CAPÍTULO VI

~PDV ALAIN~

El nuevo miembro que se unía a la compañía era un gran inversor con muy buenas referencias administrativas pero nulas en lo social.

Mandé investigarlo claramente antes de firmar con él, debía saber qué clase de sujeto estaba metiendo en mi empresa, sobre todo si era un vampiro.

Los investigadores no pudieron encontrar nada, no había rastro de que fuera un chupa sangre pero tampoco uno de los nuestros. Iba de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, no socializaba absolutamente con nadie.

Con la cantidad de dinero que había en sus cuentas tranquilamente podría haber fundado una empresa propia, pero al parecer le gustaba más invertir y de ahí sacar sus ganancias.

—Elmer tienes que estar atento... —dije mirando a mi compañero que estaba de piernas cruzadas en mi oficina mirando en dirección a los pupitres de los trabajadores.

—Si, en cualquier momento llega Falak. —dijo girando su silla en señal de aburrimiento.

—No, en cualquier momento llega Amaris, es su primer día de pasantía. —Estaba emocionado de que la pequeña trabajara aquí, de hecho de esa forma podría tenerla más protegida.

—¿No crees que demuestras demasiado interés por alguien que no es tu matte? —Elmer era un betta muy eficiente pero desde hace algunos años comenzó a soltarse y a decir lo que piensa sin filtros, quizás porque en el fondo quiere que su matte lo note de alguna forma.

—Ya lo se, pero no puedo evitarlo. —Suspiré recostando mi espalda sobre la pared y haciendo mi cabeza hacia atrás para poder mirar hacia el techo—. Amaris genera algo en mi que no puedo controlar, y como todavía no se ha transformado no puedo saber si es porque es mi matte o hay alguna otra maldición de la luna a su alrededor y el mío. —La luna ya me había maldecido demasiado, no quería seguir de esa manera tan a la deriva.

—Por lo poco que la he visto a lo lejos, se nota que es bastante rebelde y que no es la niña de papi, también tiene el atractivo de Lúa. —Que Elmer hablara de esa forma me estaba volviendo loco sin ninguna razón. Estaba por avalanzarme sobre él sin importarme en donde me encontraba hasta que su perfume se hizo presente en el edificio.

—Llegaron. —Fue lo único que dije y con eso en mente logré controlarme.

—Salvado por la campana. —Elmer sonrió porque sabía con exactitud lo que iba a suceder—. Iré por ellos, no te desesperes. —Se puso de pie y se marchó por la puerta de mi oficina dejando a su paso un río de baba de las mujeres de nuestra empresa.

Elmer era muy codiciado por las mujeres pero su aspecto serio y tosco formaba una muralla entre él y cualquiera que quisiera acercarse, aplicando tanto a hombres como a mujeres.

Me puse de pie y caminé hasta la oficina que sería de Amaris y Falak, no me gustaba la idea de juntar a mi pequeña con nadie que no sea yo pero no había más lugar.

Una fuerte esencia hizo que me pusiera en guardia, no sabía de dónde venía y tampoco podía quedar expuesto en la oficina por lo que trataba de calmarme lo más que pudiera.

—Alain, él es Falak nuestro nuevo acreedor. —Elmer me presentó a quien desprendía ese aura de peligro, y estaba seguro que él también lo sentía.

—Es un gusto por fin poder conocerlo. —Extendí mi mano para saludarlo.

—El placer es todo mío, es algo que estaba esperando que sucediera. Espero sus detectives le hayan informado bien de mi. —Tomó mi mano y la apretó sin ningún temor.

—Debe entender que teniendo esta empresa a nivel mundial no puedo confiar ni contratar a cualquiera. —hablé normalmente mientras le ofrecía una de las sillas libres frente a mi escritorio. Elmer se marchaba en busca de Amaris cerrando la puerta detrás suyo.

—Claro que lo entiendo, no se va a arriesgar a contratar personas que pongan en peligro su secreto. —Con esa frase supe que sabía de nuestra existencia, pero no me confirmaba cuál era la suya, porque estaba más que claro que no era un simple humano—. Pero por ahora creo que es mejor hablar sobre como vamos a trabajar. —Su seriedad generaba un aire de misterio junto con lo claro de sus ojos.

La reunión se extendió sin que pudiera bajar la guardia.

El aroma de Amaris llegó hasta mi y la cercanía de Elmer también por lo que no pude evitar abrir la puerta de par en par para hacerles saber que era consciente de lo que estaban haciendo.

Ella sonrió juguetonamente mientras le susurraba muy cerca algo a Elmer, algo que claramente escuché.

Elmer despachó a Falak en tanto yo atraía a Amaris hacia mi. Por un breve segundo esos dos estuvieron muy cerca y el ambiente cambió, no fue algo muy perceptible y menos para los humanos, pero nuestro olfato era distinto, al igual que nuestros sentidos. Un ligero aroma a cerezos se hizo presente en el instante en que estuvieron uno al lado del otro y se desvaneció en cuanto cada uno siguió su camino.

—Hay que tener cuidado con él Alain. —Oleic habló a la defensiva.

—Lo se. Lo que acaba de suceder fue muy raro. —respondí mentalmente.

Una vez con ella en su nueva oficina no pude dejar de ver lo diferente que se veía de esa manera tan femenina. Nunca pensé que Amaris me excitara de esa forma, era como ver a otra mujer, una más madura y completamente diferente a la que estaba acostumbrado a tratar.

La dejé para que se interiorizara un poco y luego vendría por ella para darle un recorrido y llevarla a casa.

—¿Lista para el recorrido? —pregunté desde la puerta sin anunciarme, ya no aguantaba más tenerla al lado y no hablar con ella, a lo que ella dio un respingo sobre su silla.

—Jodido imbécil me asustaste. —Amaba su forma de ser tan directa y espontánea.

—¿Esa es la forma de hablarle a tu jefe? —Juro que me estaba conteniendo las ganas de reírme.

—¡Mierda! Tienes razón. —Ella volvió a maldecir y ya no me pude contener, menos mal que ya no quedaba nadie en la oficina—. ¿De qué te ríes? —Guardaba todo lo que le había dado en su mochila.

—De nada, vamos así te doy un rápido recorrido y te invito la cena. —Tomé sus cosas para que me siguiera.

—Más te valía. —Amaris sonrió y comenzó a seguirme.

Conversar con ella siempre fue divertido, su forma de ser era algo que me volvía loco.

Sabía perfectamente que era la hija de Lúa y que era centena de años menor que yo, pero la atracción que sentía hacia ella no lo podía evitar.

Esta vez era muy consciente que al no haber sufrido su transformación podía no ser mi matte, sabía que la luna podía volver a traicionarme, pero aún así no me negaría a lo que ella me provocaba.

Después del recorrido fuimos al sitio de siempre por comida y cerveza para volver a ir al bosque. En medio de ese bosque, con el cielo despejado repleto de estrellas y la luna bailando en medio, ese lugar se había vuelto nuestro refugio, nuestro lugar secreto en el que ambos sabíamos que podíamos escaparnos y que el otro nos encontraría ahí.

No era para nada tonto, siempre supe que ella tenía sentimientos por mi pero quise esperar a que creciera y que no fuera un simple capricho de su adolescencia.

—¿Vendremos siempre al mismo lugar a comer comida chatarra? —Ella se quejaba en tanto bajaba de la camioneta para ir hacia la parte de atrás.

—¿No te gusta? Es nuestro lugar, nadie más que nosotros lo conocemos. —Al escucharme decir eso sus ojos brillaron entre tanta oscuridad.

—No sabía que podías ser tan sentimental teniendo todo ese cuerpote que te traes. —No pude evitar reírme, ella siempre sabía cómo sorprenderme con algo y sacarme una sonrisa.

—Son encantos que no le muestro a cualquiera. —Sonreí de lado y era ella quien ahora soltaba una carcajada.

—Tu sigue siendo así pero solo conmigo. —Marcaba territorio sin importarle no ser muy discreta—. Espera un momento, tendré que cambiarme la parte de arriba sino seguro la mancharé y mi madre se pondrá furiosa. —Amaris rebuscaba en su mochila buscando ropa.

—Ten, ponte esto. De seguro te andará grande, pero algo es algo. —dije extendiendo una de mis remeras extra que suelo tener por si Oleic quiere salir de paseo sin pleno aviso.

—Gracias. —La tomó sonriendo.

Amaris, sin importarle nada, se quitó la blusa que traía puesta quedando con su brazier para colocarse la prenda que le había dado.

—Listo, ¡a comer! —exclamó luego de acomodarse el cabello en un moño alto.

Ella iba a volverme loco, y era muy consciente de ello.

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