Capítulo 6: El rey de los rebeldes, parte II

Capítulo 6: El rey de los rebeldes, parte II

—Sí, es decir, ahora yo la protejo.

Fruncí ligeramente el ceño, no parecía ser una respuesta completamente afirmativa a una relación, pero tampoco lo había negado. No sabía por qué estaba investigando cosas que no deberían interesarme.

Afirmé con la cabeza, él fue al área del comedor para cenar. Miré la puerta por unos segundos sin saber por qué no quería irme de aquí y dejar a la reina sola, pero me formó a voltearme e irme a mi pequeña habitación donde tenía mi privacidad. Me quité la máscara que traía puesta y la ropa quedando tan solo en una guarda camisas y mis vaqueros, me miré en el espejo la venda que cubría mi cabeza y me la empecé a desenvolver poco a poco hasta que vi la pequeña cicatriz a un costado de mi cabeza que aún seguía cicatrizando, tomé un algodón y alcohol para limpiarme un poco de sangre seca que tenía pegada en el cabello cuando escuché mi puerta abrirse, miré por el reflejo del espejo que era Larisa, ella también se había quitado la ropa con la que salimos y tan sólo llevaba una franelilla que mostraba su escote de grandes pechos y unos cortos pantalones que se pegaban a sus muslos como una segunda piel, sus brazos cubiertos de tatuajes y también parte de sus piernas, arregló su corto cabello rubio cuando se detuvo detrás de mi en el espejo.

—¿Estás bien? —preguntó.

—¿Por qué no lo estaría? —respondí dejando el algodón en la basura para irme a sentar soltando un suspiro.

No estaba bien, algo me molestaba, algo no se me salía de la cabeza y lo peor era que aún no sabía qué era.

—Te veo perturbado, ni siquiera fuiste a cenar —dijo— ¿es por ella? ¿La reina Dunkel?

Algo en esa palabra dentro de "la reina Dunkel" me molestó, no sabía si era porque ahí estaba mi apellido, se sentía como un mal sabor en la boca.

—Es por toda la situación —me limité a decir sabiendo que era una mentira. 
Lo cierto era, que no dejaba de pensar en ella, en la reina Eva Dunkel. No sabía por qué, es decir, no recordaba ni siquiera haberme cruzado con ella alguna vez, y dudaba que nos hubiéramos conocido, pero, no negaba que había algo en su cara que se me hacía familiar, como cuando ella me vio y dijo mi nombre, parecía asustada, aliviada y algo más que aún no sabía descifrar... Como si hubiera visto a través de mí, como si recordara algo importante que yo ignoraba.

—Relájate, el rey de los Rebeldes no debe estar estresado —dijo Larisa acercándose a mi silla por detrás y colocando sus manos en mis hombros— ¿quieres un masaje?

No le respondí, y ella comenzó el masajearme a los hombros con suavidad y lentitud, agregando en un susurro:

—Puedo relajarte aún más.

Se inclinó hacía mi boca pero giré el rostro.

—No estoy de humor.

Mi cabeza palpitaba, me sentía enojado y con una mezcla de emociones que no comprendía de donde venían.

—Ven —insistió ella tomandome de la mandíbula—, relájate.

Sus labios tocaron mi boca y pasó las manos por debajo de mi camisa tocándome el pecho, un flash back de unas manos vinieron a mí mente y le sostuve las muñecas con fuerza.

—Ay —dijo ella. La solté y pestañee un par de veces volviendo a la realidad.

Estaba aturdido sin saber de donde habían venido aquellas manos en mis recuerdos que paseaban por mí pecho y se envolvían en mí espalda. Salí de la habitación sin decir nada.

EVA DUNKEL

Me desperté un poco aturdida, me dolía mucho todo el cuerpo, miré alrededor sin reconocer nada más que al doctor Patrick que estaba sentado en el suelo con la cara apoyada del colchon, cuando percibió que me moví, se despertó pestañeando un par de veces.

—¿Estás bien? —preguntó con voz ronca acabando de levantarse.

—¿Dónde estamos? —pregunté, él me acercó un poco de agua y se lo agradecí.

—Estamos en un refugio momentáneo dentro de Belmia, creo que estos fueron refugios durante la segunda guerra mundial. Helio me ha dicho que debemos movilizarnos porque es solo cuestión de tiempo de que den con nuestro paradero —me explicó—, saldremos mañana por la noche.

—¿Esto es como una guarida de los Rebeldes? —pregunté.

—Sí.

Relamí mis labios y afirmé con la cabeza, saqué las pastillas que por suerte seguían en mí bolsillo y me tomé tres.

—¿Tenías esas pastillas ahí todo el tiempo? —preguntó.

—Era por sí acaso me dolía algo —murmuré.

—Ten cuidado en tomar en exceso, pueden llegar a hacerte volver adicta.

Le giré los ojos en respuesta y luego de un momento pregunté:

—¿Dónde está Eros? parecía algo aturdido.

—Lo está. Nadie tiene completa paz en este lugar donde todos somos exiliados.

Rodé mí mano y tomé la suya, él pareció ligeramente intrigado, pero no se apartó.

—Ahora te buscan por mi culpa. —dije.

—Tarde o temprano algo detonaria —suspiró— y puede que necesitara esto para poder salir del régimen.

—Ahora no tienes trabajo.

—No importa. Cuando todo esto acabe podré volver a trabajar.

Eso esperaba, que cuando volviéramos a tener libertad, estaríamos nuevamente a la normalidad.

Mordí mis labios y entonces me atreví a preguntar:

—¿Esa mujer que estaba en la foto de tu casa, era tu esposa?

Él me miró pareciendo algo sorprendido de que hubiera visto esa foto.

—Mi hermana, trabajaba para el rey.

—¿Y qué le pasó?

—Federico —suspiró—, la mandó a encarcelar. Ella también trabajaba como médico dentro del castillo, dejó morir a uno de los amigos de él más cercanos, en un ataque de los Rebeldes Federico no lo perdono.

—¿Y no la puedes visitar? —susurré sintiendo el amargo de sus palabras.

—No hasta que le den una condena, algo que ya se ha aplazado casi 10 años.

—Lo siento mucho —susurré.

Él se encogió de hombros sin decir nada más del tema y me señaló la herida preguntando:

—¿Ya estás mejor?

Afirmé con la cabeza y respondí:

—Gracias.

Él me envolvió de las dos manos, su mirada de ojos marrones fija en la mía, parecía agotado, pero sincero cuando murmuró:

—Voy a protegerte y mantenerte a salvo. Ya verás que pronto mi hermana te conocerá y seremos libres.

Afirmé lentamente con la cabeza y le sonreí.

—Deberías descansar un poco —dijo— ha sido un día muy largo.

—¿Qué hablas? he estado acostada todo el rato, quiero ir al baño —murmuré.

—Te acompaño —dijo ayudandome a levantarme de la cama.

—No, tranquilo, yo puedo.

Necesitaba despejar mi cabeza y otra parte de mí, pensaba en buscar a Eros y exigirle alguna explicación. Apenas salí al pasillo noté que estaba muy silencioso, me imaginaba que la mayoría de las personas estaban dormidas. Entré al baño, era amplio con muchas duchas y lavamanos, pero estaba solo. Mi cabeza pensaba miles de cosas, la principal era que estaba en peligro y debía salir de aquí y la segunda era, que no comprendía por qué Eros estaba tan indiferente, el Eros qué conocí se hubiera quedado conmigo en la habitación hasta que despertara, este no lo hizo, ni siquiera estaba cerca.

Me lavé la cara y el rostro intentando despejar mi cabeza cuando de repente la puerta se abrió y como si lo hubiera invocado Eros Dunkel entró. Sus ojos azules grisáceos notaron mí presencia y se frenó en seco, la puerta cerrándose detrás de él dejándonos completamente solos.

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Te tenemos atrapado Eros >:D jajaja bueno solo diré algo, esta historia es muy subida así que en los capítulos que vienen por favor no me maten :( aunque creo que me van a funar, Leo sus especulaciones y dedicaré capítulos :D

Instagram: Ysarisareinamoo

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