Capítulo 4 - El duende en peligro y la batalla

Mientras las niñas se adentraban en el bosque vieron que el farol mágico venía a toda prisa como queriendo decir algo.

Las niñas no entendían pero tuvieron que apurar el paso, porque el farol mágico las dejaba atrás.

***

El duende estaba asegurando sus ventanas por si el viento soplaba más fuerte, el collar de protección que colgaba en su pecho empezó a brillar, algo que le sorprendió ya que nunca lo había hecho y entró en pánico cuando vió que el día se oscurecía aún más y no era por las nubes.

Cuando salió para afuera de su casa vió el círculo de cuervos encima de él. Poco a poco se comenzó a abrir desde el centro hasta formar un anillo y con una caída brusca hacia el suelo cayó el Señor Cuervo. Sus garras por la fuerte caída habían quedado clavadas en la tierra.

El Señor Cuervo levantó la cabeza despacio y con sus ojos rojos neón miró de forma provocadora al duende.

- Bueno, bueno..., ya me deshice de los humanos, eran un estorbo cerca de mi bosque. Ahora me queda eliminar la última molestia insolente.

- ¡Qué le hiciste a las niñas!¡Lo lamentarás Señor Cuervo! - Le decía el duende mientras sus ojos se encolerizaban y apretaba con más fuerza su bastón.

***

A medida que las pequeñas se iban acercando al pueblo del duende, agarrándose de tanto en tanto en alguna rama para no perder el equilibrio, pudieron ver entre los árboles un espectáculo de colores que nunca antes habían visto, parecían fuegos artificiales.

El duende se estaba batiendo a duelo con el Señor Cuervo, las palabras mágicas flotaban por los aires, se cruzaban y explotaban en muchos colores.

Cuando las niñas llegaron al campo de combate quedaron paralizadas, el Señor Cuervo se veía aún mas grande y atemorizante.

El Señor Cuervo se distrajo al ver movimiento entre unos arbustos cercanos y el duende aprovechó para darle un acertado hechizo mágico.

- ¡Avis Cavea! - ¡Jaula Mágica!

El Señor Cuervo quedó atrapado en lo que parecía una red tejida por rayos eléctricos. ¡Al fin te encerré desgraciado! Pensaba el duende.

De entre los arbustos salieron corriendo rumbo en dirección a su amigo las pequeñas Galani y Liana. Él puso una cara de sorpresa y pánico a la vez.

- ¡Pequeñas! ¡Oh mis pequeñas! ¿¡Están bien!? - El duende las abrazaba mientras sus ojos se nublaban por las lágrimas.

- ¡Nos tenemos que ir! La tierra está fea y sale una niebla con olor ácido. ¡No nos queremos ir sin antes despedirnos! - Lloraba desconsolada Galani mientras lo abrazaba cada vez más fuerte.

- ¡Te amo mucho! - Dijo Liana mientras lo abrazaba de la misma manera.

El duende se apuró a sacarse su colgante protector y se lo puso a Galani.

- Liana, ¿te acuerdas como se hace la barrera mágica? - Le preguntó ansioso el duende

- ¡Si me acuerdo! - Respondió ella

- Galani, estate atenta. Cuando yo encierre de una vez por todas al Señor Cuervo, ustedes se tienen que ir con sus papás. ¿Me entienden? - Dijo el duende mirándolas muy serio a las dos.

Ellas afirmaron con la cabeza.

Y eso fue lo último que dijo el duende antes de que el Señor Cuervo lo convirtiera en piedra.

Las niñas quedaron sorprendidas y asustadas mientras rompían en llanto. Quisieron ir con el duende pero el Señor Cuervo ya estaba posado encima de él como si fuera una paloma posada en una estatua de cualquier plaza.

- ¡Duende insolente! ya te dije que no puedes encerrarme como si fuera un perico! Ahora eres una linda estatua de jardín. - Dijo el Señor Cuervo con voz cínica y estridente, realmente estaba muy alterado.

En seguida miró fijo a las niñas y abrió sus alas como para saltar sobre ellas. Galani le pidió a Liana que hiciera una barrera de protección.

- ¡Liana! ¡Por favor, crea una barrera de protección! - Dijo Galani asustada pero en guardia.

Liana levantó sus brazitos lo más alto que pudo y dijo unas palabras.

- ¡Barrera mágica! Dijo Liana y una barrera tipo domo cubría a las pequeñas.

El Señor Cuervo en el aire vociferó unas palabras

- Este duende insolente les enseño un par trucos – Mientras caía encima del domo.

Con sus garras empezó a arañar la barrera mágica, aleteaba con fuerza queriendo barrerla, pero más no pudo. Y se hechó para atrás.

Enojado y harto, dijo unas palabras malditas y abrió su pico lo más grande que pudo. Desde su garganta se creó un rayo rojo flúor que iba en dirección a Galani y Liana. El rayo impactó en la barrera de protección saliendo chispas de muchos colores para todos lados pero no la atravesó, Liana apretaba sus pequeños dientes de leche y alzaba aún más sus bracitos como queriendo agrandar más el domo.

- Hermana, me estoy cansando – Dijo Liana con su vocecita quebrada.

Galani que había quedado en estado de shock por el fuerte impacto del rayo y el ruido estremecedor que hacía, se recuperó. Detuvo su mirada por un momento en el duende convertido en piedra y volteó en seguida a mirar a Liana. Recordó aquella vez cuando estaban en el pie de la montaña con el duende y el les prometió protegerlas.

- Liana, yo te voy a cuidar y proteger – Galani miró a Liana severamente, en sus ojos color café se había despertado un brillo intenso.

El corazón de Galani golpeaba con fuerza, el miedo, la rabia, la frustración y el instinto protector de querer salvar a su hermana a toda costa de ese ser malvado hizo enardecer su pecho de tal manera que casi instintivamente levantó sus palmas abiertas en dirección al Señor Cuervo, en su mente buscaba las palabras del hechizo de ataque que le había enseñado el duende pero no las encontraba.

La barrera mágica se empezaba a astillar y Liana ya tenía los brazos entumecidos, cuando de repente Galani soltó un grito de furia.

- ¡¡¡Graaaaaaaaaahhhhhhh!!!

Las manos de Galani se encendieron con una luz rosada intensa y de ellas salió un rayo denso que atravesó la barrera mágica que Liana había creado, empezó a empujar lentamente el ataque del Señor Cuervo. La barrera mágica se terminó de romper y Liana quedó tumbada en el piso por el esfuerzo.

El rayo rojo flúor del Señor Cuervo y el rayo rosado creado por Galani habían entrado en una puja de poder. Avanzaban y retrocedían al mismo tiempo. Uno empujando al otro. El Señor Cuervo ante el esfuerzo que tenía que hacer para concentrar aún mas poder mágico en su rayo perdió el control de los duendes que estaban convertidos en cuervos y estos al retomar su conciencia se alejaron de él.

Galani estaba perdiendo fuerza lentamente, la magia del Señor Cuervo era muy superior y poco a poco el rayo rojo flúor se acercaba a Galani.

Sus lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos cuando sintió que algo se posaba en su hombro. Cuando volteó a ver, era Tiana, la hija del duende convertida en cuervo que estaba apoyándola. Galani miró a su alrededor y estaban todos los duendes convertidos en cuervo alrededor de ellas, algunos posados en ramas, otros en piedras y sobrevolando su cabeza. No estaba sola.

Galani sintió cosquillas en todo su cuerpo y sus manos se iluminaron aún más. El rayo rosado se ensanchó al doble de su tamaño y con otro grito de furia lo lanzó contra el rayo rojo flúor del Señor Cuervo. Iba tomando cada vez mas ventaja hasta que finalmente impactó contra el Señor Cuervo, una explosión con un marmolado de colores rosado y rojo flúor hizo que fuera despedido para atrás cayendo al suelo.

Galani por el esfuerzo le pasó lo mismo, se arrastró como pudo a su hermana, la abrazó y cerró los ojos.

***

- Galani..., Galani..., Liana..., Liana..., despierten.

Dos voces casi al unísono llamaban a las pequeñas. Una era familiar, la otra no, parecía la voz de una pequeña niña.

Galani y Liana sentían que varias manos les acariciaban la frente y el cabello. Se frotan los ojos y tratan de levantarse del piso. Cuando abren sus ojos ven a una hermosa niña duende sonriente, bien blanca, de cabello ondeado de color rojizo y con ojos color verdes.

- ¡Hola! Yo soy Tiana, ¿Están bien?

- Muchas gracias por salvarnos. - Dijo la pequeña duende con su dulce voz.

Galani inmediatamente mira al lado de Tiana y ve al duende parado junto a ella. Se abalanza hacia él y lo abraza con fuerza. Lo mismo hace Liana.

Las niñas se ponen a llorar desconsoladamente y dicen

- Pensamos que te habíamos perdido, que serías de piedra para siempre.

- Mis hermosas niñas, tranquilas. Ya todo pasó. - Dijo el duende que las abrazaba con el cariño de un padre.

Los demás duendes se acercaron y también las abrazaron.

Galani mira a su alrededor y dice

- ¡Wow! ¡Son un montón! ¡Son una gran familia!

En seguida queda tiesa y el duende se aparta un poco de ella

- ¿¡Dónde está el Señor Cuervo!? - Pregunta Galani asustada.

El Señor Cuervo yacía en el pasto inamovible. Los duendes se acercaron para enjaularlo mágicamente pero de repente se empezó a encoger, las plumas se les empezaron a caer hasta que lo taparon totalmente. De la montaña de plumas negras se empezó a asomar alguien. Los duendes se pusieron en guardia e hicieron barrera a las niñas.

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