Capítulo 28: Yo soy tu debilidad

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Capítulo 28: Yo soy tu debilidad

AURORA DUNKEL

La sirvienta me estaba lavando los pies mientras yo tomaba un baño en la bañera, el agua tibia me cubría casi por completo, mi cabello húmedo tras lavarmelo, no iba a mentir, extrañaba mucho darme un largo baño donde sentía que me quitaba mil años de encima.

Al menos algo bueno dentro de todas las cosas malas.

Todas estas horas me la pasé creando planes en mi cabeza de como podía huir, como podía hacer para escapar, pero llegué a la conclusión de que no podria hacerlo, no por mis propios medios tenía que ser más inteligente y astuta. Pensar como el enemigo para poder anticipar sus movimientos.

Miré a la sirvienta, ella estaba muy ocupada haciéndome un masaje en los pies, en realidad, el trato que estaba recibiendo era como de una reina, pero no era como si fuera algo nuevo para mi, crecí con las mejores atenciones en el Palacio real de Belmia.

—¿Puedes hablar conmigo? —le pregunté a ella.

No me respondió, ni siquiera alzó la cabeza.

—Por favor, habla conmigo. —insistí— Solo estamos tu y yo, y realmente me aburro mucho encerrada.

Ella no detuvo lo que hacía, ni levantó la cabeza sino que dijo en un susurró casi inaudible:

—Me han mandado a no hablar contigo.

—No me han dejado hacer nada —repliqué y solté un suspiro echando la cabeza hacía atrás y cerrando los ojos—, solo me quiere como su posesión cuando yo solo quería amor, pero creo que siempre busque amor en el lugar equivocado.

Silencio. Ella no dijo nada y me resigné a que no hablaría. Salí y me cambié de ropa a lo que Igor me permitía usar, solo ropa lila y vestidos muy delicados y notablemente costosos. Cuando terminó de peinarme ella se iba a retirar, pero antes susurró:

—Hoy su padre irá a pelear, Korol lo ha desafiado a una batalla a muerte.

Ella se fue antes de que yo le pudiera decir cualquier cosa. ¿Batalla a muerte? ¿Pero es que Igor se había vuelto loco?

Me quedé en la cama mientras los minutos me atormentaban y entonces escuché la puerta abrirse, Igor entró, parecía que había estado en los establos porque tenía el pantalón y las botas llenas de lodo, como siempre, andaba sin camisa.

Me levanté de la cama y me crucé de brazos como si pudiera poner una barrera entre nosotros a pesar de que él ni me miraba. Fue cuando noté el cuadro que él tenía colgado frente a su cama en la pared, no siquiera lo había notado hasta ahora. Era un cuadro de él, vistiendo tan sólo unos bóxers negros mostrando su imponente físico con sus dos perros a cada lado de él.

Me pareció de los más perturbante y atemorizante, ¿quien tenía un cuadro de sí mismo en su habitación?

—Tienes un cuadro de ti mismo —me burlé asegurandome de hablar lo suficientemente fuerte para que me escuchara—, ¿tanto te quieres?

Él se desabrochó él pantalón sin mirarme y se quitó las botas con sus mismos pies mientras se bajaba el pantalón, su espalda musculosa contrayéndose, sus tatuajes sobresaliendo de manera tentativa y algunos raspones y viejas cicatrices saltaban a la vista.

—Oh, yo me adoro, pero no fue mi idea —respondió sin ni siquiera voltear—, fue un regalo.

—Que regalo tan de mal gusto —contesté—de seguro que el que te lo regaló también te adora y tiene una cámara en la pintura para verte mientras se masturba desde su casa.

Dejó la ropa en el piso probablemente sabiendo que los sirvientes lo limpiarían y entonces se volteó hacia mí fijando sus ojos pardos en los míos, a veces se me olvidaba lo atemorizante que él podía llegar a ser. Él era conciente de su cuerpo perfectamente musculoso y bien adictivo para la vista, pero aunque evité mirarlo más de lo que debía, creo que no lo logré, él lo notó.

—Que gran imaginación tienes —susurró acercándose a mí hasta detenerse a solo un paso de tocarme—. Aunque me gustaría que fueras tú quién se masturbe con mi imagen, ¿no te parece más sexy pensar eso?

Por mi mente cruzó la imagen de lo que me decía y temblé, él al notar que no dije nada la esquina de su boca se alzó en una media sonrisa y continuó diciendo:

—¿O prefieres mirar, printsessa? ¿Qué tan pervertida eres?

De repente sentía que mi corazón se aceleró al escuchar el tono bajo de su voz, él sabía sacarme de mi zona de confort, pero no le iba a dar el gusto, de intimidarme.

—No quiero ver nada. Déjame ir con mi padre —exigí.

Él alzó una ceja.

—Es mi prisionero.

—Lo harás pelear —di un paso hacia él—, quiero verlo.

Él mantuvo esa sonrisa que curveaba sus labios y respondió con petulancia.

—No. Aquí son mis reglas.

Me di cuenta de que él no iba a ceder, él no iba a dejarme ir por las buenas. Lo vi rodearme sin volver a mirarme y tomó asiento en una de las sillas de la habitación como si quisiera recuperar el aliento tras tanto agite.

Apreté los labios y pregunté:

—¿Qué quieres que haga?

Él me miró y amplió un poco más su sonrisa diciendo:

—¿Que tan dispuesta estás para que yo te deje ir?

Sabía que la única forma de hacer que esto funcionara era... dándole un poco de lo que él quería y lo que él quería era a mí, por eso me tenía aquí y eso podía usarlo a mí favor.

Me acerqué a él bajando los tirantes de mí vestido lila lentamente por mis hombros, él me miró ligeramente sorprendido, de seguro que no se esperaba eso de mí, sus ojos siguiendo mis movimientos mientras me detenía frente a él y aguantaba la parte delantera de mí escote con mis manos para que no se deslizara por mis pechos.

—He dicho que no iba a tocarte —dijo él como un advertencia, su voz se había tornado seca y ligeramente ronca.

—Yo lo estoy haciendo —respondí y entonces con descaro me senté sobre él a horcajadas, sintiendo como la delgada tela de su ropa interior reaccionaba haciendo que él enorme bulto duro se le endureciera y chocara contra mis bragas, sentí la calentura llenarme él vientre.

Había olvidado mis necesidades durante mucho tiempo que creí que al provocarlo no sentiría nada, ni siquiera más que asco y ganas de manipularlo, pero me había equivocado, me había encendido por completo y sentía que estaba como perra en celo recordando como de intenso fueron nuestros encuentros anteriores.

—No juegues conmigo, printsessa —gruñó y sus manos fueron a mí cintura cuando empecé a mover las caderas lentamente sobre él sintiendo como temblaba, yo sentía que las piernas se me empezaban a acalambrar y mí vientre a contraerse pidiendo atención, como si ambos nos estuviéramos envolviendo en fuego lento.

—¿Qué quieres? —susurré percibiendo mí voz ronca, sin dejar de moverme por toda la longitud de su bulto, hacia adelante y hacia atrás mientras los dedos que él tenía sujetando mis caderas se aferraban más duro a mi piel sobre mi vestido, incitándome a que me continuara moviéndome; siguiendo mis movimientos.

Lo escuché soltar un ligero gruñido y sus ojos pardos completamente oscurecidos como un animal a punto de atacar se fijaron en los míos.

—No juegues conmigo, printsessa —gruñó y apretó la quijada cuando empecé a moverme más rápido sobre él, lo sentí estremecerse, empecé a moverme aun más rápido y me bajé el escote descubriendo mis pechos desnudos y estos empezaron a rebotarle en la cara.

—Pídeme que te toque. —ordenó en un ruego, él no quería traicionar su propio juramento de no tocarme, pero yo era la que mandaba aquí, no él, yo tenía él control.

—No. Aquí son mis reglas —respondí a secas así como él lo hizo conmigo.

Seguí restregandome sobre él como un lapdance y entonces lo vi morderse los labios, su rostro ligeramente enrojecido de la excitación, sus ojos oscurecidos en deseo mientras miraba mis pechos rebotando y mis bragas restregándose contra su evidente erección. Lo sentí temblar, su respiración estaba más caótica, sus jadeos más frenéticos, sabía que estaba por venirse, asi que me detuve de golpe.

—Solo te haré llegar si me permites ir con mi padre —solté.

Él aun con la respiración agitada y ligeramente tembloroso, pareció jodidamente enojado cuando susurró en un tono completamente peligroso:

—Printsessa, no juegues con el diablo si no quieres quemarte.

Me encogí de hombros y murmuré:

—Déjame ir con mi padre y entonces te permitiré tocarme.

Parecía que nunca se hubiera pensado la posibilidad de que yo pudiera manipularlo con sexo, lo notaba en su mirada, parecía sorprendido.

—Te crees mucho —replicó—, no te confundas conmigo, printsessa.

—Me creo mucho, mi rey ruso—respondí en su mismo tono desafiante—, porque siento —me moví nuevamente con lentitud hacia adelante y atrás escuchandolo ahogar un gemido—, lo mucho que me deseas...

Toqué su cara sintiendola caliente, mis dedos deslizándose por el lateral de su rostro hasta tocar su barbilla y susurré:

—Yo soy tu debilidad.

Parecía a punto de perder el control
sabía que estaba en una cuerda floja al borde de romperla, sabía que él no era alguien del que se podían burlar y que él si le daba la gana podía ponerme contra la cama para acabar, sin embargo, su honor parecía ser mayor con él, porque no me tocó, sino que me empujó a un lado con rabia y yo caí sobre la cama, entonces él salió de la habitación lanzando la puerta tan fuerte que estremeció las paredes.

Me quedé ligeramente confundida y me volví acomodar el vestido. Al parecer no había funcionado nada de lo que hice...

Abrieron la puerta luego de unos minutos, eran dos de los guardias que me custodiaban, uno de ellos dijo:

—Princesa Aurora Dunkel, Igor ha solicitado su presencia en el combate.













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Holaaaa conejitas lindasss! Espero les haya gustado estos dos capítulos, los hice con mucho amor, hoy le inyectaron dos vacunas a mi bebé y pues no puedo dormir vigilandola jajajaj bueno, bueno, en el próximo cap veremos la pelea solo diré algo... TODO puede pasar. Leeré sus teorías a las mejores les dedicó capítulo :3

Instagram: Ysarisareinamoo

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