II
II
Son voces oscuras,
desconocidas,
voces de personas
que me asustan.
Pero lo he decidido
y reúno las fuerzas,
me acerco a la puerta
y la acaricio fugazmente
antes de introducir la llave...
la fría llave
que llevo escondida,
apretada con fuerza
contra mi pecho.
La puerta es suave,
blanca inmaculada,
lisa como el alba,
blanca como la nieve
que diviso en las cumbres
de las montañas
a través de mi ventana.
La puerta es la clave,
la barrera que me ata
a mi habitación triste,
vacía...
La barrera
que he de atravesar
para tener la ansiada
libertad.
Lo he decidido
e introduzco
sin pensarlo
la llave en la cerradura,
entreabro la puerta
y miro...
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