Capítulo 2 - Aprendemos magia y la aldea corre peligro
Al cabo de una semana las pequeñas sabían crear luz en la oscuridad, levitar objetos pequeños, crear algún que otro incendio en la barba del duende y si, también sabían hacer lindos mostachos en sus rostros.
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Un día mientras almorzaban carne asada con papas y hongos, el duende les contaba que hay un hechizo que los duendes no lo usan por ser no muy deportivo y es el de pescar con magia. Contaba que una vez cuando era pequeño lo atraparon usando ese hechizo en el lago y lo castigaron, el castigo fue que tenía que pescar por cuatro ciclos lunares con una caña para toda su familia y amigos.
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Estaban reposando cuando de la nada un libro se cayó del estante de la biblioteca al piso, escupiendo polvo para todos lados.
El duende se levantó para recogerlo, frunciendo el ceño mientras se acercaba a él.
- ¿Porqué se cayó este libro? - Preguntaba extrañado y lo cogía del piso.
Era un libro con tapa roja con unos relieves extraños, bordes negros y hojas doradas. Mientras el duende ojeaba el libro las niñas se acercaron para ver porqué el duende estaba tan atento leyendo.
- ¡Wow! ¡Qué lindo libro! ¿Qué hechizos tiene? - Decía asombrada y contenta Galani extendiendo su mano para querer sacarle de las manos el libro.
- Mmm..., mmm...., este libro es uno de los tres libros con hechizos más poderosos que existe en nuestro pueblo. - Decía el duende mientras se acariciaba lentamente su barba.
- Hay unos dos hechizos que les puedo enseñar de estas páginas, pero son muy potentes y las puede cansar mucho. - Decía el duende mientras las miraba fijamente alejando el libro de las manos curiosas de Galani.
- Uno de los hechizos es una barrera mágica en forma de domo que protege a todo el que está cerca de cualquier ataque mágico, el otro es el poder del corazón que se libera mientras se dicen las palabras mágicas y se mantiene las palmas de las manos abiertas con los brazos estirados a la altura del pecho mirando hacia dónde vas a liberar la magia. -El duende les trataba de explicar de la forma más fácil posible a las pequeñas para que entendieran.
Estuvieron toda la tarde practicando, pero las niñas se frustraban porque necesitaban estar concentradas y el cansancio ya les pesaba.
- Mis pequeñas, es momento de descansar. Mañana seguimos practicando. Ya es hora de que se vayan a su aldea. - Decía el duende señalando al Sol que se ocultaba.
Las niñas se despedían y se perdían entre los árboles acompañadas del farol mágico que flotaba al lado de ellas, las guiaba hasta casi la salida del bosque.
***
Esa noche una sombra negra creció cubriendo al pico de la montaña como si esta fuera un sombrero y después de un rato de estar flotando sin hacer nada, salió disparada rumbo hacia la aldea, el Señor Cuervo ya tenía un plan para correr a los aldeanos.
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