CAPÍTULO XIX
~PDV AMARIS~
Por un breve momento me vi envuelta en lo salvaje de su beso y en lo apasionante de la situación hasta que caí en cuenta que nada de esto era real, que solo era un impulso caprichoso a mi rechazo.
—¿Qué piensas que estas haciendo imbécil? —pregunté apartándome lo más que pude de su cuerpo.
—Lo que se que ambos queremos. —respondió aun saboreándose los labios.
—Pues déjame decirte jodido imbécil que para nada es esto lo que quiero, así que si no quieres sufrir un accidente premeditado en tus partes íntimas te recomiendo que te muevas de mi camino. —Estaba decidida a patearle los testículos si era necesario.
—¿No te da miedo hablarle así a tu rey? —preguntó luego de una sonora carcajada que fue producto de mis palabras.
—Nunca me dio miedo, soy como soy y si tengo que ser castigada por eso adelante, pero alguien tiene que decirte lo imbécil que eres. —Lo miraba directo a los ojos ya que todavía me tenía prisionera entre la camioneta y su cuerpo.
—De acuerdo, es un hecho que serás castigada a su debido tiempo, por ahora me reservo el derecho a seguir hablando sobre esto. —Alain me devoraba con la mirada—. Pero para irte debemos hablar como dos personas decentes. —Al decir aquello se movió me tomó de la cintura para levantarme y sentarme en la parte de atrás de su camioneta.
—Dices una cosa pero haces otra. —En verdad me estaba sacando de quicio.
—Tienes razón, hago lo que me plazca por eso soy el rey. —Se que lo dijo en un tono burlón pero de verdad me irritó.
—¿A caso piensas que porque seas el rey vas a mandar sobre mis sentimientos? Que esté enamorada de ti desde hace mucho tiempo no te da derecho a jugar conmigo como te plazca. —Ahora si me había hecho perder la poca paciencia que tenía. Lo miraba con furia en los ojos a lo que él solo sonreía irritándome más.
—¿Así que estas enamorada de mi? —Alain me observaba con un brillo inexplicable en sus ojos—. ¿Desde cuándo? —Se acercaba lentamente a mi.
—No estas escuchando nada de lo que estoy diciendo, ¿acaso es lo único que te importa? —Nunca imaginé irritarme hasta ese punto con este idiota.
—Solo responde ¿desde cuándo? —Alain nuevamente me dejó encerrada entre su cuerpo y la camioneta.
—¿Y si no lo hago, qué? —No me gustaba que me dieran órdenes y actuaran como si fueran algo mío.
—Amaris no me provoques, dime desde cuando. —Alain me había dejado recostada y él sobre mi con sus piernas a mi costado y sus brazos a cada lado de mi cara, cualquiera que viera esta situación pensaría que se trata de un abuso o de una situación erótica, aunque por el enorme cuerpo que tiene parece más abuso que otra cosa.
—¿Y de qué te sirve saber? —Me rehusaba a hablar.
—Amaris estas agotando mi paciencia ¿desde cuándo? —Sus puños se cerraron justo a mi lado.
—Desde siempre jodido imbécil. —grité con todas mis fuerzas para sacar toda la frustración que tuve desde el momento en que supe que no sería jamás su matte porque no me transformaría—. Desde el momento en que me sostuviste en brazos por primera vez te amé, te amé en mi niñez cuando monté a Oleic por primera vez, te amé en mi juventud cuando me encontraste hablando con aquella abuela en el mercado, te amé cuando me compraste la casa, te amé cuando me besaste en la puerta de casa aquella noche, y te amo ahora maldito imbécil. —grité aun más fuerte con lágrimas en mis ojos. Por fin estaba descargando todo lo que venía reprimiendo en estos años.
Alain solo estaba ahí, paralizado, mirando como lloraba luego de haberle gritado todo eso.
Con una de sus manos limpió mis lágrimas con suavidad y con la otra me ayudó a sentarme y en cuanto lo hice me abrazó como nunca antes lo había hecho.
Su abrazo era cálido y reconfortante. No dijo nada y por el contrario, solo me dejó llorar acariciando mis cabellos con una delicadeza que jamás pensé ver en él.
Luego de un tiempo prudente pude volver a mis sentidos y lentamente busqué separarme de él tratando que no se sintiera rechazado.
—¿Por qué nunca dijiste nada? —Alain buscaba sonar tranquilo y deshacerse de ese tono de rey mandón que poseía.
—Soy la hija menor de la que en algún momento fue tu matte y quien te rechazó más tarde, sin contar que soy una licántropa que jamás se transformará lo que nos deja en cero posibilidades de estar destinados. —Alain me observaba con cuidado a los ojos—. Lo siento Alain, pero no soy tan ingenua en creer que me transformaré. —En verdad lo sabía, todo este tiempo fui conciente de mi situación y la de él, sabía que este sentimiento unilateral no tenía sentido, pero aún así creció.
—No sabes nada aún, no sabes qué puede pasar, el destino no esta escrito entre nosotros. —Me sorprendía verlo de aquella manera tan testaruda, negándose a la realidad.
—No te atrevas a hablarme de lo que se y lo que no Alain, ya no tengo quince años para creer en cuentos de hadas aunque básicamente seamos parte de ellos. —Trataba de no romper en llanto, hablar de este tema con él, dejando al descubierto mis sentimientos, solo me hacía más sensible.
—No puedo explicar con palabras exactas lo que siento pero hay algo misterioso que me llama hacia ti. —Él se acercaba cada vez más—. Se que eres hija de la mujer que más amé en mi vida, la misma que partió en un millón mi corazón al no elegirme, pero desde que te tuve en brazos entendí el porqué de esa elección, todo me dirigía a ti. —Quería creerle, de verdad era más una necesidad que otra cosa, pero para nosotros nada era tan sencillo.
—No es tan fácil como lo planteas, puedes sentirte atraído a mi por lo mismo que en mis sangre corre sangre de ninfa y dios, nada de todo esto es genuino Alain, es mejor entenderlo y seguir con nuestras vidas. Estoy segura de que tu matte esta por ahí esperando a que voltees a verla. —Dolía, cada palabra que salía de mi boca ardía. Estaba más que claro que jamás dejaría de amarlo pero lo mejor era decir todo aquello, después de todo cuando su matte aparezca yo sería quien saldría herida.
—No estoy de acuerdo con lo que dices y voy a demostrártelo aunque la vida se me vaya en ello. —Las palabras de Alain hicieron que mi cuerpo se estremeciera por completo y no sabía si alegrarme por oír lo que esperé por tanto tiempo o lamentarme por lo que estaba segura pasaría.
Estaba sumida en mis pensamientos cuando Alain se acercó lentamente hasta mi y tomando con cuidado mi rostro me besó.
Era un beso lento pero no por eso menos intenso, por el contrario, podía sentir que cada fibra de su enorme cuerpo se contraía evitando ir más allá de lo debido.
No se en qué momento me vi montada sobre su falda abrazada a sus caderas con mis piernas y mis manos enredadas en las hebras de su cabello.
Su miembro no tardó en despertar con el roce que daba la tela de ambos pantalones. El cosquilleo que provocaba sentirlo presionando cada vez más fuerte comenzaba a subir a cada rincón de mi cuerpo, tanto que podía notar que mis pezones se estaban endureciendo y mi zona allí abajo humedeciendo.
Alain lo había notado y comenzó a moverse en vaivén para que lo sintiera mejor y sus labios ya no estaban sobre los míos sino más bien sobre mi cuello. La situación era tan excitante que dejé escapar un gemido involuntario que terminó por enloquecer a Alain.
—Lo siento nena, se que aún eres virgen pero ya no esta noche. —Comprendía cada palabra que salía de su boca pero estaba completamente perdida en la lujuria.
Alain me recostó y quitó la ropa que me estorbaba dejando mi torso completamente desnudo. Su lengua jugó con mis pezones haciendo que me mojara cada vez más.
Involuntariamente una de mis manos bajó para tocarme en mi zona húmeda, quería más y él lo sabía.
Cuando su lengua dejó de jugar arriba comenzó un camino húmedo hasta abajo.
Quitó mis pantalones dejándome con las bragas puestas, que ya se encontraban humedecidas de la excitación, pero eso no impidió que su lengua jugara con ella.
En el momento de mayor placer se manifestó esa fragancia a cerezos que me alteró, y aún tratando de evitarla me invadió.
"No serás jamás de él.
Amaris, tú ya me perteneces."
Luego de escuchar aquellas palabras no supe más nada de mi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top