Capítulo 1 - Nuestro amigo el duende y una decisión
Galani y Liana visitaban siempre que podían al duende, los papás de las pequeñas sabían de la existencia de este ser mágico y de la peligrosa aventura que tuvieron con el Señor Cuervo. Al principio pensaron que era algún juego de las niñas, hasta que un día ellos decidieron darle a las pequeñas una bolsa de cuero con pan de maíz recién horneado y algunas frutas que ellos mismos habían cosechado para que se la dieran de regalo a su amigo. Tal fue la sorpresa cuando regresaron las niñas del bosque y les devolvieron la bolsa de cuero con algo adentro. Era una carta de agradecimiento escrita en un papel que parecía un papiro y algo de comida que el duende había preparado.
Lo hablaron entre ellos y decidieron mejor que no era conveniente contar a los demás sobre este ser mágico, pues no sabían como iban a reaccionar las personas de la aldea y querían que el duende viviera en la tranquilidad de su hogar.
***
Las niñas cada vez que iban a visitar al duende, curioseaban los libros de magia que estaban desparramados por toda la casa. La mayoría de las veces que pronunciaban algo leído de alguna página de algún libro pasaban accidentes. Una vez el duende estaba reparando una ventana de su cuarto y sintió dos ruidos ¡Pluf!, ¡Pluf!, acto seguido risas de picardía que corrían por toda la casa. El duende bajó muy deprisa por la escalera, prestando atención a su alrededor para ver que era lo que había pasado. En el comedor estaban las niñas corriendo en circulos cerca de la mesa muy contentas con sus dos grandes bigotes mostacho creados con magia, flameando como si fueran dos banderas.
- Vengan niñas, ya es hora de irse a casa, pero antes les voy a sacar esos lindos bigotes que se hicieron con magia, sino sus papás se van a enojar mucho conmigo – Decía el duende mientras hacía una mueca de sonrisa y recitaba acto seguido unas palabras mágicas.
***
En las noches el duende se desvelaba por las preocupaciones que le rebotaban constantemente en su cabeza, pensaba en su familia y amigos, sabía que el Señor Cuervo ahora tenía más poder porque tenía bajo su control a su hija. Sabía además que algo estaba tramando, porque no había movimiento en la montaña, sabía que las niñas y su aldea corrían peligro, sabía..., hasta que de tanto pensar se dormía.
***
El quería proteger a las pequeñas del Señor Cuervo, la magia se combate con magia y debería para eso enseñarles a las niñas como defenderse ante un posible enfrentamiento. Además, su poder mágico era limitado comparado al de ese ser malvado.
Las pequeñas tenían dotes innatos, que para ser humanas, pensaba él, era sorprendente. Los libros de los duendes no los puede leer cualquier ser viviente, pero ante las niñas, ellos se revelaban como si las pequeñas fueran parte de ese bosque.
Las estuvo observando mucho tiempo y para enseñarles debía conocer su corazón porque no hay magia mas poderosa que la que emana de nuestros sentimientos.
Había visto en Galani una gran guerrera, ella se enfrentó al Señor Cuervo cuando su vida estaba en peligro. En Liana vió el instinto protector al querer defender con su cuerpo a su hermana mayor cuando estaba tumbada en el piso indefensa.
Así que en una tarde dónde el Sol acariciaba sus rostros y los tres estaban sentados en un árbol caído comiendo frutos secos, lo decidió, Galani aprendería magia de ataque y Liana magia de defensa.
- Niñas..., ¿quieren aprender la magia que usamos los duendes? - El duende les preguntaba con ternura.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top