Capítulo 2 - ¡Niños adentro! ¡Una tormenta se aproxima!
Y los meses pasaron...
Los aldeanos comenzaban a trabajar cuando el Sol se colaba por la rendija de la puerta de sus casas.
Tenían la tarea repartida, los más ancianos cuidaban de los niños y les contaban historias. Al menos una vez por semana le contaban sobre como se fundó su aldea, las peripecias que padecieron dentro del bosque y como juntos gracias a la ayuda mutua salieron de ahí. También era una forma de contener su curiosidad y que se limitaran a jugar en los límites visibles de sus ojos cansados.
Ese día el corazón del bosque se sentía agitado, las copas de los árboles se movían como si desde la tierra algo estuviera soplando hacia el cielo.
Pasada la tarde los aldeanos terminaban sus tareas, estuvieron toda la jornada mirando con recelo lo que acontecía en ese bosque, mas nadie hablaba al respecto para no generar temor.
El Sol estaba próximo a ocultarse cuando en un abrir y cerrar de ojos el bosque se calmó. Lentamente una bruma de color azul añil con puntitos de luz brillantes ascendía desde lo más profundo del bosque y comenzó a mezclarse con unas pocas nubes que habían en el cielo. Las nubes comenzaron a batirse como quién hace crema en una licuadora y cuando quedaron lo suficientemente espesas empezaron a descender. Lo primero que tocaron fue un grupo de aves y estas se cristalizaron rápidamente cayendo al piso.
Todos corrían asustados tratando de refugiarse, se sentían los gritos de los padres llamando a sus pequeños.
- ¡Niños adentro! ¡Una tormenta se aproxima! – Les decían mientras les señalaban con el dedo índice el interior de sus casas.
Cerraron sus puertas y postigones lo mejor que pudieron, algunos arrimaron algunos muebles como barricada, otros pusieron sus cobijas para tapar la rendija debajo de la puerta.
Galani y Liana estaban aferradas de su madre mientras que Alexander hacía lo mismo que los demás.
Pero nada contenía esa crema mágica que se desparramaba para todos lados del valle.
Toda la casa por dentro empezó a iluminarse de ese color azul mágico y fluorescente, ese color llamó la atención de las pequeñas. La primera que se cristalizó fue Liana que tocó la pared por curiosidad. La segunda fue la mamá que asustada al ver que Liana se empezaba a cristalizar trató de apartarla y después fueron los demás.
Finalmente todo el valle cayó en un invierno eterno y el tiempo en ese lugar se paró por 70 años.
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