitaba. Y yo aquí echándole la culpa de todo. Justo ahora había olvidado todo ese resentimiento como si nunca nos hubiésemos hecho daño.

Los encargados de rastrear la ubicación de la llamada entraron con unos aparatos y una laptop, me susurraron que no dejara que colgara por un minuto más. En ese momento eso se volvió lo primordial para mí, si ella colgaba, estábamos perdidos.

— Pajarito, estarás bien. Solo dime dónde estás e iremos a buscarte — Lo más probable es que no lo supiera, pero no perdía nada con preguntar, así ganábamos tiempo.

No, no lo sé pero es una cabaña aislada dos horas después del pueblo donde Nicolás nos tenía — hice un cálculo en mi mente, nosotros estábamos en un pueblo justo a una hora de ahí. Significaba que la teníamos más cerca de lo que creíamos. Eso me lleno de esperanza, si estaba en peligro contaba con un poco más tiempo podía salvarla. Solo necesito su ubicación correcta e iría yo mismo a romperle la madre a ese infeliz y rescatarla — Estoy en peligro, él me va a matar y me meterá a un sótano cerca de un estanque. Yo lo vi, sin que él lo supiera pero si no vienen rápido, me llevará a ese lugar y ya será demasiado tarde.

Nicolas llego y escuchó todo eso, su mirada pasaba de mí al teléfono completamente aterrorizado. No era para menos, teníamos el tiempo contado para recuperarla. No sabíamos cuánto teníamos, resultaba asfixiante.

Ese hombre era un completo psicópata.

Todos estábamos muy afectados, después de tanto buscar teníamos una oportunidad de salvarla, pero también nos limitaba a un tiempo señalado que todos desconocíamos.

La vida estaba siendo malditamente injusta con Alicia y conmigo, no merecíamos nada de esto.

— No te preocupes, prometo que ese infeliz no te hará daño o, esta vez sí que lo mato — presioné los puños con fuerza, y me prometí que lo conseguiría para hacerlo sufrir por todo lo que nos ha hecho. Necesitaba encontrarlo, verlo a la cara. Suspiré reteniendo toda esa ira — Te encontraré, pajarito.

Esperé su respuesta pero nunca llego y algunos sonidos al fondo me alertaron, los segundos empezaron a detenerse como los latidos de mi corazón, supe que la habían descubierto. Las cosas estarían feas para ella. No podía permitirlo.

— ¡No le hagas nada, te juro que te mato! — me desesperé, gritándole al teléfono. No podía ser, le harían daño y no estaría ahí para protegerla, para cumplir mi promesa.

Mi vista se nubló llenándose de lágrimas incontrolables.

Al escuchar un grito y golpes a través del altavoz, supimos que la estaba lastimando, que quizás el tiempo ya se nos había acabado. En cuestión de segundos y sin escuchar nada más, la llamada se cortó.

Tiré el teléfono a la cama, y la desesperación me invadió con más fuerza, quería correr a su dirección, necesitaba ir ahora mismo a su encuentro.

No podía esperar más, no había tiempo.

— ¿Localizaron la dirección exacta? — pregunté buscando la mirada del encargado que seguía inmerso en la laptop con el programa. Asintió — Vamos entonces.

Me levanté, limpié la humedad de mi rostro y busqué lo que iba a necesitar.

En la habitación nadie se movía, siquiera Nicolas, que se encontraba apoyado a la pared viendo en dirección al celular en la cama. Su expresión estaba petrificada, y lo entendía, yo también tenía miedo, pero eso no me iba a detener.

— ¡Vámonos ahora! ¿Qué vamos a esperar? Es ahora o nunca, ese malnacido debe estar haciéndole mucho daño. No podemos pensar en una estrategia, no podemos perder el tiempo — caminé hacia donde estaba Mason, ellos esperaban una orden de Nicolas y yo me estaba impacientando — Necesito un arma o dos.

Coloqué las cosas en un bolso para dirigirme a la cuna de Mily, no la dejaría sola. Tocaba llevarla conmigo, había prometido no dejarla sola nunca y aunque era una misión peligrosa, no podía abandonarla. Cuando la tomé entre mis brazos, Nicolas habló.

— No te vas a llevar a la niña, es muy arriesgado para ella y para la misión — suspiró e iba a reprochar su mandato pero siguió hablando — Piensa en las probabilidades de que ese tipo tenga más personas con él y llevarla resultaría una locura. No seas como yo, piensa en ella primero.

Su mirada reflejaba total arrepentimiento, sabía que eso último era por Alicia. Él no había pensado en su bienestar en ningún momento, había sido egoísta al encerrarla en esa mansión, por obligarla a convivir con un extraño que podía hacerle daño y lo hizo, por robarle la verdad de muchas cosas y por no ser el buen padre que ella necesitaba.

Yo definitivamente no sería como él, pero pensaba que llevar a Mily o no, es bastante arriesgado. Dejarla aquí con la niñera y otros vigilantes de los cuales no confío nada, no iba a dejarme tranquilo ni un segundo. Estaría en la misión con la mente aquí con ella.

— No confío en tus empleados ¿Cómo saber que no son infiltrados de Dragón y le harán daño? No puedo — La abracé contra mí, mientras Nicolas daba las instrucciones de lo que íbamos a hacer.

Empecé a caminar hacia la salida de la habitación cuando Mason me detuvo por el brazo, volteé a mirarlo y él estaba negando en desaprobación.

— Es una orden Alex, la dejas con la niñera y nos vamos — Nicolas habló con voz fuerte — se va a quedar con mi gente de confianza. El Dragón no sabe que estamos aquí. Yo estoy seguro de eso.

La señora que estaba encargada de cuidar a Mily me la quitó de las manos, yo me puse reacio a soltarla por unos segundos, pero no tenía sentido, todos tenían razón, era peligroso. Entonces me despedí de ella con beso en su hermosa cabecita, deseando tener la dicha de regresar y volver a verla. Le pedí a Dios que nos protegiera justo ahora más que siempre.

Me volteé a ver a Nicolas con decisión y le expresé la seguridad que necesitaba para poder actuar en ese rescate al cien por ciento.

— Júrame que si me pasa algo, si muero, a ella no le faltará nada ni a mis padres, los protegerás con tu vida como agradecimiento por todo lo que estoy haciendo por tu familia — Él se quedó mirándome fijamente, los segundos pesaban en nuestros hombros. Estábamos perdiendo el tiempo.

— Lo haré, te doy mi palabra como padre — soltó un suspiro agotado, todos aquí estábamos cansado de esto. Ya deseábamos terminarlo, volver a nuestras vidas, cada quien a lo que debe estar haciendo realmente. Pero lo que más quería era encontrarla, verla a salvo, porque no merecía sufrir.

Nos dirigimos todos a las camionetas, sin esperar nada más. La ubicación estaba clara y el tiempo no dejaba de correr.

Estaba aterrado, nervioso, mi cuerpo se mantenía en un constante temblor por el desespero y la adrenalina que recorría como sangre por mis venas. Apreté las manos en puños, mi arma estaba en mi cadera y al otro lado tenía la munición, navajas.

Íbamos por todo, no saldríamos de esa cabaña hasta no encontrarlos, a ambos.

Subimos al auto y me ubiqué justo en el medio de Nicolas y Mason, con mi vista al frente vislumbrando el camino que recorríamos.

El camino se nos hacía largo e infinito, frente a nosotros solo veíamos árboles y más árboles. La cabaña donde la tenían raptada se encontraba a una hora de nosotros pero sentía que estábamos tardando horas. Mi mente no dejaba de crear interrogantes mientras el silencio era nuestro principal acompañante.

Lo rompí antes de enloquecer.

— ¿Por qué crees que Mac se esté vengando? — solté una de las tantas que estaba reteniendo, claramente dirigida al padre de Alicia.

— ¿Por qué sacas esa conclusión, de que es una venganza? — encogí mis hombros en respuesta, era más que obvio para todos. Al parecer él no lo quería ver así — Podría ser secuestro para pedir dinero a cambio, poder. El Dragón también puede estar detrás de todo esto.

— No estoy seguro de que el Dragón sea parte. Hay algo más, ese chico tiene una oscuridad que no pasa desapercibido. No es solo dinero — solté el aire que estaba conteniendo. No podía ser tan ciego, a menos que simplemente desee serlo intencionalmente.

Quizás él si sabía los motivos de Mac y no quería decirlo, no deseaba que nadie lo descubriera, pero ¿por qué? ¿Tan oscuro era su secreto? Un escalofrió recorrió mi cuerpo entero.

Definitivamente uno nunca termina de conocer a las personas, Nicolas tenía más que esconder de lo que todos pensamos.

— No hay que darle vueltas a ese asunto, lo importante es rescatar a Alicia antes que ese maldito le haga más daño — Me tomó del brazo para que volteara a verlo — si tienes la oportunidad de asesinarlo, no lo vuelvas a dudar. Mira lo que pasó por no haberlo hecho en aquel entonces.

Asentí, me había echado sal en la herida. Y si de por sí estaba a punto del colapso, él me estaba empujando a caer más hondo. Por un momento me sentí asfixiado, toda la responsabilidad la tenía yo, porque por mi culpa Mac seguía con vida, por mi culpa Mac supo la dirección de nuestro apartamento, por mi culpa la secuestró.

— Si tengo la grata oportunidad de verlo, no tenga la más mínima duda de que lo asesinaré y me aseguraré de verlo hasta que expulse su último soplo de vida — soltó mi brazo que inconscientemente estaba presionando con fuerza y no me había dado cuenta hasta que me soltó. Justo en esa parte sentí el ardor pero lo ignoré.

Ninguno de los dos la estaba pasando bien, yo lo entendía, aunque no lo apoyaba, Nicolas nos había hecho mucho daño y que Alicia sienta tanta rabia en su contra, es totalmente su culpa. Se lo había ganado a gota.

Volví mi vista al frente, la neblina ya estaba cubriéndonos. El frío nos mantenía temblando, y la respiración era visible a nuestros ojos.

No sé cuánto tiempo había pasado ni cuánto faltaba y eso me mantenía inquieto, saber que ella estaba siendo torturada y completamente sola. No podía ni imaginar lo que le estaría haciendo ese degenerado a Alicia.

La camioneta se desvió a un camino de tierra y después de unos minutos alcancé a ver la cabaña, la cual parecía completamente inofensiva. Quien la viera a la primera no podría siquiera imaginarse que ahí se escondía un psicópata que tenía secuestrada y estaba torturando a una pobre joven inocente.

No había ningún auto, la neblina no nos dejaba ver con claridad pero se podía apreciar una luz proveniente de adentro. Quizás la sala. ¿Estarían ahí todavía?.

Bajamos del auto y todos nos dirigimos la casa, algunos rodearon el perímetro, cada quién haciendo su parte de la misión. Pero yo no me moví, apenas bajé, me quedé justo ahí analizando todo.

Algo me resultaba sospechoso, si él sabía que veníamos es imposible que este ahí adentro.

Uno de los guardias abrió la puerta principal de una patada. 

Era una trampa, estaba seguro.

— ¡No, Nicolas. Ella no está ahí! ¡No entren, es peligr...! — mi grito fue cortado abruptamente por una gran explosión.

Lo poco que veía se nubló con humo a gran escala. Yo caí de espaldas al suelo por el impacto. Las alarmas de los autos empezaron a sonar, pero todo lo escuchaba a kilómetros de distancia, mis tímpanos pitaban y me sentí desorientado.

Yo era el único que estaba considerablemente lejos de esa cabaña, los demás corren peligro. El tiempo se detuvo, cerré los ojos intentando permitiendo a mi cuerpo volver a sí. Entonces me levanté como pude con ayuda de la camioneta que tenía a un lado de mí.

No podía ver nada, tenía miedo.

Sabía que las cosas no podían ser así de fáciles. Empecé a caminar lentamente en dirección a la cabaña gritando sus nombres para que alguien me contestara. No podía ser yo el único sobreviviente de este atentado. No podían dejarme solo justo ahora que ya habíamos llegado al lugar, que ya estábamos cerca.

La oscuridad a causa de la neblina no ayudaba, el humo no me permitía respirar correctamente. Tenía que taparme la boca y caminar lentamente para no caer, con una mano extendida para no chocar con nada, sin saber a dónde ir o qué hacer.

— ¡Alguien responda! ¡Nicolas! ¡Mason! — choqué contra algo blando que me hizo caer de rodillas sobre él. Era un cuerpo ya inerte. Mi corazón se detuvo y sentí que desmayaría cuando vi su rostro completamente desfigurado por el fuego.

No pude reconocerlo, tomé su arma ignorando el insoportable olor a cuero quemado. Seguí gateando por ese espacio porque a esta altura podía ver un poco mejor, más claro.

Seguí llamando con la esperanza de encontrar a alguien con vida.

Entonces lo vi.

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¿A quién?

Hola preciosuras, no sé porque me gusta cortar los capítulos justo en momentos así. Ustedes saben, para dejarlos con la intriga.

Les juro que estos meses han estado bien locos para mí, me siento en una montaña rusa de emociones.

Preguntas para razonar y responder;

¿Creen que todos murieron en esa explosión? 

Y si es así ¿Cómo hará Alex para enfrentar a Mac estando completamente solo? 

Denme amor, saben que son los mejores.

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