Capítulo 34: Fingiendo sentir
Capítulo 34: Fingiendo sentir
EROS DUNKEL
Vi la conmoción en el rostro de todos cuando supieron que sus vidas dependían de que yo recordara donde quedaban las debilidades y túneles del reino de Belmia o de lo contrario Igor ya no nos tendría piedad y nos asesinaria. Las últimas tres semanas había estado posponiendo las reuniones con Igor, poniendo excusas y por suerte él tuvo que salir, pero estaba haciendo tiempo mientras Eva despertaba, ella era mi única salida.
—¡¿Como pretendes que no nos mate ahora?! —dijo Larisa buscando mi mirada, ella siempre esperaba ver deseo o amor en mi mirada, pero, lo que me provocaba era fastidio.
Nos habían cambiado de lugar, ahora estabamos aceptados en un lugar mejor del castillo y con el respeto del Korol. Ahora nos tomaba en cuenta para formar parte de la tropa que derrocaria el rey Román y tomaría Belmia, pero, solo había un problema...
...Yo aún no recordaba nada.
Ni siquiera después de los golpes que recibí en el duelo, los pasadizos del castillo, los puntos ciegos, los túneles, su equipo, no recordaba absolutamente nada.
—Calma —dijo Helio mirando a todos en la habitación donde nos encontrabamos—, necesito que ustedes guarden la calma, lo solucionaremos.
Todos se dispersaron en el salón murmurando cosas entre sí.
Sabía que todo era una mierda, que todo dependiera de mí y que no pudiera hacer que mí cerebro renovara sus recuerdos.
Helio se acercó a mi tomandome del brazo para salir al pasillo y me miró diciendo:
—¿Has estado recordando cosas no? Eso dijiste.
—Sí, yo estoy seguro de que los recuerdos volverán, sé qué hacer —dije.
—¿Y qué hiciste? —dijo Larisa apareciendo detrás de Hélio.
—No es de tu incumbencia. —repliqué, ella apretó la quijada.
—Claro que lo es, la única manera de que no nos maten es si tu das información, sino todo esto se irá a la mierda. —refutó.
—Calma. —dijo Hélio empujandola del pecho para hacerla retroceder, ella lo empujó en respuesta.
—No me toques.
Bufé, sentía que estaba perdiendo tiempo, y con Eva inconciente ahora todo sí podía irse a la mierda. Ella era la única fuente para que yo lograra recuperar mis recuerdos, debí jugar de manera más inteligente, debí haberla seducido antes de tratarla como un imbécil, darle amor. Pero no fui alguien que recibiera amor a lo largo de su voda, así que no sabía como darlo, no tenía un ejemplo.
—Volveré. —dije, necesitaba verla y recuperar mis recuerdos. Hélio volvió a entrar, sin embargo, Larisa me tomó de la muñeca, su mirada era impaciente.
—¿Iras a verla?
—Es lo mínimo que puedo hacer, tengo que ver si despertó —repliqué.
Eva se había metido a la arena para que no me asesinaran, ella prácticamente dio la vida por mí. Todos se dispersaron, ahora teníamos algo de libertad dentro del gran castillo de Igor, pero, aún estabamos bajo vigilancia. Larisa no me soltó.
—Eres diferente con ella. Nunca te vi preocuparte por alguien que no fueras tu mismo —dijo—, ni siquiera te importó cuando yo te salvé el culo en más de una ocasión.
Cuando aún tenía el golpe en la cabeza me desmayaba en los momentos menos indicados, claro que me ayudó, claro que tuvimos algo y claro, que no por eso le debía la vida.
—No digas estupideces, es una niña —repliqué como si fuera una estupidez, pero la verdad era que algo dentro de mí, admiraba a Eva y no la miraba como si fuese una niña.
—No es una niña, lo sabes —frunció el ceño—, el brillo de tus ojos al mirarla, es diferente.
Giré los ojos y me incliné hacia a ella.
—Haré lo que haga falta por recuperar lo que es mío. No me importa ella.
—No te creo.
—No me importa que me creas.
Me safé de su agarre y fui a ver a Eva.
Necesitaba que despertara.
Entré a la habitación en donde habían mandado a Eva, ella estaba acostada en una gran cama como la vi la última vez hace 3 semanas. Se despertaba ocasionalmente pero, solo se volvía a dormir, como si luchara con la vida, como si se negara a despertar. Y es que la vida fue una completa mierda con alguien que solo buscaba paz, amor y comprensión. Ella terminó encontrando todo lo contrario y aún así seguía aquí. Seguía queriendo dar la vida por una mierda como yo.
Me acosté a su lado y tomé su mano entré las mías, su rostro lleno de moretones que ya empezaban a aclararse, su rostro tranquilo, mostrando una extraña paz, sus espesas pestañas adornando sus ojos cerrados, y sus labios cerrados como si se tratar de una muñeca de porcelana, ella era inteligente, ella era hermosa y ella era todo lo que yo no merecía...
«¿Por qué daría la vida por alguien como yo?»
Relamí mis labios, cada vez que la veía, me hacia sentir la peor mierda del mundo.
—Lo siento mucho, Eva, prometo que nunca más sufrirás —susurré muy bajo.
En cuanto obtuviera mis recuerdos, haría lo posible por devolverla a su país y mantenerla a salvo, ella no merecía sufrir por culpa de mí familia.
Me acosté a su lado y miré la silueta de su rostro, tal vez, solo, tal vez... no era tan disparatado que ella me hubiera hecho sentir.
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