Capítulo 4 - Un nuevo amigo y un nuevo hogar
Las niñas estaban en duda si pasar por esa puerta de madera que tenía tallado unos hermosos dibujos. Un exquisito olor a estofado que venía desde adentro las obligó a pasar, tenían mucha hambre y sus barrigas rezongaban como un gato enojado.
La casa por dentro estaba un poco abandonada, se podía ver por varios lugares libros tirados, algunos abiertos y otros cerrados. Los que estaban abiertos mostraban unos símbolos que llamaban la atención.
Galani se acercó a uno que tenía la cubierta gruesa de color negro con bordes dorados, el dibujo que mostraba en la hoja amarillenta era un círculo rojo con un triángulo en el centro que a medida que ella se acercaba, mágicamente aparecían letras gruesas y doradas que pedían que las recitaran.
Leyó atentamente
- Circulus ignis ...
Pero el libro se cerró con fuerza escupiendo un poco de polvo con el golpe, se levantó lentamente en el aire como si fuera un globo con helio hasta que llegó a la altura de la frente de Galani, acto seguido se fue como si estuviera atraído por un imán a la huesuda mano que lo llamaba.
Buen susto se pegaron las dos pequeñas, Liana se aferró fuerte a Galani que tembló por un momento de miedo.
Ante ellas a una distancia de una mesa y sin saber en que momento entró en esa habitación, estaba parado de pie alguien que parecía un hombre pero un poco más pequeño, de altura le sacaba una cabeza a Galani. Ese pequeño hombre tenía puesto unos lentes redondos, una gran barba larga de color gris, tenía abundante pelo canoso y rebelde en su cabeza y tenía una cara triste que disimuló con una gran sonrisa.
- Hola pequeñas, no tengan miedo. Soy un duende y vivo hace mucho tiempo en este pueblo dentro del bosque, por favor quiero que me vean como un amigo, yo mandé al cuervo para que les quitara el hechizo mágico que las tenía cristalizada. Disculpen que no fui yo mismo a buscarlas, pero sabía que mi pequeña lo haría bien!
Las niñas casi en simultáneo saludaron con una voz temblorosa y en seguida adelantaron
- Aquí huele muy rico y tenemos hambre. – Otra vez sus barrigas rezongaban con más fuerza
A lo que el duende les dijo
- Estoy preparando un estofado con verduras y carne, espero que les guste.
Después de un baño con agua tibia y ponerse la ropa que el duende les dió, se sentaron juntos en la mesa.
El cuervo también tenía su lugar y comía acompañándolos con sus frutos secos y bayas del bosque.
- Mmm...! Está muy rico! Dijo Galani, mientras apresuradamente volvía a hundir la cuchara en el plato de comida.
- Está rico! Repitió Liana. – Miraba de tanto en tanto a su hermana más grande para imitarla.
- ¡Me alegro que les guste! Hace tiempo que cocino solo para mi y a veces me paso con las especias.
- ¿Y los demás duendes dónde están? – Preguntó Galani intrigada mientras observaba como la punta de la barba larga del duende se ensuciaba dentro del plato de estofado que este comía.
- Es una historia que me da pena contar, pero digamos que ahora están en una montaña no muy lejos de aquí.
Y antes que le siguiera preguntando algo más sobre el tema cambió la conversación, sus ojos se habían quedado más brillantes y unas lágrimas corrieron por sus mejillas.
- Liana, yo a ti te conozco desde hace un buen tiempo. Un día mientras yo estaba recolectando unos hongos te vi asustada entre dos árboles. Estabas sola, acurrucada y llorabas tristemente. Parecías un pajarito recién caído del nido, indefenso. Me acerqué y te regalé una flor bien blanca de 7 pétalos. Estuvimos jugando un poco y después te dormiste.
Cuando sentí que tu familia estaba cerca llamándote por tu nombre, me fui. Pero antes esparcí un poco de polvo mágico de luz para que te pudieran encontrar.
***
Las pequeñas comieron hasta que el estómago se les infló como un globo. Estaban limpias y calentitas. El hogar de aquel duende era muy acogedor, el fuego de la estufa parecía danzar un vals interminable que Galani miraba fijamente.
El duende se puso de pie y les pidió que lo ayudaran a recoger la mesa, después de todo a pesar de ser un duende mágico hay cosas mundanas que tiene que hacer con sus manos.
Cuando terminaron de limpiar y guardar todo, el las acompañó a una habitación donde había una cama de madera que en el respaldo tenía tallado el nombre de alguien más.
– ¿Quién es Tiana? - Preguntó Galani con voz susurrante.
El duende recorrió con su dedo cada letra tallada y con una voz desgarrada dijo
– Es el nombre de mi pequeña hija, ella...
Fue interrumpido por la entrada abrupta del cuervo que se posó en el respaldo.
– Hoy no dormirás sola Tiana.
Las niñas miraron perplejas al cuervo. A Galani le costó un poco asimilar lo que dijo el duende pero pronto entendería que el cuervo era la hija del duende.
Terminó de arroparlas, acarició varias veces al cuervo y les dió un beso en la frente a las tres.
– Mañana niñas, vamos a resolver este asunto del valle cristalizado, nos espera un viaje aventurado. – Dijo el duende acariciando su barba ansiosamente y mirando a la nada de forma desafiante.
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