Capítulo 31

VALERIE


¿Qué le iba a decir a Harry? No era nadie para negar a Harry que no hiciese un plan para matar a ciertas personas. Él podía hacer lo que quisiese, por algo éramos personas libres. Tal y como manifestó Sartre en algún momento; estamos condenados a ser libre. No había nada que le pudiese decir. 

Sentía que me empequeñecía cada vez que observaba aquellos grandes edificios, el horizonte se extendía en la lejanía. El cielo se mostraba claro, brillante y elegante. Aquella inmensidad me hacía pensar, reflexionar, los cambiantes colores del cielo eran puro arte. 

Trataba de comprender la decisión de Harry, era fácil llegar a la conclusión de que sin Christian en nuestra vida, todo sería mucho más fácil. 

Aún así, temía por Harry, por su vida, por él. No quería perderle. No todavía. No, nunca. ¿Cómo iba a estar segura de que no iba a morir en el intento? ¿O que no resultaría herido? 

Christian y Harry se habían desafiado de una extraña forma. Alguno de los dos perdería el juego, eran como peones de ajedrez deseando ganar una partida, o esperando a ser retirados de ella. Y como el póquer, alguno de los dos, poseía un As y estaba deseando usarlo en contra del otro. 

Trataba de pensar en positivo, que todo iría bien, que Harry no estaría solo, los demás chicos le acompañarían... Sin embargo, la preocupación seguía vigente y sin ganas de desaparecer. 

-¿Estás bien? -La voz ronca del chico irrumpió en la habitación. Mi mente me cuestionaba una respuesta. 

-Supongo -Murmuré, todavía sin quitar la mirada del gran ventanal. 

-Estás preocupada, ¿verdad? -Unos brazos me envolvieron, haciéndome sentir segura y tranquila. De aquella manera que solo Harry conseguía hacer.

-No creo que haya que pensar mucho para llegar a esa conclusión -Tenía una sensación extraña, si aquella era la palabra adecuada para describirla... Algo estaba a punto de ocurrir, pero yo no lo podría evitar. Si se trataba de una corazonada, solo esperaba que se equivocase. Que nada saliese fuera de lo común, aunque con Harry a mi lado, resultaría difícil. 

Él era como una bomba, y yo... un simple cable dentro de él. Algo que... me hizo plantearme mi presencia allí. La razón por la que, todo esto había comenzado. 

Pero si de algo estaba segura era de que, yo quería a Harry. Y quería estar con él. 

-Confía en mi, todo va a ir bien. 

Su barbilla se apoyó en mi hombro, dejando un beso en mi mejilla. 

-Ojalá fuese como dices -Murmuré, nuestras miradas se encontraron. Sentí como si su rostro estuviese examinándome, cada milímetro, hasta que sus ojos verdes y profundos se posaron en los míos. Podían pasar millones de ocasiones, seguiría sintiendo ese cosquilleo interior cada vez que lo veía-. Yo confío en ti, Harry. Sin embargo, no confío en el resto de personas. 

-Sé una cura perfecta para tus preocupaciones, te olvidarás de todo y estaremos felices -Murmuró, arqueé una ceja, esperando su respuesta. Su sonrisa se hizo presente, y de alguna forma, me dio a entender aquello a lo que se refería-. Sexo, cariño. 

-No lo puedes solucionar todo con sexo -Le contesté, negando con la cabeza. Acaricié sus rizos con mis manos, tomando uno de ellos y enredándolo en mi dedo índice. 

-Yo creo que sí -Habló Harry, sonreí ante su idea. Quizá quedaba menos de una hora hasta que se marchase-. Valerie, entonces... ¿follamos? 

-Que sí, pesado -Sonreí, antes de dejar un beso en sus labios. Sus manos recorrían todo mi cuerpo, haciendo que electricidad recorriese por ella. Poco a poco, entre caricias y besos, la ropa fue desapareciendo. Haciendo que quedásemos piel con piel, corazón con corazón. 

Sus besos eran una delicia para mí, la forma en la que sus manos me acariciaban me recordaban a la primera vez. Estaba convencida de que no me iba a cansar de él tan fácilmente, era como una caja de sonrisas. 

Noté su erección pegada a mi, cuando solamente quedaban dos piezas de ropa. Alargué ambas de mis manos para coger sus bóxers y deslizarlos para así acabar aquella tortura que iba a acabar pronto con mi cordura. 

Una vez la ropa interior estuvo fuera, su miembro comenzó a entrar dentro de mi. Un gemido se escapó de mis labios, Harry se llevó uno de sus dedos a sus labios dándome a entender que debía callarme.

-¿No querrás que Gemma nos interrumpa, verdad? -Negué con la cabeza y él me dedicó una pequeña sonrisa. Sus ojos no dejaban de posarse en los míos. Se movía de forma lenta, haciendo que enloqueciera con cada embestida. 

Minutos más tarde, llegó el clímax para ambos. Haciendo que nuestras respiraciones se aceleraran ligeramente y Harry se tumbase a mi lado, con una capa de sudor en su piel que le hacía ver increíblemente atractivo. 

Si los ojos son el reflejo del alma, los de Harry reflejaban determinación y confianza, mezclado con sinceridad y humildad. Había cambiado mucho desde que lo conocí, no era el mismo Harry de antes y no podía alegrarme más de ese echo. Le quería tal y como era. 

-Te pediría que no fueses, pero... -Comencé a decir, pero su voz interrumpió mis palabras. 

-Quieres que todo esto acabe como yo, ¿cierto? -Acaricié su desnudo pecho, observando aquellos verdes ojos. 

-Sí -Dije en un susurro. 

-Piensa en algo -Habló Harry-. Piensa que todo esto es una pesadilla y todo acabará, ya lo verás. No hay pesadilla que dure toda la vida. 

-¿Crees que tendremos un final feliz? 

-Eso espero -Contestó él, después de esas dos palabras, una sonrisa apareció en sus labios haciendo que sus hoyuelos se marcasen ligeramente-. Sí, creo que merecemos un final feliz. 

-Yo confío en que las personas obtenemos nuestro merecido -Comenté-. Y también, en el karma.

-Lo bueno es malo y lo malo es bueno -Recitó él, comenzó a acariciar mi brazo con la yema de sus dedos, de una forma delicada, sencilla, cuidadosa. 

-Creo que es una estupidez pensar que existe un Dios -Murmuré. Si Dios realmente existiese, no me haría pasar por todos estos problemas, no lo merecía. O eso creía. 

-Eso depende de tus creencias -Habló Harry. Si algo, admiraba de él, era su capacidad de comprender miles de ideologías-. Cualquier ser todopoderoso parece que da la seguridad de que todo irá bien, muchas personas inseguras necesitan saber que todo saldrá bien. Confiar en que todos son echos de Dioses, para algunas personas es... su salvación. 

-¿Tu crees en ello? -Pregunté con cierta curiosidad. 

-No, me limito a confiar en mi mismo -Habló, noté como respiraba hondo-. SI de verdad existiese, mis padres no hubiesen muerto en manos de ese...

-...demonio -Acabé la frase por él. 

-Iba a decir 'hijo de puta' pero, bueno... Si el demonio se tuviese que personificar, sería Christian, sin duda. 

-El demonio hace creer al mundo que en verdad es bueno.

-Justamente lo que hace él -Dijo Harry, le abracé con fuerza-. He hablado con los chicos, lo tenemos todo preparado. 

-Lo repetiré ilimitadas veces pero, ves con cuidado -Su mano acarició mi cabello. 

-Volveré. ¿Está bien? 

Volverá. Eso es una afirmación, incluso una promesa. Él nunca lo rompería, nunca. 


Las siete de la tarde. Ni un minuto más ni uno menos, el timbre sonó y sabía qué quería decir aquello. Abrí la puerta, dejando que los cuatro chicos, vestidos de negro en su totalidad, entrasen en el salón; Louis, Liam, Niall y Zayn. ¿Qué sucedería? 

-¡Hola! -Saludaron los cuatro al unísono, me limité a sonreír. No tenía el humor adecuado como para ponerme a hablar con ellos. 

-¿Se puede saber a donde vais? ¿A un funeral? -Entró Gemma al salón, con un bote de helado de yogurt en una mano y una cuchara en la otra-. ¿O ahora sois trabajadores de la CIA? 

Gemma tenía una extraña y divertida forma de dejar a Harry en evidencia y también, a sus amigos. 

-Vamos a un casino -Contestó Liam, sin duda, él era uno de los más avispados a la hora de contestar. 

-¿Vestidos así? -Intervino Gemma, sentándose en el sofá y encendiendo la televisión-. ¿Vais a robar? 

-¡No! -Contestó rápidamente Niall, la chica levantó una ceja dudosa de la respuesta de él. 

-Dudo que os dejen entrar -Comentó Gemma, comiendo un poco de helado. 

-¿Tú que sabes? -Interrumpió Harry, apareciendo en la sala-. Nunca has ido un casino, Gemma

-¿Qué sabrás si he ido a un casino? -Contestó ella directamente. 

Gemma no tenía ni idea de cuales eran los planes de los chicos. Y era mejor así, todo sería peor si la chica se enterase de que su hermano va a matar a un criminal. Mejor que no supiese nada. 

-Gemma, déjales -Intervine. Ella me miró fijamente, con una seria mirada en su rostro. 

-Dime la verdad, Valerie -Comenzó a decir-. ¿Harry se ha viciado a los casinos y se gasta el dinero ahí?

-¿Qué? ¡No! ¡Claro que no!

-Gemma, para que lo sepas, soy el rey del póquer, de las máquinas traga-perras y de todas las mierdas que hay en ese sitio.

-¿Por qué tienes ese ego? -Intervino ella, Harry negó con la cabeza y me observó. 

-Bueno chicas, os dejo con vuestras discusiones sobre mi -Harry se acercó, dejó un beso en mis labios. Mis ojos automáticamente se cerraron, deseando que no se separase nunca de mi-. Ya volveré, cielo -Murmuró cerca de mis labios-. Te amo. 

-Yo también. Ves con cuidado -Contesté cuando Harry comenzó a caminar hacia sus amigos. 

-Eso, ves con cuidado, no vaya a ser que te coma la maquina traga-perras -Bromeó Gemma, su voz sonó extraña pues tenía la boca llena de helado. 

-¡Hasta luego! -Canturreó mientras salía por la puerta. Segundos más tarde, los rizos castaños desaparecieron de mi vista. 

Hasta luego. 


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