Don't stop believin'

Te estuve esperando todo el día, en la noche ya no estaba segura si vendrías o no. Era tarde y cerramos el café. Mi corazón aún tenía la esperanza de que aparecieras, así que decidí pasar por la librería y hacer un poco de tiempo a ver si te veía ¿Por qué te esperaba?¿Por qué aún creía que vendrías, si ya eran pasadas las 9:00 pm? Me acerqué a la puerta tantas veces para salir que las personas pensaron que era la portera. Estaba indecisa y no podía creer que tú me habías ilusionado para luego dejarme plantada (no éramos nada, después de tanto tiempo esperando lo comprendí)

Salí lo más rápido que pude de la librería, sin mirar atrás ni un solo momento. No sabía cómo me sentía, no sabía ni porqué lo sentía, solo sabía que quería verte y que tú no estabas allí, estaba molesta...

—¡Riley! —Gritaste tan fuerte que me asustaste, casi sin querer me detuve y me volteé para observarte correr hacia mí con una caja entre tus manos, y una bolsa que si más no recuerdo estaba llena de sodas.

No te dije nada, lo primero que se me pasó por la cabeza era seguir caminando y eso fue lo que hice. Gritaste con más fuerza y me alcanzaste fácilmente (yo no era muy atlética, así que no caminaba muy rápido)

—Lo siento, tuve una reunión a última hora, se me hizo muy tarde y para colmo la cola de la pizzería era enorme. —levantaste la caja para que la viera mejor y te miré a los ojos, pude ver que te preocupaba lo que pensara de ti y yo pues no sabía que decirte. Me mantuve en silencio por un pequeño tiempo y luego meneé la cabeza en señal de negatividad.

—Tengo que ir a casa. —seguí mi camino y ni siquiera estaba segura si de verdad quería eso, me rozaste el brazo y me dijiste con voz clara...

—Yo solo quería que comiéramos juntos, lamento haberte hecho esperar. —Para mi mala suerte en ese momento mis tripas sonaron con fuerza, y eso hizo que me ruborizara, seguí mi camino aún más aprisa y te interpusiste.

—Tengo algo que contarte. —el brillo en tus ojos me enloqueció. Recuerdo haber dudado, pero me convenciste cuando te vi enrojecer y acomodarte la bufanda (estabas nervioso)

—No tengo mucho tiempo, necesito descansar, mañana trabajo. —mi voz fue segura, sentía un gran alivio de verte, pero estaba molesta conmigo misma, por haberte esperado tanto tiempo. Me sentí tonta y tuve miedo de que pensaras que lo era.

—Podemos sentarnos en el coche. —señalaste a lo lejos tu auto que estaba a menos de una cuadra del lugar, y juntos comenzamos a caminar hacia allí. Tú sabías que no estaba contenta y también sabías que era por tu culpa. Me mirabas de reojo cada dos por tres para ver si cambiaba la expresión de mi rostro y cuando me apoyé sobre el capo de tu coche no tardé en preguntarte.

—¿Qué quieres contarme? —te miré a los ojos y tú te apoyaste a mi lado abriendo la caja y sacando una rebanada de pizza para regalármela, aún estaba caliente cosa que agradecí porque estábamos a -3grados. Cogiste una para ti y comenzaste a decir.

—La reunión por la que tardé tanto era para ascenderme, me hicieron socio de la agencia. —estabas feliz, una risita tonta se te escapó de entre los dientes y me miraste atento para ver cómo sería mi reacción ¿Por qué te importaba tanto lo que yo pensara? Seguíamos siendo desconocidos, pero tú al parecer nunca entendiste eso. Siempre me trataste como si me conocieras de toda la vida. No pude evitar sentirme contenta con tu confesión y con una gran sonrisa te contesté.

—Nathan, me alegro mucho por ti. Eso es genial. —Esa fue la segunda vez en la noche que te vi ruborizarte y me pareció la cosa más linda del mundo. No podía creer que yo causara eso en ti. Yo solo era una chica delgada, de cabello rubio y ojos cafés. No tenía nada especial y tú siempre me trataste como si lo fuera...

—Sí, llevo años preparándome para esto. —te frotaste los guantes y me miraste con una media sonrisa, notaste que estaba temblando porque la ropa que llevaba me protegía, pero no lo suficiente. Hasta que te vi que te quitaste tu bufanda y me la pusiste entre el cuello no me había dado cuenta. Me quedé paralizada cuando un ligero perfume inundó mis sentidos, si tuviera que describirlo con una palabra sería Hogar y fue cuando me di cuenta que me gustabas más de lo que creía.

—Podemos entrar al coche, no tenemos porqué congelarnos aquí fuera. —me dijiste antes de darle otro mordisco a tu rebanada. Con el corazón en el pecho entré, y el calor de su interior era reconfortante. Te sentaste en el asiento del piloto y me entregaste una coca-cola para que bebiera. No era la mejor combinación con el frío, pero eso era lo que menos me importaba en ese momento.

—Entonces ¿cuáles son tus planes ahora? —Te pregunté para romper el silencio, no porque no fuera cómodo, solo que tenía ganas de volver a escuchar tu voz.

—Quiero reunir lo suficiente para poder formar mi propio negocio, no solamente dedicarme a esto, tener algo mío. —Tenías esa mirada emprendedora que solo las personas de grandes ideas tienen.

—Deberíamos brindar ¿no? —te sugerí, alzaste tu bebida y me sonreíste.

—Porque aceptaste comer conmigo. —yo reaccioné lo más rápido que pude y te dije algo nerviosa.

—No, por tu ascenso. —arrugaste tu frente y me contestaste con seguridad.

—Estoy más feliz ahora que cuando me dijeron lo del ascenso, y cuando brindamos es por las cosas que nos hacen felices. —por un momento olvidé cómo respirar, siempre fuiste tan directo, tan seguro y sincero, que me parecía una locura que me dijeras esas cosas ¿A caso nunca tuviste vergüenza? ¿Por qué no dudabas a la hora de hablar de cómo te sentías?

Chocaste tu coca-cola con la mía y pude sentir como por décima vez en la noche se me habían incendiado las mejillas.

—¿Se vendió algún libro hoy? —me preguntaste después de mojarte los labios con la bebida.
Negué con la cabeza y pude ver en tus ojos algo que me sorprendió (empatía ) parecía que te había ocurrido a ti. Me sentí mal porque cargaras con mi dolor, así que para mejorar el ambiente te pregunté.

—¿Quieres escuchar algo de música? —asentiste y saqué mi móvil de inmediato, busqué la canción indicada para la ocasión y con los nervios le di al play a otra...

Don't stop believin' de Journey resonó a todo volumen en el auto, traté de cambiarla, pero me detuviste.

—Solo es otra canción antigua. —justifiqué mis ganas de cambiar de pista.

—Me gusta esa canción, me recuerda a ti. —Bien, eso no me lo esperaba... lo que en realidad duraba 4:10 minutos resultó ser una eternidad. Te escuché tararear por lo bajo el estribillo y mirarme a los ojos cada vez que este comenzaba, no sabía que hacer, las preguntas me invadieron de repente y al terminar te pregunté.

—¿Por qué haces esto? —Sabías a lo que me refería ¿Por qué me tratabas así? y ¿Por qué te preocupaba?

—Me gustas. —mi corazón perdió su ritmo y por alguna razón volví a temblar. Los nervios se apoderaron de mi cuerpo cuando tú tocaste mi mejilla. Algo dentro de mí tenía miedo, pero la parte más sensata de mi cerebro me pedía que me quedara, que por primera vez le gustaba a alguien...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top