Instintos de Padres Dragón

Tiempo: Era Dorada (años comprendidos entre la derrota de Malefor y la Ultima Gran Guerra Oscura)

(En una de las casas de Warfang...)

El amanecer comenzaba a teñir el horizonte con tonos dorados y rosados, dejando que los primeros rayos de luz se filtraran entre las ramas de los árboles. Dentro de una tranquila cueva, una suave brisa acompañaba el murmullo de las hojas, como si la naturaleza misma quisiera proteger el sueño de dos dragones. Sobre una amplia cama de paja y hojas suaves, Spyro y Cynder descansaban, sus cuerpos entrelazados en un abrazo protector.

El calor de la mañana comenzó a envolverlos poco a poco. Spyro abrió un ojo con lentitud, sintiendo el suave ritmo de la respiración de Cynder contra él. Con una sonrisa tranquila, deslizó su cola con delicadeza para acurrucarse un poco más cerca.

"Buenos días, Cynder" murmuró con voz somnolienta,

"Buenos días, Spyro" respondió ella, igual de somnolienta.

"¿Cómo te sientes? ¿Y cómo está nuestro pequeño?"

Cynder bostezó suavemente antes de abrir los ojos. Sus brillantes iris verdes reflejaban el amanecer, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro al notar su vientre algo grande.

"Estamos bien, no te preocupes" respondió con ternura, aunque un rugido silencioso en su vientre la delató, "Bueno... quizás un poco hambrientos"

Spyro rió suavemente, levantándose de un salto y estirando sus alas.

"Todo tiene su solución: ¿Chuletas y filetes de jabalí?"

"Suena perfecto" contestó Cynder con un brillo de complicidad en los ojos mientras lo observaba ir hacia la salida de la cueva.

Spyro se puso patas a la obra. Y llendo a su cocina y usando su fuego con precisión, dejando que las llamas danzaran con control sobre las piezas de carne fresca que había traído la noche anterior. Las chuletas y filetes de jabalí chisporroteaban con un delicioso aroma que pronto invadió el lugar, haciéndole agua la boca a cualquiera. El dragón púrpura trabajaba con dedicación, como si aquel pequeño gesto fuera lo más importante en el mundo.

Cuando la comida estuvo lista, Spyro regresó triunfante, llevando las porciones con cuidado en una gran bandeja de madera

"¡Aquí tienes! Toda la comida necesaria para una dragona con su bebé" dijo con un guiño.

Cynder rió por lo bajo y comenzó a comer. El sabor de la carne cocida y jugosa era reconfortante, pero a medida que tomaba pequeños bocados, su mirada se perdió en el cielo que se veía desde la ventana de su casa. Parecía distraída, pensativa.

Spyro lo notó de inmediato. Ladeó la cabeza con ternura y rompió el silencio.

"Qué sucede, Cynder? Estás muy callada"

Ella dejó su plato a un lado y suspiró, mirando sus garras con expresión reflexiva.

"Es solo que..." su voz sonaba suave, casi como un murmullo, "Me he estado preguntando si realmente seré una buena madre..."

Spyro frunció el ceño, sorprendido: "No estás pensando lo contrario, ¿verdad?"

"No lo sé" Cynder se encogió ligeramente, sus alas rodeándola de forma protectora, "Supongo que, después de todo lo que fui... lo que Malefor me hizo ser... aunque todos me aceptaron, y aunque he trabajado duro para superar mi pasado, ¿cómo puedo saber si seré capaz de cuidar y proteger a nuestro pequeño? ¿Si seré lo suficientemente buena?"

Spyro se acercó a ella con una mirada cálida y envolvió su cola con la de Cynder. Sentía el peso de sus palabras y el miedo oculto que todavía habitaba en su corazón. Con suavidad, tocó su hocico con el de ella.

"Cynder..." dijo con firmeza, pero con dulzura, "Tú eres una de las dragonas más fuertes que conozco, y no solo porque has enfrentado la oscuridad. Has luchado por ser quien eres hoy, y eso te hace aún más especial"

Cynder lo miró, sus ojos buscando algo de consuelo en los suyos.

"No tienes que ser perfecta" continuó Spyro, "Lo que importa es que quieres a nuestro hijo, y sé que harás lo mejor por él. Yo sé que serás una madre increíble. Y además... no estarás sola. Siempre estaré aquí para ti y para nuestro pequeño, pase lo que pase"

Cynder sintió cómo su pecho se relajaba, como si un peso invisible se desvaneciera lentamente. Un suspiro de alivio y esperanza salió de su boca. Era el resultado de aquellas palabras sinceras que solo Spyro podía darle.

"Gracias, Spyro" susurró, apoyando su cabeza sobre con la de él, "No sé qué haría sin ti"

"Nunca tendrás que averiguarlo" respondió Spyro sonriendo suavemente mientras observaban juntos cómo el sol terminaba de alzarse en el cielo, "Porque te prometo protegerlos tanto a ti como al bebé"

"Eres bastante optimista, eso lo reconozco" dijo luego de un rato.

"No es solo optimismo y no es cualquier promesa" le dijo Spyro, "Después de todo, también es mi hijo y ese es mi deber como padre"

Luego de aquel momento romántico, Spyro se retiró un momento para descansar, pues el estado de gestación en el que estaba le hacía cansarse rápido. Mientras descanssaba nuevamente, con un pequeño vistazo, pudo ver a Spyro encargándose de las tareas cotidianas del hogar (una de ellas, barrer con la cola).

"Hum, Spyro es bastante dedicado" pensó y, luego, una idea pasó por su mente, "Me pregunto cómo le irá a Edel..."

(En el templo del dragón...)

Una Edel adulta descansaba bajo el sol de la mañana, recostada en una suave cama de hojas y flores que su pareja había preparado especialmente para ella. Su vientre, redondeado y lleno de vida, brillaba a la luz del día, y su expresión era de completa paz mientras observaba cómo Jhonny se acercaba con un nuevo ramo de flores silvestres y una generosa provisión de frutas frescas, pescado y hasta algunos trozos de jabalí asado.

El recientemente nombrado guardián depositó su último cargamento junto a ella y suspiró, notoriamente cansado. Sus ojos mostraban ligeras sombras, y sus movimientos, aunque cuidadosos, traicionaban un leve agotamiento. Edel le observó con una suave sonrisa y le acarició la cara con su cola.

"Cariño..." le dijo, su voz como un susurro calmante, "creo que estás exagerando. ¿No crees que es suficiente por hoy?" Él levantó la mirada y le sonrió, aunque su respiración aún estaba algo agitada.

"Quiero asegurarme de que tienes todo lo que necesitas," respondió él, esforzándose por sonar despreocupado. "Es que... quiero que estés bien... que tengas todo a tu alcance..."

Edel lo miró profundamente, percibiendo en él una mezcla de emoción y ansiedad, "No tienes que preocuparte tanto, Jhonny. Estás haciendo un trabajo increíble. Tanto que parece que te estás olvidando de ti mismo."

Jhonny soltó una pequeña risa nerviosa, mirando a su pareja con una ternura inquebrantable. "Solo quiero ser lo mejor para ti y para nuestro pequeño... lo mejor que puedo ser."

Sin embargo, aún era difícil, pues... ¿Cómo puede alguien conocer su situación? Es decir, ¿había alguien que se había transformado en dragón, enamorado de una dragona y tenido un hijo? Si ya para un humano era difícil tomar con calma una situación similar...

Edel le miró con una mezcla de cariño y comprensión, apoyando suavemente su cabeza contra la de él. "¿Otra vez con las dudas que me dijiste antes, tenías? Te aseguro que todo estará bien. Solo tienes que respirar y confiar."

Él cerró los ojos y suspiró, sintiendo cómo las palabras de Edel iban calmando la tensión de calor (producida por una reacción de su elemento) en su cuerpo.

La dragona le dedicó una sonrisa cálida y le dio un leve empujoncito juguetón con su hocico. "Ahora, ¿por qué no te sientas aquí conmigo y compartimos algo de lo que has traído? Ambos necesitamos energía, especialmente tú, futuro papá"

Jhonny se acomodó junto a ella, disfrutando del momento de calma y de la alegría de estar a su lado. Sin embargo, se detuvo para observar con curiosidad el suave movimiento de su vientre.

"¿Cómo te sientes?", preguntó, con una mezcla de cariño y preocupación en sus ojos. Él apenas podía contener la emoción de ser padre, pero al mismo tiempo, una ligera inquietud lo mantenía en guardia.

Edel sonrió dulcemente, sintiendo cómo la presencia de su hijo crecía dentro de ella. "Es... curioso," respondió en voz baja. "Aunque los dragones ponemos huevos, aún podemos sentir a nuestras crías moverse. Es un pequeño calor de vida, como una chispa que crece."

"Ya veo..." respondió él, "Supongo entonces que debe ser similar al de un embarazo humano..."

"Sí, y siento además, un calor gentil... casi como el que tu emites"

Jhonny se sorprendió y se originó una duda:

"¿Es eso parte de que tú seas madre? ¿O es que puede ser que el bebé sea... ¿un dragón de fuego?"

Edel rió suavemente, acariciando su vientre con la garra. "Podría ser. A veces, la sensación es cálida, como un pequeño solcito. Pero, sea de fuego o de hielo, sé que lo que más quiero es verlo crecer fuerte y sano."

Sin embargo, la mente de Jhonny no pudo evitar dar un paso más allá:

"¿Estás segura de que estarás bien? Quiero decir... tú eres una dragona de hielo, y nuestro hijo podría ser de fuego. No quiero que algo te pase por..."

Edel le miró con ternura y tocó su rostro con su garra, envolviéndolo en la tranquilidad de su amor.

"Jhonny, estaré bien. Un poco de calor no es nada, comparado con el deseo de ver a nuestro hijo o hija. Además, el calor no me molesta... me hace recordar que una parte de ti está conmigo..."

El dragón suspiró, sintiéndose reconfortado y aliviado. Sin embargo, la preocupación aún latía en el fondo de su corazón:

"No puedo evitar preocuparme por ti, Edel. Mis amigos y maestros me devolvieron la autoestima que estaba destrozada en mi vida como humano. Y cuando te vi y me enamoré de ti... sentí que volvía a tener esperanza y que me alegraba estar vivo y aquí. Sin ninguno de ustedes creo, que me hubiera derrumbado desde el principio"

Edel asintió, sintiendo el peso de sus palabras en su corazón.

"Tú me diste la valentía para seguir adelante y no dejarme llevar por mis sentimientos, Jhonny. Cuando intenté vengarme de Xyron... tú me apoyaste. Cuando me alisté para ser aprendiz de guardián, tú sí quisiste venir conmigo... Así que no te preocupes. Tengo lo que necesito para protegerlo y para estar bien, gracias a ti."

Jhonny sonrió, conmovido, y apoyó su frente contra la de Edel, dejándose envolver por la calidez de su conexión. Ambos se quedaron en silencio, compartiendo ese momento de amor y paz, mientras Edel sentía la vida crecer dentro de ella, y Jhonny la envolvía con sus alas... a ambos.

(Al mismo tiempo...)

En lo profundo del vientre de Edel, donde los contrastes de frío y calor se entrelazan, un pequeño dragón reposaba, su cuerpo aún en desarrollo, rodeado por una suave capa protectora. A través de las paredes de la matriz, podía sentirse la vibrante energía del amor de sus padres, como una cálida corriente que se deslizaba a través de su pequeña forma.

El bebé dragón, con sus rasgos futuros a su elemento, descansaba en posición fetal, completamente inmerso en el delicado líquido amniótico que lo rodeaba, dando vida a su cuerpo aún en crecimiento. Sus pequeñas alas estaban dobladas, delicadamente junto a su cuerpo, mientras sus patitas, aún sin mucha fuerza, se curvaban hacia sí mismas, formando una figura compacta de serenidad y paz.

Cada ligero movimiento que hacía dentro del vientre de Edel irradiaba un calor reconfortante, como una chispa cálida que se fusionaba con la libertad de su madre y el amor de su padre. La imagen de su pequeño rostro sonriente, ajeno al mundo exterior, revelaba una sensación de calma, como si ya sintiera la protección de los dos dragones, aun sin conocer el rostro de sus progenitores, pero sintiendo el abrazo que ambos le brindaban.

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