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CAYENDO







La noticia le cayó como un balde de agua fría a William, no, de hecho fue peor que eso.

Su amado ya estaba en fase terminal.

Ambos sabían que solo era cuestión de tiempo.

-Bailemos cariño -susurro Alex.

-Todas las veces que quieras amor... -le dijo William devastado, la mala noticia aún seguía presente en él.

Que injusta era su suerte.

Pero ninguno de los dos cambiaría el haberse conocido.

Se amaban.

Alex le tendió la mano a su chico, y él la cogió. Comenzaron a bailar al son de la música, mientras sonaba esa canción que les gustaba a ambos... Put your head on my shoulder.

-No quiero que pase eso Alex... -murmuro William completamente destruido-. No quiero, por favor no... Ojalá esto fuera una broma de mal gusto... ¡Deseo envejecer contigo! ¡Lo deseo, joder!

-Un amigo que está en fase terminal, me dijo, que lo mejor que podemos hacer es llenarnos de recuerdos. Y seguir adelante. Capaz me curare con el tiempo. No lo sé, pero no me rendiré, Will. 

William abrazó a su estrella con todo su cariño. Y como no podía ser de otra manera, Alex correspondió. 

-Te vas a recuperar -aseguro William con algo de esperanza-. Y seremos felices. Viviremos felices.

-Asi será amor -sonrió por primera vez Alex en mucho tiempo.

***

La forma en la que expulsaron a ambos chicos, fue bastante injusta.

Pero poco les importaba.

-¿A dónde quieres ir hoy, bebé? -cuestionó el pelinegro.

-Hagamos un viaje a Portland -sugirió el castaño. -Como mi regalo de cumpleaños.

-Me parece bien, corazón.

.

.

.

La señora Elizabeth, estaba completamente de acuerdo con que su hijo saliera y se divierta.

Pero para su infortunio, apareció su padre, el señor Astruc Collins en la puerta.

-Ya me lo contó todo el doctor y tu madre, Alex -dijo el señor Astruc.

-¿Es tu padre? -preguntó William señalandolo.

-Sí, es mi padre -soltó un suspiro Alex.

-Es un placer, señor -lo saludó William-. Soy William Hamilton.

-Es un gusto mijo -respondió el señor Astruc. -Soy el padre de Alex, Astruc Collins.

-¿Qué haces aquí? -reitero Alex, pues su padre pues no venía solo, venía con su amante.

-Hijo, me alegra tanto verte de nuevo -habló el señor Astruc corriendo a abrazar a su hijo-. Y por cierto, hijo, ¿me das dinero? Vinimos en Uber. Pero no tengo dinero para pagarlo.

Alex soltó un bufido y fue a su cuarto por su billetera. De ahí saco dinero y bajo las escaleras.

-Aquí tienes -farfullo enojado Alex.

-Gracias hijo.

Alex rodeo los ojos y se cruzó de brazos.

-¿Y bien, la vas a presentar o no? -preguntó la señora Elizabeth.

-Ah, si. Ella es mi nueva esposa -habló el señor Astruc-. Se llama Lilith.

Por educación, se saludaron ambas señoras.

Y después saludo Lilith, a los muchachos.

-¿Cómo te encuentras? -dijo el padre de Alex. -¡¿Estás bien?! -añadió preocupado-. ¡Hay que llamar a la ambulancia!

-No exageres -sentenció Alex-. Estoy bien.

-Él está bien -remarcó la señora Elizabeth.

-Bueno. Entonces, ya nos vamos.

-Como siempre -bufo Alex.

-Nos vemos -se despidió el desobligado padre de Alex.

Acto seguido, salieron por la puerta y se largaron.

-Qué estupidez -dijo Alex molesto.

-Mi vida, ¿estás bien? -preguntó preocupado el pelinegro.

-No, nada está bien -murmuro Alex devastado-. ¡Apenas y veo a ese viejo señor! ¡Y cuando me ve mal, lo único que sabe decir es! "Ah qué mal, bueno, recupérate. Hasta nunca" -imito Alex la voz grave y madura de su padre, sin ningún exito-. ¡Podría estarme muriendo y le importaría una mierda! Oh, correcion. Me estoy muriendo...

William se sintió jodidamente mal.

-Mi estrella... -susurro desgastado William.

-Perdóname cariño... -pidió Alex, derramando lágrimas.

-Bebé...

El mundo de William se estaba cayendo a pedazos.

Él lo único que deseaba, era ser feliz y casarse con su amado, y vivir juntos hasta ser viejitos.

Pero la vida misma le estaba arrebatando esa posibilidad.

-Olvidemos al idiota de tu padre -dijo William, con los ojos rojos-. Y vayamos a Portland, amor mío.

Alex sonrió sin fuerzas.

-Sí, querido...

.

.

.

Empezó a empacar Alex su equipaje. Al igual que su madre.

Era un cambio para una semana. Eso va a cubrir el cumpleaños de Alex, el cual es el 27 de octubre.

Acto seguido, se prepararon para el viaje, que venía a ser en dos días.

-Estoy tan feliz de tenerte -confesó Alex cogiendo la mano de su William.

-Y yo siempre estaré feliz de haberte conocido. -murmuro, y después se fundieron en un tierno beso.

-Te amo, y nunca dejare de hacerlo.

-Yo también amor -sonrió William mientras se quebraba por dentro.

Lo único que deseaban era borrar el pasado ellos dos.

Borrar las tristezas y marcar la felicidad.

Pero lo iban a tener difícil.

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