La luna del Lobo
Noche de enero, Enid Sinclair camina con la mirada baja en medio de la nieve, la niebla era espesa, a tal punto de que podría saborearla con cada bocanada de aire que salía de su boca. Su cuerpo entero tiembla a pesar de estar cubierta en varias capas de ropa y traer puesta una snood, y se apresuró a retornar al campamento que había montado su manada a comienzos de la tarde.
- "Busca leña y mantén ardiendo la fogata, Enid".-habla en un tono grave, imitando la voz de su madre.- "Si no puedes transformarte, hazte útil".
Su manada hace estos viajes anualmente, puntos de reunión de las diferentes manadas de la Costa Este y la Costa Oeste, a principios del año o entre septiembre y octubre, con el fin de afianzar lazos, pero esta luna de enero es la más importante para ellos, no por nada la llaman "La luna del lobo", donde se pueden ver las transformaciones de los primerizos. Enid jamás pudo experimentar eso y ahora, a sus dieciocho años, solo cumple la función de mantener caliente el campamento y cocinar lo que cacen todos.
- Solo quisiera irme de aquí ya...
Al menos la luna llena alumbraba sus pasos temblorosos y ya se veía las tiendas.
Su refunfuño se corta, sus oídos captan un ruido detrás de ella, pasos diferentes a los suyos y un graznido que hizo que se le erizaran los pelos de la nuca.
- ¿Mamá? -susurra.- ¿Papá?
Mira por el rabillo del ojo, no son las formas de lobo de ninguno de la manada sino una pequeña figura enteramente negra que le mira fijamente, Enid agacha la cabeza y camina más rápido, acercándose a la calidez del fuego. No es nada, se repite, fue solo... ella vio mal, sí eso, ella vio mal... ¡Al carajo la leña! Enid dejó caer los palos y caminó (corrió) con fuerza, mientras alargaba sus zancadas, con sus pies hundiéndose en la nieve.
No es real, no es real, no es real.
"Si ves un cuervo, significa muerte", había dicho una sabia de la manada. Escucha ese mismo graznido, un paso en falso, hielo quebrándose bajo sus botas y todo se oscurece.
¿Alguno recuerda a la pequeña Alicia en el País de las Maravillas?
¿La hora del té?, ¿al gato sonriente?, ¿el sombrero loco?
Bueno, Enid puede que haya despertado en un lugar igual: no hay nieve ni arboles invernales, pero sí hongos de sombreros rojos y pintas blancas, árboles que parecen muy vivos, hay flores bonitas y la hierba es de tonos oscuros, la luz apenas podía filtrarse entre las gruesas ramas de los arboles retorcidos. El suelo estaba cubierto de musgo verde y enredaderas que se retorcían como serpientes, el aire está cargado de una extraña energía, que hace que sus sentidos se agudicen y tiene la sensación de estar siendo observaba por seres invisibles.
Silencio sepulcral, puede escuchar el murmullo de las hojas al caer al suelo; siente un picotazo contra su frente, garritas enterrándose en su cuero cabelludo, gira ligeramente la cabeza para ver hacia arriba: plumas de un negro lustroso y un pico negro.
El cuervo.
- ¡Ahh! -sus garras salen sin aviso, el cuervo le responde con un graznido y se aparta de ella.
- ¡Qué garras, muchacha! -arrulla una voz llena de júbilo. Enid se da la vuelta, y se tropezó con una anciana que se reía revolviendo un caldero entiznado.- Cuidado con las adelfas, apenas están floreciendo.-le advierte.
Pero ella se fijó en el cuervo alzándose en vuelo, y frunce el ceño. ¡Es por él que está aquí! Lo vio en la nieve, lógicamente él la trajo, lógicamente él la haría a salir.
- ¡Vuelve aquí, pajarraco! -y empieza a correr de nuevo.
El bosque cambia, las adelfas rosas se pierden de su vista, luciérnagas aparecen y ve a una pareja de chacales que parecían devorarse con pasión (se siente incómoda casi de inmediato), el cuervo vuelve a cantar y ella siguió el camino; las criaturas que habitaban este bosque eran diferentes a todo lo que se había visto antes: hadas oscuras con alas de murciélago, serpientes de múltiples cabezas y arpías con garras afiladas, había un buitre de ojos saltones merodeando sobre su cabeza (uniéndose al cuervo en vuelo) y... ¡por Dios, ¿de dónde salió ese gorila?!
Mientras se alejaba rápidamente, se sintió como si mil ojos invisibles la observaran desde las sombras, como si el bosque mismo estuviera vivo y ansioso por devorarla, el aire estaba impregnado de un aroma a tierra removida.
El cuervo se posa en una rama, su mirada inteligente parece observarla fijamente (como si se divirtiera al ver su frustración), Enid llega e intenta trepar el tronco del árbol, pero este parece echarla una y otra vez con cada intento fallido de encaramarse, y sus garras parecen hacerle llorar savia.
- ¡¿A dónde me trajiste?! -le grita.- ¡¿Qué es todo esto?!
De repente, su cuerpo comienza a temblar y a retorcerse, las plumas se caen una a una mientras la piel oscura del ave se transforma en piel pálida, sus alas se convierten en brazos y sus garras en manos. El pico se transforma en una nariz perfilada y sus ojos brillantes se vuelven humanos. El cuervo ha desaparecido por completo, dando paso a una mujer de baja estatura, vestida de ropas oscuras y una expresión en blanco, sentada en la rama del árbol.
- Preguntas que significa todo esto.-es una voz aterciopelada, a pesar de sonar indiferente.- La anciana representa la abundancia. Los chacales representan el amor familiar, protección; el buitre significa la espera, el gorila es la fuerza y, yo, el cuervo, soy presagio del mal, heraldo de la muerte.
Enid la mira sin entender nada.
La mujer se deja caer, flexionando las rodillas al caer frente a Enid.- Bienvenida al bosque de Nunca Más.-y la tierra tembló bajo las pies de Enid cuando ese nombre fue dicho.
Sip, debe estar soñando, seguro se golpeó la cabeza con una piedra al caer.
Okey. Criaturas extrañas, árboles que no habían visto antes, una vieja bruja y una extraña cambiaformas...
- ¿Esto es un bosque encantado? -supone, porque esto parece sacado de un cuento de hadas... un cuentos de hadas escrito por los hermanos Grimm.
- Un bosque maldito.-le corrige.
Por supuesto que, de todos los lugares, Enid tendría que ir a parar a un bosque maldito.
- Muy bien, Cuervo, ¿cómo me largo de aquí? -va directo al punto, colocándose las manos a la cadera para verse más intimidante, aunque esté temblando en su sitio.
- Soy Wednesday, no "Cuervo".-se presenta.- No existe forma de salir, una vez que entras a Nunca Más... nunca más te marcharás.
- ¡Qué lindo! Viene con juego de palabras.-se ríe histéricamente.- ¡¿Me trajiste aquí para qué?!
Wednesday solo sonrió.- Dijiste que querías irte de ese lugar, ¿no cumplí con tu petición? -y suena tan orgullosa de sí misma por ello.- Puedes dejar de preocuparte, todos los que han venido aquí buscan su propio camino hacia su felicidad autorealizada... Te vuelves uno con el bosque.
Las cejas de Enid se fruncieron y dio un paso hacia el frente.- ¿Como que uno con el bosque?
La respuesta inmediata llega con el sonido de hueso astillándose, el dolor sordo bajo su piel... Un gemido de dolor puro escapó de su boca mientras miraba a Wednesday en busca de ayuda, su cuerpo se siente distinto, le duelen las encías y la ropa empieza a quedarle demasiado ajustada, hasta que la tela cede y se rasga.
- ¿Ves? Ya está comenzando tu transformación.-una ligera curva se mostró en los labios de Wednesday.- Me pregunto en qué criatura te convertirás...
¿Ella se está transformando? El cambio terminó con un aullido resonando en las entrañas del bosque, y una risa siniestra por parte de la cambiaformas; es el despertar después de un largo letargo, tan igual y distinto, una parte de ella sigue siendo la Enid que entró en pánico hace menos de un minuto y la otra parte...
Sin mediar palabra, la loba recién transformada se acercó y rozó su hocico contra la mano de la mujer, buscando su contacto. Wednesday le miró fijamente antes de que todo su cuerpo se contorsionara y dejara ver al cuervo que empezó todo este asunto, se alzó al vuelvo y aterrizó sobre la cabeza de Enid, como si siempre hubiera estado ahí, y con un graznido le indicó por donde debía marchar.
Una loba y un cuervo. Quizá esto estuvo destinado a suceder.
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