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La guerra había durado casi todo el día, y poco más de la madrugada, hubo muchos caídos, pero ningún reino se mostró vencedor, dando consigo algo llamado el baile para el tratado de paz temporal. No sería un trato que durará toda una vida, pero tampoco era un contrato de dos días, sino uno que durará 50 a 70 años, pasado ese tiempo todos los reinos podrían volver a declararse la guerra si así lo deseaban.

Julio estaba más que cansado, no solo eso sino que había recibido una herida en el brazo izquierdo de la Reina de Diamantes, el menor no pudo dudar que ella era una mortal guerrera, aunque la Reina de Picas también se enfrento a ella, las dos se veían muy parejas, fue algo que nunca más se vería en la vida, se notaba que las guerreras eran fuertes. También observó como el Rey de Corazones y la Reina de corazones se ayudaban, sabían pelear juntos, y se notaba que ambos se amaban de alguna forma. También noto lo excelentes guerreros que eran algunos soldados, se asustó cuando él mismo se tuvo que enfrentar con la Reina de Tréboles, aunque Julio ya tenía el brazo izquierdo mal, y no lograba defenderse muy bien, la reina no dejaba a lugar rendirse con facilidad, pero para su suerte antes de que la espada le corte el cuello apareció Alexander para ayudarle, la reina de por sí su nombre era Daniel el guerrero espadachín, no se iba a dejar vencer, y más aún cuando al instante se vio como El Rey de Picas y Trébol peleaban, ya se notaba porque él dijo que, solo él podría vencer a los tres reyes, Sebastián era un As de la cabalgata con espada, era demasiado bueno, casi tenía acorralado al Rey de Picas y parecía que nadie lo iba a ayudar, Julio no tuvo de otra que ayudarle, soltó un pequeño hechizo, para no gastar energía, haciendo que el caballo quedara dormido, y tumbando consigo al Rey de Trébol, el rey de picas miro detrás, ya que Julio era obligado a ayudar en esa guerra. Después lo único que hizo fue buscar con quien mas enfrentarse, notando que el Poker Rojo estaba apoyando al reino de Corazones.

Suspiro, ya que muchas cosas habían pasado, miro su arma, aun la tenía pero de nada servía si ni fuerzas para levantarse tenía, - Si tan solo recuperará mis energías lo más rápido, me iría ahora mismo, solo espero que me suelten, aunque lo dudo - la puerta se abrió, y el menor echado solo volteo su cabeza, para ver quien era.

- Aun me duele la mano de agarrar la espada - le dijo el guerrero 10 - Dios casi me mata esa reina.

- ¿Cuál? la de diamantes, tréboles - Le dijo.

-Tréboles, Joder por poco y me destrozo, estuve a un poco de caer muerto y sin cabeza - se rió - Y como te fue a ti.

-Bueno, mi brazo esta mal - apunto a la herida vendada del brazo izquierdo - Tuve una pelea de lo mas extraña con la poker rojo.

-La chica que ayudaba al reino de corazones - le dijo, esperando respuesta alguna.

-Si esa, y no solo eso me decía, que ella quería ser reina también, que se veía divertido. -Le empezó a comentar lo que le escucho - Lo poco que logre interpretar, o lo que creo que ella trataba de decirme, era que iba a matar a la Reina de corazones para ella ser reina.

-Eso es un descaro de ella, después de todo, no creo que el Rey de corazones le permita ser Reina. - Se sentó a su lado de la cama, con toda la confianza.

- Crees que sería bueno advertir algo como eso. - Lo estaba pensando, ya que en su interior le pedía a gritos que si, que diga sobre eso.

-No creo que el Rey te deje salir, pero quizás en el baile real, puedas hablar con la reina, pero no creo que puedas acercarte tanto.

-Aun así, creo que me gustaría tomar el riesgo. - Le dijo, para luego sentarse, en su cama - Ademas, ¿que haces aquí?, no deberías estar reportandote.

-No, ya fui antes, por eso tengo tiempo antes del baile real. - Le dijo, para apoyarse en las piernas del otro, casi echando medio cuerpo en el otro.

-Por eso estas aquí. - Le dijo sonriendo, empezando de nuevo a coquetearse ambos con descaro.

-Claro, porque no, o acaso no te gusta mi presencia aquí - le guiño.

-Yo no dije que no me guste tu presencia, pero me parece sospechoso que siempre vengas, o acaso quieres alguna otra cosa.

-Que es lo que tú crees que yo quiero - Parecía una pregunta, aunque no lo era.

-Puedo responderlo de otra manera. - Algo que el otro solo hizo que asintiera, el menor fue bajando su cabeza, para llegar lo mas cerca del otro, y llegar darle un beso en los labios, pero a lo que ya se acercaba, la puerta se abre, Julio sube su cabeza lo mas rápido posible, y Alexander se levanta de un salto de la cama.

- ¿Que estaban haciendo? - Dijo el Rey serio, como siempre, solo que ahora no se notaba con ningún humor, en especial por el simple hecho de no haber sido él aquel ganador de la batalla entre reinos o eso creían todos, el rey era alguien impredecible. -Bien solo vengo a dejar esto - Dejo la ropa que se pondría el menor, para Julio esa ropa era detestable, no le agradaba aparte de que era incomodo, como era que la gente caminaba con tranquilidad con eso puesto. -Y una cosa mas - Se dirigió la llamada al guerrero - Todos deben ir a ponerse ropa formal, ahora mismo, no pienso esperar a todos ustedes. - Ya que también hablaba sobre las demás cartas que estarían presentes, luego solo salio del cuarto, cerrando la puerta de un portazo.

- Sigue sin caerme nada bien. -Fueron las palabras de Julio.

-Que se le va hacer, es el rey después de todo, pero bueno, nos vemos en la fiesta - le guiño, para salir también del cuarto, ya que debía también cambiarse.

Ahora solo se esperaba un baile un agotador.

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