Esa misma noche, mi hijo es cuidado por una de las mujeres de la tribu, mientras yo me dejé llevar por las buenas sensaciones que me generó Darey. Así que dejamos al niño a su cuidado, y luego me permití sentir por alguien más que no fuera un monstruo. Llegamos a aquella carpa, besándonos de manera ferviente y caigo entre esas mantas, mientras mi esposo se sube sobre mí, volviendo a besarme de manera intensa.

—¿Segura? —me pregunta.

Mis mejillas arden.

—No, pero los nervios jamás me han detenido.

Sonríe y me vuelve a besar. Sus manos me acarician, me deleito con la suavidad y me excito con los toqueteos indebidos. Entre tantos roces, besos y abrazos, la ropa se pierde, las caricias crecen, entonces nuestros cuerpos se unen.

—Oh —hago un gimoteo.

Ni siquiera sabía que mi boca podía hacer sonidos como esos. Nuestros labios se tocan y lo abrazo. Mis piernas se flexionan por el movimiento, entonces las rodeo en su cintura. Es un disfrute que jamás había experimentado.

Me olvido de cualquier pensamiento de desconfianza o lo que sea sobre Darey.

~~~

Estamos listos, hoy atraparemos al monstruo. Sé que esta gente lo quiere por obtener su poder, pero yo solo deseo que desaparezca de la faz de la tierra. Aun así, nuestros objetivos no son tan diferentes, pues para obtener el poder más poderoso de Escalya, debes destruirlo.

—¿Lista? —pregunta Darey mientras salgo de la carpa.

Asiento.

—Nunca he estado más preparada para eliminar a mi mayor enemigo.