Capítulo 38: El regreso, los jóvenes héroes

(Unos minutos después...)

Spyro se sentía terriblemente cansado, mucho peor que las otras ocasiones en que había estado así: la primera vez, se había quedado sin poderes luego de enfrentar a Cynder en su forma corrompida y no los recuperó hasta unos días más tarde; la segunda, había caído en un haz de energía oscura que había potenciado mucho de su poder, pero su cuerpo ya no se movía por sí solo y se sentía como estar encadenado y sin control; y por último, no tuvo poderes luego de quedarse congelado con Cynder por 3 años. El cansancio de ahora, sumado con el dolor de los golpes que había recibido eran impensables.

Y no era el único: cada uno de sus compañeros se sentía igual. Sin embargo, aún podían percibir la frescura del aire recorrer las escamas y también una vocecita chillona:

"¡Spyro amigo...!" suplicaba, "¡Vamos, tienes que estar bien! ¡Venga hermano! Oye... lo siento ¿vale? Siento haberte dicho que estabas gordo y morado... siento decirte que tu aliento olía mal... y siento comerme ese enjambre de mariposas que habías cazado..."

"¡Ya sabía que fuiste tú!" exclamó Spyro, asustando a Sparx. Sin embargo, el joven dragón púrpura luego sonrió, "Tranquilo, estoy bien..."

"Si serás... ¡les dije que era una mala idea venir!"

"Por cierto. ¿dónde...?"

Y el joven dragón se dio cuenta rápidamente que estaba en la cubierta del Windheart. Junto a él, cada uno de sus compañeros estaban sobre la cubierta, en el mismo estado que él. Trató de levantarse pera cada uno de sus músculos gritaba de dolor al hacerlo. Lo mejor que pudo hacer es sentarse.

"Cynder..." le dijo Spyro viéndola primero a ella y luego a los demás, "Amigos... ¿están bien?"

"Si sentir morirse de dolor es 'estar bien'. Pues sí, creo que sí" trató de bromear Ray.

"Por primera vez, estoy de acuerdo..." agregó Thorr.

"Yo estoy agotada..." reclamó Cynder.

"Igual..." le apoyó Edel, "No tengo ni un gramo de maná"

"Y yo siento más de un hueso dislocado" dijo Jhonny, agitando su pata delantera derecha, "Creo que más aquí, porque fue con esta con la que golpeé aquel mazo..."

"No se preocupen mis amigos" les avisó Néstor, "He puesto en marcha de vuelta hasta Cavescity. Estaremos allí dentro de poco"

"Si es que el barco aguanta..." comentó Sparx.

Al principio, nadie supo a qué se refería hasta que notaron que el barco tenía zonas donde, a simple vista, parecía los daños provocados por una batalla contra barco pirata: la cubierta estaba ennegrecida por algo similar a las balas de cañón, pero había rastros de esa saliva explosiva de las gárgolas, varios agujeros con trozos de madera rota, algunos alerones medio chamuscados y al mástil le faltaba unos trozos. Jhonny levantó un trozo de papel que allí estaba cerca.

"Oh, rayos..." dijo al mostrar aquel papel: era un trozo de los pergaminos de escudo con los cuales habían rodeado el barco antes de adentrarse en la isla, "Parece que lograron atravesar los sellos"

"¿Qué sucedió con el barco, Néstor?" preguntó Cynder.

"Pues hubo muchas complicaciones: no dejaban de venir y estaba rodeado..." explicó el topo, "Cuando atravesaron los escudos, empezaron a hacerle daño al barco y tuve que dar varias vueltas para despistarlos. Aun así, consiguieron dar varios en el blanco, ya empezaban a comerse el barco y casi me devoran a mí cuando de repente se detuvieron y se disolvieron, y tuve que aterrizar para guardar un poco de energía para retomar vuelo"

"El de los espejos las controlaba..." comentó Edel, "Cuando lo derroté, debieron haberse detenido..."

Pero no terminaba de decirlo hasta que, de pronto, se percibió una sacudida en el barco. La buena noticia era que estaban bajo ataque enemigo. La mala es que, como Sparx y Néstor habían dicho, el barco estaba bastante dañado y empezaba a agrietarse.

"¡Venga ya!" exclamó Ray, tratando de levantarse por completo, "¿Es que no podemos tener un momento de paz?"

Pero él no era el único que tenía problemas para siquiera levantarse: cada uno de los jóvenes, incluidos Spyro y Cynder, aún estaban agotados con a penas algo de fuerza para moverlas alas... y no hablemos de volar.

Mientras el barco Windheart se estremecía, cediendo cada vez más bajo el peso de sus daños, todos los jóvenes dragones intentaban, sin éxito, reunir fuerzas para levantar vuelo. Pero el cansancio extremo hacía que sus alas apenas pudieran moverse, y el crujido amenazante de la madera les confirmaba que el Windheart no duraría mucho más.

Mientras el barco comenzaba a partirse a la mitad, el pánico crecía entre los jóvenes dragones.

"¡No puedo... mover las alas!" exclamó Ray, frustrado al intentar sacudirse el cansancio extremo.

Spyro miró a sus amigos con preocupación. "¡No podemos rendirnos! ¡Tenemos que... ahh...!"

Sin embargo, antes de que pudiera terminar, el barco crujió aún más fuerte y, justo cuando parecía que se partiría por completo, una brillante luz verde envolvió la grieta, y fuertes lianas de energía terrestre comenzaron a unir las dos mitades del Windheart.

"¿Qué... qué está pasando?" preguntó Edel, sorprendida, mientras todos miraban la misteriosa conexión de lianas.

Al alzar la vista, Cynder fue la primera en notar la silueta de los dragones adultos que volaban junto al barco. "¡Miren allá!" exclamó, señalando al horizonte.

Los demás levantaron la cabeza y, con asombro y alivio, vieron cómo varios dragones adultos rodeaban el Windheart, protegiéndolo con sus poderes. Entre ellos destacaban tres figuras familiares.

"¡Es... el maestro Volteer!" exclamó Ray, reconociendo al dragón eléctrico, cuya mirada chispeante de energía los observaba con orgullo.

"¡Y mi padre! ¡Está aquí!" dijo Edel, sintiendo un calor especial en el pecho al ver a su padre volando con una majestuosa aura helada.

Spyro, quien apenas podía creerlo, señaló al último de los Guardianes. "¡Y Terrador! ¡Miren esa cicatriz! ¡Está completamente curado!"

Si bien esto al principio les causó a los jóvenes dragones un momento de respiro que tanto necesitaban, el ver a Terrador de nuevo causó un ligero estremecimiento en todos, pues aún recordaban el haber desobedecido las órdenes de no enfrentar a los Hunters solos.

Los tres Guardianes descendieron un poco más cerca de la cubierta del Windheart y, para el terror de los jóvenes dragones, Terrador los miraba con una expresión seria, cruzando la mirada con cada uno de ellos. Su ceño fruncido y su tono firme hicieron que todos contuvieran el aliento. Tanto Cyril como Volteer (sobre todo este último) se quedaron callados.

"Jóvenes dragones, ¡les había ordenado claramente que no debían enfrentarse a los Cazadores!" dijo Terrador, su voz grave resonando en el silencio de la cubierta. "¿Alguno de ustedes puede explicarme por qué decidieron desobedecer?"

Los jóvenes dragones se miraron, apenados. Jhonny fue el primero en hablar, bajando la mirada. "Maestro Terrador... yo... soy el responsable. Me asignó como el futuro líder de los guardianes, y aun así... tomé una decisión que fue en contra de sus órdenes"

Spyro, junto a él, también dio un paso al frente. "No, yo también soy responsable. Fue mi idea, y ellos solo me siguieron. Fui yo quien decidió enfrentarlos, aun sabiendo el riesgo"

"No, fue una decisión en conjunto" interrumpió Cynder, "¿Verdad amigos?"

"Sí, yo nunca abandono a mis amigos" le apoyó Edel.

"Yo tampoco" le apoyó Ray.

"Conmigo somos 3, maestro" terminó Thorr.

No obstante, Terrador levantó una pata en un ademán que los silenció. Con un suspiro, suavizó ligeramente su expresión. "Aunque aún estoy molesto por su decisión, les debo la vida. Me han liberado de una maldición que amenazaba no solo mi cuerpo, sino también mi espíritu."

Los jóvenes dragones se quedaron en silencio, escuchando atentamente. Terrador continuó, su voz ahora cargada de respeto y admiración. "Han demostrado compasión, valentía y una moral digna de la próxima generación de guardianes. Esa fue una decisión difícil... pero fue la correcta. Estoy orgulloso de cada uno de ustedes."

Los jóvenes dragones intercambiaron miradas de alivio y gratitud. La severidad de Terrador había dado paso a un orgullo inconfundible, y, en ese momento, entendieron que, a pesar de sus errores, habían ganado la confianza y el respeto de aquellos a quienes más admiraban

Volteer, siempre rápido para hablar, agregó con entusiasmo: "¡Sí, sí, jóvenes! Pero ahora deben descansar y recuperarse, pues su valentía ha sido tan electrificante como las tormentas mismas. ¡Su habilidad para enfrentar tal amenaza ha superado todas las expectativas!"

Cyril, mirando a Edel con una mezcla de orgullo y preocupación, agregó con voz calmada y autoritaria. "Edel... hija mía, estoy orgulloso de ti. Pero descansa, ahora nosotros nos encargaremos de llevarlos a salvo."

Edel, agotada pero emocionada, le devolvió una débil sonrisa. "Gracias... papá..."

Spyro, aún exhausto pero reconfortado, miró a los Guardianes y susurró a sus amigos: "Lo logramos... estamos a salvo... por ahora..."

Ray soltó un suspiro aliviado. "Por fin... un descanso..."

(Horas más tarde...)

A pesar de todo el daño sufrido y con el apoyo de los otros dragones adultos que vinieron con los guardines, el Windheart finalmente arribó a Skycity, surcando el cielo hasta descender en el puerto de la gran ciudad. Los jóvenes dragones, aún algo adoloridos y cansados, descendieron lentamente del barco junto a los guardianes, quienes los escoltaban con orgullo.

Al poner sus patas en el suelo, los seis dragones se encontraron con una escena que no esperaban: una multitud de dragones de todas las edades y colores, así como varios topos, los aguardaban. Apenas los vieron, estallaron en aplausos y vítores. Los gritos de celebración resonaban en cada rincón de la ciudad mientras todos aclamaban a sus jóvenes héroes.

Flame, Ember, Sybilla y Cynthia avanzaron entre la multitud para recibirlos, con una mezcla de orgullo y emoción en sus ojos.

"Hermano..." le dijo Flame, poniendo una pata en su hombro, "¿Estás bien?"

"Adolorido, pero bien..."

Sybilla, la dragona blanca, no pudo evitar una sonrisa de alivio al ver a Spyro y Flame juntos, mientras que Cynthia envolvía a Cynder en un abrazo lleno de ternura.

"Les curaré en unos segundos" les dijo a Spyro y sus amigos, "Pero ahora, tienen varios que quieren recibirlos"

Spyro miró a su alrededor, atónito, y se acercó a Terrador. "¿Por qué... están todos aquí? ¿Por qué nos reciben de esta forma?" preguntó, desconcertado pero emocionado.

Terrador sonrió y le dio una palmadita en el hombro. "Porque los Cazadores eran enemigos acérrimos de todas las ciudades de dragones, Spyro. Cada aldea, cada ciudad, cada rincón de nuestro mundo sufrió alguna vez por su causa."

Cyril se adelantó, mirando a cada uno de los jóvenes dragones con respeto.

"A lo largo de los años, muchos guerreros, incluso grupos de dragones adultos, intentaron detener a los Cazadores... pero ni siquiera ellos lograron vencer a uno solo," explicó. "Y ustedes, jóvenes como son, enfrentaron a todos y salieron victoriosos. Por eso, ahora son considerados héroes."

Los ojos de los jóvenes dragones se llenaron de orgullo y emoción. Ray y Thorr intercambiaron una sonrisa cómplice, mientras Edel apenas podía contener una sonrisa de satisfacción. Jhonny, sin embargo, bajó la cabeza con humildad, aun procesando lo que sus acciones significaban para tantos.

Mientras la multitud continuaba vitoreando, los jóvenes dragones alzaron la vista hacia la gran catedral del concejo en el corazón de Skycity. En la entrada, los tres concejales —Idila, Aeros y Sylas— los observaban con sonrisas de orgullo, aplaudiendo junto a todos los demás. La imagen de los líderes de Skycity uniéndose a la celebración hizo que el momento se sintiera aún más grande y significativo.

Spyro, Cynder, Jhonny, Edel, Ray y Thorr intercambiaron miradas llenas de emoción y humildad. Habían enfrentado desafíos que parecían imposibles, y aunque aún les quedaba mucho por aprender, sabían que lo que habían logrado era monumental.

"Es increíble..." susurró Cynder, emocionada, "No solo peleamos por nosotros... sino por todos los que fueron lastimados por los Cazadores."

"Y al final," agregó Edel, "valió la pena cada sacrificio."

La multitud continuóvitoreando, y los jóvenes dragones, agotados pero llenos de orgullo ydeterminación, se sintieron que había hecho más que su misión original.

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