Capítulo 14

El vínculo de una madre y su hijo es muy poderoso. Somos capaces de hacer cualquier cosa por ellos. Por ejemplo, yo, por Erkin, haría hasta lo inimaginable, mancharía mis manos con sangre de ser necesario. Mi niño es lo único que me queda en este mundo injusto. Nadie sabe lo que puedo lograr por él.

Dejo que Darey me toque a su gusto, y le permito ponerse entre mis piernas. Me concentro nada más en el cuchillo que tiene en su mano. Mientras se satisface, piensa que ha ganado. Aunque no consigue concretar mucho, ya que la daga llega a estar entre mis dedos.

Y la sostengo con fuerza.

—¡¡Nadie lastimará a mi hijo!! —grito.

No espero ni un instante más...

Yo clavo la daga en mi agresor, entonces oigo el mismo rugir del monstruo, pero no me acobardo, mantengo el arma blanca en su cabeza. Hay mucho viento, como cuando asesinaron a la criatura. Todo se mueve, como si fuera un terremoto dentro de una simple carpa. El cuerpo de Darey cae al suelo y suelto rápido el cuchillo, para que nada de esa energía me corrompa. Aunque es obvio que él ya estaba mal de la cabeza, antes de aquello. Agarro una roca que encuentro cerca, entonces golpeo el arma, seguidas veces, para destruirla, para que nadie nunca más intente conseguir algo como esto.

Terir entra de repente, entonces ve la escena.

—¡¡Mató a Darey!! —llama a los demás.

Lo empujo, así que salgo corriendo de la carpa. El infeliz logra atraparme por detrás y mientras forcejeo, nos rodeamos de personas, las cuales piden mi muerte. Estoy atrapada, es mi fin.

—¿Mamá? —Veo venir a mi niño.

—Erkin, hijo, vete de aquí —le pido—. No quiero que veas esto.

—Sí, vete, niño —expresa, Terir, mientras su brazo hace presión en mi cuello—. Es una conversación de adultos.

Frunce el ceño.

—La estás lastimando.

—Solo jugamos, ¿no es así? —aclara, y todos asienten.

Mi hijo no es estúpido.

—Suelta a mi mamá —exige el pequeño.

—¡¿Quién se encarga de esa cosa?!

—¡¡Yo, lo siento!! —Se acerca Aillen, la mujer que lo ha cuidado innumerables veces y toma la mano del nene, pero este se suelta.

Erkin camina directo hasta Terir y yo.

—Dije que la sueltes. —Su voz es aterradora, un eco gutural que me recuerda al monstruo.

Y sin previo aviso, los brazos del hombre que me sostiene, explotan, llenándome de sangre. Caigo al suelo, seguido de un grito del susto. Las personas chillan, asustándose, porque varias comienzan a desmayarse y morir. Algunas sin aire, otras perdiendo sangre.

Es un caos.

—Mami, ¿dónde está Darey? —Erkin pregunta, tranquilo, como si nada pasara.

—Ya... ya no está.

Acerca su manita y me limpia las lágrimas que no me di cuenta de que habían salido.

—No llores, mami, todo está bien.

Recapacito, entonces me levanto. Tomo la mano de mi hijo, miro por última vez a Aillen, la cual está tirada en el piso por el shock, luego me marcho, alejándome de la masacre. Debemos volver al camino, el lugar en el templo, al plan del principio, allí encontraremos la libertad tan ansiada, y la real.

Es la última oportunidad que me queda, la única para una madre desesperada por un poco de paz. Aquí ya no me queda nada, solo los recuerdos de un falso refugio. 

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