001. Cuando sientas el viento frío.
Gotas de agua caían del cielo, grandes y rápidas unas tras otras caían sin descanso, mojando cada superficie que tocaban y encharcando las calles, las personas se apuraban en su caminar, deteniéndose a abrir sombrillas o refugiarse de la lluvia en sus hogares o tiendas cercanas.
Zapatos golpean contra el pavimento mojado, salpicando el agua de los charcos y causando quejas de los infortunados que estaban cerca, pero Atsushi Nakajima era un hombre con una misión, y debía llegar a su trabajo antes de que la lluvia empeorará para entregar los documentos que intentaba mantener secos bajo su camisa.
No había punto, el cielo continuaba cayendo encima de él y sin importar cuánto corriera no podía evitar las gotas de lluvia que mojaban su ropa, al paso en el que iba, era más probable que los papeles escondidos en su ropa terminaran deshaciéndose por el agua, y eso no podía pasar no cuando los documentos que guardaba eran únicos en su clase, e importantes para una misión que estaban intentando cumplir. Con eso en mente, Atsushi mira a su alrededor rápidamente y entra en la primera tienda que ve.
El cambio de atmosfera fue inmediato, apenas entrar en el establecimiento todo el frío que sentía fuera de este se había desvanecido, el lugar desprendía un fuerte aroma de café. El de cabello blanco suspiro de alivio al haberse encontrado en un lugar como este, su ser entero rogando por una taza caliente para beber y quitarse el frio que aún sentía por su ropa y piel mojada.
-- Buenos días, señor. ¿En qué podría...? --Dice una voz suave que apareció de la nada, causando que Atsushi se sobresalte y mire con sorpresa al hombre que le había hablado, un mesero cuyas palabras se ahogaron en su garganta cuándo vio a Atsushi. -- Oh, estás todo mojado...
Obviamente, piensa Atsushi, está lloviendo allá afuera.
Atsushi se mira a sí mismo, sus ojos deteniéndose en el charco que crecía bajo sus pies, gotas caían de su cabello, su rostro, la punta de sus dedos, haciendo el agua crecer poco a poco. -- A-ah, lo siento, no era mi intensión mojar su piso.
El hombre ríe, era más un resoplido de humor que una risa, igual de suave que su voz, casi imperceptible si no fuera porque Atsushi lo había estado mirando en ese momento. Una sonrisa en el rostro del mesero. -- No se preocupe, solo es agua. Espere aquí un segundo, ya vuelvo.
Y el hombre se va, desapareciendo por una puerta en el fondo del establecimiento y dejando a Atsushi solo, parado frente a la puerta y con un charco de agua bajo sus pies. El detective decide tomarse ese tiempo para mirar su alrededor.
Mesas y sillas acomodadas por el lugar, manteles blancos cubriendo las mesas y vidrios protegiendo los manteles de manchas. Encima de cada mesa y cómo decoración había pequeños floreros que sostenían flores de varios colores. Había un mostrador, se podían ver varios postres detrás del vidrio. Un cartel encima del mostrador indicaba el menú del lugar, las diferentes clases de bebidas que ofrecían y su valor, detrás del mostrador se encontraba la puerta por la que el mesero se había ido.
No era un mal lugar, y sin embargo Atsushi no podía evitar notar que no había nadie más allí, ningún otro cliente, ningún otro mesero, nadie detrás del mostrador. Solo Atsushi, y el hombre que ahora regresaba de a dónde sea que se haya ido con algo entre sus manos.
-- Le traje una toalla para que pueda secarse. --Dice el hombre una vez se encuentra cerca de Atsushi, estirando sus manos, el algo en sus manos resultando ser una toalla blanca que Atsushi toma entre sus manos.
Con una mirada de agradecimiento, Atsushi usa la toalla para secar su rostro y su cabello, su ropa iba a continuar mojada sin importar qué, por lo que Atsushi simplemente se conformó con secar su piel, una vez terminó, se acercó a una de las mesas, la más cercana al mostrador que encontró, y saco de debajo de su camisa los papeles que tanto había intentado cuidar. Para su suerte se encontraban perfectamente bien, aunque algo fríos al tacto.
-- Espero que te guste el chocolate. --murmura el mesero, apareciendo de repente en la mesa de Atsushi con una taza humeante que deja a un lado.
-- Si, si me gusta. --responde Atsushi, mirando la taza de chocolate y luego mirando al mesero. -- Gracias.
El mesero asiente, susurra una disculpa y se aleja nuevamente, Atsushi le sigue con la mirada, observando cómo el hombre salía por la puerta y regresaba unos minutos más tarde con un balde y un trapero, ubicándose en la puerta dónde el agua de afuera se empezaba a unir al charco que Atsushi causó.
El hombre agarra el trapero con ambas manos, Atsushi observa cómo limpia la humedad del suelo por un momento, y pronto regresa su mirada a su taza de chocolate, la toma entre sus manos y sopla, el humo calentando su rostro. Cierra sus ojos, y toma un sorbo de la bebida caliente.
¿Nadie más trabaja aquí? Se pregunta Atsushi, sus manos aún sostenían la taza, encontrando que le agradaba poder calentarse de esa manera, su vista se dirige una vez más hacía el hombre que ahora exprimía el agua del trapeador en el balde a su lado. En su opinión, parecía cómo que el hombre hacía todo por su cuenta. Le había dado la bienvenida, le había servido chocolate y ahora estaba limpiando. Atsushi había estado ocupado secándose a sí mismo para notarlo, pero estaba 90% seguro de que el hombre también se había encargado de hacer el chocolate que Atsushi ahora bebía.
-- Nunca había tenido tanta atención en mí. --El hombre dice, mirando de reojo a Atsushi. Atsushi parpadea, dejando que las palabras se procesen, y entonces siente vergüenza, su rostro calentándose repentinamente ante las palabras del contrario.
-- ¡No era mi intención quedarme mirando! --explica el detective, sintiéndose increíblemente avergonzado por haber sido atrapado observando tan fijamente al mesero. -- E-es solo que... Te veo hacer todo, y yo... me preguntaba si trabajas solo.
El hombre lo mira por un instante más antes de agacharse a tomar el balde y el recogedor, dejándolos cerca de la puerta detrás del mostrador, pero sin salir a dejarlos en su respectivo lugar.
-- Si, trabajo solo. --dice el hombre. -- La cafetería es nueva, así que todavía no hay más empleados, y... a decir verdad, tú eres mi primer cliente.
-- ¿Lo soy? --Atsushi murmura, pero eso explicaba porque no había nadie más en el lugar.
El hombre asiente, y se acerca a Atsushi, tomando asiento frente a él. -- Si, llevó unos tres días aquí, y tu eres el primero que entra. Aunque me parece que solo querías esconderte de la lluvia.
Atsushi no lo niega, podía escuchar la lluvia golpear contra las ventanas del lugar, pero el sonido era lejano dentro de la cafetería. -- Bueno, me alegra ser tu primer cliente, este chocolate sabe muy bien.
El hombre sonríe brillante, sus ojos azules iluminándose ante el halago de Atsushi. -- ¿Quisieras un postre? Mi favorito es el de fresa, pero tengo otros si ese no te gusta.
-- Me encantaría probar un postre. --Atsushi responde, sonriendo. El hombre sale del asiento, y Atsushi lo observa tomar una de las tantas delicias que tenía en exhibición detrás del vidrio y regresar unos segundos después con el plato y un tenedor que ubico cuidadosamente sobre la mesa.
Atsushi agradece la comida, y usa el tenedor para tomar una pequeña porción del postre. Era suave y esponjoso, dulce y con un distintivo sabor a fresa. -- Está delicioso. -- Atsushi dice una vez pasa la comida. Agarra otro trozo de postre y cierra sus ojos para disfrutar del sabor.
Cuando abre sus ojos de nuevo, se encuentra con la mirada del hombre que le atendió. Sus ojos brillaban, y Atsushi nota que no, no son azules, son de un tono diferente, entre verde y azul, de un color brillante. Menta, ese era el color, eran ojos de color menta que miraban a Atsushi.
Atsushi no se había puesto a observar al hombre antes, pero teniéndolo frente suyo le era imposible no verlo. El hombre sonreía, era una sonrisa pequeña que no estiraba demasiado la piel de su rostro, una de sus mejillas estaba cubierta por una cicatriz roja que parecía descender por su cuello y desaparecer por debajo de su ropa. Y su cabello, su cabello era blanco, pero las puntas eran rosadas.
-- Huh. Tu cabello se ve cómo el postre... --murmura Atsushi sin pensarlo, sus pensamientos simplemente siendo hablados en voz alta.
Los ojos color mental del hombre se abren ligeramente, y su rostro pálido toma algo de color.
-- ¿Oh?
Es en ese momento, que Atsushi se da cuenta de lo que acababa de decir.
_______________________________________________________________________________
Estoy obsesionada con mi ship, llegará un punto dónde le haga muchos fanarts a está pareja que se ama. Yo los amo.
No se que tantas faltas de ortografia hayan, me da pereza corregir, luego le hago.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top