Capítulo 1: Huída

Capítulo 1: Huída

EVA JENELL

—¿Por qué sigue aquí?

La voz del rey Román me desestabilizó. Yo dejé los ojos cerrados y la boca levemente abierta para que él creyera que estaba desmayada o bajo un profundo sueño.

—Señor —dijo la enfermera—, está deshidratada.

Ella me tomó el brazo y me conectó una intravenosa, intenté no inmutarme, pero ya había pasado una semana y hacer esta actuación se volvía cada vez más fácil.

—Yo necesito mi esposa. —replicó el rey Román.

—Está muy deshidratada señor —le explicó la enfermera— no para de vomitar y es normal al tener una pérdida de esta magnitud, en unos días más estará bien.

Escuché los pasos cuando el rey Román se fue y yo suspiré por fin entre abriendo los ojos.

—Gracias.—le susurré por no haberme expuesto ante él de que mis síntomas no eran tan graves como los aparentaba.

La enfermera apretó los labios sin atreverse a decir nada porque su cabeza dependía de ello, si el rey Román se enteraba que ella me estaba encubriendo, la podían asesinar. Cerró un poco la solución que me estaba aplicando para que pasara un poco más lenta, y luego se fue. Yo suspiré, en realidad todos acá pensaban que sí estaba muy débil tras los vómitos pero la realidad era que yo había estado provocándome los vomitos, sin comer nada para poder tener el estómago vacío y el cuerpo débil, de esa forma tendría una excusa para no ir a ver a mí esposo el rey Román.

Me daba asco simplemente pensar en que tuviera que estar con él para consumir nuestro matrimonio, me daba asco solamente imaginar estar en sus asquerosas manos huesudas y ásperas, ver ese cadavérica cara encima de la mía gimiendo si llegábamos a consumir el matrimonio y ese olor horrible que destilaba de él... Ahg. Había algo muerto en él o más bien, la muerte estaba dentro de él, yo había tenido suerte hasta el momento pero no podía seguir aquí, porque cuando él rey Román viera que ya estaba bien, vendría por mí, por eso había ideado un plan. Tenía que irme hoy mismo.

****

Esperé muchas horas hasta la última guardia después de la cena, comí un poco de galletas para tener algo de fuerzas y me desconecté la intravenosa, me escabullí saliendo de mí habitación, estaba por cruzar el pasillo cuando vi a una enfermera, ella se sorprendió y antes de que gritara le tapé la boca y la arrastré a una de los cuartos de conserje, la aguanté tan duro, por tantos segundos que cuando me di cuenta la había dejado sin respirar y se desmayó.

«Lo siento mucho, pero no es personal».

Le quité la ropa de uniforme de enfermera y me la coloqué rápidamente aun algo adolorida por la herida de mi torso enyesado y la debilidad de mi cuerpo. Esto era supervivencia, salí del cuarto dejando a la enfermera aun inconciente y empecé a caminar rápido para evitar levantar sospechas, sabiendo que a esta hora hacían el cambio de guardia.

Era mi oportunidad.

Noté que uno de los doctores se dirigía a la salida, lo seguí caminando con tranquilidad, los guardias ni siquiera me miraban, estaba pasando perfectamente desapercibida. Cuando salimos al estacionamiento, él le quitó los seguros, se descuidó andando su celular y abrí con cuidado la puerta de atrás cuando me metí a su auto en la parte de atrás sin que me viera. Él ni siquiera lo notó, apenas cerró su puerta yo tambien cerré la mía para pasar desapercibida.

Cuando arrancó y salimos de las rejas del castillo, sentí que algo me bajó del pecho; un atisbo de tranquilidad al saber que iba a estar por fin lejos de este manicomio de locos. Sentí que estaba tocando la libertad por fin. 
No dije absolutamente nada, y me mantuve así hasta que sentí que a las horas él detuvo el auto, casi había estado a punto de quedarme dormida, sin embargo me espabilé cuando él abrió la puerta y se bajó, yo esperé un momento al ver que estaba sacando algo de su maletero y entonces abrí pero cuando estaba por bajarme mis pies se enreraron y caí de espaldas en el pavimento, el cielo oscuro y estrellado me empezó a dar vueltas, de repente todo mí cuerpo se sentía descompuesto.

—¡Mierda! ¿qué es esto? —dijo el doctor completamente horrorizado al ver que todo este tiempo yo había estado en los asientos de atrás y él no se había dado cuenta.

—No se asuste por favor —dije sin aliento, me estaba doliendo la herida de mi torso así que me la cubrí con una mano presionándomela—, por favor ayúdeme.

El doctor miró alrededor estrechando los ojos, y luego me volvió a mirar para decir:

—¿Eres la reina Dunkel?

Podía ver la duda en su mirada, como si no estuviera completamente seguro de quién era yo.

—No —dije—, te lo juro que no lo soy.

Él evidentemente no me creyó.

—Mientes, eres ella —llevó las manos a su cabeza—, maldición.

—No, no me entregues —pedí poniendo todo mí esfuerzo para sentarme—, te daré un millón si me ayudas.

Él pareció levemente ofendido.

—¿Crees que me hace falta el dinero?

—Por favor —empecé a decir pero sentí que el dolor se intensificó en mi torso y apreté los ojos— ay...

Él se acercó a mí primero algo dudoso luego con más firmeza se sentó en el pavimento junto a mí y miró la herida que cubría con mi mano.

—Dejame ver. —me apartó la mano y apretó los labios— Estas sangrando mucho... hey, ¿me escuchas?

Sentía que estaba perdiendo las fuerzas, no podía mantenerle la mirada.

—Si... —susurré aunque lo escuchaba muy distante.

Me alzó la camisa y silbó entre dientes.

—Joder, se te abrió la sutura, te estas desangrando, el hospital queda muy lejos.

Lo tomé de la muñeca y le dije con voz débil:

—Por favor, ayúdeme.

Él tomó una profunda respiración y entonces murmuró:

—Solo asegúrate de que no me quiten la cabeza. Te ayudaré pero te tendrás que ir lo más pronto posible de aquí en cuanto mejores.

Tragué pesadamente saliva y afirmé con la cabeza con mis últimas fuerzas. Me cargó en sus brazos y me metió a su casa.

***

EROS DUNKEL

Las noticia del momento era la boda real donde al parecer asesinaron a tiros a la futura reina, o al menos eso se especulaba porque no habían tenido noticias de ella en varios días, el rey Dunkel no había salido a dar declaraciones.

—¿Estás bien? —preguntó Helio entrando a la habitación donde yo me encontraba afilando cuchillos, aparté la vista de la televisión y volví a enfocarme en afilar los cuchillos.

—Sí.

—¿Sabes algo de tu hija? —preguntó sentándose frente a mí.

—No aún —dije—. No me han dejado salir de este lugar.

El médico que me atendía me había recomendado no salir hasta que tuviera toda mi orientación y mi mente clara.

—Es lo mejor —dijo—, mientras aún no recuerdes muchas cosas y tu herida no cicatrice, debes esperar, necesitamos un equipo fuerte.

La venda que envolvia a mi cabeza era mi recordatorio de que aún no estaba completamente bien. El culpable de mis mareos, dolores de cabeza y lagunas mentales.

Lo único que recordaba era ese maldito golpe en la cabeza cuando salté del muro del castillo, antes de eso eran recuerdos cortos, de mi huyendo, de mí con mí hija Aurora, yo con el rey Román Dunkel fingiendo ser parte de su círculo cercano, pero luego no había nada, no habían recuerdos profundos, solo superficiales y a la vez sentía que olvidaba algo importante.

—Lo sé. —susurré.

—¿Te sientes mejor de la cabeza? —preguntó.

—Aún tengo...—empecé a decir— recuerdos muy confusos.

Imágenes, siluetas, risas...

Me colocó una mano encima de mí hombro.

—Todo estará bien.

Eso esperaba sanar rápido para matar a todos esos hijo de puta que estaban en el poder.

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Holaaaa sexys conejitas, espero estén bien, aquí iniciamos, intentaré actualizar esta historia los fines de semana y entre semana :D OMG Eros sin memoria y Eva con un desconocido, Chan Chan Chan! Que pasará? Jiji leeré sus comentarios y los que le atinen a lo que ocurrirá, les dedicó capítulos en la próxima actualización :D

Instagram: Ysarisareinamoo

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