XVII. Mi orgullo

Cristina.

Solté lágrimas de rabia. Él no estaba entendiendo mi posición, estaba apoyando la asquerosa vida de su nueva amiga como la llamó cuando la presentó y sí, Perla es una mujer hermosa podía envidiar su cabellera rojo y sus ojos tan verdes como las montañas de Diontina, pero sabía que esa mujer no tenía sentimientos... o eso me hicieron creer. Me harté cuando la defendió y la libró de toda culpa. La que debía estar tres metros bajo tierra era Perla no Luna.

Se suponía que debía entenderme, pero aseguré a mí misma que ella le había lavado el cerebro o le había coqueteado pestañeando mil veces para que él no viera la realidad. Su familia se destruyó por esa pelirroja, por eso mismo Luna acabó con su vida... Lo escuché llorar y llorar pero no, nunca era culpa de la chica.

Ah y las miradas que le daba a Brice, claro, buscando más cómplices para su horripilante vida...

Busqué mi teléfono en mi maleta, la cual no había vaciado porque la mujer, fingiendo ser buena chica, me dejó quedarme es su apartamento. No lo entendía o al contrario, lo entendía todo, estaba comprando mi cariño, así como compró a mi novio. Conseguí el teléfono y lo encendí, caminé hasta la cama para sentarme.

Omar.
Hola, cómo te fue en el viaje?

Cristina.
Lo comprobé. Marco está tontamente defendiendo a esa estúpida.
Era su hermana y no lo capta!

Omar.
Yo te dije que esa cercanía y defensa no era de gratis.
No mereces a alguien así a tu lado.

Cristina.
Tienes razón, yo... ya no puedo con esto.
Ese idiota no va a seguir jugando con mis sentimientos.

Y sí, fue una decisión difícil, porque yo quería mucho a Marco. Sin embargo esa indiferencia y lejanía total me tenían ciega y lo único que quería era que él tomara venganza por lo que esa estúpida le había hecho a su familia, porque quizás no era la única familia que arruinó.

Al día siguiente tomé mis cosas, investigué la hora de partida de un autobús que me llevase a mi ciudad y la hora salida más cercana. Me despedí de Marco terminando por completo lo que alguna vez llamamos noviazgo. Fue algo de lo que me he arrepentido desde entonces, no solo la venganza nublaba mi vista, sino también una persona que decía quererme pero me alejó de aquella persona que sí me amaba.

Nunca hay que tomar una decisión cuando la rabia nubla la razón.

G e n e s i s  A .

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