Capítulo Catorce.

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"¿Quién enjauló tu alma, amor?" - maná
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Alex.

Espero a Alicia en la biblioteca tal y como habíamos cuadrado, esta tardando más de lo que me gustaría. Sé que debe estar molesta por lo que hice pero realmente espero que venga para continuar con la lectura. Han pasado más de diez minutos y mi consciencia me está molestando, me dejé llevar por el odio que ocasionan sus ojos azules.

De por sí me sentía molesto por su arrebatado beso en el baño, al verla estuve a punto de explotar, la rabia me estaba consumiendo y me sentía fuera de control. Tampoco debí lastimarla, yo no soy así.

Me quedo observando el libro un rato más, esperando que haga acto de presencia pero después de unos minutos más me doy cuenta que no vendrá. Así que decido ir a buscarla, enfrentar lo que hice aunque me cueste, tengo que poner de mi parte para que el plan funcione y lo arruine lastimándola.

Sentir sus labios fue tan extraño, justo en ese momento estaba muy molesto y su beso me hizo tambalear no lo esperaba, me quedé en completo shock.

Suspiro frustrado para peinar el cabello con mis manos, sé lo que debo hacer pero me cuesta. Mi orgullo no me deja. Siempre me ha costado disculparme pero esta vez debo hacerlo para que las cosas continúen, para que sigamos con lo que habíamos planeado.

Me levanté del mueble para dirigirme a su habitación pensando en la manera correcta de corregir el error, de no dejarme llevar por la maldición. Estoy frente a su puerta y no dejo de pensar en lo mal que la trate, como tiré la comida al fregadero. Me decepciona la manera como actúo a su alrededor, ella no es una chica mala y lo único que a hecho es sufrir en esta vida, yo lo que hago es complicarle todo.

Después de unos segundos toqué su puerta una cantidad de veces, nervioso por como pudiéramos reaccionar. Somos un imán de problemas que lo único que sabemos es chocar. Estoy tan cansado de todo esto, quisiera poder irme de aquí y buscar al amor de mi vida, la extraño.

Espero unos segundos más para volver a tocar sin escuchar respuesta.

— Sé que estás ahí, Alicia. Hablemos, por favor — mi voz suena arrepentida, doy vueltas en el lugar mientras peino mi cabello desesperado.

Escucho como quita el seguro de la puerta pero no la abre. Tomo el pomo, lleno mis pulmones de aire y abro la puerta. Siento como mi corazón late con fuerza y no entiendo porqué estoy tan nervioso. Al entrar no la veo por ningún lado, su habitación se encuentra en perfecto estado como siempre.

Me percato de unos sonidos provenientes del baño, busco asiento en su cama para esperarla. Veo las fotografías sobre su mesita de noche, recordar lo buena que fue su madre y lo mal que estoy pagándole me entristece, me decepciona.

— ¿Qué quieres? ¿Vienes a reclamarme por no ir a la biblioteca? Por que si es así... — no levanté la vista para no dejarme llevar por el odio, su voz era de rabia y me sorprendía un poco. La detuve a mitad de lo que sea que iba a decir.

— No, no vengo a reclamarte nada, Alicia — podía sentir su mirada en mí pero me obligué a no arruinar lo que estaba intentando hacer, su silencio me dio luz verde para seguir —quiero disculparme por lo que hice, esto se esta saliendo de control y no sé qué hacer.

— ¿Siempre será así? — veo sus piernas desnudas caminar hacia la puerta y me hacen subir el rostro para observar su cuerpo cubierto por un vestido holgado y corto, bastante corto. Me levanto creyendo que va a huir de mí.

— No, voy a poner todo de mí para no volver a herirte — antes de que llegue a la puerta la tomó por la espalda y la acercó a mí. Pasando mis brazos por su cintura para que no se vaya, no quería que se fuera sin disculparme — Quiero que me perdones, Alicia.

Siento como su cuerpo tiembla ante mi contacto, como se pone nerviosa por mi cercanía. Eso me afecta, su aroma a flores frescas inunda todo el ambiente y me siento un poco mareado. Ella intenta zafarse clavando sus uñas en mis antebrazos pero aguanto el dolor.

— Aunque te perdone seguirás haciéndolo, es parte de la maldición. No tiene sentido que te disculpes, sé que nada será diferente. No por mucho tiempo — siento su voz quebrarse y me duele, la abrazo con más fuerza. Quisiera borrar todo lo que le he hecho.

Dejé un pequeño beso en su cabello al sentir como se rompe en llanto y me hace sentir miserable, un monstruo. Bajo mi rostro hasta acunarlo en su cuello y atraerla más hacia mí. Sé que esto no es correcto pero deseo que deje de llorar, necesito consolarla y que me perdone para que el plan continúe.

— Vamos Alicia, perdóname — digo completamente roto. Ella se da la vuelta en mis brazos sin mirarme, me aferro a mi voluntad para no mirarla de igual manera. No quiero incluir el odio en este momento. Aceptó mi abrazo pasando sus manos por mi cintura, eso me hizo bien.

— Espero también me perdones — susurró en mi pecho para empezar a llorar nuevamente. Me sentí confundido, no tenía porqué disculparla. No ha hecho más que ser un amor conmigo mientras yo la he lastimado de las mil maneras.

— ¿Perdonarte por qué? —acaricié su espalda mientras reposaba mi rostro en su cuello. Sentía una sensación de bienestar, de paz por primera vez entre los dos y no quería que nada lo arruinara. Quizás, sin ninguna maldición de por medio pudiéramos ser buenos amigos.

— Pues... por lo del beso — mencionó dudando de sus palabras — yo no sé por qué lo hice, estoy consciente que tienes novia y fue un error.

— Olvídate de eso pajarito —susurré deseando realmente olvidarlo yo también. No sentía ninguna atracción por Alicia, mi corazón ya tenía dueña pero ese beso fue muy extraño, recordarlo me hace sentir cosas que no debo sentir.

Se removió y rompió el abrazo para alejarse de mí, eso me hizo sentir un vacío frío en el pecho pero lo ignoré. Peine mi cabello rebelde y sonreí porque tal parece que todo volvía a estar bien entre nosotros.

— Mañana empezamos ¿esta bien? — asentí sin mirar hacia su dirección. Ya estaba oscureciendo, el día de hoy se fue en un parpadeo.

— Que tengas una linda noche, Alicia — caminé hacia la salida, abrí la puerta con la intención de largarme y descansar. La noche anterior fue muy corta por lo del accidente y el sueño me estaba pasando factura.

Sentí su mano tomar mi brazo estando de espalda para detenerme. No me di la vuelta porque me encontraría con sus ojos.

— Espera — su voz sonaba torturada como si tuviese algo malo que decirme. Me quedé esperando unos segundos y nada decía. Pensé por un momento en darme la vuelta para enfrentarla pero me detuve.

— Dime Alicia — suspiré todo el aire que estaba reteniendo inconscientemente.

— Eh.. quiero que sepas que estoy contigo para cualquier cosa — sus palabras me desconcertaron un poco. No comprendía porqué me decía esas cosas, estaba bastante extraña — te ayudaré a salir de aquí.

— Los dos lograremos salir de aquí, pajarito — le recordé serio. Ella también había sufrido mucho y deseaba que fuese feliz lejos de ese animal que la tiene encerrada.

Enjaulada.

Apreté los puños con fuerza, si lo tuviese frente a mí lo golpearía hasta dejarlo inconsciente.

— Linda noche, Alex — susurró audible para luego soltar mi brazo. Salí de ahí para luego encerrarme en mi habitación. Algo le pasa a Alicia, algo está ocultando, está nerviosa. Necesito saber qué ocurre.

Ignoré todos esos pensamientos, me sentía un poco paranoico. Seguramente no es nada y ya me estoy volviendo loco sin necesidad. Pensé toda la noche en Milian y lo hermosa que es, mi corazón se contrajo y lo único que deseaba era estar a su lado. Soy su única familia aquí y me preocupa que este desempleada, sola sin sustento. Espero que mi madre la esté ayudando.

Saber que no puedo protegerla me desespera, necesito saber que esta bien cada día y no puedo. Estoy a la incertidumbre de lo que esta haciendo y así será por todo un año, suplicándole a Dios que la cuide de ese monstruo que Alicia tiene como padre. La única mierda en esta ciudad.

El día terminó bien con el abrazo, sin querer avanzamos en la prueba de este mes. Sin el sentimiento de odio en medio es más fácil cumplir con ellas. Se sintió bien abrazarla, calmar sus tristezas.

Caminé hacia el baño para darme una ducha y dormir. Mañana será un día nuevo con sus propios problemas.

***

— Alicia ¿puedes dejar de interrumpir cuando esté leyendo? — la observo sumida en el libro con sus mejillas sonrojadas. Es lo peor intentar concentrarse con ella hablando cada dos oraciones.

— Es que ese suceso me resultó muy interesante ¿Cómo es qué el Sr. Darcy no se da cuenta? — suspiro exasperado intentando ignorar mis ganas de dejarla hablando sola.

— Bueno pregúntale al autor y sé feliz — siento su mirada y sé que le ha molestado mi comentario, sonrío satisfecho. Con eso hará silencio unos minutos más.

— Realmente si fuese feliz — asiento y sigo mi lectura, ya pronto terminaríamos el capítulo.

Me sumerjo en la historia de una manera irreal, casi mágica. Nunca me ha gustado leer, siempre he sido más de ver películas y series de acción. Pero esto es mucho más interesante, te hace crear el ambiente y cada escena en tu mente mejor que una película cualquiera. Casi puedo sentir sus propios sentimientos como si fuese el personaje. Es intenso.

Veo a Alicia de reojo sonreír como una tonta por algo que leyó, es tan inocente. Ella nota que la estoy mirando y se tapa el rostro con el libro.

— Deja de estar mirándome, me pone nerviosa — ruedo los ojos, también es muy emocional. Iba a responder cuando escucho el timbre de la casa. Me levanto para ir y ver quién es, Alicia se queda en la biblioteca como ya le he dicho antes.

Abro la puerta y me encuentro con uno de los guardias, le sonrió por cortesía pero él no responde el saludo. Sólo me entrega un sobre y sé muy bien de parte de quien es. Nicolas Robert. Voy a cerrar la puerta cuando el guardia detiene el proceso con su mano.

— Debes ver el video en tu habitación y que Alicia no se entere o las consecuencias serán peor — sus palabras remueven mi interior y deseaba ver el contenido del sobre. Asentí a las amenazas del tipo y me dejó cerrar de una vez la puerta de la entrada.

Guardé el sobre en mi espalda para entrar a la biblioteca.

Alicia me miró y sus ojos colapsaron todo en mí, sentía como el odio se mezclaba con la sangre en mis venas. Como el deseo de matarla me embriagaban, por eso estaba evitando mirarla de frente, ahora tenía que irme lejos o me arrepentiría de mis actos.

Los pensamientos oscuros y asesinos empezaron a llenar mi mente de una forma abrumadora, apreté mis manos en puños para luego quitar mi vista hacia otro lugar. Ella sabía que había cometido el error al mirarme y puedo sentirla removiéndose nerviosa, quisiera herirla, mil maneras de insultarla me invaden.

— Hablamos, Alicia — fue lo que me limite a decir para irme y caminar hecho una feria a mi habitación. El odio tardó en salir de mi sistema, antes se iba con facilidad en minutos pero ahora debo esperar más o menos una hora.

Me acosté en la cama, no quería ver el sobre con tanta rabia. No sabía qué podría haber y podía cometer cualquier locura. Mi respiración acelerada empezó a calmarse como todo en mí.

Después de unos minutos lo busqué un tanto nervioso y lo abrí notando que solo había un pendiente, busqué la laptop que no usaba en lo absoluto porque no me permitían Internet.

Conecté el pendrive después de prenderla y al abrirlo me doy cuenta que hay dos archivos, un vídeo y un documento Word. Hay una nota en el sobre que dice "primero ve el vídeo y luego lee", hago lo que me dice y después de eso nunca más pude ser el mismo.

El vídeo empieza grabando unos árboles y puedo escuchar distintas voces, me paralizo al escuchar la voz de Milian, la cámara la enfoca y mi corazón se retuerce, se desangra al presenciar como empiezan a golpearla y patearla sin piedad.

Mis lágrimas caen una tras otra mientras la rabia se hace presente en mi cuerpo, siento que el corazón se me va a explotar de un infarto por lo acelerado que empieza a latir. La respiración es irregular y me cuesta, parpadeo una cantidad de veces pero no puedo apartar la vista de la pantalla aunque me duela.

Me duele como si me estuviesen hiriendo a mí, golpeando y pateando. Veo como después de unos minutos queda inconsciente en el suelo y el vídeo termina con una burla cínica de uno de los hombres que la lastimaron.

Tenía un deseo inmenso de golpear cosas, de matarlos a todos. Quería venganza, el dolor me estaba envenenando. Busco el documento Word para terminar de morir.

Querido Alex.

Te informo que tu amada no está muerta, puedes estar tranquilo. Sólo quise darle un regalo de tu parte por haber herido a mi princesa. Te lo dije, si la lastimas, si la haces llorar tu querida Milian pagará las consecuencias. No sé si es que olvidaste las cámaras cuando la tomaste bruscamente de la cara y rompiste el desayuno que te preparó. No me interesa tampoco, pero ya ves que cumplo mi palabra.

Espero, por otro lado, que mi hija no sepa nada de esto o el siguiente regalo será peor. Estas advertido y espero te comportes, porque a mí no me tiembla la mano para matarla de la peor manera. Soy un monstruo para mis enemigos Alex, si te portas bien te irá bien.

Con cariño, Nicolas Robert.


Al terminar de leer esa maldita carta tomé la laptop y la estampe contra la pared. La vi estallar, como se partía por la mitad y todos los vidrios se esparcían por el suelo. Así me sentía yo, destruido y roto. Me sentía vacío y con ganas de venganza. Mi corazón se estaba pudriendo y esta vez sin el odio de la maldición deseé la muerte de Alicia.

Soñé con ver sufrir a su padre, verlo llorar, destruido. Me sentía desesperado, él dice que Milian no está muerta pero me preocupa como la dejaron después de esa paliza, son unos malditos animales.

Me levanté de la cama para dirigirme al gimnasio, necesitaba drenar de alguna manera tanta rabia, tanto odio. Esto definitivamente acabaría conmigo. Empecé a golpear la pera de boxeo con toda la fuerza que estaba conteniendo, sentía la humedad en mis mejillas y como la vista se volvía borrosa por las lágrimas, no podía dejar de sentir el dolor.

No borraba de mi mente las escenas de esa atrocidad. Son unos malditos que merecen morir, nunca he sido un hombre de desear la muerte a alguien más pero en este momento quiero ver morir a tantas personas.

Escucho la puerta del gimnasio y sé quien es. No puede ser que este aquí, me detengo y siento el sudor transpirar de mi cuerpo, la respiración agitada y la sangre caliente bajo mi piel. Estoy de espalda a ella pero puedo oler su aroma a flores.

— Vete de aquí Alicia — cerré los ojos con fuerza deseando que no hablara siquiera, no quería verla ni mucho menos escucharla.

— ¿Qué pasó? ¿Quién había tocado la puerta y por qué estás así? — le di un golpe a la pera. No podía tratarla mal pero lo deseaba. No era su culpa pero por ella estaba aquí sufriendo, por ella Milian estaba sufriendo.

— Nada, solo vete y déjame sólo ¿Quieres? — hablé tajante y molesto, pero Alicia es terca y las cosas deben ser como ella dice. Ignoró lo que dije y se posicionó frente a mí, su mirada estaba analizando mi estado de ánimo mientras el odio de la maldición estaba avivando más lo que sentía.

La pera era lo único que nos separaba pero no iba a aguantar por mucho tiempo.

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Esto de no tener Internet me ha hecho escribir como no tienen idea. Es una buena noticia porque actualizo cada vez que tengo acceso a Internet. Saben que los amo.

Si les gustó denme una estrellita, aunque me gustan más sus comentarios. Me hacen feliz.

¿Qué creen que ocurrirá en ese volcán que hay entre los dos? Yo tengo un poco de miedo.

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