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ÚLTIMOS INSTANTES





William se despertó a las siete y media de la mañana. Y observó a su novio dormir tan cómodamente sobre su pecho. Se sentía tan feliz de tenerlo contra su cuerpo. Ese cuerpo tan cálido y lleno de amor.

Posteriormente beso la frente de su novio, y después acaricio los mechones castaños de su amado.

Hasta que se despertó Alex.

Alex despertó adormecido y frunciendo sus labios rosados.

-Hola dormilón -lo saludó William.

-Hola -respondió Alex aún con sueño.

-¿Aún tienes sueño?

-Demasiado. 

-Duerme otro rato -le sugirió William.

-Lo haré, espero que mi madre todavía no se haya levantado.

-Esperemos.

.

.

.

Pasadas dos horas después, entró por la puerta la señora Elizabeth.

-¡Muchachos, buenos días! ¡Ya despierten!

Renfufuño Alex.

Mientras que William se removió.

-¡Ya levantanse! -inquirió la madre de Alex.

A duras penas, se levantó Alex.

-Joder, prefiero pasar más tiempo en mi cama que aquí -dijo Alex.

-Ya ni porque sales de casa, quieres estar fuera de la cama -le recrimino la señora Elizabeth.

William estaba dispuesto a darle monotonía a Alex.

Así como él se la había dado.

***

-Ven -sujeto William de la mano a Alex, y posteriormente lo llevo a una entrada de un lugar romántico para parejas. Llegaron a una típica cafetería ambientada de los años 50s. Ahí, enfrente de todos, comenzaron a bailar, olvidandose por un segundo de las malas miradas, y del prejuicio contra los gays, pues ese era su San Lucas.

-Quizás este sea nuestro San Lucas -habló Alex entre risas.

-Oh, si cariño -dijo William-. Este fácilmente podría ser nuestro San Lucas.

Siguieron bailando, como si nadie más estuviera ahí, más que solo ellos, hasta que los corrieron de la cafetería.


-Valió la pena -susurraron ellos dos.

Y claro que valió toda la maldita pena.

Ese recuerdo.

Ese baile romántico.

Ambos bailando al son de la música.

Con las manos entrelazadas.

Y mirándose, como nunca mirarán a nadie más.

¿Quién les presentaría otra oportunidad similar?

Está claro, que la vida misma.

Pero la vida misma, en estos momentos, estaba en cuenta regresiva.

Sin embargo, eso no los detuvo.

Pues entre risas, llegaron a un bar gay.

Allí pidieron bebidas con poco alcohol, y se entregaron al momento.

-Sabes... Siempre soñé con enamorarme eternamente -le confesó Alex a William-. De niño, nunca pensé que el romance sería lo más emocionante de mi vida. Pero llegaste tú. Y me cambiaste la vida. Will, me has cambiado la vida. Me pregunté miles de veces, porque no debería sentir esto. Y tú aquí conmigo, me reafirmas porque debería. Y es porque... Eres especial Will. Siempre lo has sido para mi.

Y tenía sentido todo lo que le decía Alex a William. Pues antes de ser novios, eran solo compañeros. Pero Alex comenzaba a quererlo de otra manera.

De una forma más especial...

¿Y quién era la vida misma para privarles de ese derecho?

Al final de cuentas, solo eran dos muchachos enamorados.

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