Capítulo 5: continuación cuatro.

—Ayyyyy, no aguanto más! —imploré—. ¡Te necesito dentro de mí ya mismo!

  Por suerte, no tuve que rogar. ¿Qué tenía Christian, para que hiciera surgir en mí, una pasión que me devoraba por dentro? Una emoción incontenible. Una solitaria que se alimentaba de todos mis preconceptos, de mi antiguo odio, de mi interés por otros hombres. ¿Me lo puedes explicar tú? Porque yo no dejaba de asombrarme. Era imposible que todos estos sentimientos estuvieran ahí, latentes, a lo largo de los años. Que tanta animadversión tuviera como causa su indiferencia. No te atrevas a sugerirlo, siquiera, ¡y no me pongas esa cara!

  Cuando Christian se movía en mi interior me convertía en materia: brazos, piel, piernas, labios. Pura materia. Sin alma ni pensamientos. Las reflexiones venían después, mucho más tarde. Finalmente, él se quedó quieto y mi cerebro retornó a su sitio. Me percaté: de la cintura para arriba seguía vestida. Ni siquiera me había tocado en esa zona.

—La guardé para el postre —manifestó.

—¿Cómo sabes que estaba pensando justo eso?  —me asombré, acomodándome entre los brazos de él.

—Te conozco, Rana —expresó, besándome los párpados con cariño—. ¿Quieres que, al fin, hablemos?

—Creo que no. Cada vez que hablábamos nos terminábamos peleando.

—Mucha pasión contenida —dijo, pasándome la mano por el vientre—. Al menos por mi lado...

—¡Ay, no, no digamos nada, mejor! —imploré—. La vamos a fastidiar.

—¿Y cuando volvamos a España, qué? ¿No has pensado en eso?

—¿Para qué pensar en España si estamos aquí? No me muevo de Bariloche hasta que resuelva el problema que me trajo.

—¿Y si soy yo el problema? —me interrogó, mirándome a los ojos: el dorado lanzaba pequeñas chispas, me hipnotizaba—. ¿Y si Pire se equivoca y lo único que deseabas era poner tierra de por medio conmigo?

—No lo creo.

—Mírame, Rana —me pidió.

—Te estoy mirando, vejete, pero cuesta —me burlé, dándole un beso en la nariz—. Tus ojos me encandilan.

  Por toda respuesta se me puso encima, apoyando parte de su peso en los brazos, para no aplastarme.

—No lo crees pero ¿y si sólo viajaste porque deseabas alejarte de mí?

—¿Te parece que me estoy alejando de ti? —le pregunté, largando una risa.

—Estoy hablando en serio.

—Yo también. ¿Sabes una cosa? Cuando volvamos quiero que te quedes en mi piso en lugar de en lo de mis padres. Así nos vemos una vez al mes...

—Pues yo no quiero seguir en Barcelona. Ya le dije a tu padre que me vengo a trabajar en el bufete de Madrid —dijo.

—¿Quééé? —casi me atraganto.

—Eso. No vuelvo a Barcelona.

—Tú me haces pensar cuando mi mente está en la parte baja de tu cuerpo —bromee—. Sigo caliente, no me alcanzó y te siento entero. Así no es posible razonar.

—Vale —manifestó, largando una carcajada—. Hablamos en otro momento.

—Mejor —estuve de acuerdo—. Pero, Christian, si te quedas en Madrid, también quiero que pasemos juntos. Como ahora. Si hay algo que sé es que no deseo poner tierra de por medio... Aunque soy un poco veleta, ya me conoces...


NOTA

  ¡Qué paséis muy bien! Espero que os guste.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top