Primera nota.
Un ceño fruncido se hallaba en la cara de un hombre que la edad le había alcanzado antes de lo acordado, y las ojeras bajo sus ojos eran mucho más que solo círculos negros. Sus ropas eran igual que su estado, simples y claramente usadas hasta llegar a ser trapos. Tanto sus cejas sobresalientes y labios torcidos, se unían en una mueca de angustia, mientras que sus manos sostenían la piel tan blanca de aquel hombre desconocido; llegaba a perturbar su mente cada vistazo que daba de esta, y en momentos necesitaba apartar su mirada de aquel lienzo que se marcaba con el menor tacto de sus dedos. Vendaba las manos, pies y espalda del hombre que se encontraba en un profundo sueño, que esperaba que durara hasta que terminara. Sabía que nadie se sentiría cómodo siendo tocado por un total extraño, y menos un viejo demacrado como el.
Miro su pequeño hogar, las paredes eran invadidas por la humedad y la pintura se estaba cayendo antes que el; el piso estaba roto en las esquinas, sino, estaba arreglado con torpeza y débiles trozos de madera, lo admitía no era mejor en eso; y su tatami era lo mejor en toda esa habitación, suave y cómodo, perfecto para su invitado. Aunque el moría por recostarse sin importar si fuera solo un misero segundo, pero debía aguantar, ese hombre lo necesitaba.
«Realmente... ¿esta bien esto? Lo sacamos sin pensarlo mucho, pero no planeamos nada. Ademas, ese hombre...» su garganta se apretó al volver a ver en la pared de su habitación la silueta, que solo le recordaba a un diablo. «Luego pensare algo... Ahora, debo encargarme de el». Volvió a enfocarse en el cuerpo herido que tocaba con miedo de dañar.
—Jyushimatsu, tráeme un poco de agua y un paño, por favor; —pidió con suavidad— tenemos que limpiar las heridas. —Lentamente un mechón de pelo se asomo por la puerta, nervioso pero que luego se alarmo y partió con el llamado.
Una cubeta y un paño llego en los brazos de un joven con sudadera desteñida, que mantenía su amarilla esencia—. ¡Aquí esta Nii-san! —anuncio con gran energía en su voz, y con una sonrisa un tanto infantil—. Lamento la demora.
—Gracias Jyushimatsu, ¿puedes sostenerlo mientras lo limpio?
—¡Esta bien! Yo me ocupo, nii-san. —Subió sus mangas hasta la altura de sus codos, creando un lió que parecía imposible de hacer con tan solo remangarse. Paso un brazo primero por el cuerpo semidesnudo, sintiendo un poco de incomodidad al principio pero que se desvaneció al pasar el otro brazo. Sentía el como su calor se iba al tocar esa frialdad que ese desconocido transmitía; de alguna forma... le invadía un sentimiento de pena.
Ambos trabajaban con cuidado y delicadeza, no querían causar dolor alguno, si lo hicieran seguramente no podrían dormir en paz otra vez. Pero se hallaron una gran sorpresa en todo el cuerpo del misterioso hombre. Habían marcas de plumón marcando partes de su torso.
Al principio trataron de borrarlo, sin embargo, la fuerza para hacerlo no hacia más que dejar marcas rojas y gruñidos por parte del herido. ¿Que significaban esas marcas? ¿Algo en especial se encontraba ahí? Ellos dos no eran capaces de descifrar que quería dar a entender el culpable de ello, y siendo sinceros, no estaban a favor de entenderlo.
—Esta marcado el corazón, un poco más abajo de la clavícula —murmuro para el mayor de los dos, al observar con esmero todo lo que podía; y paro en seco, en la espalda estaba escrito: 14/04. Su boca se cerro en un solo movimiento, y apretaba sus labios sin menor cuidado—. Es hoy... Jyushimatsu, llam- no... ve a ver a Todomatsu, el debe saber esto. No te alejes de el, ¿entendido?
—¡Entendido! Pero, ¿estarás bien solo?—«Tú también estas débil...» intento decir, mas su boca no lo permitió y termino como un pensamiento solamente.
El contrario le regalo una dulce risa, acaricio el pelo del menor cuando este se estaba parando y asintió; estaba bien, nada malo ocurriría—. Nunca estamos solos, recuerdalo. Ahora ve con el, tenemos que cuidarlo.
El joven no se lleno de más problemas, y termino por irse, por lo menos le quedaba la seguridad de que era muy pronto para que algo terrible sucediera. No tenían la mejor de las suertes desde que recordaba; esperaba que no fuera la peor, de otra forma sus espaldas nunca descansarían.
La despedida de Jyushimatsu fue la ultima voz en resonar en la diminuta casa, desde ahí en adelante solo procuro terminar de sanar lo ultimo que quedaba, y por ultimo a el. La sangre ya empezaba a traspasar la tela de su ropa, por fortuna, solo el sabía de que un fragmento de cristal se incrusto en su abdomen.
—Debería ser actor —se dijo así mismo con el afán de matar un poco el tiempo—, podría ganar mucho dinero siendo un personaje que solo se dedica a llorar. Después de todo... —poso sus manos sobre la fuente de su dolor, que no era capaz de sacar solo con sus manos—; se necesita saber que es el sufrimiento para simularlo. —Ya todo estaba listo, la ultima venda ya estaba puesta y los pequeños rastros de sangre frenados; ahora solo restaba descansar, luego de sacar ese filo de el.
El vivir y el morir, eran dos palabras que en la cabeza de un enfermero resonaban al compás, durante reposaba; ninguna podía ser negada por el, y menos cuando el mismo por un momento casi fue abrazado por las manos frías de la dichosa muerte. El deseo de vivir, era como un sentimiento totalmente ajeno a el que le susurraba al oído todo lo bueno que alguna vez tuvo, rogándole que no lo matara y aferrándose a su alma, obligando a seguir ahí respirando cada maldito segundo contaminado de veneno de todo el mundo. Estaba siendo obligado a seguir estando en las palmas del abogado, bailando de la forma que este quería, y viviendo lleno de temor aun cuando no estaba el a su lado; su solo recuerdo, era como una cicatriz que no nunca se borraría de su cuerpo. Ahora volvía abrir sus ojos, a estar consiente de su propia respiración, poder ver su entorno, y a sentir el dolor punzante de varias partes de su cuerpo.
—Me duele todo...—Tomo sus manos que estaban por todos lados vendadas, pero al menor contacto entre ambas el dolor nuevamente le visitaba—. ¿Este vendaje?... —Trago en seco, otra vez no estaba en su departamento, por segunda vez se despertaba en un lugar extraño. Su pecho empezó a subir y bajar, el pensamiento que ese abogado fuera quien le curo, era simplemente aterrador. Escaparía, ahora lo haría de verdad... aunque un quejido de dolor se escucho cerca de donde se ubicaba.
—No me importa, ya estoy en lo más bajo; yo... —Luego se encargaría de golpearse por ser un idiota—. Mierda.
De forma pausada, logro volver a estar de pie y con ello estar mas consciente de sus heridas. Buscaba de donde provenía la voz, y la hallo pronto al salir de la habitación. En el suelo se hallaba un hombre que parecía la copia exacta de ese dichoso personaje que marco su vida. Sin pensarlo mucho trato de irse, pero no lo logro al escuchar el sonido de la madera, y una mano sosteniendo su pie débilmente.
—No te muevas... —logro escuchar de esa voz que parecía ser solo un engaño—; tus heridas...
Ichimatsu paro solo para acabar una vez por todas con el, no obstante noto algo diferente en el. Tenían rostros similares, pero sin duda la voz era lo que le hacía dudar. La voz de quien ahora le sujetaba le causaba una calma inexplicable, ¿podía confiar en solo eso? No, no debía.
—¡Suéltame! —grito, y golpeo antes de darse cuenta de lo que hizo. Sus ojos mostraron ante el la escena que nunca quería recordar, solo veía la imagen de los gatos cubiertos de rojo, tirados como nada, destrozados de forma que ya ni se reconocía su forma original y ahora... ese hombre en el suelo estaba manchando sangre al igual que ellos, era solo una pequeña cantidad; entonces ¿por que le afectaba?
—No, no, no, no... —repitió varias veces.
Dejo atrás todo su miedo por el, que ahora era reemplazado por el otro. Se agacho y dio vuelta el cuerpo, se dio cuenta de inmediato que unas pinzas se hallaban en las manos del otro junto la razón de la sangre. Tomo las pinzas, y levanto las ropas sucias, lentamente saco el pedazo de vidrio con un poco de dificultad, por sus manos que tiritaban. Rápidamente se saco una de sus vendas y las puso alrededor para evitar que siguiera sangrando.
—Esto debe bastar, no era tan profunda por suerte y ...diablos, ¿en que metí de nuevo? —¿Acaso el mundo lo odiaba por meterlo en tantas dificultades? El no era fuerte, y aún así, algo se encargaba de mantenerlo vivo... No sabía si agradecer o no, tampoco si otra vez saldría de este contratiempo. Solo le pedía a quien fuera que creo el mundo, que le ayudara solo una vez más; solo necesitaba una oportunidad y todo acabaría... ¿como el quería?
Recordó las palabras que una vez escucho de su profesor: "La vida es un rompecabezas". Al principio no lo entendía, pero con el pasar de su vida descubrió a que se refería; la vida se conformaba de varios sucesos que le afectaban, conocía personas de bien y mal, y lo que necesitaba en su vida era la pieza que le llevara a su propia felicidad, nada más. Ahora que la había perdido... no sabía que hacer, ni siquiera tenia certeza si volvería a tener su trabajo o volvería como antes. Ya cayó una vez, esta sería la segunda... No soportaría volver a cero. Las piezas que el tenía eran escasas, tan solo en sus manos poseía su vida como pieza principal. ¿Cual sería la ultima pieza que necesitaba para que todo acabara bien?
...
¡Hola! Por fin publico el primer capitulo, aunque me costo porque no salía como quería, pero por fin lo logre. Como unos pocos ya sabrán, esta historia es una continuación de otra y al igual que la anterior no superara los diez capítulos; las actualizaciones todavía no se si serán por mes o por semana, solo puedo decir que por favor me tengan paciencia.
Espero este decente y les guste, disculpen las faltas ortográficas. ¡Y muchas gracias por leer!
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