CAPÍTULO IX

~PDV AMARIS~

En cuanto colgué la llamada Alain se hallaba demasiado cerca lo que me causó gracia.

—¿Celoso? —pregunté divertida observando cada mínima expresión que hacía.

—¿Debería? —Estaba pisando terreno peligroso.

—¿Quién sabe? Lain es insistente, quizás un día lo empiece a ver con cariño. —mentí con el único objetivo de molestarlo. Iba a comenzar a recorrer mi nueva casa cuando mi celular comenzó a sonar recordándome que tenía clases y que iba a llegar tarde.

—¿Y ahora quién te llama? —Al parecer en verdad estaba molesto.

—Nadie, es solo la alarma que me dice que si no nos vamos ya no llegaré a tiempo a la primera clase. —Lo tomé de la mano y lo arrastré hacia afuera, claramente se dejó arrastrar sino no hubiera habido forma de mover yo sola tremendo monumento de hombre.

—De acuerdo, vamos a suponer que te creo. —dijo con una expresión demasiado divertida.

El camino a la Universidad lo fuimos conversando cómodamente sobre la empresa y las cosas que debería recordar. También me recordó la apuesta que hicimos con el nuevo.

—Ya envié un camión a tu casa para trasladar las cosas de tu cuarto. Más tarde me encargaré de tu madre por lo que no debes preocuparte. —En verdad no lograba entender con qué intención me ayudaba tanto, pero fuera lo que fuera lo disfrutaría por el solo hecho que era él.

—De acuerdo. Nos vemos en un rato en la empresa. —Lo saludé bajando de la camioneta para ir a clases.

En cuanto se marchó di media vuelta para dirigirme hasta el salón donde cursaba pero me vi interceptada por mis dos amigos.

—¿Ese era el alpha Alain? —Tayra parecía algo sorprendida.

—¿Qué hacías con ese tipo? —Lain mostraba sus celos estúpidos.

—Estuve teniendo sexo rudo con él en mi nueva casa. —hablé tomando del brazo a Tayra en cuanto seguía caminando.

—¡¿Qué tu qué?! —Tayra estaba bastante sorprendida, sus ojos se abrieron tanto que parecía que fueran a salir volando de sus órbitas.

—Nadie te cree, ambos sabemos que es un enamoramiento unilateral. —Lo que Lain dijo dolió y mucho—. Lo que me interesa es eso de "tu nueva casa". —remarcó la frase tu nueva casa entre comillas creadas por sus dedos.

—¿Tus padres se mudan de casa? —Mi amiga era realmente algo.

—No exactamente... —Revoleaba frente a ellos las llaves de mi nueva casa—. Alain me compró una casa en el complejo de residencias universitarios de nuestra manada. —Al decir eso se quedaron con la boca abierta y no pudieron decir nada porque entramos al salón y detrás nuestro el profesor.

La clase fue realmente interesante. Muy al contrario de lo que todos pensaban por mi apariencia ruda, si prestaba atención en clases, y es por eso que era una de los mejores promedios, los otros eran mis amigos.

Durante el receso tuve que contarles con detalle cómo fue que terminé con casa propia, claramente obviando los detalles muy personales.

Mi celular comenzó a vibrar pero no le di importancia. Pensé que se detendría pero en menos de cinco segundos volvió a vibrar. Cuando lo saqué de mi bolsillo vi que la llamada era de mi padre.

—¿Si? —atendí rápido para después no ser torturada por no hacerlo.

—Acaba de llamar tu madre llorando y enojada porque un camión de mudanzas apareció en la casa buscando tus cosas con la firma de Alain ¿algo que tengas para decirme? —La voz de mi padre sonaba tranquila. Podía imaginar que estaba en su oficina entre papeles hablando por teléfono conmigo y se que no me equivocaría.

—No, solo que me voy a mudar. Ya era hora que lo hiciera, tengo veinticinco años y mamá me sigue controlando como si tuviera cuatro. Alain me compró la casa y me la descontará del sueldo. —Claramente estaba mintiendo, sabía que él jamás lo haría—. No te hagas una idea equivocada, pienso seguir estudiando y recibirme a fin de año, es solo que necesito hacer mi vida y en casa no lo hago. —Terminé por confesar.

—Esta bien, escuché lo que quería así que me quedo tranquilo. Ya hablaré con Alain para arreglar el tema del dinero así puedes usar esa plata para comprarte una movilidad para que tengas mayor independencia. Yo me encargaré de tu madre también. —En verdad estaba muy agradecida por su reacción, me quitaba un gran peso de encima—. Por cierto... Felicidades, cuando tengas todo acomodado iremos a cenar para festejar. —Luego de decir eso colgó la llamada.

—¿Qué pasó? ¿Te echaron de casa? Menos mal que ya tienes dónde ir. —Tayra se veía demasiado preocupada.

—No, aunque en verdad pensé que si lo haría. —admití mientras caminábamos al salón, nos quedaba la última hora—. Pero muy por el contrario me felicitó y me dijo que cuando tuviera todo listo iríamos a cenar. —En verdad seguía sorprendida por la reacción que tuvo.

—Pero es algo bueno ¿o no? Mi suegro siempre tan comprensivo. Ahora nada podrá impedir que vivamos juntos. —Lain soñaba despierto.

—Ni lo sueñes. —advertí golpeando su frente mientras ingresábamos al salón.

La clase de inglés me resultaba bastante básica ya que mis padres de pequeña me exigieron ir a un instituto por cuestión de diplomacia cuando acudiéramos a reuniones importantes. La verdad es que podría haber pasado de esta materia pero mis amigos me imploraron que los ayudara.

Lain me llevó hasta la empresa en cuanto terminamos las clases, pero antes nos detuvimos en un lugar para almorzar los tres juntos, luego cada uno iría a su lugar de trabajo.

Aproveché el lugar para cambiarme y llegar vestida decentemente a la empresa, por lo que una vez que terminé mi plato mr dirigí al baño.

Me vestí con una camisola blanca de tirantes y una pollera baige y tuve que usar mis zapatillas porque por apurada esta mañana olvidé cargar mis tacos. En buena hora que las zapatillas combinaban y no quedaban mal porque sino si que sería hombre muerto Alain.

—¿Vas a trabajar o a una cita? —Lain en verdad estaba molesto por mi atuendo.

—Estas bellísima bebé. —Tayra por el contrario me felicitaba.

—Lain eres un imbécil, en cuanto a ti amor... —dije refiriéndome a mi amiga— eres mucho más hermosa. Ahora me voy. Nos vemos mañana. —Me despedí en tanto tomaba mis cosas y me iba, aún quedaban unos minutos para llegar.

Caminé las dos cuadras que me separaban de mi nuevo lugar de trabajo. Iba con los auriculares encendidos escuchando música cuando pude distinguir una voz que me llamaba.

Primero pensé que me había equivocado y que había escuchado mal por lo que seguí mi camino, pero cuando estaba por cruzar la calle, el suave aroma de cerezos me envolvió y con él mi nombre más fuerte y claro.

Todo a mi alrededor había desaparecido. La ciudad y su bullicio se habían esfumado. Delante de mi quedaba el bosque de cerezos que vi el día del fogón y a la misma altura que yo podía vislumbrar la figura de un hombre.

No era tan alto como Alain, quizás de la misma altura que Elmer, pero el perfume no era el mismo.

—Amaris... —Me llamaba hacia él, sin embargo, no daba señales de movimiento.

—¿Quién eres? —pregunté siendo yo quien se acercaba, necesitaba saber quién era y qué quería de mi.

—Amaris... —Era lo único que repetía.

—¿Qué quieres de mi? ¿De dónde me conoces? —Seguía acercándome.

A medida que avanzaba la niebla que lo cubría se disipaba y solo quedaron al descubierto esos ojos que ya me habían torturado la noche anterior, pero ¿quién era este sujeto?

De repente sentí que un mano tomaba mi brazo y lo jalaba hacia atrás con fuerza. Cuando me di cuenta estaba de nuevo en la ciudad. Se escuchaban bocinazos, las personas mirándome y una respiración entrecortada detrás de mi.

—¿Estas bien? ¿Qué hacías en medio de la calle? —Elmer se encontraba agitado y preocupado al mismo tiempo.

—No se qué sucedió pero me duele donde me sostienes cariño. —Le hice notar para que me soltara.

—Lo siento. —dijo soltando su agarre.

—Ahora dime ¿qué pasó? Porque hasta donde yo se me encontraba camino al trabajo. —No le diría ni loca lo que presencié.

—Justo pasaba por aquí por que Alain me mandó a hacer unos recados de la manada por lo que no cualquiera puede ir y vi un amontonamiento de personas. Iba a seguir de largo pero tu perfume llegó hasta mi y te vi parada frente a un bus. —¿Tanto me había perdido?

—La verdad es que no se qué me sucedió pero por favor no le comentes nada a Alain ¿si? —No quería involucrar a nadie en esto hasta no estar segura de quién era ese tipo y qué buscaba.

—De acuerdo ¿pero te encuentras bien? —En verdad agradecía su preocupación.

—Si. Ahora vamos que no quiero llegar tarde al trabajo. —dije notando que el tiempo al parecer también se había detenido, porque teniendo en cuenta el tiempo que pasé en esa ilusión al menos veinte minutos tarde ya iba.

Elmer no volvió a preguntar nada y en verdad le estaba muy agradecida. Cuando tuviera tiempo me pondría a investigar sobre ese maldito bosque de cerezos.

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