Tiana se acerca despacio a la montaña de plumas negras, mete sus manos y saca a... ¡un duende!.

Todos quedaron sorprendidos, algunos abrieron la boca de asombro, otros miraron con enojo, pues no se esperaban que el Señor Cuervo fuera Voki, el duende que quería aprender a volar.

De entre la multitud de duendes abriendo con paso lento sin tropezar se acerca el viejo druida.

Los duendes no se habían dado cuenta de que el gran sabio también había sido convertido en cuervo.

- Voki..., Voki..., - (suspiraba el viejo druida) - tus acciones te han condenado. Tu codicia por querer ser alguien que no eres te hizo no valorar lo que ya tienes - Señalaba con su mano como si fuera un abanico a todos los duendes, hasta que hundió su dedo índice en el pecho del pequeño Voki.

Voki agacha la cabeza y cae al suelo de rodillas.

- Lo siento, realmente lo siento mucho, el poder del Señor Cuervo me consumió. El se metió en mí y no podía controlar mis acciones, solo quería más poder. Quería tener la magia de todos para poder ser el más poderoso y así conocer el mundo.

El viejo druida se acerca un poco más a él y posa su mano en su cabeza.

- Voki, no necesitas tener alas para conocer al mundo, puedes explorarlo por tierra. El mundo quiere conocerte y tu lo quieres conocer a él.

- Está bien, me marcharé – Voki se puso de pie y se giró para irse, pero los duendes lo rodearon. Se acercaron y lo abrazaron fuerte. El lo hizo también.