Introducción
Perla.
—Ya sabes lo que debes hacer...
—Sí Alexis, levantarme temprano, comer algo "nutritivo", vestirme e ir a trabajar. —repetí por enésima vez—, ya hice esa lista y ahora estoy llegando a la empresa... ¡¿M&M?! ¿Es la Empresa M&M?
—Sí, es esa empresa, allí empezaras como una asistente, luego espero que avances.
—Odiaba la revista M&M, la sigo odiando, o sea, el color es un asco, las letras ni se ven y la calidad es pésima, no tienen ni buenos diseños —sentencié—. Alexis, aceptaba cualquier otra empresa de modas que no fuera esta.
—Disfruta tu nuevo trabajo, hermanita. —dijo en burla.
—¡Alexis! ¡Alexis! —Colgó, lo quería matar, de todas las empresas famosas me tocó esa—. No te lo agradezco —susurré.
Sentí una presión en la espalda, una mano abrazó mi cuello, tenía mucho miedo, la vida pasó frente... No, en realidad nada pasó frete a mis ojos, sólo el pensamiento de que odiaba "La voz".
-¡Esto es un robo, dame todo lo que tienes! -gritó en mi oído.
José.
Caminé con tranquilidad, regresar al trabajo no era algo emocionante, menos si siempre veía el cambio drástico de los gastos de la empresa, hechos por mi hermano, pero siempre cubría esas diferencias ante mi padre con dos simples palabritas. Eso me estresaba.
Eran muy contadas las veces que mis padres podrían estar orgullosos de mí, para ellos todo lo hacía mal y siempre quise que algún día me vieran con orgullo, con apoyo, como lo hacían con Jorge.
-Buenos días, Susana -saludé a la recepcionista, ella asintió-. ¿Llegaron los papales del nuevo personal?
-Sí, ayer, pero Jorge se llevó esas carpetas, para revisarlas, aunque creo que fue sólo para llamar la atención de su padre, porque son más de las seis de la mañana y no sé el nombre de los nuevos empleados.
-Muchas gracia... -Un grito me interrumpió. Susana y yo miramos a ver de quién se trataba.
Una pelirroja, frete a la puerta de cristal gritaba hacia el otro lado de la calle, Susana soltó una pequeña risa, sin embargo, yo quise escuchar el motivo de sus gritos extraños.
—¡HEY! ¡La próxima intenta robarle a tu abuela, sádico e idiota! —Giró su cuerpo hasta quedar frete a la puerta, suspiró con fastidio y entró—. No sabe siquiera cómo se usa un cuchillo y me quería robar mi bolso, con lo difícil que fue para mí conseguirlo. Idiota, de seguro roba, porque su mamá al verlo nacer le dio tanta lastima que lo abandonó, es un imbécil, tan tonto que es capaz de robarle a su abuelita y ella no es culpable de que su hija no abortara...
Con miles de insultos a aquel hombre, esperó el ascensor y entró en el, antes de que se terminaran de cerrar las puertas lo detuve para entrar con ella.
Perla.
De haber sabido que "La voz", es una pequeña ciudad tan... diferente, me habría replanteado ir hasta allí. No era normal que uno llegase a su apartamento y tenía que esperar hasta las doce de la noche para que el vigilante me entregara la llave. Tampoco era normal que al salir los perros me persiguieran por todo el camino, hasta que tomé un taxi, el cual olía a grasa de cochino y sudor, un asqueroso sudor. Nada de aquello era normal para mí, debí seguir viviendo en mi ciudad natal, todo por seguir un consejo de mi hermano "comienza a cambiar tu vida" Bobo consejo.
—¿Enojada? —preguntó el hombre que me acompañaba en el ascensor.
—No. Un chico quiso robarme... con una paleta de helado... Pero esas cosas siempre pasan, como los lunes, que uno no los puede quitar de calendario, uno no puede quitar los delincuentes de la ciudad. —ironicé.
—Quizás eras el primer robo del chico —dijo, sonrió con burla y respondí volteando los ojos—. En cambio el quitar los lunes es un problema social y consecutivo, por que si lo quitas del calendario, empezaras a odiar el martes y querrás quitarlo de allí también.
—Muy literal tú. Y yo que me muero por un hombre como tú. —comenté con tono mordaz.
—A la orden siempre, hermosa. —Guardó silencio, miraba con constancia el reloj de mano y yo ni siquiera sabía cuál era mi piso—. ¿Eres una de las nuevas trabajadoras?
José.
Sabía cual era su respuesta. Sus ojos verdes jamás los olvidaría, al tenerla tan cerca la reconocí, sólo por su mirada, porque en su físico se había vuelto una mujer, lo único que necesitaba era su nombre...
—Sí. —respondió secante. Sin sonrisa, expresión o brillo en su mirada. Dudé de que en verdad me hubiera conseguido una vez más con ella, hasta que agregó—: Mucho gusto soy Perla Echeverrie, ¿podría decirme cuál es la otra nueva? Ah y preferiría que no me llamara "una de las nuevas" no quiero llamar la atención de nadie.
—Bien... Primero, el gusto es mío, soy José Lazo. Segundo, sí, hay otra asistente nueva, lo que no sé es si será asistente de mi hermano o mía. Y tercero, bien, señorita Echeverrie.
Me miró analizando mi respuesta, una parte de mí quería que me reconociera, pero pronto odié esa idea. Su mirada no expresaba nada, nada de nada, sí era ella, pero ya no era la misma chica...
—Buenos días. —Entraron Ana y Carmen saludando con una tierna sonrisa.
—Buenos días —respondió ella, dirigió su mirada al frente.
Sólo sonreí y asentí.
Perla.
La miradas de todos en ese ascensor eran muy incómodas, pero las obvié. La señora de seguro estaba criticando mi forma de vestir y la otra mujer me miraba con extrañeza y lo peor que que no sabía quién era ella y de reojo notaba, a mi probable jefe, mirándome.
El tal José era un hombre guapo, con dinero y joven, yo no tendría problemas si me acercaba un poco a él... Busca otros horizontes. Tú vales y lo sabes... Dejé de mirar a el único hombre en el ascensor para repasar todo lo que debía hacer.
«Ser la mejor asistente de diseño, ganarme un ascenso, regresar y que estén orgullosos de mí», enumeré.
Mi propósito era simple, querer cambiar, dejar de ser conocida por ser siempre la "mala de la historia" Como me habían titulado en Diontina, mi ciudad natal. Era simple, no más noches de pasión por interés, ni seducción por subir de nivel o vengarme.
Nunca me imaginé que mi vida cambiaría tanto, por conocer a José Lazo, por querer cambiar y por descubrir que realmente soy la mala y un final feliz.
Gente bella. ♡
Agradecida con todos ustedes.
Sigamos en sintonía.
La cita es para el primer capítulo.
-Génesis A.
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