Capítulo 35: Chispas de fuego
Capítulo 35: Chispas de fuego
EVA DUNKEL
Entreabrí los ojos y algo dentro de mí se rompió en mil pedazos al saber que esto no era un sueño, sino que seguía atascada en esta realidad. Luchaba cada día con intentar morir dentro de mis sueños, fantasiaba con la idea de ya no existir, pero, luego quedaba la otra parte de mí que decía que tenía que sobrevivir para poder irme de aquí.
Cuando pestañee un par de veces, me di cuenta que no estaba sola en la cama, sino que alguien estaba acostado a mi lado con mis manos agarradas.
Eros. Sus ojos estaban cerrados, no lo había visto el tiempo que estuve recuperándome. Él tenía oscuras ojeras, lucía cansado a pesar de estar dormido, su respiración era pesada y profunda en su boca entreabierta. Como si hubiera percibido que lo veía, él abrió los ojos lentamente, ambos mirándonos a escasos centímetros en la cama.
—Estabas roncando —susurré encontrando mi voz un poco frágil.
Él soltó un leve bufido y contestó:
—Tú babeas cuando duermes.
Sonreí un poco y él también.
—Estas vivo. —comenté lo obvio y pasé una de mis manos por un lateral de su rostro donde aún estaba la marca de una herida.
—Gracias a ti, aunque si te soy sincero, creo que fue una gran estupidez lo que hiciste.
Yo también lo creía. Pero no era como si hubiéramos tenido más opciones.
—¿Por qué me salvaste?
—Si no lo hacía, ibas a morir, y luego nos ejecutarían a todos.
Él estrechó los ojos.
—¿Segura de que fue solo por eso?
Bajé la mirada y apreté los labios, no me atreví a decirle, que tal vez lo que me impulsó a dar la vida por él, puede que fueran los fantasmas del amor que sentí por él.
Él me tomó las manos y suspiró diciendo:
—Espero, realmente algún día poder reparar todo lo que te hice.
Volví a mirarlo, parecía sincero, no fui capaz de responder sentía un nudo en la garganta.
—Lo siento mucho —continuó diciendo Eros—, lo siento por cada cosa que te hice.
Nunca creí que el orgulloso Eros, pediría perdon por algo hasta ahora.
—Me arrepiento de cada cosa que te he dicho —prosiguió mientras tomaba mi mano y la llevaba a su boca para colocar un ligero beso ahí en mi piel—, lo siento mucho.
Me di cuenta que mi corazón estaba más acelerado que hace un momento, parte de mi ira y enojo se habían amortiguado por el simple hecho de escucharlo pidiéndome disculpas.
—¿Qué ocurrió el tiempo que estuve inconciente? —me atreví a preguntar.
—Llegamos a un acuerdo, pero, ahora sólo falta que yo logre recordar.
—¿Y no lo hiciste con todos los golpes que esos horribles monstruos te dieron? —alcé una ceja.
—No —fijó su mirada en la mía—, solo encuentro claridad en mis pensamientos cuando tú estas cerca.
Tomé una profunda respiración y me fijé que tenía muchos días sin bañarme, ya me había recuperado, ahora tenía que continuar.
—Voy a darme un baño. —dije, pero en el momento en que me senté, me maree y fue cuando vi la quemadura de mi tobillo, todo el lugar de la descarga eléctrica me había quemado la piel.
—Déjame ayudarte. —murmuró Eros y se levantó para ayudarme a ir al baño, una vez dentro encendió la bañera para que el agua tibia llenara la tina y entonces volteó a mirarme como si esperara que me desnudara frente a él.
—Vete —dije.
—No, no quiero que te caigas.
—Yo no quiero que me veas.
—¿Por qué? No es como si me interesara verte desnuda, solo quiero ayudarte.
Su comentario me cayó realmente pesado, porque aunque odiara admitirlo, por un momento sí creí que él me había visto diferente... como antes.
—Si no te intereso, entonces vete —dije con algo de amargura—. No necesito tu ayuda.
—Dije que no me interesaba verte desnuda —caminó hacia mí—, no que no quisiera ayudarte. Eres como mi hija.
«No soy tu hija». De hecho eso me hizo sentir muchisimo peor, pero, preferí guardar silencio.
Me voltee y empecé a deslizarme la franela que llevaba puesta, cuando sentí su presencia detrás de mí y dejé de respirar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top