Capítulo 8
TRAVIS
De nuevo, estoy en el suelo, mi corazón latiendo con gran fuerza, estoy ensordecido por un molesto pitido y mi vista se nubla, aunque no puedo ver al resto del equipo, consigo escucharlo muy alejado de mí, murmullos, alguien está dando órdenes, lo sé, después siento que no estoy solo, alguien más ha llegado a mi lado, murmura algo que me es no audible, mis ojos se cierran, estoy luchando por no quedar inconsciente.
—Vamos Orman, resiste —ordena alguien, creo que se trata de Hans, un compañero.
De pronto, mi cuerpo se siente más ligero, han conseguido levantar aquel gran trozo de pared que había caído sobre mí, Elena aparece minutos después, consigo verla, pero mis ojos luchan por cerrarse, cuando su mirada se encuentra con la mía, quiero poner una sonrisa en la boca, en su lugar termino frunciendo el ceño porque no trae su casco, más bien, no trae uniforme, está vestida de civil, cosa que me resulta extraña.
—¿Elena? —pregunto para confirmar que en verdad es ella, la veo acercarse a mí, lamentablemente no llega a mi lado porque escucho el sonido de un arma siendo disparada, Elena cae al suelo, su cuerpo a escasos metros del mío—. ¡No! ¡Elena!
—¡Travis! —la voz ronca de mi papá me sobresalta, de inmediato me levanto de la cama, papá enciende las luces de mi habitación, tiene el ceño fruncido y luce preocupado. Desvío mi mirada de la suya buscando mi celular para comprobar la hora, al hacerlo, veo que son alrededor de las once y media. Si bien, no ha pasado ni una hora desde que me vine a dormir—. ¿Estás bien?
Aunque él sabe la respuesta de antemano, se molesta en preguntar y yo en mentir.
—Lo estoy.
Respondo a secas, una mueca permanece en su boca, papá baja la cabeza y suelta un suspiro pesado.
—Travis...
—Estoy bien, papá, dejalo.
Me gustaría que mis palabras no sean tan bruscas, pero lo son, estoy avergonzado ante el hecho de haberlo despertado, no merece lidiar con mis pesadillas y, sin embargo, aquí está como cuando era niño y venía a ahuyentar al monstruo debajo de mi cama.
Papá se queda allí junto al marco de la puerta unos segundos más, sé que quiere hacer preguntas y no tiene el valor suficiente para indagar porque me conoce bien, en cuanto me pregunte sobre una de mis pesadillas, hay una gran probabilidad de que terminemos en una pelea.
Queriendo que se vaya, salgo de la cama y busco mis tenis deportivos.
—¿Qué haces? —me cuestiona al ver que estoy poniéndome los tenis.
—Saldrá a correr.
—¿Ha esta hora?
—Necesito hacerlo.
Mis ojos se encuentran con los suyos, no hace falta que dé una mejor explicación, conoce las razones por las que quiero aire fresco. Cansado, se va a su habitación sin intenciones de detenerme, es imposible que lo haga porque saldré de todas formas, una vez que estoy vestido y me encuentro en la vereda, comienzo a trotar.
Han pasado dos años desde aquel incidente y mi cabeza sigue atormentándome con ellos, sin embargo, Elena aparece de muchas formas, a veces con el uniforme, otras veces vestida de civil, no siempre estamos en el campo de guerra, estamos en otros lugares, pero siempre soy yo quien está herido y no ella y al final, ella siempre cae.
Mientras consigo acoplarme al ritmo, dejo que mis pensamientos se vayan con la fría noche, hubiese sido mejor que me colocara la sudadera, pues es una noche fría. Consigo darle tres vueltas a la vereda sin detenerme ni un segundo, mantenerme en forma es lo que la mayor parte del tiempo me mantiene distraído de mis pensamientos, no soy obsesivo con el ejercicio más lo encuentro indispensable para no pensar en la realidad, el esfuerzo físico implica concentración, disciplina y perseverancia, las cuales he aprendido con los años.
Cuando voy por mi quinta vuelta, me detengo sintiendo el cansancio, me percato de que me he detenido frente a la casa de Maddy, donde noto que las luces siguen encendidas. Mi pecho sube y baja con fuerza mientras contemplo la casa, es de un color azul con blanco justo como la mía, en realidad, la mayoría de las casas aquí tienen colores similares.
Tengo el vago pensamiento de acercarme más a la entrada y sin pensarlo lo hago, pero termino retrocediendo y quedándome en la vereda, conteniendo mis ganas de acercarme y llamar a la puerta para confirmar que aun está despierta. De pronto, veo una silueta por la ventana, es pequeña y no hay duda de que es Maddy, desaparece segundos más tarde y escucho el sonido de la puerta al abrirse, ella aparece en el marco de ella, no puedo verle el rostro, solo veo una sombra por culpa de la poca luz, el sonido de una taza cayendo al suelo y haciéndose añicos en este, me sobresalta.
Por instinto, me acerco hacia ella para comprobar que no ha sufrido ningún daño, Maddy retrocede, asustada, no tardo en deducir que se debe a que no ha esperado toparse conmigo frente a la entrada de su casa.
—¿Travis?
Pregunta con voz aterrada, es muy baja que apenas resulta audible para mis oídos. Se ánima a dar un paso para comprobar que se trata de mí, al verme, su cuerpo se relaja.
—¿Estás bien? —Mi mirada vaga entre ella y la taza hecha añicos en el suelo, Maddy asiente tímidamente, al tiempo en que se pasa las manos por su cabello para meterlo detrás de sus orejas.
—Sí, estoy bien —consigue hablar—. ¿Qué haces aquí?
Hay gran preocupación en su voz, por más que quiero darle una respuesta, no tengo una exactamente.
—Corría un poco.
Digo después de un tiempo, sus cejas se alzan en asombro al no esperar que estuviera corriendo tan tarde. Hay un breve silencio entre los dos.
—¿Quieres pasar?
Me invita, justo como lo hizo anoche. Tengo que decir que me sentí como un idiota al rechazarla, en el fondo quería quedarme y conversar un poco más, vaya que deseaba hacerlo, por otro lado, mi cabeza me decía que era una pésima idea, Maddy luce como la clase de chica con la que no quisiera jugar o más bien, no merece que juegues con ella, es atractiva, pequeña y con un cuerpo estilizado que consigue llamar tu atención, tiene el cabello rubio y unos enormes ojos verdes, consigue llamar tu atención a simple vista pues es muy guapa.
Mi mente nuevamente me dice que es una mala idea que acepte su invitación, estoy luchando conmigo mismo para no ser grosero con ella, desde que Elena se fue de mi vida, no ha habido otra chica con la que haya salido y muy en el fondo, una parte de mi siente que es mejor que sea así, por ella.
Cuando estoy dispuesto a volver a rechazarla, su inquietante mirada me desarma, es cálida, curiosa y hay cierta inquietud en ella que quiero descubrir y me veo asintiendo.
Maddy me hace una seña para que la siga adentro, con cuidado de no tocar los vidrios que están esparcidos por el suelo, entro, no es muy diferente a nuestra casa, el piso de madera color caoba rechina bajo mis pasos, las paredes por dentro están pintadas de un azul casi pálido con blanco, me pregunto si ella ha decidido pintar así o simplemente siempre ha estado pintado de ese color.
Cierro la puerta detrás de mi y la sigo a la cocina, a donde se ha dirigido, al entrar, me quedo en el marco de la puerta observándola. Trae puesto unos shorts y una blusa de algodón, por supuesto, es de noche y ya está en pijamas mientras que yo con mi ropa deportiva.
—¿Quieres un poco de café o té? —ofrece señalando la cafetera para hervir agua, no soy mucho de tomar té o café—. O puedo ofrecerte una cerveza si así lo deseas.
Una risita baja se me escapa.
—Una cerveza me parece bien.
—Bien, porque también quiero una.
Va al refrigerador y saca dos cervezas de éste, me pasa una ya que las destapa.
—Gracias.
—De nada, puedes sentarte —con un gesto de cabeza señala los taburetes que hay frente a la barra de su cocina, tomo asiento en uno, quedando frente a ella, y la veo ofrecerme una tímida sonrisa—. ¿Qué estabas haciendo a esta hora?
Pregunta con curiosidad, tomo un gran trago a mi cerveza antes de responder.
—Salí a correr un poco.
Si me quedaba en casa, solo era cuestión de unos minutos para que me sintiera sofocado allí adentro, el aire fresco siempre conseguía tranquilizarme, Maddy asiente.
—Te cuestionaría en cualquier otra ocasión, pero lo cierto es que me gusta correr de noche. —no puedo evitar enarcar mis cejas con curiosidad. De nuevo, se mete el cabello detrás de las orejas—. Lo sé, soy más como un búho, disfruto más de la noche.
Me deja saber. Me permito observarla un par de segundos más en silencio, no trae maquillaje como las otras veces en las que la he visto, aun así, su rostro luce fresco y hermoso, es de esa clase de mujeres que pueden andar por la vida y verse bien sin maquillaje, es hermosa naturalmente.
Entre el silencio que hay entre los dos, siento un vuelco en mi corazón, por la pesadilla que he tenido y siento el impulso de querer hablarlo, cosa que es muy rara en mí, mi circulo de amistades conocen la historia, saben los hechos, estuvieron presentes, pero jamás he hablado de ello con alguien, no he dicho ninguna palabra desde que me dieron la noticia de que Elena falleció.
—Necesitaba aire fresco —rompo el silencio con esas tres palabras, intentando controlar mis emociones, mi pecho ha comenzado a latir con fuerza—. ¿Qué hacías en la entrada?
Me apresuro a cambiar de tema antes de que hable de más, veo que su cuerpo se tensa en su lugar y tiene la mirada en su cerveza, Maddy es algo transparente, puedo ver que en lo que sea que está pensando, le perturba tanto como a mí mis pesadillas sobre la guerra.
Como sea, ella se toma todo su tiempo antes de responderme con sinceridad.
—No podía dormir. —Inquiere, veo cierta preocupación en sus ojos y una pizca de dolor en ellos, me pregunto que clase de sueños podrían mantenerla despierta—. De cierta forma, me alegra no ser la única.
No se lo digo, pero a mí también me alegra que esté despierta, un poco de compañía no es mala. De nuevo, un silencio nos abraza a ambos, la observo beber de su cerveza, su cuerpo ya no luce tenso como al principio, parece más relajada y me permito relajarme también.
—¿Puedo preguntarte algo? —pregunta y asiento de inmediato—. ¿Llevabas mucho tiempo en el ejército?
A pesar de que hay curiosidad en sus palabras, sé que pregunta para romper el silencio entre los dos, me alegro de que por lo menos ella pueda hacerlo, porque estoy tan perdido en mis propios pensamientos que no se me ocurre de qué hablar.
—Siete años.
—¿Piensas volver?
—Me gustaría decir que no pero no estoy muy seguro de eso.
—¿Por qué?
Sus enormes ojos me observan curiosos y me encojo de hombros.
—Porque me tomará tiempo adaptarme a esta vida de civil.
Sobre todo, después de perderla, me digo para mi mismo. Desde la muerte de Elena hace dos años, me enliste en tres misiones diferentes deseando no volver a Daxton, una parte de mi esperaba morir en la guerra.
Ella suspiro pesadamente.
—Adaptarse es difícil para todos —dice más para si misma, como si conociera bien lo difícil que puede ser.
—¿De dónde eres?
—California —responde con una mueca—. Me críe allí toda mi vida.
No puedo evitar mirarla asombrado.
—Dios, me sorprende que hayas dejado un lugar como California para venir a vivir a un pueblo como Daxton.
Suelto con sinceridad, ella dibuja una mueca.
—Tuve mis razones —inquiere bebiendo, hago lo mismo—. La vida allí puede ser abrumadora.
Le doy el lado porque es cierto, durante mis años en el ejército he tenido oportunidad de conocer distintos países, estados y ciudades que resultan ser más grandes que Daxton, la vida en la ciudad es diferente, ajetreada y abrumadora.
—¿En cuántas misiones has estado?
Se anima a preguntar, tomo una bocanada de aire mientras las cuento mentalmente.
—Doce en total, algunas cortas, otras más largas.
Maddy asiente.
—Es impresionante —dice con cierta admiración—. Seguro que lo has escuchado un millón de veces, pero gracias por tu servicio.
Río por lo bajo.
—Créeme, he perdido la cuenta.
Mi comentario saca una sonrisa en ella que me permite ver sus dientes.
—¿A qué te dedicabas antes de venir aquí?
Maddy luce mucho más joven que yo, debe tener veintidós años, lo que me dice que probablemente termino su carrera universitaria si es que hizo una o después de la preparatoria consiguió un trabajo como la mayoría.
—Trabajaba en el negocio de mi padre. —la mueca en sus labios dice mucho, el tema la incómoda y se apresura a cambiarlo—. Ian me contó que él también sirvió al ejército hace unos años.
—Sí, ahora está jubilado.
—Supongo que fue una decisión de familia ingresar, ¿no?
Niego.
—Papá esperaba que me dedicara a otra cosa y no sirviera al ejército como él.
Confieso, cosa que es cierto. Papá siempre decía que el gobierno nunca hace nada por ti, nos mandan a la guerra sin importarles como regresemos, al principio no lo comprendía, a medida que fui perdiendo a mis amigos en distintas misiones lo fui entendiendo, solo éramos una especie de marionetas con una orden que no debíamos de fallar sin importar las consecuencias de ello, pero yo quería salirme de Daxton, quería probar algo distinto.
—Por lo menos es bueno que hayas tomado tus propias decisiones —percibo cierto recelo en sus palabras.
—¿De qué va el negocio familiar?
Pregunto queriendo saber un poco más sobre ella, Maddy frunce los labios.
—Buffet de abogados.
—¿Y tú estudiaste para abogado?
Niega.
—No fui a la universidad —me deja saber—. De vez en cuando solía ayudar a mi padre a organizar papeles en su trabajo.
De nuevo su mirada esta perdida y tengo curiosidad por saber en qué piensa, qué es lo que la mantiene tan distraída, observo la hora en el reloj de mano que traigo conmigo, no me he dado cuenta de que he dormido con éste, noto que son alrededor de las doce y media, ha pasado una hora desde que salí de casa y papá seguro debe estar despierto preocupado por mi a pesar de que le he dicho que voy a correr.
Sin pensar, me levanto de mi lugar para despedirme por mucho que no quiera.
—Ya es tarde, debería de irme.
Mi voz saca a Maddy de su trance, ella asiente y se levanta de su lugar, ambos salimos de la cocina en silencio y vamos a la puerta, una vez allí, nos detenemos.
—Buenas noches, Travis.
Susurra en voz baja para ambos.
—Buenas noches.
Me despido antes de salir.
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¡Holaa! Creo que he estado desaparecida en esta historia, ¿cómo están? hoy ha sido un día un poco largo y me he sentido medio enferma por lo que he estado como apachurrada pero he querido venir con un capítulo nuevo. Gracias por esperarme!
¿Qué creen que sucedió con Elena? Creo que es claro que está muerta, pero ¿se imaginan qué habrá pasado y por qué le afecta tanto a Travis? ¿Y cuál será la razón por la que Maddy se ha asustado?
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